sábado, 5 de febrero de 2022

Capítulo 13 || Custodio

 Trevor se acercó cuidadosamente hasta el viejo edificio abandonado y, cuando llegó hasta el lugar donde se había metido Edu, no estaba. ¿Dónde se encontraba? ¿Habría entrado en el antiguo hostal?


 Ahora se le habría una gran duda a Trevor: ¿debía seguir buscando a su hija e ignorar a Edu o seguirlo a él y ocuparse después del paradero de su hija? No sabía qué hacer, esa era la verdad.


 De repente, Trevor escuchó pasos y se escondió rápido tras la reja exterior y lo que pudo ver fue a Edu saliendo de allí con paso ligero. Ahora tendría via libre para investigar…  


 Tras dar una vuelta por la zona trasera del hostal, Trevor se fijó en cómo una de las ventanas estaba rota y, aparte de eso, estaba algo desencajada así que pudo retirarla y colarse perfectamente. Estaba en un viejo almacén y había unas escaleras que bajaban al sótano y que despertaban mucha curiosidad…  


 Al bajar, Trevor vio una puerta cerrada y, comprobando por si estaba abierta, se llevó un chasco. Estaba cerrada con llave y no había manera de abrirla sin forzarla. Podría hacerlo, pero entonces se descubriría que alguien había intentado entrar.


 ¿Qué era lo que Edu tenía ahí dentro? ¿Por qué tanto secretismo? ¿Lo sabría Luisa? Lo dudaba mucho, si no habría entrado estando él aquí. Ahora… ¿Qué haría Trevor? Sólo veía una alternativa: ir a casa de Edu y robarle la llave sin ser visto. Estupendo, ir a la casa donde viven Luisa, el propio Edu, Carlos y Gerard. La auténtica boca del lobo.


 Llegando a casa, Edu vio a su hijo viendo la tele con su padre. Eran tal para cual.

- Parece más tu hijo que el mío,-comentó Edu nada más entrar-.


 Carlos miró a su padre seriamente.

- Papá, quería decirte algo,-dijo Carlos-.

- Paso de ti.

- ¿Perdona?

- No te mereces llevar mi apellido. Yo soy quien le ha dado renombre a esta familia, ni el abuelo y tú mucho menos. ¡Yo! Y quien seguirá este legado será tu primo, que tiene más cojones que tú.


 Marchándose, Edu entró en el dormitorio que compartía su hijo con Gerard.

- Hola Gerard, ¿qué haces?

- Nada, pensar…

- Pues no pienses mucho, que es malo. ¿Ves ese humo que sale de tu cabeza? Eso no debe ser bueno. Oye, ¿quieres ayudarme en una cosa?

- Claro, ¿de qué se trata?

- Te lo cuento por el camino.


 Gerard se incorporó y le hizo una pregunta a su tío.

- ¿Carlos viene?

- No. A tu primo hay que dejarlo al margen porque no tiene lo que hay que tener para enfrentarse a lo que tengo entre manos.

- Vale… Ahora estoy más intrigado todavía. ¿Lo sabe el abuelo?

- Ese menos. Y ni una palabra de todo esto a nadie, ¿me entiendes? Absolutamente a nadie o te las verás conmigo.


 Al bajar, Edu se encontró a su hijo frente a las escaleras.

- Yo voy con vosotros,-dijo Carlos-.

- Ni lo sueñes.

- Pero soy tu hijo.

- Como si eres el Papa, me la pela. No vas a venir.

- Pero papá, te quiero demostrar de la pasta que estoy hecho.

- Tú no te pareces a mí en nada. Eres igual de cobarde que tu puto abuelo y que la zorra de tu madre. Vámonos Gerard.


 Carlos, cansado del trato de su padre, dijo lo que pensaba.

- Si mamá se suicidó fue porque no aguantaba más viviendo con un maltratador como tú. Lo raro fue que no se matase antes.


 Y sin pensarlo, Edu le dio un guantazo tan fuerte a Carlos que resonó en toda la habitación.

- A la siguiente te prometo que te dejo desfigurado,-amenazó Edu-. Y ahora, vayámonos Gerard.


 Gerard, quien observaba todo eso en silencio, miró a Carlos, quien se encontró con su mirada, pero su primo no dijo nada. Prefería seguir a pies juntillas a Edu antes que contrariarle.


 Carlos, con la cara dolorida todavía, vio cómo Edu abría la puerta y comenzaba a marcharse seguido de Gerard.

- Gerard, ¿en serio te vas a ir con él?

- Que te follen Carlos. Tú mismo te lo has buscado.


 Luisa, levantándose del sofá, fue a comprobar cómo estaba su nieto una vez que Edu y Gerard se habían marchado.

- Hijo, ¿estás bien?

- Déjame en paz.

- Carlos, deja que te vea, espera un momento.

- No. No quiero verte ni hablarte nunca más. Ojalá no fueras mi abuelo…


 Carlos comenzó a subir las escaleras mientras su abuelo lo observaba. Luisa no tenía la culpa de ser como era y mucho menos de que su nieto se pareciese a él respecto a eso, por lo que culparlo a él era inúltil y, sin embargo, así se sentía Luisa. Culpable por ser como era, por no tener más arrojo y valentía en su vida. Por ser más precavido…  


 Luisa salió al exterior por la puerta trasera de la casa. En ese momento necesitaba pensar, reflexionar… ¿Y si acababa con el sufrimiento de esos últimos años y se quitaba de en medio? Su hijo lo agradecería, Carlos igual al no verse retratado en su viejo abuelo chocho y senil…  


 Pocos minutos después, Trevor llegó a la casa de Edu y observó desde fuera.

- Parece que no hay nadie… No veo movimiento… Pero no puedo entrar por la puerta principal, demasiada gente me podría ver. Será mejor mirar si hay entrada trasera.


 En cuanto Trevor fue hacia la zona de atrás, se encontró con Luisa dándose la vuelta para entrar en su casa dispuesto a acabar con su vida pero, al ver a Trevor allí, se sorprendió. De hecho, ambos no se esperaban encontrarse con el otro allí.


 Luisa se acercó a Trevor, quien se mantenía inmóvil y pensando en la mala suerte que tenía.

- ¿Trevor? ¿Qué haces aquí?

- Hola Luisa, yo…

- Por favor, si vas a mentirme mejor que te vayas. La verdad, por favor.

- Estaba buscando a mi… a Rosa, la hija de Mercedes, cuando me encontré con tu hijo entrando en un viejo hostal abandonado.


 Mientras que en el jardín Trevor y Luisa hablaban, Carlos se arrepentía de haberle respondido así a su abuelo.

- Me he pasado tres pueblos, la verdad… Joder, tengo que disculparme con él.


 Buscándolo por toda la casa, Carlos finalmente salió fuera y se encontró a su abuelo charlando con Trevor. ¿Trevor? ¿Qué estaba haciendo allí?


 Dirigiéndose hacia su archienemigo, Luisa se percató de la presencia de su nieto y lo frenó en seco.

- Carlos, Carlos, espera un momento.

- ¿Qué cojones hace este tío aquí? Abuelo, venía a disculparme pero viéndote ahora hablar con este tío…

- ¡Carlos! Escúchame un momento, te lo ruego.

- Tú dirás…

- Trevor me ha contado que está buscando a Rosa, la madre de Kate. ¿Cuántos años lleva desaparecida?

- Mucho tiempo. Unos tres años o así.

- Pues eso, estaba siguiendo su rastro cuando se ha encontrado con tu padre entrando en un viejo hostal abandonado, el que está cerca del bar donde yo me juntaba con mi grupo.

- Ah sí, sé cual es. ¿Y qué hace papá allí?


 Luisa, por fin, estaba tomando las riendas y echándole cojones al asunto.

- Eso es lo que vamos a averiguar,-dijo Luisa sorprendiendo a todos los presentes-.

- Espera, espera… ¿Has dicho vamos? ¿En plural?-preguntó su nieto-.

- Sí Carlos, vamos. Todos juntos. ¿Te sorprendería que tu padre estuviese metido en algo turbio? Es más, ¿te sorprendería que tuviese algo que ver con la desaparición de Rosa? ¿Lo has pensado?

- No sé lo que tiene ahí abajo, pero la puerta está cerrada con llave,-comentó Trevor-. Y por eso he venido aquí, a buscar la llave.

- Pues mi padre se ha ido,-dijo Carlos-.

- Y nosotros iremos tras él,-sentenció Luisa-. Andando. Si mi hijo se cree que esta vez se va a salir con la suya está muy equivocado.


 Al cabo de un buen rato, Edu recibió una llamada de Luisa que le preocupó bastante.

- Gerard, acaba de llamar tu abuelo. Al parecer el chico ese de tu clase ha entrado en casa y la ha destrozado y no sé si tu abuelo estará bien o no. Tengo que ir a comprobarlo… Te dejo la llave y a cargo de todo. No me falles…

- Ese hijo de puta… Trevor… lo mataré, te lo prometo.

- Todo a su tiempo. Ahora cierra todo y vente directo para casa.

- Hecho. Mucha suerte.


 Edu salió corriendo hacia el coche para irse a casa mientras que era observado por su padre, por su hijo y por Trevor.

- Esa idea ha sido buenísima,-felicitó Carlos-.

- Era la más creíble,-dijo Trevor-.

- Ahora queda conseguir la llave,-comentó Luisa-.


 Sorprendiendo a Trevor, quien se disponía a avanzar hacia Gerard, Carlos lo frenó.

- Trevor, mi primo es cosa mía. Si te ve aquí se va a oler que es una trampa. A mí no me espera… Es mejor que me lo dejes a mí.

- ¿Y qué vas a hacer?

- Lo que sea necesario. Ya es hora de echarle cojones a la vida.


 Carlos fue hacia Gerard, quien iba a entrar de nuevo al interior del hostal, pero una voz muy familiar le frenó.

- Eh Gerard, ¿qué coño haces aquí?

- Eso mismo te iba a preguntar. ¿Qué mierda haces aquí? ¿Nos has seguido?

- ¿Y qué te esperabas? ¿Que me quedase de brazos cruzados mientras tú te ibas con MI padre? No perdona, pero quien no tiene padres eres tú, no yo. Así que no me intentes quitar el puesto.


 Ese comentario sulfuró a Gerard de tal forma que se dirigió hacia Carlos completamente enfurecido y provocando que tuviera menos cuidado, por lo que Carlos, manteniendo la calma, aprovechó y le pegó un buen golpe a su primo.

- Y esto de aquí me lo das,-dijo Carlos quitándole las llaves a Gerard antes de darle una patada en la cara y dejándolo inconsciente-.


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario