Tras esperar unos segundos, Fiona abrió la puerta y vio a Barry
bastante cambiado respecto a la última vez que lo había visto.
-
Hola Fiona, ¿qué tal? Cuánto tiempo sin verte.
-
Hola Barry, pues estoy bien. Pasa y charlemos, que me has dejado
intrigada.
Mirando con una sonrisa a Barry, Fiona pensaba qué era lo que quería
ese chico de ella y más después de que se descubriera todo el
pastel con su padre.
Sentándose en el sofá, Barry comenzó a hablar y a contarle lo
sucedido.
- A
ver, te he llamado para contarte que hace unos meses Nathan sufrió
un accidente de coche.
-
Joder, ¿en serio?-preguntó preocupada-. ¿Y está bien? ¿Le pasó
algo?
- Un
momento Fiona, te voy a contar…
Conforme Barry le fue contando la historia, Fiona respiró más
tranquila sabiendo que Nathan estaba bien. Se había peleado con él
pero eran muchos años conociéndose y le tenía cariño. Sin
embargo, cuando Barry llegó a la parte en la que Nathan mentalmente
sería un niño de cinco años el resto de su vida, Fiona no pudo
evitar soltar una carcajada.
-
¿Me lo dices en serio?
-
Completamente.
-
Jajajaja, no me lo puedo creer. ¿Esto es una especie de broma
macabra o algo?
- Te
prometo que no, no te miento. Mira, hoy mismo escuché un fuerte
grito de Emma y lo siguiente que vi fue a Nathan corriendo desnudo
haciendo pucheros.
-
JAJAJAJAJAJAJA.
Ambos se reían pese a que sabían que la situación no era para
ello, pero los dos conocían a Nathan tal y como era antes y verlo de
esa forma les resultaba de lo más cómico.
-
Pues gracias por llamarme para contarme esto porque me he echado unas
buenas risas. Pobre de Nathan.
- En
realidad te he llamado por algo más…-añadió Barry-.
-
Ah, ¿y bien?
-
Emma me pidió que te contactase porque sabe la gran unión que había
entre tú y Nathan y ella se está viendo sobrepasada por la
situación. Lleva dos meses encargándose de él en el hospital,
ahora con él en la casa está siendo una locura…
- ¿Y
qué quiere Emma de mí? ¿Que me lo lleve conmigo?
-
Imagino que sí…
-
¡Ni hablar! Nunca he sido madre ni tampoco he querido serlo como
para tener que aguantar a uno de 37 con mentalidad de 5 años. Que se
olvide. Además,-dijo Fiona-, si Emma ha sido la que quería eso,
¿para qué te manda a ti?
-
Soy su amigo y me pidió el favor…
- Y
tú eres tonto y le haces caso porque estás colado por ella.
-
Bueno, no tengo ganas de hablar más de esto. Le dije a Emma que no
era asunto mío y al final he venido aquí, te lo he contado y yo por
mi parte he cumplido. Yo más no puedo hacer.
Levantándose, Barry puso rumbo hacia la puerta para salir cuando la
voz de Fiona lo frenó.
-
Está bien,-dijo Fiona-. Lo menos que puedo hacer es acercarme y ver
cómo se encuentra Nathan, ¿no?
-
¿Lo dices en serio?-preguntó Barry sin volverse-.
-
Claro. Además, va a ser gracioso verlo actuar de esa forma… No
como a ti, que le haces favores a una tía que se desvive por otro
tío y a ti parece que te da igual.
Girando la cara, Barry miró serio a Fiona.
-
¿Cómo sabes eso?-preguntó él queriendo averiguar más-.
-
¿No es obvio? Según lo que me has contado, Emma se ha volcado en el
cuidado de Nathan y ha estado esos dos meses completamente
desaparecida sin decirte absolutamente nada y ahora, después de todo
ese tiempo te pide un favor y le haces caso. Mucho te tiene que
gustar como para que no la hayas mandado a la mierda,-dijo Fiona ante
el mutismo de Barry-. Y seguro que tampoco habrás salido con ninguna
otra chica por guardarle fidelidad a… ¿quién? ¿A una tía que te
utiliza para cuando le da la gana? No sé Barry, pero yo que tú me
espabilaba y comenzaba a vivir mi propia vida, que no eres ningún
niño ya.
En completo silencio, Barry se dio la vuelta y se dirigió hacia
Fiona, a quién levantó del sofá y la besó en la boca.
-
Coño Barry, ¿y este beso?
-
Aquel día en el que fuiste a mi casa y me visitaste me di cuenta de
la suerte que tenía mi padre por estar acostándose contigo; ahora
que me has dicho eso me he dado cuenta de que es hora de comenzar a
mirar por mí, siempre lo he dicho y nunca lo he hecho.
- ¿Y
eso significa que...?-preguntó Fiona-.
-
Quítate la ropa porque la follada que te voy a pegar no la vas a
olvidar en tu puta vida,-dijo Barry sentándose en el sofá y
atrayendo hacia él a Fiona para sentarla sobre él y volver a
besarla en la boca-.
Tras unos minutos de besos y preliminares, llegó el momento de la
penetración y, aunque las ganas de Barry eran grandes, la
experiencia y maestría de Fiona dejaban al muchacho muy por debajo
de sus intenciones. Comenzando a mover las caderas como sólo ella
sabía, provocó unos fuertes gemidos en Barry que tuvo que pedirle a
su pareja sexual que parase porque si seguía acabaría corriéndose.
Al cabo de una hora y media, Barry salió de la casa de Fiona tras
haber acordado en verse al día siguiente para ver a Nathan.
Saliendo
de la casa, mientras Barry se dirigía hacia su apartamento llamó a
Emma y le comunicó que Fiona se pasaría por casa al día siguiente.
Llegado el día, Emma le dijo a Nathan que se preparase porque una
amiga iba a visitarlo. Cuando lo vio salir del baño con una falda
suya puesta, Emma le preguntó el por qué había hecho eso.
- Ha
sido Tony quien me lo ha dicho.
-
¿Tu amigo imaginario?
-
Sí.
-
¿Pero no te habías peleado con él?
-
Sí, pero nos hemos perdonado y ahora somos amigos de nuevo. Me dijo
que si te cogía una falda estaría mucho más guapo. ¿Me queda
bien?
-
Estás muy…-dijo Emma quedándose pensativa y sin saber cómo
continuar-.
En los alrededores del apartamento, Barry y Fiona se acercaban a su
destino tras haber quedado esa mañana para ir juntos al gimnasio.
-
¿Estás preparada para verlo?
- Me
va a costar mucho verlo y no pensar en lo cabrón que es. Bueno, que
era… No sé cómo decirlo.
- Ya
falta poco para descubrirlo.
En el interior de la casa, Nathan recibía una pequeña reprimenda de
Emma.
-
Nathan, no debes hurgar entre mis cosas. Eso es de mala educación…
Tú tienes tu ropa, ¿verdad?
-
Sí…
-
Pues úsala y no me rebusques entre mis cosas, por favor.
-
Pero, pero… Es que Tony me dijo…-comenzó Nathan a excusarse
antes de ser interrumpido por Emma-.
-
Pero es que Tony no existe, Nathan. Es producto de tu imaginación.
-
¿De verdad? ¿Entonces por qué lo escucho en mi cabeza?
- No
lo sé, pero tal vez habría que preguntarle al médico.
-
¡No! Más médicos no, por favor…
Llamando a la puerta, Barry y Fiona entraron en la casa de Emma y,
cuando ambos vieron las pintas de Nathan, tuvieron que reprimir la
carcajada.
-
Hola Emma, hola Nathan,-saludó Barry-.
-
Hola desconocido,-dijo Nathan justo antes de volverse hacia Emma y
hacerle una pregunta-. ¿Quién es este tío?
- Se
llama Barry y es nuestro amigo. Vive en la casa de al lado. Y esta de
al lado es…-comenzó a decir Emma justo cuando vio que Nathan se
quedó completamente serio al verla y empezó a acercarse a ella
lentamente-.
Contemplándolo cara a cara por primera vez después del accidente,
Fiona pudo comprobar la terrible pérdida de peso que había sufrido
Nathan junto a su descuidada imagen.
-
Fiona…,-dijo Nathan-.
-
Hola Nathan, ¿te acuerdas de mí?
-
Sí. Tú eres… Bueno, yo… te quiero.
Y sin pensárselo dos veces, Nathan besó el cuello de Fiona ante la
atenta mirada de Barry y Emma quien, al ver la situación, sonrió de
oreja a oreja.
Separándose, con mucha vergüenza, Nathan le pidió disculpas a
Fiona.
-
Perdón Fiona.
-
¿Perdón por qué?
-
Porque mi amiga Emma me dijo que no besase a nadie sin permiso y yo
no le he hecho caso…-dijo llevándose las manos a su espalda y
moviéndose de un lado para otro mientras seguía quieto en su
sitio-.
- No
te preocupes. No me molesta que me beses.
-
Entonces, ¿puedo besarte más?
-
Sí, pero no ahora, ¿vale Nathan?
-
Vale, vale. ¿Me lo prometes?
- Te
lo prometo.
-
Ay, qué bien. Te quiero mucho Fiona. Muchas gracias.
Fiona se quedó en silencio unos segundos mientras miraba a su
ex-amante. Esa persona era tan diferente al Nathan que recordaba que
parecía otra distinta. Su forma de comportarse, sus gestos, su
lenguaje, sus expresiones y sus confesiones… En todo el tiempo que
conocía a Nathan nunca lo había escuchado decirle a nadie “Te
quiero” y ese día, en menos de cinco minutos, lo había dicho dos
veces.
Mirando de arriba abajo a Nathan, Fiona se dio cuenta de las pintas
que llevaba y se giró hacia Emma para preguntarle algo.
-
¿Me lo puedo llevar un rato Emma? Así te despejas un poco y
descansas, que se te ve agotada.
-
¿Llevártelo? ¿Dónde?
- A
comprarle ropa. ¿Has visto cómo va? ¿Y qué hace con una falda
puesta?
- Me
ha registrado mis cosas y se la ha puesto.
-
Uh, con que Nathan nos ha salido curiosillo, ¿eh?-dijo Fiona mirando
a Nathan, quien agachó la cabeza y miró al suelo avergonzado-.
-
Pues si te lo llevas durante un rato,-dijo Emma-, te lo agradeceré
porque he quedado con mis hermanos y es una cita a la que no puedo
faltar.
-
Entonces no se hable más,-dijo Fiona guiñándole un ojo a Emma
justo antes de volverse hacia Nathan y dirigirse a él-. ¿Quieres
venirte conmigo a un sitio muy chulo y muy grande?
- ¿A
dónde?-preguntó Nathan completamente asombrado y siguiendo a Fiona
hacia el exterior-.
Yéndose juntos, Barry y Emma los vieron partir justo cuando se
miraron por un instante al notar que entre Fiona y Nathan se palpaba
algo. Ninguno de los dos sabría explicar el qué, pero era algo que
se hacía sentir.
Mirando a Fiona, Nathan no tenía ningún tipo de filtro y todo lo
que pensaba lo decía sin miramientos.
-
Eres muy guapa Fiona.
-
Muchas gracias Nathan.
-
¿Yo te parezco guapo?
-
Sí, mucho. Pero necesitas un pequeño cambio de look.
Entrando en casa, Barry y Emma comenzaron a hablar.
-
¿Has visto eso?-preguntó él-.
-
¿Ver el qué?
-
Venga ya Emma, te has tenido que dar cuenta tú también. Ha sido ver
a Fiona y Nathan ha dejado de comportarse tanto como un niño
pequeño.
- Ah
bueno… No es para tanto.
-
Anda ya Emma, si cuando le ha dicho que es un curioso no ha hecho
pucheros. Por menos que eso ayer salió desnudo huyendo de aquí.
-
Bah, veremos a ver cuando venga con Fiona. Yo me voy ya que llego
tarde y no quiero hacer esperar a mis hermanos,-dijo Emma
dirigiéndose hacia la puerta-. Cuando salgas cierra con llave,
¿vale? Ah, y gracias por avisar a Fiona. Significa mucho para mí
eso que has hecho…
Marchándose, Barry fue a ducharse para quitarse el sudor de encima
y, de esa forma, despejarse un poco y poner en orden su cabeza ya que
su corazón comenzó a palpitar por esa última frase que le había
dicho Emma. Sin embargo, su cabeza le decía que se olvidase porque
su amiga y vecina seguía enamorada de Nathan. ¿Por qué tenía que
ser tan dolorosa esa dualidad?
Al cabo de unas tres horas, Barry veía la tele mientras estaba
tumbado en la cama cuando sonó el timbre. Dirigiéndose hacia la
puerta pudo ver que era Fiona.
Al abrir la puerta, Nathan salió de detrás de Fiona mientras
gritaba sorpresa. Barry abrió los ojos como platos al ver cómo un
buen afeitado y ropa nueva parecía haber traído al Nathan de
siempre a la vida.
-
¿Por qué me miras así?-preguntó Nathan al ver la expresión de
Barry-.
-
Porque me has dejado de piedra.
-
¿Eso es bueno o malo?
-
Joder bueno, y tanto que bueno.
-
¡Shhh! No digas palabrotas. Eso está mal.
- Uy
perdón, se me ha escapado. Venga, pasad dentro.
Pasando al interior del apartamento, Barry se dirigió hacia la
cocina mientras hacía una pregunta.
-
¿Queréis algo?
- Yo
un vaso de agua fresquita, si tienes,-pidió Fiona-. ¿Y tú quieres
algo Nathan?
-
¡Ay va!-exclamó Nathan sin contestar a la pregunta-. Qué juego tan
chulo…
Sentándose frente al ordenador, Nathan comenzó a teclear y a
manejar el juego mientras que Barry lo miraba admirándose de lo bien
que se le daba.
Sentándose al borde de la cama, Fiona miró a Nathan mientras bebía
el vaso de agua fría.
-
Nathan, ¿le has pedido permiso a Barry para usar su ordenador?
-
Ostras no…
-
Pues ya sabes lo que tienes que hacer,-dijo Fiona categórica-.
-
Déjalo Fiona, no pasa nada,-comentó Barry restándole importancia-.
-
¿Puedo usar tu ordenador Barry? Porfa, porfa, porfa…
-
Claro, no hay problema Nathan.
-
¡Gracias! Eres un buen amigo.
Sentándose junto a Fiona, Barry la miró y comenzó a hablar con
ella en un tono de voz más bajo para que Nathan no pudiera
escucharlos.
- En
cuanto he abierto la puerta y vi a Nathan recordé el momento cuando
tuve que echarle a patadas de la casa de Emma, qué susto me he
llevado Fiona.
-
Ya, me ha pasado lo mismo cuando le han cortado el pelo y arreglado
la barba. Y ya con la ropa… Eso sí, ahora no sería capaz de
hacerle daño a una mosca.
-
¿Tu crees?-preguntó Barry-.
-
Fíjate si ha cambiado que le he dicho que tiene una hija y se ha
puesto tan pesado que mañana mismo vamos a ir a verla a casa de
Sandra.
CONTINUARÁ…
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