domingo, 1 de diciembre de 2019

Capítulo 16 || Trampas

Kike había acabado con el fuego justo cuando llegaron los bomberos para certificarlo. No había probabilidad de que las llamas se reactivasen y, muy orgulloso por su hazaña, el muchacho salió de la casa cuando su padre le habló.
- Kike, ¿te has dado cuenta de quiénes están en ese parque?
- No, ¿quiénes? Yo no veo a nadie.
- Fíjate bien, detrás de ese árbol…


 Viendo de los que se trataban, Kike aligeró su paso y se dirigió hacia ellos. Sabía que ese incendio no había sido casual y que ellos estuvieran allí era la explicación. Estaba muy seguro de ello.


 Llegando hasta donde estaban Dylan y Amanda, Kike les gritó.
- ¡Vosotros! ¿Qué casualidad que estéis aquí justo cuando mi futura casa se ha incendiado no?
- ¿Qué ocurre Kike? ¿Ahora tampoco podemos estar en un parque público? ¿Le has pedido dinero a tu papá para que te lo compre?-dijo Dylan con un tono irónico en su voz-.
- ¡Déjate de gilipolleces Dylan! Eres mayor que yo y pareces tú el hermano pequeño. ¿Por qué me has intentado quemar la casa?
- Te dije que nos pillarían,-comentó Amanda-.
- ¡Que no digas nada, joder!-protestó Dylan-.


 Negando con su cabeza, Amanda se alejó de allí.
- El incendio ha sido cosa tuya, así que tú te las apañas pero a mí no me metas en tus fregados. Nos vemos en el hotel,-dijo Amanda marchándose de la escena-.
- ¿Ves? Con estos actos lo que consigues es que la gente se aleje de ti, Dylan, ¿no te das cuenta?
- ¿Y dónde aprendiste tú tanta filosofía de vida? ¿Te la enseñó tu mamá mientras se abría de patas y se follaba a los clientes?


 En cuanto Kike escuchaba que hablaban de su madre para insultarla, saltaba como los auténticos leones y sacaba todo el carácter que tenía oculto.
- ¡QUE TE CALLES ESA PUTA BOCAZA QUE TIENES! ¡Me tienes hasta los huevos Dylan! Tu puta actitud me está cansando y al final voy a tener que meterte un guantazo para ver si reaccionas o es que has nacido subnormal profundo. Yo en ningún momento he venido a fastidiar nada, empezaste tú a joderme a mí cuando me presenté en la casa de papá y me echaste casi a patadas de allí.
- ¡No tenías por qué aparecer después de tantos años! No sabes si mi padre es también el tuyo, así que si él no te buscó antes sería por algo, ¿no?
- ¡Claro que sé por qué no me buscó antes! Porque tu madre controlaba cada uno de sus movimientos, de sus conversaciones y mensajes telefónicos… ¿Así como crees que iba a poder buscarme sin llevarse una bronca monumental?


 Gritando aún mas fuerte, Dylan contestó a su hermano.
- ¡Ahora soy yo quien te dice que no hables así de mi madre! ¡Mi madre no es ninguna loca paranoica como la estás pintando!
- Eh, eso lo has dicho tú, no yo. Yo a lo que me refiero es que tú me echaste aquel día de casa, no contaste conmigo en el trabajo y me echaste de allí también, fuiste contando mentiras a papá sobre mí y ahora me intentas quemar la casa. ¿Quién es el que ha intentado joder a quién? Porque yo aquí estoy viendo un monólogo de putadas y vienen de parte de Dylan Redson.
- No será la última, te lo puedo asegurar.
- ¿Ah sí? Pues si vamos con esas… Te recuerdo que he estado en la cárcel por MATAR al asesino de mi madre y conozco a algunos que, con una simple llamada y un pequeño fajo de billetes, te pueden cortar en trocitos y repartirte desde aquí a Bilbao. Así que procura que tengamos la fiesta en paz porque creo que no estás preparado para jugar en una liga de mayores, hermanito.


 Quedándose callado y sin saber qué responder, Dylan le echó una mirada de esas que matan y, en completo silencio, se marchó de allí.


 Su padre lo había echado de la casa, sus hermanas tampoco habían querido saber de él desde ese día y ahora su madre lo dejaba solo frente a Kike y se quitaba el muerto de encima… No tenía a nadie en su vida, bueno… Le quedaba una persona y esa era Micaela.
- Esta vez no voy a entrar por la puerta principal, no vaya a ser que me estén espiando también,-pensó Dylan-.


 Entrando por una de las puertas que daba a la cocina, se encontró de frente con Micaela, quien preparaba el almuerzo tranquilamente.
- Hola mi vida,-saludó él-.
- ¡Dylan!


 Dejando la comida en el fuego, Micaela corrió hacia su amante para darle un fuerte y largo beso en la boca.
- ¿Dónde te has metido? He estado muy preocupada por ti…
- He tenido muchos problemas y… Me ha sido imposible venir.
- Sabía que algo te había pasado cuando mi marido vino diciéndome que te habían echado a ti y que ahora cubriría tu puesto tu… ¿hermano? Y que por eso tampoco necesitaban los servicios de Esteban. No sabía que tenías un hermano.
- Ese no es mi hermano, es un suplantador. Dice que es mi hermano y todo el mundo se lo ha creído sin pedir pruebas al respecto, pero yo sé que lo único que quiere es dinero y lo voy a descubrir.


 Ambos se miraban a los ojos desde muy cerca.
- Te he echado mucho de menos...-confesó Micaela-. Y siento no haberte hablado pero desde que echaron a Esteban, ha estado más suspicaz de la cuenta, no ha pasado ni un solo día que no hayamos discutido y… No creía que fuera el mejor momento de hablarte por si me pedía el móvil o algo así. No quería ni quiero que descubra lo nuestro.
- ¿Y por qué no te separas de él?
- ¿Tal y como está de humor? No quiero ni pensarlo… Prefiero seguir así hasta que todo se tranquilice un poco más. Y entre las broncas y que no me he podido desahogar contigo… Estoy que trino yo también.
- Bueno, eso podemos solucionarlo…


 Desvistiéndose, Dylan y Micaela se pusieron a follar como dos perros en celo. Llevaban mucho sin verse y lo estaban haciendo como si fuera la primera vez, con rabia, pasión, fuerza y amor, todo junto.


 En ese momento y sin que ellos se dieran cuenta, Esteban entró en casa entristecido porque había tenido una entrevista de trabajo de la que salió sin esperanza. Tras el típico “ya te llamaremos” no se puede esperar mucho.


 Escuchando incesantes gemidos, Esteban se dirigió hacia la cocina y, a lo lejos, pudo ver cómo su mujer estaba siendo penetrada por su amigo Dylan.
- Joder, sigue clavándomela hasta el fondo. Sigue joder… Echaba de menos cómo follas…-decía Micaela entre gemidos-.
- Será hija de puta…-pensó Esteban-.


 Acercándose a la cocina en total sigilo, Esteban alcanzó uno de los cuchillos que había sobre la encimera y, con la mirada clavada en Dylan, se dirigió hacia él.


 Agarrándolo del pelo, Esteban separó a Dylan y le clavó el cuchillo en el estómago sin ningún tipo de miramiento.


 Micaela comenzó a gritar como loca al ver la escena. No se esperaba a su marido tan pronto en casa, pero lo que menos podía imaginar es que apuñalaría al que era su amigo.
- ¡ESTEBAN NO!


 Dylan alcanzó a mirar a Esteban mientras sentía cómo el puñal seguía en su interior.
- Te consideraba uno de mis mejores amigos y tú me las pagas follándote a mi mujer… Ahora morirás como el gran hijo de puta que eres.
- Es...te...ban…


 Sacando el cuchillo del interior de Dylan, éste cayó al suelo sin poder sostenerse. Estaba perdiendo mucha sangre y se encontraba muy débil.


 Micaela había comenzado a correr para agarrar su móvil y llamar a Amanda, ya que tenía su número guardado para que se le avisase en caso de emergencia.


 Llamando a toda prisa antes de que viniese su marido, consiguió avisar a Amanda.
- Amanda, llama a la policía o algo, Esteban ha acuchillado a Dylan. ¡Corre! ¡Está viniendo hacia mí! ¡AMANDA!


 Tirando el móvil al suelo, Micaela se echó hacia atrás mientras veía a Esteban alzar el cuchillo con intención de matarla a ella también. Sin embargo, bajando el cuchillo, la miró a los ojos y se fue.


 Esteban salió corriendo de la casa y se perdió entre los caminos que había al fondo. Había acuchillado a Dylan, quien se encontraba tendido en el suelo y perdiendo mucha sangre a la vez que Micaela lloraba desconsolada en estado de shock por lo que había vivido…


 Mientras tanto, tras el almuerzo en el bar, el resto de la familia Redson junto con Kike e Isa se fueron a casa de éstos para ver una película y pasar una tarde tranquila.


 En esto que Amanda entró corriendo con una expresión bastante triste en la cara.
- Eduard, siento entrar así en la casa pero ha pasado algo grave.
- ¿Qué se supone que ha pasado?
- Han apuñalado a Dylan y lo acaban de llevar al hospital debatiéndose entre la vida y la muerte.


 Levantándose al instante, Eduard no podía creerse que eso fuera verdad.
- Pero… Si hace apenas un par de horas que lo hemos visto, ¿qué ha pasado?
- Al parecer fue a ver a Micaela y Esteban los vio… teniendo sexo y lo apuñaló. Todo ha sido por mi culpa, Eduard. No debí dejarlo solo…
- ¿Qué ha pasado con Esteban?
- Micaela dice que se marchó de la casa y escapó.


 Mirando a Isa y a Kike, Eduard comenzó a organizar la situación.
- Isa, tú junto con Amanda y las chicas id al hospital. Kike, tú y yo vamos a buscar a ese hijo de puta.
- ¿Sabes a dónde ha ido?
- No, pero lo encontraremos…


 Yéndose hasta el lugar de los hechos, aprovechándose de un pequeño instante en el que la policía dejó sola a Micaela, Kike le preguntó sobre por dónde se había ido Esteban e, indicándoselo, Eduard y Kike siguieron el sendero.


 Por el camino, ambos comenzaron a ver pequeñas gotas de sangre por el suelo que les sirvieron de guía hasta llegar a un acantilado. Mirándose entre ellos, Eduard y Kike no sabían qué se encontrarían allí.


 Viendo a Esteban junto a unas rocas, ambos se pararon y se escondieron para observar sus movimientos, pero Esteban estaba completamente quieto. Eduard no sabía qué hacer, pero Kike sí y se adelantó para ver si podía hablar con él.
- Hijo, ¡está armado! ¡Ten cuidado!
- Tranquilo papá. En peores me he visto…


CONTINUARÁ…

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