-
Por encima de mi cadáver Eduard. Dylan no se va a ir de aquí porque
antes te vas a ir tú.
-
¿Irme yo? Esta casa es mía, está a mi nombre y la he pagado yo con
trabajo y esfuerzo mientras tú… ¿Qué has hecho?
-
¿Te parece poco criar a tres hijos?
-
Los cuidaba la nana que contratamos, venga por favor… Que tú nunca
has dado un palo al agua y has estado aquí viviendo a mis expensas.
Tú eres igual de parásito que él.
Dylan había subido las escaleras bastante cabreado y se encontró a
las gemelas en el ordenador tan tranquilamente.
- Me
voy chicas.
-
¿Te vas? ¿A dónde?-preguntó Mandy-.
- De
esta puta casa del demonio. Ese hijo de la gran puta de Kike le ha
comido la cabeza a papá y le ha obligado a que me eche.
Abajo, la discusión estaba subiendo varios tonos y los gritos se
escuchaban desde la calle.
-
¡Que no se te vuelva a ocurrir hablarme de esa forma después de
todo lo que he sufrido por ti! ¿Quién estuvo sola durante todo el
embarazo de las gemelas porque a ti se te ocurrió acostarte con una
puta de tres al cuarto? ¿No te acuerdas de eso?
-
Venga ya Amanda, no me vuelvas a sacar el tema que de eso hace ya
casi 20 años, ¿eh? Además…
- ¿Y
tú con qué derecho le echas en cara a mi padre algo que tú misma
haces?-intervino Kike cortando a su padre-.
Mirándolo con incredulidad, Amanda mantenía una expresión de asco
en su cara mientras Kike hablaba.
-
¿Que yo le pongo los cuernos a mi marido? Mira chaval, vete al
cementerio a llorarle a tu madre porque aquí no vas a conseguir
nada.
-
¡QUE DEJES EN PAZ A MI MADRE ZORRA ESTÚPIDA!-gritó con voz potente
Kike, quien sorprendió tanto a su padre como a Amanda-. ¿Quieres
jugar? Perfecto, porque tengo aquí unas fotos en mi móvil que te
van a sorprender…
-
Kike, ¿qué coño está pasando aquí?-preguntó Eduard sin saber a
lo que se refería su hijo-.
-
Anda mira, ¿esa no eres tú besando a un tal Gerardo?-siguió
hablando Kike ignorando la pregunta de su padre-.
-
¿Qué? ¿Cómo…?-empezó a decir Amanda quedándose muda al
instante-.
-
Pero qué ven mis ojos, si estás en el dormitorio de mi padre y tuyo
besándote apasionadamente con él después de haber salido del
dormitorio de las gemelas… Vaya, vaya, vaya…
En el piso de arriba, cuando escucharon el fuerte grito de Kike,
todos se asustaron.
-
¿Qué coño está pasando abajo?-preguntó Candy-.
-
¿Ese no era Kike?-dijo Dylan-.
Se le había formado un tapón en la garganta a Dylan y ese tapón
tenía nombre y apellidos: Enrique de la Salle. Lo tenía
completamente atragantado y tras ese grito, seguramente que a su
madre, no se iba a quedar quieto.
Por
su parte, Mandy no quería quedarse con la duda de qué estaba
pasando abajo y fue a comprobarlo por ella misma al salón.
Al llegar al salón, Mandy pudo ver cómo su padre permanecía en
completo silencio y mortalmente serio mientras Kike y su madre se
gritaban el uno al otro.
-
¡Así que deja de echarle en cara a mi padre las cosas cuando tú
eres exactamente igual! Incluso tú peor porque, sabiendo que ese tío
se acuesta con tus hijas, vas y te lo metes en tu cama… ¿No ves
que podría ser tu propio hijo? ¿Qué clase de enferma eres?
Al escuchar esa declaración de Kike, Mandy se dirigió a su madre y
le preguntó directamente.
-
¿Te follas a Gerardo?
-
¿Te vas a creer lo que dice este cretino?
-
¡¿Te lo estás follando o no?!
-
¡Sí! Lo reconozco. Me lo follo varias veces en semana y me trago su
polla hasta la campanilla, ¿qué pasa? ¿También me vas a echar tú
la bronca?
-
¿Cómo se puede ser tan hija de puta? ¡Dímelo!-gritó Mandy-.
Amanda había estado recibiendo palos por todos lados y el que menos
esperaba era el de una de sus hijas gemelas.
- Ni
se te ocurra volverme a llamar así niña, es más, te voy a decir
una cosa…
-
¡No! La que te va a decir las cosas claras soy yo. Papá la cagó y
tú lo perdonaste o eso le dijiste porque, si de verdad lo hubieras
perdonado, no le habrías tratado tan mal desde que Kike apareció en
nuestra casa y encima no te habrías acostado con Gerardo sabiendo
que se acostaba con Candy y conmigo. ¡Él tuvo un desliz! Tú lo que
has hecho ha sido vengarte, tratarlo con una moneda peor de lo que él
hizo porque, desde que dijiste que lo perdonaste, él dejó de salir,
le revisabas su móvil, las conversaciones, le controlabas las
amistades… ¿No te das cuenta de que tú eres la que tiene un serio
problema?
Siendo consciente por primera vez de sus actos, Amanda agachó la
cabeza y comenzó a rebajar los humos que tenía.
-
Yo… Bueno, quiero decir que… Lo siento. Será mejor que… Suba y
recoja mis cosas.
-
Será mejor, sí,-dijo Mandy con un tono muy seco y cortante-. Date
prisa antes de que se vaya Dylan y así os vais juntitos.
Subiendo en completo silencio, Amanda se encontró con su hijo
bajando la escaleras y con cara de pocos amigos.
-
¿Qué está pasando aquí?-preguntó Dylan-.
-
Espérame que me voy contigo.
-
¿Cómo? ¿Papá también te ha echado?
-
No… No ha sido tu padre. Ahora te contaré…
Pero Dylan se quedó parado en el sitio.
- De
aquí no me muevo hasta que no me cuentes qué carajo ha pasado ahí
abajo.
-
Pues… Que he engañado a tu padre con… El noviete de tus hermanas
sabiendo que ellas se acostaban con él para… Vengarme de tu padre
de cierta forma por lo que me hizo a mí hace 20 años.
- ¿Y
qué? Se lo tienen merecido. Las gemelas son unas depravadas que
desde siempre han hecho todo juntas y no me extraña que se follen
las dos a un mismo tío y papá siempre ha sido un infiel por
naturaleza, lo que pasa es que tú lo tenías atado en corto. Yo no
veo nada malo en lo que has hecho.
-
Pues yo sí y… Me arrepiento.
-
Mamá, vámonos de aquí porque necesitamos recuperar la cordura de
esta casa de locos.
Tras cambiarse de ropa, Dylan y Amanda salieron de casa dando un
portazo y alejándose de allí.
- ¿A
dónde vamos ahora?-preguntó Amanda-.
-
Conozco un hotel que está muy bien… Allí nos quedaremos.
- Si
quieres lo pagamos a medias. Yo tengo una cuenta aparte de la
conjunta con tu padre de la que él no tiene conocimiento.
-
Qué lista eres mamá…
En el interior, Eduard no había abierto la boca en todo ese rato y,
mirando a su hija, sólo le dijo una frase.
-
Hija… Tú sabrás lo que haces con tu vida…
Tanto Kike como Mandy vieron a su padre subir las escaleras bastante
cabizbajo, quien fue hacia su dormitorio y se encerró allí. En el
salón, Mandy quería darle las gracias a Kike por algo…
-
Kike, gracias por no comentar nada de que… Nos acostamos. Creo que
papá no lo habría soportado.
-
Ese encuentro sucedió porque no conocíamos la existencia del otro,
nada más. Yo si hubiera sabido que tú eras mi hermana, no me habría
acostado contigo. Si es la mujer con la que vivo, que era la mejor
amiga de mi madre y está buenísima y no hago nada con ella y no es
ni de mi familia…
- Y
respecto a lo de Candy y yo… A ver, siempre nos hemos compenetrado
mucho y nos gustan los mismos hombres entonces… Nunca nos ha
importado compartir todo, incluso la cama.
- Yo
ahí no me meto, eso es cosa vuestra y pertenece a vuestra intimidad.
Sonriendo, Mandy no pudo evitar abrazarse a Kike.
-
Gracias hermanito. Eres un cielo.
- No
hay de qué Mandy. Para mí es un placer.
-
Calla, que el placer ya me lo diste a mí aquella vez jajaja.
-
Anda ya mujer, ¿te gustó?
-
Hijo, me corrí dos veces, ya me dirás tú.
-
Pues era mi primera vez jajajaja.
El buen rollo se instauró en la casa y Kike visitaba a su padre y
hermanas con total tranquilidad al igual que ellos a Kike en casa
junto con Isa. Y así fue pasando el tiempo hasta que, unas siete
semanas después del derrumbe de la casa, el contratista y su equipo
habían trabajado duro para construir la nueva vivienda que ocuparía
aquel lugar. Yendo un domingo a verla, Kike se la enseñó a todos.
-
¿Qué os parece?
-
Está preciosa,-dijeron todos-.
- Va
a ser un cambio muy grande para este barrio,-comentó Eduard-.
A lo lejos, Dylan vigilaba a su familia mientras le retransmitía a
su madre lo que veía.
-
Están delante de la casa en construcción.
- ¿Y
qué hacen?
-
Parece que la están mirando. Uy, se van para la zona de atrás
ahora…
Efectivamente, Kike fue a la zona de atrás de la casa para enseñarle
a su familia que estaban construyendo una piscina y que estaba todo
en proceso todavía.
-
Queda muchísimo trabajo, pero creo que va a quedar muy bien.
-
Eso te iba a decir,-comentó Candy-, que cuando esté terminada va a
estar preciosa.
-
¿Se puede entrar para verla por dentro?-quiso saber Mandy-.
-
Sí, pero solo la parte de abajo, porque arriba todavía no hay
barandillas ni zonas seguras,-contestó Kike-.
Entrando en la casa, Kike les explicó dónde iría cada cosa y cómo
se imaginaba la casa.
-
Cocina y salón de concepto abierto, aseo y despacho en la primera
planta y un dormitorio principal con baño propio y un dormitorio de
invitados junto con un baño común para la segunda planta. Ah, y una
terraza. Fuera estará la piscina y una zona de barbacoa que todavía
no sé dónde irá.
Amanda y Dylan, quienes seguían observando a Kike y los demás,
pudieron verlos salir de la casa con dirección hacia un
bar-restaurante de la zona donde tomar algo.
-
Mamá, es el momento de hacerlo.
-
¿Estás seguro?
-
Completamente. Confía en mí.
Amanda apoyaba a su hijo pese a no estar completamente convencida del
todo.
- Si
tú crees que es lo mejor…
-
Mamá, nos echaron de casa y llevamos casi dos meses viviendo en un
hotel y ninguno nos ha buscado. Nos han abandonado y tirado al suelo
como una vulgar colilla y Kike nos la va a pagar. Todo ha sido por su
culpa.
Entrando en la casa, Dylan echó un poco de gasolina que guardaba en
una botella y le prendió fuego con una cerilla y el futuro salón de
la casa comenzó a arder con fiereza.
Corriendo para no ser vistos, Dylan y Amanda se alejaron de la casa
orgullosos de que, con ese hecho, joderían a Kike y le derribarían
la casa si el fuego se propagaba rápido. O aunque eso no sucediera,
al menos le habían hecho daño de una cierta forma.
Mientras tanto, Isa hablaba con Candy en la zona exterior del bar.
-
¿Es bueno este sitio?-preguntaba Isa-.
-
Buenísimo, tienen unas comidas que te chupas los dedos de lo ricas
que están y encima a muy buen precio. ¿No has estado nunca aquí?
-
No, es que ni conocía el bar.
-
Pues no te vas a arrepentir, ya lo verás.
Como el sitio estaba lleno y no había mesas disponibles, todos
estaban esperando fuera cuando Eduard comenzó a oler a quemado.
-
Uy, qué peste a quemado, ¿no?
-
Sí, es verdad-dijo Mandy-.
-
Coño, pues sí que huele,-dijo Kike girándose mientras olía-.
Mierda, ¡mi casa!
Corriendo hacia la casa, Kike salió despavorido hacia ella mientras
que Eduard y Mandy le seguían.
-
¡Kike no entres! ¡Es muy peligroso!-gritaba su padre-.
El fuego había comenzado a propagarse y Kike lo tenía complicado
para entrar, pero sabía que en la habitación que sería el baño
había un extintor, por lo que tenía que apagar esas llamas por
encima de cualquier cosa.
Entrando finalmente, Kike alcanzó el extintor y comenzó a apagar
las llamas que se dirigían hacia la escalera. El fuego estaba muy
violento y el calor era más que insoportable ahí dentro.
Kike no cesaba en su empeño mientras que comenzó a escuchar las
sirenas de los bomberos. ¿Cómo podía haberse quemado su casa? Ahí
dentro no había nada que pudiera provocar un incendio…
Mirando a sus alrededores, Eduard vio al final de la calle, dentro de
un pequeño parque cercano, a Dylan y a Amanda. ¿Qué casualidad que
estuvieran allí justo cuando estaba ardiendo la casa de Kike, no?
CONTINUARÁ...
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