miércoles, 30 de octubre de 2019

Capítulo 4 || Trampas


Interesándose por su estado, Isa le preguntó cómo se encontraba Ann.
- Y obviando todo esto que nos está pasando, ¿tú cómo te encuentras?
- A ver… Estoy bien, un poco dolorida porque me ha pegado pero físicamente no tengo problema.
- Vale, te lo digo porque si ahora somos sus putas, vamos a tener que ser más fuertes que nunca y parecer que los clientes nos agradan aunque sean unos cerdos asquerosos.



 Sin poderlo evitar, Ainhoa se metió en la conversación.
- Y hablando de cerdos,-dijo ésta-, mirad quién ha empezado a pajearse.
- Joder… Y pensar que me gustaba...-confesó Ann-.
- Y a mí,-dijo también Ainhoa-. Yo creo que nos engañó a todas para encerrarnos en este sitio.
- ¿A ti también? Lo sabía… Me imaginaba que había hecho algo así.
- ¡Isa! ¡Ann! Venid aquí, es hora de vuestro biberón…-gritó Katashi desde su sitio-.
- Qué asco… Voy a potar,-dijo Isa-.

- Nena tranquila,-intentó calmar Ainhoa-. Dadle lo que quiera y que no vea el asco que le tenéis.


 Yendo hacia él, Katashi las ordenó tocarse entre ellas y hacerse sexo oral porque le daba morbo la situación de que dos amigas se lo montasen entre ellas.
- Eso, así, así-decía Katashi mientras se masturbaba-. Chúpale bien el coño Isa, que gima como la perra que es.

- Ya verás ahora...-dijo Isa guiñándole el ojo a Ann para que ésta gimiese falsamente-.


 Después de unos breves minutos así, Katashi quiso pasar a la acción y beneficiarse a esas dos chicas a la vez.
- Mi putas, mis queridas y preciosas putas. Hoy vas a saber lo que es el placer de verdad…


 Haciendo de tripas corazón, ambas le daban lo que querían tal y como había dicho Ainhoa previamente y, sinceramente, no podía haber sido mejor consejo, ya que Katashi estaba tan metido en faena que no se daba cuenta de las arcadas que le daban a Ann e Isa.


 Tras terminar, Isa se fue a la barra a pedirse algo para relajarse un poco después del mal trago.
- Dame algo fuerte, porfa,-pidió Isa amablemente-.
- ¿Tú eres nueva?-preguntó Renata-.
- Sí… Me llamo Isa.
- Yo Renata… Ojalá habernos conocido antes en otro ambiente.
- Pues creo que lo hicimos, pero no llegamos a hablar… ¿Tú solías ir a la discoteca Mambo?
- Claro, era mi sitio favorito. Ahí fue donde conocí al gilipollas de Katashi.
- ¡Ann igual!
- Coño, ahora que lo dices… ¿Tú ibas con un vestido rojo?
- ¡Sí!

- Vale, sí. Entonces ya os recuerdo, qué fuerte.


 Mientras tanto, en la sala principal las chicas seguían haciendo sus cosas bajo la atenta supervisión de Katashi y Rubén, quienes hablaban y comentaban sus cosas entre ellos.


 Para intentar evadirse de lo que estaba sucediendo a su alrededor, Renata se enfocó en servir copas y comenzó a hacer piruetas al más puro estilo de Hollywood, llamando más la atención de los clientes que aplaudían como locos.


 Isa se bebía su copa dando grandes sorbos. Necesitaba olvidar por un rato lo que estaba pasando y el alcohol era su mejor aliado en ese momento.


 Saliendo al salón principal, Isa se sentó junto a su amiga y le dio un pequeño empujón con su hombro, provocando una sonrisa en ambas. Pese a que estaban pasando por un calvario, se tenían la una a la otra y eso era un gran alivio.


 La gente comenzó a entrar y algunos de ellos empezaron a contratar los servicios de las chicas que, en cuanto les daban el dinero, se miraban entre ellas y todas se decían con la mirada y pequeños gestos que se calmasen.


 Allí pudieron comprobar que los gustos de cada persona son de los más extraños y mucho más en lo que a sexo se refiere… ¿Quién quería que se la chupasen a través de una mesa con un agujero? Pues había gente que le ponía aquello, por muy extraño que suene.


 Cuando le tocó el turno a Wissal, no podía estar más muerta de miedo. Isa hizo un gesto como de respirar hondo y le sonrió para que intentase calmarse, pero la verdad era que su compañera tenía el corazón a mil por hora.


 Este chico era un exhibicionista y le gustaba que lo viesen así que, sin importar la gente que hubiera delante, comenzó a follarse a Wissal en uno de los sofás mientras que recibía las incesantes miradas de Rubén entre trapicheo y trapicheo.


 Cuando Katashi vio que una chica subía al piso superior, le dijo a Isa que fuera a comprobar qué iba a hacer y, fuera lo que fuera, que consiguiera que pagase por sus servicios…
- ¿Puedo ayudarte bonita?-preguntó Isa intentando parecer sensual-.
- No gracias…
- ¿Estás segura?
- Sí… Es que me dejó mi novia y… La echo de menos.

- Bueno, yo te dejaré que la olvides…


 Poniéndose un cinturón con pene, Isa comenzó a follarse a esa chica, a la que le iban las emociones fuertes y siempre pedía más violencia en las embestidas, guantazos más fuertes en el culo, pellizcos en los pezones…


 Justo cuando había terminado, Ainhoa bajó al salón principal y allí pudo ver a Ann sentada. Ningún cliente la había reclamado y ella se sentía en la gloria.
- ¿Cómo te ha ido con ese chico?-preguntó Ann-.
- Pues la verdad que bien. Es algo raro porque en ningún momento quiso follar, sólo que se la chupase a través de la mesa con el agujero y así hice… Es un poco fetichista o algo así. Pero me trató bien, así que por esa parte estoy contenta.


 Tras bastante tiempo sirviendo copas, Katashi relevó a Renata y puso a Wissal tras la barra. Ésta no era tan profesional, pero se defendía.


 ¿Y qué estaba haciendo Renata? Moviéndose para Katashi, principalmente. Sus ojos estaban fuera de sus órbitas mirando cada uno de los movimientos pélvicos de la chica.


 Al cabo de un par de horas y ya de plena madrugada, entró un hombre y echó un vistazo al local hasta que vio a Ann y, cuando sus miradas se encontraron, él sonrió al instante.


 Acercándose a ella, comenzó a hablarle mientras que Ann deseaba que se marchara de allí y que no le pidiese nada raro.
- Qué preciosa es usted, señorita.
- Muchas gracias. ¿Desea… algo especial?
- Si es de usted con mucho gusto aceptaré.

- Venga conmigo…


 Yendo al piso superior, Ann condujo a aquel tipo hasta una de las habitaciones mientras que él la seguía manteniendo esa sonrisa en la cara.


 Ann le preguntó qué quería y él le dijo que fingieran ser un matrimonio que se une tras una larga jornada de trabajo y así lo hicieron. Ann comenzó a desnudar a aquel hombre y él la empezó a besar, la cogió en brazos y la situó delicadamente en la cama y allí, tras unos breves preliminares comenzaron a follar. Sin embargo, aunque fue un sexo duro, fue delicado al mismo tiempo, la trataba hasta con cierto mimo y los besos en la boca eran continuados.


 Increíblemente, aquel tipo estaba haciendo disfrutar a Ann. ¿Cómo era posible? Lo acababa de conocer pero… Había química entre ellos. Se compenetraban muy bien en la cama y eso era una auténtica gozada para ambos.


 Sin embargo, la pobre Ariel no tuvo tanta suerte porque tuvo que soportar cómo un hombre de color la penetraba duramente sin importarle el tamaño de su miembro. La taladraba sin piedad y los gemidos eran más de dolor que de pasión.


 Dentro de la habitación todo había acabado y… ¡de qué forma! Él estaba apenas sin habla y ella acariciaba el pecho masculino mientras que terminaba de masturbar su pene.
- ¿Te ha gustado?-preguntó ella-.
- ¿Gustarme? Uf…-dijo con la voz entrecortada a causa de la respiración tan agitada que aún tenía-. A partir… de ahora… Siempre que venga aquí… te buscaré. ¿A ti te ha gustado?

- ¿A mí?-esa pregunta había sorprendido a Ann por completo-. Sí… Ha estado bien.


 Abajo, un tipo gordo y sudoroso obligaba a Isa a que le hiciera una garganta profunda y lo único que le estaba provocando eran ganas de vomitar, pero parecía que sus gestos para intentar dejar de hacer eso no daban resultado.


 Por otra parte, yendo a través del backstage, Katashi llamó a Renata.
- Deja de bailar y entra conmigo. ¡Gitana! Ponte en su lugar…


 Llevándosela dentro, Katashi se quitó la ropa y tiró bruscamente a Renata a la cama, que comenzó a sonar como si fuera a caerse de un momento a otro. Sin previo aviso ni preliminar penetró a Renata duramente, provocándole un grito de dolor ante la falta de flujo vaginal.


 En el piso superior, aquel hombre estaba demasiado cariñoso con Ann y eso le estaba resultando muy raro.
- Ha sido un placer ser tu marido por esta noche…
- Igualmente.
- ¿Podría saber tu nombre?
- Me llamo… Ann.
- Qué bonito nombre. Ann… Ojalá fueses tú mi esposa de verdad y no la que tengo en casa.

- Ah…


CONTINUARÁ...

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