Pasados dos meses desde su encierro en ese lugar, aquel tipo visitaba
a Ann dos veces por semana y, de tanto ir el cántaro a la fuente…
-
Positivo… Ha salido… Positivo. Joder, estoy embarazada…
Sintiendo algunas nauseas, en el predictor decía que estaba de 5
semanas.
-
Menuda sorpresa se va a llevar Katashi…
Saliendo del baño con una sonrisa, el propio Katashi la estaba
esperando, ya que había sido él quien había comprado el predictor
en la farmacia.
-
¿Esa sonrisa que tienes es porque ha sido una falsa alarma?
-
No, estoy embarazada, ¿no es maravilloso?
-
¿Maravilloso? ¡¿Maravilloso?!
Y sin decir nada más que eso, Katashi comenzó a golpear a Ann sin
descanso y sin ningún tipo de piedad.
Su principal objetivo era su tripa, así que comenzó a golpearla
continuamente hasta dejar a Ann completamente tirada en el suelo sin
apenas moverse.
Como pudo, llegó al baño justo para que una gran cantidad de sangre
comenzase a salir de su vagina y, en ese momento, algo se le rompió
en su interior… Había perdido al bebé. Ese malnacido había
matado a su pequeño o pequeña.
Sintiendo un fuerte dolor tanto en su interior como por los golpes
recibidos, Ann se tocaba su tripa llorando amargamente. ¿Cómo se
podía querer tan rápido a un hijo sin ni siquiera conocerlo? ¿Cómo
iba a aguantar allí ahora viendo a la cara todos los días al
asesino de su pequeño?
Completamente con la moral destruida, Ann se enfocó en el trabajo y
apenas descansaba ni tampoco comía, por lo que comenzó a perder
mucho peso hasta quedarse prácticamente en los huesos. Aparte de
eso, aquel tipo estuvo bastante tiempo sin venir y eso hacía más
pesadas las noches allí.
Pero un día aquel hombre apareció y en cuanto la vio, se sorprendió
por su cambio físico y subió al dormitorio como hacían siempre.
En cuanto cerraron las puertas, Ann recibió un fuerte abrazo de ese
tipo.
- Te
he echado muchísimo de menos pero he tenido problemas en casa y…
Me ha sido imposible venir. ¿Tú cómo estás? Estás mucho más
delgada.
-
Estoy bien, no te preocupes.
-
¿Segura?
-
Sí, tranquilo,-dijo ella intentando tragar el nudo en la garganta
que se le había formado a causa de los recuerdos del aborto que le
habían provocado-.
Había pasado un año ya desde que las chicas comenzaran a
prostituirse para Katashi y, aunque parezca mentira, Ann se
encontraba descansando un poco.
Entrando en esa habitación, Isa sonrió al ver a su amiga durmiendo
plácidamente. La quería tantísimo que no había forma humana de
expresarlo.
Sintiendo la presencia de Isa, Ann se despertó y cuando la vio se
levantó y la abrazó.
-
¿Cómo estás?-preguntó Isa-.
Sentándose una frente a la otra en las camas, ambas amigas
comenzaron a hablar.
-
Bien. Me siento mejor que nunca,-contestó Ann-.
- Se
te ve en la cara, que te has recuperado bastante de como te habías
puesto.
- Es
que ese aborto fue… Muy duro para mí.
-
Qué hijo de puta es Katashi. ¿No tiene piedad ni con un bebé?
Ojalá se muriese pronto.
- A
todo cerdo le llega su San Martín.
- Y
hablando de cerdos, ¿cómo se tomó la noticia tu amante misterioso?
Tocándose la tripa y suspirando, Ann contestó a esa pregunta en un
tono más triste.
- En
cuanto le dije que… estaba embarazada, comenzó a reírse y me dijo
que siendo puta y acostándome con tantos tíos, cómo podía
encasquetarle un bebé a él. Que se lo pasaba muy bien conmigo y que
le encantaba nuestro sexo, pero que él tenía una vida fuera de esas
paredes, que era marido y padre y no quería un marrón que le
jodiera la vida. Un marrón… Este hijo mío no es ningún marrón,
¿me entiendes, Isa? Mi hijo va a ser un gran hombre, todo lo que no
ha sido el que lo engendró y marcará un antes y un después en
nuestras vidas y, aunque no sea fácil, lo sacaré adelante aunque mi
vida dependa de ello.
-
Hablas como una auténtica madre.
-
Son las palabras que me hubiese encantado escuchar a mí de la boca
de mis padres…
Y sin poderlo evitar, Ann se echó a llorar. ¿Por qué tenía una
vida tan complicada? ¿No podía tener una vida normal? ¿Un trabajo
normal? Deseaba salir de allí pero con Katashi y Rubén por medio le
era imposible.
Pasados los cuatro meses que le quedaban de embarazo, Ann dio a luz a
un niño precioso llamado Enrique que era la alegría para todas las
chicas de allí. Todas mimaban al pequeño, lo cuidaban y hacían
turnos para que no se quedase solo. Pero siempre había un problema y
siempre venía por parte de la misma persona: Katashi.
-
Ann, ¿te has recuperado ya?
-
¿Has visto a mi niño?
- Me
importa una mierda tu estúpido hijo. Me importas tú. Me estás
haciendo perder dinero y si no te pones a trabajar pronto tendré que
tomar mis medidas.
Mientras tanto, Rubén no paraba de taladrar con la mirada a Ariel,
quien se hacía la loca para intentar evitar el contacto físico y
que éste se le acercara para que le pidiera sexo…
Saltando como las leonas, Ann comenzó a proteger a su hijo de las
amenazas de Katashi.
- Te
juro que como le hagas algo a mi hijo te mato con mis propias manos,
hijo de la grandísima puta. Ya me hiciste perder a un bebé y me
provocaste un aborto. Este hijo me ha costado sangre, sudor y
lágrimas sacarlo adelante hasta que naciese, así que ni se te
ocurra ponerle un dedo encima.
-
¿Me vas a decir tú a mí lo que tengo que hacer? ¿Pero quién te
crees que eres?
-
¡Una madre que defiende lo suyo y a los suyos!
-
Pues yo soy el dueño de esto y te ordeno a que salgas ahora mismo y
te hagas cinco clientes como mínimo. Porque en el caso de que no los
hagas… Tu hijo lo sentirá mucho.
- No
serás capaz…
-
Pruébame, a ver si es un farol…
Saliendo con el atuendo de siempre, Rubén se acercó a Ariel y a
ella y les dijo que tenía que cobrarse toda la droga que les daba,
que él también necesitaba una recompensa… Y así hicieron con
todo el asco del mundo.
Al poco rato, otro chico que estaba allí comenzó a mirar y Rubén
le invitó a unirse, diciéndole que no había problema.
En la habitación de las chicas, Katashi miraba con asco y desprecio
al pequeño Enrique, quien dormía plácidamente en ese momento.
Fuera, ambas chicas se apoyaban la una en la otra rezando
internamente para que pasase rápido ese mal trago porque estaba
siendo una violación de libro… Pero ellas eran simples putas y no
tenían sentimientos, ¿verdad?
El trabajo era incesante y el lugar se hacía cada vez más y más
famoso, por lo que Katashi cada día era más rico y más prepotente
y apenas le daba dinero a cada una de las chicas. Todo lo quería
para él.
En
un momento de descuido, Isa se escapó de la barra de pole dance y se
metió en la habitación para supervisar a Enrique, que contaba ya
con dos años de vida.
-
¿Cómo está lo más bonito de la casa?-dijo Isa provocándole una
inevitable sonrisa al pequeño-.
A todo esto, Katashi estaba ocupado arriba violando a Ainhoa. Esta
vez había llevado su obsesión al mayor extremo y le había atado
los pies mientras que la penetraba sin piedad. Lo peor no era eso,
aunque pudiera parecerlo, sino que todas ya estaban acostumbradas y
se habían creado una especie de “escudo protector” para que no
les afectase tanto esas situaciones.
Poniéndose algo de ropa, Isa se tapó para estar frente al hijo de
su mejor amiga.
-
¿Te aburres?-preguntó la muchacha-.
-
Chi.
-
¿Quieres que te enseñe esas tarjetas tan chulas que te compramos?
-
¡¡Chiiiii!!
Agarrándolo en brazos, Isa abrazó fuertemente a Enrique.
- Te
quiero mucho pequeño.
- Y
yo…
Situándose de rodillas frente a Enrique, Isa comenzó a enseñarle
unas tarjetas didácticas justo cuando Katashi entró en la
habitación y se encontró esa situación.
-
¿Qué cojones se supones que estás haciendo aquí?-preguntó
Katashi poniendo cara de loco-.
-
¡Katashi! Que hay un niño delante, no hables de esa forma.
-
¡Me importa una polla como una olla este monstruo! ¿Qué coño
haces que no estás en la barra?
-
Enrique estaba solo y fui a vigilarlo, eso es todo.
- ¿Y
quién coño te ha dado permiso para hacerlo? ¿Yo acaso? No,
¿verdad? ¿Y Rubén? Tampoco, ¿cierto?
- …
Ante la nula contestación de Isa, Katashi se acercó a ella y la
abofeteó con fuerza delante de Enrique, quien dio un paso atrás y
se asustó, comenzando a sollozar.
Enrique estaba siendo testigo del forcejeo de Isa con Katashi. Ese
hombre no le gustaba y le tenía miedo, por lo que cada vez que lo
veía intentaba esconderse.
-
¡Para!-llegó a decir Enrique-.
-
¡Que te calles!-gritó Katashi empujando al niño con la pierna-.
El ver que había empujado a Enrique, provocó que Isa le comenzase a
levantar la mano a Katashi por primera vez. Una corriente eléctrica
de ira le recorrió el cuerpo y fue a pegar a Katashi cuando éste la
paró y le pegó más fuerte a ella, dejándola prácticamente sin
respiración.
Volviéndose a poner de pie, Enrique miró mortalmente serio a
Katashi.
-
Hombre malo,-dijo Enrique enfadado-.
CONTINUARÁ...
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