lunes, 7 de febrero de 2022

Capítulo 14 || Custodio

 Carlos avisó a su abuelo y a Trevor y los tres entraron en el viejo hostal.

- Estoy muy orgulloso de ti, Carlos,-dijo su abuelo-.

- Muchas gracias. No creí que lo pudiera hacer pero…

- Aquí estamos,-dijo Trevor dándole una palmada en la espalda-.

- Yo me quedo aquí vigilando por si acaso se despierta Gerard o vuelve mi hijo,-comentó Luisa-.


 Abriendo la puerta con la llave que le había quitado a Gerard, Carlos fue el primero en pasar, seguido de Trevor.

- Este debía ser el antiguo pasillo que llevaba a los almacenes del hostal,-comentó Carlos-.

- Sí, tienes toda la razón,-dijo Trevor con conocimiento de causa porque se acordaba de haber estado en ese lugar muchos años atrás-.


 Entrando en la siguiente sala que también estaba cerrada con llave, Carlos se sorprendió al ver todo lo que tenía su padre allí montado.

- ¿Drogas? ¿Mi padre trafica con drogas? Hijo de puta…-decía Carlos-. Bien que nos ha dicho siempre que eso no es un juguete y que ni se nos ocurra engancharnos, pero luego bien que él lo distribuye.

- Qué pena… ¿Y por eso tiene todo esto bajo llave?


 De repente, otra de las puertas de dentro de esa sala se abrió y apareció alguien.

- ¿Se os ha olvidado al…?-preguntó dicha persona-. ¿Quiénes sois?

- ¿Ro… Rosa?-preguntó Trevor con la voz rota-.


 Aquella mujer delgada y estropeada no era otra que su hija, la desaparecida Rosa, madre de Kate e hija de Mercedes. ¿Todo este tiempo había estado secuestrada por el padre de Carlos?


 Rosa, completamente descolocada al ver a otras personas, se quedó en silencio.

- No te preocupes Rosa,-dijo Trevor-, venimos a rescatarte. Carlos y yo…

- ¿Tú eres Carlos? ¿El pequeño Carlos? ¿El nieto del viejo Luisa?

- Sí, soy yo Rosa…


 Fuera, Gerard había recuperado la consciencia y al darse cuenta de que no llevaba la llave encima, llamó a Eduardo.

- Tío, tenemos un problema.

- Y tanto que problema, he llegado a la casa y aquí no está tu abuelo ni tu primo tampoco.

- Y no los vas a encontrar allí porque Carlos hace un rato ha venido y me ha dejado inconsciente.

- ¡¿Cómo?!

- Y me ha robado la llave del almacén.

- No, no, no, no… Ese hijo de puta se va a enterar. Espérame ahí, que voy para allá lo más rápido que pueda.


 En el almacén y ajenos a lo que pasaba fuera, Rosa acababa de abrazar a Carlos.

- Siempre supe que eras diferente. Gracias por venir a por mí,-agradecía Rosa-.

- ¿Has estado todo este tiempo secuestrada por mi padre?

- Pues… sí. Me encontró en el bar al que iba siempre y comenzamos a beber, luego me comencé a sentir mal, pero muy muy mal y me extrañó porque no había bebido tanto…

- Te drogó,-sentenció Trevor-.

- Se ofreció a llevarme a casa pero perdí el conocimiento y cuando me desperté ya estaba aquí.


 Mirando a Trevor, Rosa le sonrió.

- Y gracias también a ti por venir a por mí. ¿Nos hemos visto antes? Me resultas muy familiar…

- Pues… lo dudo. Voy a clase con tu hija.

- Ay, mi Kate…

- Venga, es hora de irse,-dijo Trevor secándose las lágrimas que se escapaban de sus ojos-.


 Volviendo a donde se encontraba Luisa, el hombre se sorprendió al ver a la hija de Mercedes.

- Pero… ¿qué estás haciendo tú aquí Rosa?

- Tu hijo me tenía secuestrada…

- ¿Todo este tiempo?

- Sí, Luisa…

- Bueno, salgamos de aquí, rápido.


 Al salir, todos se encontraron a un furioso Gerard que no iba a permitir que le volviera a pasar lo de antes.

- Se os ha acabado el chollo,-gritó el primo de Carlos-. Mi tío viene para acá y sabe lo que habéis hecho, así que no tenéis escapatoria.


 Instantáneamente, Luisa y Carlos se miraron.

- Voy yo,-dijo el abuelo-.

- No, debo ir yo. Fui quien le pegó.

- Sí, pero tú ya has demostrado tu valía, debo ahora hacer yo lo mismo…


 Acercándose a su nieto, Luisa comenzó a hablar con él.

- Gerard, ¿no te das cuenta de la locura que es todo esto? Tu tío tenía secuestrada a una mujer desde hace varios años y la tenía haciendo droga. Nos ha mentido, ha engañado, ha estafado…

- Ha hecho lo que tú nunca tuviste cojones de hacer, abuelo.

- Siempre he sido un cobarde, lo reconozco. Y por eso envidiaba tanto a mi amigo Trevor, porque él era mejor que yo. Pero lo que sí era y sigo siendo es una persona cabal. No he sido ningún santo, pero al menos no intentaba joderle la vida a los demás drogando y haciendo de sufrir. Ya suficiente hice en mi pasado y prometí no volverlo a hacer.


 Gerard se mantenía inmóvil mirando fijamente a su abuelo.

- Ahora no me chochees. Tú decidiste no tomar partido nunca por nada y esa forma de actuar es la que ha hecho que el tío Edu haga estas cosas, porque ha tenido la valentía que a ti te ha faltado siempre. Y te juro que ahora, por muy bien que te pongas, eres igual o peor que todos nosotros. Nos fallaste en el pasado y ahora nos estás fallando poniéndote de parte de esos malnacidos, entre ellos Carlos, que es igual de cobarde que tú.


 Mientras Luisa y Gerard hablaban, Edu hizo acto de presencia y Trevor fue el primero en darse cuenta de algo.

- ¡Tiene un arma! ¡Corred!


 Trevor echó a correr junto con Carlos y Rosa hacia la otra parte del hostal.

- ¡Nos vemos en casa de Mercedes!,-dijo Trevor-.

- Será mejor que nos separemos,-dijo Carlos-. Ven conmigo Rosa-. ¡Abuelo vamos!


 Luisa no podía correr mucho por los problemas típicos de la edad que tenía, pero el hombre lo intentaba. Trevor, por su parte no paraba de mirar hacia atrás y cuando vio a Edu sacando una pistola, se volvió para intentar ayudar a su viejo amigo.


 Escuchando varios disparos, Rosa y Carlos se pararon en seco.

- Luisa, Trevor…-dijo Rosa-. Tenemos que ver si están bien.

- Rosa, vayámonos.

- Pero no puedo abandonarlos.

- ¿Y dejar a tu hija huérfana? Mi padre tiene una pistola, ¿quieres que te mate? Piensa en ella, en Kate. ¿La vas a abandonar ahora? Si no han muerto nos veremos todos en casa de tu madre, así que ahora sigamos corriendo.


 El que no iba a ir a ninguna parte era Trevor, quien había sido alcanzado por una de las balas de Edu y se debatía entre la vida y la muerte tumbado en el suelo.


 Y el otro que no podría asistir a la cita era Luisa, quien se encontraba tirado en el suelo y ya muerto a causa de los disparos de su hijo.

- Adiós papá,-dijo Edu-. Se acabó por fin… Es hora de comenzar una nueva etapa, una mejor y más grandiosa que la tuya.


 Carlos empujó a Rosa y le dijo que fuera delante mientras que él no paraba de mirar hacia atrás por si su primo o su padre iban tras ellos y también, por si veía a Trevor o a su abuelo; pero a cada paso que daban, más se desvanecía la esperanza de volver a verlos con vida…  


 En casa de Mercedes, ésta y su nieta veían la tele tranquilamente ajenas a todo lo que había pasado.

- El mundo cada día va a peor,-decía Mercedes-.

- Abuela, quitemos las noticias, que me estoy amargando.


 De repente, la puerta de casa se abrió de par en par y Rosa entró en casa.

- Mamá, Kate, he vuelto.


 Al escuchar la voz de Rosa, las otras mujeres se levantaron rápidamente y al ver a Carlos en lugar de a Trevor, se sorprendieron más todavía.

- ¡Mamá! ¿Y qué haces tú aquí, Carlos? ¿Y Trevor?

- Hija, ¿estás bien? Te veo muy delgada. ¿Dónde has estado todo este tiempo?


 Viendo a su hija tan mayor, Rosa no pudo evitar abrazarse a ella.

- No ha habido día que no me acordase de ti, que no llorase al no saber si estarías bien, si cuidabas a la abuela, si os hacía falta algo…

- Mamá, yo también te he echado mucho de menos. ¿Nos abandonaste?


 Mercedes se acercó y abrazó a su hija.

- No os abandoné,-dijo Rosa-. Edu me drogó y me tuvo secuestrada en el viejo hostal de carretera junto al bar al que iba siempre. Me ha tenido allí todo este tiempo encerrada para que le hiciese droga y para acostarse conmigo siempre que quería.

- Kate,-dijo Carlos interviniendo-. Hay que irse. ¡Kate!


 Pero Kate no paraba de mirar a su madre y estaba ignorando completamente a Carlos, quien se estaba manteniendo al margen.

- Kate, tenemos que irnos rápido. Kate… ¿Me estás escuchando? ¡Kate!


 Ese último grito provocó que la chica mirase a su ex-novio.

- Kate, tenéis que iros. Ahora mismo.

- ¿Por qué?

- Mi padre y Gerard nos persiguen y ni mi abuelo ni Trevor que iban detrás nuestro han aparecido. Hemos escuchado disparos… Así que… Corréis peligro. Hay que irse y rápido.


 Quedándose más seria, Kate avisó a su madre y a su abuela.

- Mamá, abuela… Tenemos que irnos. Edu y Gerard seguramente han matado a Trevor y a Luisa y ahora vienen a por nosotras. Debemos huir, largarnos de aquí.

- ¿Trevor ha muerto?-preguntó Mercedes echándose a llorar-.

- No lo sé,-intervino Carlos-, pero iba detrás nuestro y cuando escuchamos los disparos ya no lo vimos más. Rosa quiso volver pero le dije que tenía que venir aquí y no abandonar a su familia, a vosotras.

- ¿Y a dónde iremos?-preguntó Rosa-.

- Tengo una idea,-contestó Carlos-.


 Tras cambiarse de ropa, las chicas siguieron a Carlos hasta el muelle.

- Aquí, coged el ferry que os llevará hasta la ciudad de al lado y una vez allí buscad a un taxista que tiene el coche adornado como si fuera una discoteca. Es colega mío, le decís que venís de mi parte y que os lleve a un lugar seguro.

- Bien pero, ¿y tú?-preguntó Kate-.

- No te preocupes por mí.


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario