miércoles, 9 de febrero de 2022

Capítulo 15 || Custodio

 Mercedes y Rosa comenzaron a avanzar hacia el ferry, pero Kate seguía quieta.

- Id yendo, ahora voy yo,-dijo la muchacha-.

- Kate, vas a perder el ferry, tienes que irte ya,-comentó Carlos.


 Pero haciendo caso omiso, Kate se abrazó a Carlos.

- Quiero darte las gracias por lo que has hecho por nosotras.

- No tienes por qué. Las gracias deberías dárselas a Trevor, él ha sido quien me ha hecho reaccionar…

- Bueno, cuando lo encuentres se lo dices de nuestra parte, ¿eh?

- ¿Tú crees que estará bien?

- Sí, y tú también, así que cuídate mucho anda.


 Separándose, Kate se quedó mirando a Carlos.

- ¿Sabes? Cuando comencé a salir contigo vi algo en ti que los demás no y me llamaban loca y hoy has demostrado que tenía razón y… ¿puedo darte un consejo?

- Sí claro.

- Deja a un lado la imagen de tipo duro porque no te pega. Mira a tu abuelo lo que le pasó por dar una imagen que no era la suya.

- Lo sé…


 Carlos comenzaba a notar que se le formaba un nudo en la garganta.

- Bueno ya, vete y no hagas esperar a tu madre y a tu abuela, que el ferry zarpa en menos de tres minutos.

- ¿A dónde irás?

- Me esconderé durante un tiempo, hasta que se calmen las cosas… Luego ya veré.

- Ten mucho cuidado Carlos.

- Tranquila, sé cuidarme solo. Ahora corre.


 Kate acarició la mejilla del muchacho y fue a encontrarse con su madre y su abuela para subir al ferry mientras que Carlos dejaba de aguantar y lloraba a causa de la separación y de saber que, casi con total seguridad, su abuelo y Trevor estaban muertos…  


 Trevor, tras recibir el disparo y debatirse entre la vida y la muerte, cerró sus ojos y los abrió en un sitio que le resultaba familiar.

- Oh, la habitación blanca de nuevo…


 A lo lejos, vislumbró una figura que creyó reconocer y comenzó a acercarse.

- Ezequiel, ¿eres tú?


 Ya muy cerca de aquel tipo, Trevor confirmó de que se trataba de aquel ángel, pero estaba diferente en aquella ocasión.

- Ezequiel, ¿por qué vas vestido así?

- Hola Trevor, como siempre tan curioso… Hay cosas que no cambian, sin embargo, has notado que yo he cambiado y es porque tú también lo has hecho.

- ¿Cambiar yo?

- Enhorabuena, has cumplido tu misión.


 Ezequiel miraba a Trevor con una sonrisa.

- Ahora, cierra tus ojos y los abrirás estando ya en el cielo. No te preocupes por nada…

- Sí me preocupo Ezequiel, ¿qué pasó con Mercedes y con Kate? ¿Y con mi hija?

- Eso no te tiene que preocupar, están bien.

- Ya, pero quiero saber qué tal están. Quiero verlas.


 Trevor se acercó aún más a Ezequiel.

- Por favor, concédeme ese deseo. Necesito verlas una última vez… por favor.

- Vale, está bien… Te enseñaré qué fue de ellas después de…

- No, desde el principio. Desde que yo morí.


 Tras suspirar, Ezequiel chasqueó sus dedos y Trevor comenzó a ver cómo Mercedes, Rosa y Kate bajaban de ese taxi tan llamativo y las dejaba junto a una plaza en la gran ciudad.

- Nunca había estado aquí,-dijo Kate-. Qué grande es todo…

- ¿Estaremos seguras en este lugar?-preguntó Rosa-.

- Sí,-contestó Mercedes-. Cuanta más gente haya, más difícil les será encontrarnos.

- ¿Y por qué aquí abuela?


 Las tres mujeres miraban embobadas los edificios, las infinitas luces que había por todos lados, los ruidos de los coches, las caravanas… Todo les resultaba nuevo.  


 Mercedes avanzó unos pasos y Rosa se la quedó mirando.

- Mamá, Kate te ha hecho una pregunta, ¿por qué le dijiste al taxista que nos trajese aquí?

- Porque tengo un pálpito.

- ¿Y qué pálpito es ese?-preguntó Rosa-.


 Pero quedándose sin respuesta también, Kate y su madre vieron cómo Mercedes echaba a andar como una autómata.

- ¡Mamá espera!

- ¡Abuela! ¿Dónde vas?


 Unos metros más adelante, Mercedes frenó en seco mirando cómo un hombre de avanzada edad pintaba un hermoso cuadro.

- ¿Quién es?-preguntó Kate a su madre-.

- Ni idea. Será un viejo novio…

- ¿Pero la abuela tuvo más novios después de quedarse embarazada de ti?

- Que yo sepa no… Ahí no sabría qué contestarte.


 Aquel tipo manejaba el pincel con una majestuosidad que dejó embobadas a las allí presentes, pero la que más era Mercedes, quien lo miraba con ternura.


 Acercándose un poco más a ese hombre, Mercedes arrancó a hablar.

- Qué cuadro más bonito te está quedando.

- Muchas gracias,-dijo aquel tipo sin despegar la mirada del cuadro-.

- Veo que no has perdido aún tu toque.


 Esa frase hizo reaccionar al hombre y mirar a Mercedes y, al instante, grandes lágrimas inundaron sus ojos.

- Pero… Mercedes… ¿Cómo has…? ¿Qué haces aquí?

- Visitar a un viejo pero muy querido amigo. ¿Por qué no me devolviste mis llamadas?

- Estuve de viaje y volví hace escasos dos días.

- Ay, qué voy a hacer contigo Silvio…


 Ese hombre no era otro que Silvio, el viejo amigo y compañero de banda de Trevor y Mercedes con quien todavía mantenía contacto.

- ¿Qué te trae por aquí? Después de pedirte perdón por lo de Trevor y que aceptases mis disculpas, pese a todas mis invitaciones, tú siempre las rechazabas y ahora, de golpe y porrazo, vienes. ¿Qué pasa?

- A ti no se te puede engañar, viejo lobo.

- Anda, ven y dame un abrazo.


 Silvio y Mercedes se abrazaron muy fuerte mientras que ambos se daban besos en las mejillas.

- Te he echado de menos, Silvio.

- Y yo echaba de menos verte, amiga mía. Espera… ¿esa rubia de ahí es…? No, no puede ser…


 Separándose, Silvio se acercó a Kate y a Rosa.

- Tú debes ser Kate, la famosa nieta de Mercedes y tú… Rosa, la hija de Trevor y madre de esta preciosidad, pero… aquí hay algo que no me cuadra, ¿cuándo has vuelto Rosa? Tu madre me contó que las abandonaste.

- Me secuestraron y por eso estamos aquí, porque nos perseguían y estamos huyendo.

- Entonces habéis hecho bien viniendo aquí. Acompañadme.


 Las mujeres fueron con Silvio hasta uno de esos inmensos edificios y, tras subir en el ascensor, llegaron al último piso.

- Dios, ¿vives en el ático?-preguntó Kate-.

- Exacto. Tiene unas vistas que os encantarán.


 Una vez dentro, Silvio miró hacia su alrededor antes de tomar la palabra.

- Disculpad si la casa está muy vacía, pero he estado exponiendo mis cuadros en una galería y todavía no me los han traído.

- No es problema,-contestó Rosa-.

- Bueno, ¿os gusta vuestro nuevo hogar?


 Abriendo los ojos de par en par, Mercedes se acercó a su amigo.

- ¿Te has vuelto loco? Hemos venido para pedirte hospedaje hasta que encontremos un trabajo y podamos pagar un piso.

- Y lo que yo os digo es que os quedéis aquí en esta casa.

- No, es demasiado. Además, no cabemos todos.

- Cabéis perfectamente porque yo no voy a vivir aquí.

- ¿Ah no? ¿Y dónde vas a vivir entonces?

- En mi nuevo apartamento. Me lo he comprado con las ganancias de los cuadros que he vendido en la galería. ¿Te tengo que recordar que soy un reputado pintor de prestigio nacional? Además, que eres mi amiga y los amigos estamos para ayudarnos, así que no hay más que hablar.

- Pero…

- Que te calles y punto.


 Dirigiéndose hacia las otras chicas, Silvio les hizo una pregunta.

- ¿Os gusta vuestro nuevo hogar?

- Pero… ¿usted dónde va a vivir?

- Es un estupendo apartamento a las afueras de aquí. Esta casa es mucho para mí y, de hecho, estaba pensando en venderla pero ahora será vuestra.

- Es demasiado,-dijo Rosa-.

- Nunca es demasiado para unas buenas amigas como vosotras, aunque os acabe de conocer técnicamente.

- Muchas gracias,-dijo Kate-. Es usted un gran hombre.

- Igual que tu abuelo, pequeña. Ay, ojalá hubiera vivido para veros…


 Aparte de regalarles la casa, Silvio contrató a Rosa como asistente personal, o lo que es lo mismo, le llevaría la agenda e iría a todos los sitios a los que fuera Silvio y no eran pocos precisamente… 


 Rosa había ganado peso, confianza en sí misma y también dinero con el que sustentar a la familia, de forma que Mercedes ya no trabajaba y Kate estaba yendo a la universidad. La vida les sonreía y Rosa era la que más agradecida estaba.


 Kate estaba yendo a una universidad cercana y, en lugar de mudarse al campus, prefirió ahorrar dinero y quedarse en casa con su madre y su abuela, quien necesitaba cada día más ayuda.

- Abuela, ¿hace falta algo más aparte del aceite, la sal y la pimienta?

- No, ya está todo. Ponte a hacer lo que yo te he dicho mientras yo sigo cortando el tomate.


 Rosa se seguía sorprendiendo al ver la casa, una tan inmensa y mucho más ahora después de haber hecho unas reformas. ¿Esa casa era de ella? Pese a que llevaban viviendo allí varios años, aún le resultaba extraño.


 Viendo cómo su hija y su madre cocinaban juntas, Rosa sonrió.

- Os veo muy afanadas con la comida,-dijo Rosa-.

- Tiene que salir perfecta,-contestó Kate-.

- Uh, ¿aquí hay algo que no me habéis contado?


 Mercedes rió y eso llamó la atención de su hija.

- Mamá, ¿qué está pasando?

- Nada Rosa, deja a la nena en paz, que está ilusionada.

- ¿Por qué? O mejor dicho… ¿por quién? ¿Alguien de la universidad?


 Como Rosa viajaba bastante, a veces le daba la sensación de que se estaba perdiendo cosas importantes de la vida de Kate, pero luego su hija la llamaba por teléfono y le contaba todo. Sin embargo, en aquella ocasión le estaba ocultando algo.


 Kate iba a tener visita y era alguien que le generaba mucha ilusión, de ahí que se lo hubiese ocultado a su madre, aunque no sabía cómo porque apenas podía guardar el secreto.


 Sonando el timbre, Kate dejó todo y corrió hacia la puerta.

- Ya voy yo.

- Vaya prisas,-comentó Rosa-, ni que fuese a venir tu novio…

- ¡Mamá!

- Venga Rosa, no chinches más,-dijo Mercedes-.


 Al abrir la puerta, Kate lo vio. Ahí estaba, delante de ella, tan apuesto y guapo…

- Hola…

- Vaya, hola Kate… Pero qué… guapa. Estás impresionante.

- Pues anda que tú… Estás guapísimo Carlos.


 Aquel chico no era otro que Carlos, quien había vuelto tras mucho tiempo fuera de órbita.

- Será la vida, que me está sonriendo mucho últimamente,-contestó Carlos-.

- ¿Te va bien entonces?

- Sí, ese trabajo que me comentaste de vigilante me ha venido de lujo. Buenas condiciones, trabajo tranquilo y buen dinero también…

- Cuánto me alegro… Ahora, ¿preparado? Mi madre no sabe que vienes.

- Oh, menuda sorpresa se va a llevar.


 Entrando en casa, Carlos se colocó frente a Rosa y a Mercedes.

- ¡Sorpresa!-gritó Kate-.

- ¿Carlos?-preguntó Rosa-. Ay, Dios mío, pero qué mayor estás y qué guapo, por favor.

- Muchas gracias Rosa. Ya veo que las cosas os van bien, porque se os ve estupendas, a las dos,-dijo él mirando a Mercedes y guiñando un ojo-.

- De momento bien,-contestó Rosa-. Tenemos trabajo, salud, un techo, amigos… ¿Tú qué tal?


 De repente, Trevor volvió a verse frente a Ezequiel y torció el morro; se había quedado con las ganas de saber qué había sido de Carlos.

- Siempre me dejas a medias, Ezequiel. ¿Qué fue de Carlos?

- Como has visto, consiguió trabajo y comenzó a ganar dinero y se convirtió en un hombre de provecho.

- ¿Y de Eduardo y Gerard? ¿Qué hicieron?

- Bueno, esos dos… Eduardo acabó en prisión y a Gerard lo mató la policía en una persecución intentando escapar tras robar un banco.

- Joder…

- Tú ahora piensa que has cumplido tu misión, que tu hija y tu nieta están a salvo y todo es gracias a ti. Ah, por cierto… tienes visita…


 Frunciendo el ceño, Trevor se giró y vio a una muchacha que estaba frente a él.

- ¿Eres…? ¿Eres…?-preguntó él-.

- Soy, sí.


 Una joven Mercedes estaba allí, frente a él. ¿Cómo era posible?

- ¿Cómo es que estás aquí? ¿Significa que has…?

- Sí, morí mientras dormía después de haber pasado la noche viendo películas con Rosa y con Kate, riéndonos y creando recuerdos. Ha sido una buena muerte.

- No te merecías menos, mi amor. No sabes las de veces que me tuve que contener allí abajo para no contarte nada.

- Lo supe en cuanto te vi. Sabía que el parecido tan grande no era casual, debías ser tú, pero no sabía el cómo. Cuando le dijiste a Luisa aquello, me quedó todo aclarado. Trevor, te he amado y te amaré siempre.

- Y yo también, vida mía.


 Acercándose a ella, Trevor la besó con pasión sin terminar de creerse que la tenía con él, junto a él y que no debía mentir más.


 Reincorporándose de nuevo, Mercedes miró a Trevor.

- Ey, no me llores. Estoy aquí contigo.

- Por eso mismo, porque estás conmigo… Cuando me mataron en aquella mansión y me mandaron de vuelta, en lo primero que pensé fue en que estaría separado de ti e imaginé que estarías muerta. No sabía quién era Kate porque encima ni es negra ni tiene mi apellido ni nada de nada. Jamás lo habría imaginado.

- Debió ser un shock muy grande… Bueno, casi tan grande como el mío cuando te vi aparecer.

- Ay sí, qué cara se te quedó.


 Secándose las pocas lágrimas que le quedaban en los ojos, Trevor miró a Mercedes sonriendo.

- Ahora ya no habrá que mentir más, ni que huir, ni que esconderse de nada ni nadie. Estamos a salvo y estamos juntos, para siempre.

- No sabes cómo se me alegra el corazón al escucharte decir eso.

- Te amo Mercedes y siempre lo haré.


 Carraspeando, Ezequiel llamó a Mercedes.

- Mercedes, has tenido una vida difícil y complicada, muy sacrificada y pesada a veces, pero has seguido adelante por y para los tuyos. No has abandonado nunca por muy complicadas que se presentasen las cosas y eso te ha valido el pase directo.

- ¿Eso qué significa?

- Que puedes ir al cielo.

- ¿Y yo?-preguntó Trevor interviniendo-.

- Tú también Trevor. Podéis ir juntos… Además, os esperan arriba.

- ¿Quiénes?-preguntaron ambos-.

- Luisa, Joel, vuestros padres… Hay mucha gente expectante e ilusionada con veros.


 Mirándose con emoción, ambos se giraron y comenzaron a avanzar hacia una luz blanca que comenzó a aparecer al fondo de la sala. Conforme más se acercaban, más desaparecía todo lo que tenían alrededor menos ellos dos.

- Por siempre juntos,-dijo él-.

- Para siempre.


 Juntos avanzaron hasta la gran luz donde pudieron descansar eternamente y estar juntos a la espera de que Rosa y Kate se reuniesen con ellos llegado el momento. No había prisa, no había tiempo alguno, simplemente la eternidad…  



FIN

No hay comentarios:

Publicar un comentario