El silencio se apoderó de la conversación mientras que Ann pensaba
en la respuesta que le daría. Impacientándose un poco, Katashi le
volvió a preguntar.
- ¿Y
bien?
- Es
que… Sería un cambio muy brusco y… No sé si estoy preparada.
-
Cielo, vas a estar conmigo y no tendrás nada de lo que preocuparte
porque yo me voy a encargar de todo.
Respirando profundamente, Ann comenzó a sonreír y aceptó.
-
Está bien. Me iré a vivir y a trabajar contigo.
-
¡Genial! No sabes la alegría que me das. Ven, que te voy a enseñar
todo.
-
Vale, yo mientras tanto llamaré a Isa y le contaré la gran noticia.
Durante todo el camino, Ann estuvo hablando con su gran amiga
mientras que Katashi conducía hasta el lugar indicado y, cuando
llegaron, comenzó a despedirse de Isa.
-
Bueno, te dejo que hemos llegado ya, ¿vale? Luego me pasaré a
recoger mis cosas. Te quiero mucho Isa y gracias por estar siempre
ahí.
Colgando el teléfono, Ann pudo ver en su totalidad el edificio por
la parte de fuera.
-
¿Qué te parece? Está recién reformado.
-
Guau, está muy bien y esos carteles son muy llamativos. Me gusta.
-
Pues ya verás cuando veas el interior… Venga.
Entrando, Katashi encendió las luces y miró a Ann para ver su
reacción y, como ya se imaginaba, se quedó boquiabierta.
-
Dios mío, menuda preciosidad de sitio y vaya clase. ¡Te ha tenido
que costar una pasta gansa!
- Me
he quedado a dos velas, pero estoy seguro de que este sitio me va a
reportar muchos beneficios. Ven, te voy a enseñar dónde vas a
trabajar…
Pasando por detrás de la barra, Katashi abrió una puerta y dejó
entrar a Ann que se paró en cuanto entró.
-
Vaya… ¿Y esto?
Cerrando la puerta con llave desde dentro, Ann se giró y pudo
comprobar cómo la expresión de su novio había cambiado por
completo. ¿Qué estaba pasando?
-
¿Que es todo esto Katashi?
-
Este será el sitio donde vivirás y trabajarás para mí.
-
¿Cómo dices?
Respirando fuertemente, Katashi endureció más su expresión facial.
- No
me gusta repetir las cosas dos veces. Te decía que aquí será donde
dormirás y trabajarás para mí como scort.
-
¡¿Scort?! ¿Tú me ves con cara de puta?
-
Mejor no te contesto a esa pregunta…
-
Katashi, ¿esto es una broma? Porque si es así no tiene ni puta
gracia.
Ante la nula respuesta, Ann comenzó a sonreír creyendo que todo se
trataba de una broma de mal gusto pero… Nada más lejos de la
realidad. Eso estaba sucediendo y pintaba tan crudo como parecía.
Alejándose de ella, Katashi comenzó a dictarle una serie de
obligaciones que estaban dejando patidifusa a Ann.
- Tu
jornada de trabajo es de 24 horas y yo diré cuándo se descansa
aquí. Para que aguantéis el ritmo tendréis que meteros rayas de
coca cada 8 horas.
-
¿Meternos? ¿Hay más gente implicada en esto?
-
Sólo mi socio, que es el proveedor de la droga. Él será quién os
diga cómo y cuándo tendréis que drogaros.
-
Sigo sin entender por qué hablas en plural si sólo estoy yo aquí.
-
Tengo que recoger al resto de las chicas ahora, no te preocupes que
no vas a ser la única que trabajarás aquí.
Ann observaba a Katashi mortalmente seria y analizando su
comportamiento. Parecía otra persona completamente diferente a como
se había comportado con ella desde aquel dichoso momento en el que
lo conoció en la discoteca. ¿Por qué había jugado con ella de esa
forma? ¿Qué quería conseguir con todo eso? Demasiadas preguntas
sin respuesta.
-
Pues conmigo no cuentes, Katashi. Abre la puerta ahora mismo o
llamaré a la policía.
- No
vas a hacer nada de eso, preciosa… Te vas a quedar aquí porque yo
lo digo y punto.
-
Muy bien, pues me pondré a gritar hasta que me escuche alguien.
-
Haz lo que quieras porque la habitación está insonorizada, así que
nadie te va a oír…
-
¡Te he dicho que dejes que me largue!
Y sin pensárselo dos veces, Katashi le golpeó la cara a Ann. Era la
primera vez que él lo hacía, pero ese acto le trajo malos recuerdos
de su infancia y su adolescencia, que vinieron todos a borbotones y
la hicieron llorar amargamente mientras que Katashi se iba y cerraba
la puerta con llave.
Poco a poco, Katashi fue metiendo a chicas en la habitación y
cerrando la puerta con llave hasta que permaneció con ellas, quienes
estaban totalmente atemorizadas.
-
Muy bien chicas. Os voy a decir lo mismo que le he dicho a Ann, que
es la chica que está a vuestra izquierda. Aquí vais a trabajar como
scorts de lujo. Todo el dinero que ganéis me lo daréis y yo ya veré
si os doy algo o no. Viviréis aquí y mi socio, aquí presente a
vuestra derecha, será el que mande cuando yo no esté. No hagáis
ninguna tontería porque habrá consecuencias… Hay cámaras
grabándoos las 24 horas, así que sea lo que sea, lo sabremos. Ah, y
lo más importante, tendréis toda la droga que queráis gratis.
Dicho eso, vestíos o, mejor dicho, desvestíos y poneros como Ann,
que fuera os está esperando un regalito…
Entre sollozos y llantos ahogados, todas se cambiaron en silencio y
luego salieron juntas para meterse una buena raya de coca, cortesía
de Katashi Yamamoto.
- Y
ahora, todas a vuestros puestos… ¡Que disfrutéis porque esto
empieza ya!
A Ann la mandó a la barra para contonearse frente a los tíos
babosos que comenzaban a entrar a ver el espectáculo. Intentaba
moverse lo mejor que podía aunque su mente estaba en otro sitio y
eso se le notaba en la cara…
Wissal, la chica musulmana fue al “glory hole” a satisfacer…
necesidades básicas de los hombres. El hecho de pensar que tendría
que chupar y meter penes en su cuerpo sin saber quién era el hombre
le daba algo más que repelús.
Por su parte, Renata fue llevada a la barra porque tenía experiencia
previa y, como había dicho el mismo Katashi, “esas tetas iban a
llamar mucho la atención”.
Las otras dos chicas restantes fueron a la sala principal; Ainhoa, o
como la llamaba Katashi, “La Gitana”, se puso en la barra de pole
dance junto con Ann, ofreciendo un espectáculo más llamativo en el
que dos chicas se manoseaban, se rozaban y se besaban… La que
quedaba, Ariel, directamente la pusieron a masturbarse como reclamo
para que los hombres pagasen sus servicios y llevárselos al
dormitorio.
En principio no se le acercaba nadie y ella lo agradecía porque
apenas si se tocaba, sólo lo justo para que no le llamase la
atención Katashi si la espiaba por las cámaras.
Por su parte, Katashi salió del local con una idea en mente.
¿Conseguiría su objetivo? Por supuesto. Nada ni nadie se le podía
resistir y eso le llenaba de orgullo.
Mientras tanto, el socio de Katashi se quedó al mando y comenzó a
incordiarlas para que le hicieran… un favor. Ainhoa se negaba pero
él insistía.
-
Rubén, te he dicho que estoy haciendo el show con Ann. Luego.
-
Ainhoa, deja a Ann sola en la barra y tú sube arriba conmigo.
- Te
he dicho que no, pesado de los cojones.
-
Mira gitana… Te vas a subir arriba si no quieres que se lo diga a
Katashi después porque, te puedo asegurar que es mucho peor que yo,
¿te he hablado con suficiente claridad?
Toda esa situación entristecía aún más a Ann. ¿Cómo había
llegado hasta ese punto? Eso le pasaba por enamorarse y confiar en un
tío, un asqueroso mentiroso que la había engañado con el objetivo
de meterla en la prostitución. Sin haberle preguntado a ninguna de
las chicas, estaba segura de que todas y cada una de ellas habían
tenido un romance con él, tal vez todas al mismo tiempo… ¿Cómo
podía haber sido tan tonta?
Finalmente, Katashi había llegado a su destino y, justo cuando se
disponía a llamar a la puerta, escuchó un pequeño grito ahogado
que provenía del interior de la vivienda, así que probó suerte y…
¡Bingo! La puerta estaba abierta.
La sorpresa llegó cuando Katashi pudo ver que su objetivo estaba
masturbándose junto a los ventanales de la casa. Comenzando a
calentarse viendo semejante situación, se quitó la ropa rápidamente
acercándose a la muchacha que, sin saber lo que le esperaba, seguía
metida en faena.
Agarrándola del pelo, Katashi la volteó y esa chica no era otra que
Isa, la gran amiga de Ann. Cuando la muchacha lo vio, pegó un gran
grito.
-
¡Katashi! ¿Pero qué...? ¡Suéltame! ¿Dónde está Ann?
-
¡Cállate puta! Te gusta que te miren mientras te masturbas, ¿verdad
zorra?
-
¡Déjame!
-
¡No! Ahora me vas a comer la polla hasta que te lo tragues todo.
Como tenía más fuerza física, obligó a Isa a arrodillarse y le
metió su miembro en la boca mientras que Katashi la agarraba de las
muñecas.
-
¡Abre la boca!
-
¡No! ¡Déjame!
-
¡Que la abras, joder!
Tras conseguir su objetivo, Katashi metió a Isa en el coche y se la
llevó hasta su empresa y allí pudo comprobar ella, de primera mano,
qué era todo aquel tinglado.
Al igual que a las demás, obligó a la muchacha a drogarse con
cocaína. Ante la negativa femenina, Katashi la agarró de la muñeca
tan fuerte que se la dejó señalada.
-
¡Esnífate eso!-ordenó-.
Justo cuando terminó, la cabeza le comenzó a dar vueltas durante un
momento, lo que provocó una sonrisa amplia en Katashi, que supo que
estaba preparada.
-
Ahora ve y cámbiate de ropa. Renata, dile qué tiene que ponerse.
Eres la siguiente en salir a escena.
Cuando terminó de prepararse, Isa salió al escenario y a quien se
encontró de frente fue a su gran amiga Ann. Sus caras fueron de
total sorpresa y no pudieron evitar abrazarse.
-
¿Qué haces aquí, Isa?
-
Katashi entró en mi casa, me obligó a que se la chupase y luego me
ha traído aquí y me ha hecho esnifar cocaína. ¿Y tú? ¿Este era
el fabuloso trabajo del que me hablaste antes?
-
Sí… Nos ha hecho lo mismo a todas y cada una de nosotras. Es un
cerdo asqueroso, Isa. Me engañó y yo, como una tonta me… me
enamoré de él. Estoy destrozada.
-
Shhh, ya está, ahora estás conmigo y no te va a pasar nada,
tranquila.
CONTINUARÁ...
No hay comentarios:
Publicar un comentario