- Muy buenas señorita, ¿qué tal?
- Bien, ¿y tú?
- Bien también. Que desde que se fuera Nathan apenas te he visto.
- Es que he estado ocupada…
- Ya imagino, ¿has encontrado trabajo?-preguntó Barry sentándose
al lado de Emma-.
Pero la contestación que recibiría Barry no era la que él
esperada.
- ¿Y por qué ese repentino interés? Yo tampoco te he visto mucho
en este último mes y no he ido a hacerte un interrogatorio a tu
casa.
- Oye Emma, para el carro que somos amigos tía. ¿Qué coño te
pasa?
- A mí nada.
- Y un huevo. Venga, habla por esa boca.
- ¿Por qué te tengo que contar mis cosas, Barry? ¿Tú acaso me
cuentas las tuyas?
Sonriendo un momento, Barry procedió a contestar a la pregunta de
Emma.
- Pregúntame y te cuento lo que quieras.
- No tengo tiempo ahora.
- Ah claro… Pues nada Emma, allá tú tía. De verdad que no hay
quien te entienda.
Con aires de grandeza, Emma contestó.
- No voy a perder el sueño porque un vecino no entienda mi
comportamiento. Yo tampoco entiendo muchas cosas… de la vida y aquí
estoy.
- Emma…
- Barry, dejemos el tema, ¿vale? Ya te he dicho que estoy ocupada.
- Vale, pues no se preocupe,-dijo Barry tratando a Emma de usted-,
pero aquí su VECINO se va para no importunar a la señorita.
Durante toda esa semana ni Emma ni Barry se vieron o hablaron en
ningún momento, ya que él todavía se sentía molesto por haberlo
llamado vecino cuando él la consideraba amiga. Por su parte, Emma se
sentía molesta y, de cierta forma, estafada porque se creía que
Barry tenía algo con aquella chica pelirroja que vio en esa ocasión.
La protagonista de la discordia, Estela, se asomó a la ventana para
ver si Barry estaba en casa y, cuando lo vio, llamó a la puerta.
Para la sorpresa del muchacho, Barry abrió la puerta y saludó a
Estela.
- Qué sorpresa Estela, ¿qué haces por aquí?
- Es que me dijo Horacio que tenía que quedarse hasta tarde en la
empresa para ultimar los preparativos de un juego que saldrá la
semana que viene y, como me aburría en casa, pensé en venir aquí
por si tú tenías la noche libre. Espero que no te moleste.
- Anda ya mujer, qué vas a molestar, si estaba viendo la tele nada
más, pasa.
Haciendo pasar a la muchacha, Estela se quedó de pie frente a la
televisión y, desde ese punto de vista, Barry pudo admirar el gran
físico del que contaba la novia de su amigo. Diciéndose a sí mismo
que esa chica no era libre, se acercó a ella para ver la tele
juntos.
Tomando asiento, Estela le hizo una pregunta a Barry.
- ¿Y cómo es que tú no estás ayudando a Horacio? Pensé que
trabajáis en la misma sección.
- Sí pero…-ahí tuvo que inventarse una excusa para no dejar en
evidencia a su amigo-, yo me pedí el día libre y por eso estoy
aquí.
- Oh, ¿pensabas salir a algún lado?
- No, simplemente quería descansar tranquilamente en la casa.
- ¿Estás seguro? A ver si he venido en mal momento porque tenías
pensado en traer aquí a tu novia o a alguna chica.
Riéndose a carcajada limpia, Barry contestó.
- No tengo a nadie especial Estela, ni novia ni amigas con derecho.
- Vaya, pues quién lo diría nada más verte.
- ¿Por qué dices eso?
- Eres un chico que llama la atención, que parece que se cuida y
esos son detalles que nos gustan a las mujeres.
- Pues te aseguro que no le llamo la atención ni a la más pintada.
Ambos siguieron charlando largamente durante la noche y al final de
la velada, justo cuando Estela se iba a volver a casa, Barry y ella
quedaron en que a la noche siguiente quedarían para tomarse algo y
distraerse un rato.
Al día siguiente, justo cuando la luna comenzó a alzarse, Emma se
dio una larga ducha después de depilarse. Se puso uno de sus mejores
vestidos de fiesta, se echó perfume y se puso maquillaje. Esa noche
había quedado y quería dar una buena impresión.
Yendo hasta el lugar donde había quedado mientras sentía un
pellizco en el estómago, Emma no se podía creer que tuviera una
cita a ciegas. Recientemente se había registrado en una página de
contactos y allí hizo amistad con un muchacho algo más mayor que
ella y con el que tenía muchas cosas en común. Salvo por un par de
fotos y varias videollamadas que le revelaban cómo era, aquella
noche sabría como era en persona ese muchacho.
Entrando en el sitio, Emma miró a todas partes y no vio a su cita
por ningún lado, por lo que se sentó en la barra a esperar mientras
su cabeza pensaba en la posibilidad de que la dejase plantada, de que
no apareciese, de que fuese un aprovechado… E instintivamente
pensaba en Barry, quien había estado ahí para ella en muchos
momentos importantes. Pero negándose a sí misma ese pensamiento,
Emma se obligaba a dejar de pensar en su vecino.
A los pocos segundos y tras sentir una presencia a su lado, Emma se
giró hacia su derecha.
- Perdona, tú eres Emma, ¿no?
- Sí, ¿tú eres…?
- Exacto, soy el chico de Badoo. Encantado de conocerte en
persona,-dijo acercándose a ella y dándole un par de besos-.
Lo que Emma no sabía era que su cita estaba “felizmente”
comprometido con Estela, la dichosa pelirroja que había visto en
casa de su simple vecino Barry. Para no variar, Horacio le había
dicho a su novia que tenía mucho lío de trabajo, cuando en realidad
lo que hacía era quedar con chicas que conocía en esa página de
contactos.
La primera impresión que tuvo Emma de Horacio no fue muy buena, ya
que vio a un chico bastante pasado de peso y que se había presentado
a la cita con bañador y mojado a causa de haber salido recientemente
del mar. ¿Qué clase de cita iba a ser esa? No le convencía mucho
de primeras pero, había que darle una oportunidad.
Yéndose hacia la pista de baile, Emma pudo percibir la mirada de
Horacio fija en su zona trasera y, aunque no le gustaba demasiado que
la mirase de esa forma, por otra parte se sentía atractiva ante los
ojos de los hombres.
Poniéndose a bailar como su ritmo le daba a entender, Horacio
comenzó a moverse de una forma que rápidamente le hizo a Emma
separarse sin que éste se diera cuenta. ¿Qué manera de “bailar”
era esa?
Por su parte, Emma se movía al son de la música y, pese a estar muy
alta, pudo escuchar a un muchacho hablarle a su amigo de ella e,
instintivamente sonrió. Le estaba gustando ser el centro de atención
aunque fuera sólo un rato.
Fuera de aquel sitio y sin saber que estaban yendo hacia la boca del
lobo, Barry y Estela se dirigían hacia el interior del local
dispuestos a pasar una buena noche de copas, risas y bailes.
En el interior, Horacio se acercó a Emma mientras bailaba y, al
tenerla casi pegada a él, agarró el culo femenino justo antes de
susurrarle unas palabras al oído mientras que Emma se sentía de lo
más violenta.
- Qué culo más rico tienes Emma… Te espero en el baño.
Entrando en la discoteca, Barry y Estela pudieron comprobar el gran
ambiente que había en el sitio y mirándose, ambos decidieron que
comenzarían bailando y luego se tomarían una copa cuando tuvieran
sed.
Justo cuando iban hacia la pista, Emma se dio la vuelta con dirección
a la barra con la cara completamente seria justo cuando vio a Barry
con su inseparable pelirroja al lado.
- Ey Emma, qué sorpresa verte por aquí,-saludó Barry-.
- Ah, hola Barry… Veo que estás… muy bien acompañado.
- Oh bueno, es la novia de un buen amigo mío. Se llama Estela,-le
dijo a Emma-. Estela, ésta es Emma, mi… vecina.
Dándose la mano, ambas chicas se saludaron mientras que Emma pensaba
en las palabras de Barry, ¿había dicho que aquella deslumbrante
chica era la novia de un buen amigo?
Bajando del piso superior, Horacio le soltó un comentario a Emma sin
darse cuenta de que estaban delante su novia y su amigo Barry.
- Emma, llevo un rato esperándote en el baño, ¿por qué coño no
subes? ¿Es que ya no quieres follar conmi...?-comenzó a decir justo
cuando alzó la vista y vio a su novia-.
El silencio y la tensión eran palpables en el ambiente y Emma, sin
entender absolutamente nada, miró a un lado y a otro.
- ¿Es que vosotros os conocéis?
- Es mi… novio,-dijo Estela echándose a llorar-.
- ¡¿Tienes novia?!-preguntó Emma mirando fijamente a Horacio,
quien se mantenía en silencio-.
Yéndose de allí sin decir nada más, Estela no paraba de llorar al
mismo ritmo en el que se secaba las lágrimas. Saliendo tras ella,
Horacio comenzó a llamarla sin éxito.
- ¡Estela ven un momento! ¡Te lo puedo explicar! Esto no es lo que
parece… ¡Estela!
En el interior, Emma se quedó patidifusa y sin saber que hacer así
que, mirando a Barry, hizo un comentario mientras le sonreía.
- Vaya, menuda casualidad la nuestra, ¿no? Ni que nos hubiéramos
puesto de acuerdo en hacer un intercambio de parejas…
- ¿Intercambio? ¿Pero acaso aquí hay alguna pareja?-preguntó
Barry-. Porque la única pareja que había era la de Horacio y Estela
y se acaba de romper casi con total seguridad…
- Pues yo creí que tú y Estela… Estaban juntos.
Abriendo los ojos de par en par, Barry se quedó atónito escuchando
a Emma.
- ¿Y qué te hizo pensar eso?
- Hace unas semanas fui a verte y te vi con ella en tu casa charlando
en el sofá.
- ¿Y? ¿Ahora no puedo llevar a una amiga mía a casa para que tú
no te creas que tenemos algo más?
- No digo eso Barry, sólo es que…-dijo Emma antes de ser
interrumpida por Barry-.
- Ah bueno, es que sería lo último ya. Primero me llamas vecino,
así con desprecio y ahora te permites el lujo de decirme que si
llevo a una amiga a casa es porque creíste que había algo más
entre nosotros.
Sintiéndose algo violenta con esa conversación, Emma suspiró.
- Barry, yo os vi juntos y me imaginé que tú estabas con ella por…
- ¿Por qué Emma? ¿Por qué motivo crees que yo estaba con Estela?
Dime.
- Nada Barry, olvídalo mejor, ¿vale? Será mejor que me vaya a casa
porque aquí no pinto nada.
- ¿Y te vas a ir así sin decirme nada más?
CONTINUARÁ…
Joer con Emmita que intensa esta...¡jajaja!
ResponderEliminarHay joo me e quedado en la mejor parteee! Que se besen yaa! >_<
Toma Horacio en tus narices U_u
Jajajaja es que Emma está que no cabe en sí de los celos... Jajajajaja
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