lunes, 21 de febrero de 2022

Capítulo 4 || Mi Otro Yo

 Robb comenzó a andar entre las puertas sin saber qué hacer mientras que miles de preguntas se le pasaban por la cabeza.  


 Quedándose quieto frente a una de las puertas, la abrió y cruzó. Si quería quitarse la duda, no había mejor forma que pasar por una y averiguar qué había al otro lado.


 En cuanto cruzó, Robb se encontró con que estaba en un cuarto de baño pero… ¿de dónde? ¿De verdad había inventado el teletransporte?


 Girándose y volviendo a abrir la puerta, Robb vio que eso era un baño pero, si quería volver, ¿cómo podría hacerlo? Eso era otro problema.


 Pero ahora era el momento de averiguar dónde estaba, por lo que salió del baño y Robb vio que se encontraba en una especie de pub.


 Saliendo de allí todavía sin poder creérselo, Robb reconoció la zona y sabía donde estaba. Ya no había dudas, ¡había descubierto el teletransporte! Ahora sólo quedaba volver al laboratorio y contar el descubrimiento.


 Como hacía tiempo que no hacía otra cosa que trabajar, Robb se quedó dando un paseo para respirar aire puro y relajarse un poco después de haber hecho ese gran descubrimiento.

- Qué bien se está cuando haces todo lo que está en tu mano… ¡Lo he conseguido joder!


 Mirando al horizonte mientras respiraba hondo, Robb se dio cuenta de que tras unas rocas había una pareja manteniendo relaciones sexuales.

- Anda que se han buscado un sitio discretito… Pero cuando la necesidad aprieta… jajajaja.


 Robb se sentó en uno de los bancos que había en el paseo marítimo y comenzó a pensar en que gracias al plantón de Marge, había conseguido terminar su investigación y esto le iba a cambiar la vida tanto a él como al resto de la humanidad. Tenía ganas de contarlo y de comenzar a planear qué hacer con este invento.


 Minutos después, la pareja anterior salió del paseo completamente vestida y, echándoles un ojo, Robb creyó reconocer a la chica.

- Espera, ¿esa no es Vivian? Creo que sí… Debería pedirle perdón…


 Vivian y su acompañante entraron en un bar seguidos por Robb, quien los observaba desde cerca.

- Voy al baño, ahora vuelvo,-dijo Vivian-.


 Ese era el momento, la buscaría en el baño y le pediría perdón. No debía haberse comportado de esa forma y se arrepentía de haberlo hecho. Pero justo cuando avanzaba hacia el baño, el acompañante de Vivian le hizo una pregunta a Robb.

- Perdona, ¿tienes hora?


 Suspirando, Robb sacó su móvil, miró la hora y cuando se giró hacia aquel muchacho se quedó helado. ¿Estaba viendo bien? No era posible… Ese era… ¿él? ¿Qué cojones estaba pasando?


 Completamente en shock, Robb se sentó frente a aquel tipo, quien también estaba muy sorprendido.

- ¿Quién eres?-preguntó el Robb con barba-.

- Soy Robb Atkinson.

- No… no puede ser… Yo soy Robb Atkinson.

- ¿Cómo? ¿Nos llamamos igual y somos idénticos? ¿Esto es una especie de broma o algo así?

- No… Algo tiene que haber salido mal en el experimento. Yo me he teletransportado…

- ¿De qué cojones me estás hablando?

- Ven.


 Agarrándolo de la manga del jersey, Robb se levantó y se llevó al otro Robb hacia el exterior del lugar. Esto había que aclararlo de una vez por todas y rápido.


 Un minuto después, Vivian salió del baño y se encontró la mesa vacía y sin rastro de su acompañante por ningún lado.

- ¿Dónde cojones se habrá metido este tío?


 Fuera, Robb intentaba aclarar las cosas con su doble.

- ¿Me puedes explicar qué está pasando y por qué actúas de una forma tan rara?-preguntó el Robb afeitado-.

- A ver, soy científico y estaba trabajando en mi laboratorio un proyecto rompedor y creía haber descubierto el teletransporte, pero al verte a ti me has roto todos los esquemas. ¿Cómo es posible que haya dos Robb Atkinson en la misma ciudad y que los dos seamos idénticos?

- ¿Y a mí que me cuentas? Yo invierto en criptomonedas, yo no sé nada de ciencia ni de laboratorios. Yo lo que sé es que me has cortado el rollo con mi cita de hoy y que luego tendré que inventarme cualquier excusa. Bueno, le diré que me ha llamado mi mujer.


 Frunciendo el ceño, a Robb le extrañó esa frase.

- ¿Estás casado y le pones los cuernos a tu mujer?

- No me juzgues, ¿vale? Yo no quería casarme, pero mis padres son unos pelmazos y me obligaron a ello cuando dejé a Marge embarazada y ya no hubo manera de soltarme las esposas.

- Espera un momento, ¿has dicho Marge? ¿Estás casado con ella?

- ¿Acaso tú la conoces?

- Marge me dejó tirado el día de nuestra boda porque me ponía los cuernos con Louis, mi mejor amigo.

- ¿Louis es tu mejor amigo? ¿Te estás refiriendo a un tío negro fuerte que está saliendo con la pelirroja a la que me acabo de follar?


 Menudo lío se estaban haciendo ambos y parecía que a cada comentario todo se iba complicando más y más.

- Estoy pensando,-dijo Robb el científico-, ¿y si no he inventado el teletransporte y lo que he hecho ha sido descubrir el multiverso?

- ¿Cómo?

- A ver, todo me cuadra. Cuando fui a salir de mi laboratorio, crucé una puerta y me encontré con un pasillo lleno de puertas infinitas y yo crucé por una y acabé aquí, donde me he encontrado con otro ‘yo’ que está casado con la mujer con la que me iba a casar en mi mundo.

- Tío qué fuerte… ¿Y tú en tu mundo cómo estás?

- Pues… soltero, sin compromiso… Sólo mi trabajo y ya.

- ¿Y tampoco hijos?

- Eh… no.


 Sonriendo, el otro Robb comenzó a tener una idea.

- Se me está ocurriendo algo… Yo no quiero seguir casado, ni tener que ocuparme de mi casa, de Marge ni de la mocosa. Quiero ser un hombre libre y sin ataduras de ningún tipo… Básicamente quiero ser tú, así que… ¿Por qué no nos cambiamos?

- ¿Cómo dices?

- ¡Claro! Piénsalo. En tu mundo tu Marge te dejó tirado, aquí estarás casado con ella. ¿En tu mundo hay otra Vivian?

- Sí… Pero no nos llevamos muy bien.

- No te preocupes, yo me encargo de arreglarlo todo. Entonces, ¿qué me dices? ¿Hacemos el cambio?


 Pensándolo bien, podría ser una buena idea experimentar cómo era la vida del otro durante un tiempo.

- Dentro de una semana nos volvemos a encontrar aquí, ¿vale?-decía Robb el científico-.

- Vale, pero ya te digo que si me gusta más tu mundo que el mío me quedo allí.

- ¿Y si yo me quiero ir también?

- Pues te buscas otro mundo, yo que sé. ¿No dijiste que había muchas puertas?


 Entrando en el baño, Robb le explicó al otro Robb lo que había pasado.

- Yo salí por aquí, así que imagino que si abres la puerta se volverá a abrir el portal y aparecerás en el pasillo de las puertas.

- Estupendo campeón. Disfruta de tu vida de casado, que yo me voy a divertir de lo lindo viviendo tu vida…


 Cuando cruzó la puerta, ésta se cerró y momentos después nuestro Robb la abrió y se encontró con el baño normal y corriente. El portal debía cerrarse durante unos minutos para luego volver a abrirse, o al menos pensaba eso. Ahora sólo quedaba ir a la casa donde vivía con Marge y su hija tal y como le había dicho el otro Robb.


 Comprando ropa en una tienda y pasando por una peluquería para afeitarse, Robb se cambió y fue hacia la dirección de su casa y, cuando llegó flipó en colores.

- Pues sí que la bien al otro Robb con esto de las criptomonedas… Voy a tener que aprender yo también para que nadie note la diferencia.


 Robb comenzó a contemplar la casa y a investigar cada habitación. Debía saber todo antes de encontrarse con nadie y que le notasen raro.


 Y la primera puerta que abre no es otra que la del dormitorio de su hija. Bueno, no su hija técnicamente, pero sería su hija a partir de ese momento.

- Ay, hola Pricia corazón, ¿cómo estás?

- ¿No sabes llamar a la puerta?

- Perdona cariño, no sabía que estarías aquí…

- ¿Cariño? Papá, ¿estás bien?


 Tragando saliva, Robb se había dado cuenta que su doble actuaba de otra forma con su hija.

- ¿Quieres algo papá?

- No, nada. Sólo verte y preguntarte por cómo estás.

- Estoy jugando, así que déjame tranquila.

- Vale, perdón.


 Cerrando la puerta, Pricia la miró y frunció el ceño extrañada por el comportamiento del que creía que era su padre.

- ¿Qué le pasa hoy a papá? Es la primera vez en mi vida que lo veo cariñoso conmigo… ¿Tendrá una enfermedad terminal?


 Subiendo las escaleras, Robb se encontró a Marge viendo la tele. Ahí estaba… era su mujer, su esposa, el amor de su vida… Y el otro Robb le ponía los cuernos… No lo llegaba a entender.

- Hola mi amor…


 Marge se levantó como un resorte apagando la tele y girándose hacia Robb, a quien encontró sonriendo, aspecto que le extrañó a la muchacha.

- Hola, estaba viendo la tele, perdona.

- No pasa nada, Marge.

- Voy a ponerte tu copa.


 Aligerando el paso, Marge fue hacia una barra que tenían junto al salón.

- Marge, Marge, ¿a dónde vas?

- A ponerte lo de siempre.

- Déjalo anda, no me apetece beber hoy.

- ¿Cómo? Pero…

- Marge, vamos a sentarnos en el sofá, ¿vale?

- Eh… vale…


 Marge no sabía a qué venía todo eso. El Robb con el que estaba casada era déspota, antipático, seco, dictatorial… ¿A qué venía ese cambio? Robb, por su parte, estaba la mar de contento de saber que estaba casado con Marge. Su sueño se había cumplido.

- ¿Qué tal el día cariño?-preguntó él-.


 Pero Marge estaba en otro mundo, su cabeza no paraba de darle vueltas porque el cambio de actitud era completamente diferente y encima ahora se preocupara por cómo le había ido el día. ¿Qué estaba pasando ahí? Tendría que hablar con los padres de él por si ellos sabían algo…  


CONTINUARÁ…


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