Cuando cruzó el umbral de la puerta, Álvaro recorrió con la mirada
la estancia hasta que la encontró. Esa chica era con quien tenía
que hablar e iba a hacerlo rápidamente.
Sentándose frente a ella, Álvaro la siseó y captó su atención.
-
Luz María, sigue mirando hacia el ordenador como si no te estuviera
hablando.
-
¿Quién eres?
-
Soy Álvaro, un amigo de Kike, el hermano de Dylan. Es de vital importancia que
le des el siguiente mensaje de su parte lo más pronto posible.
-
Joder, esto parece una película…
-
Pues te aseguro que no lo es, así que mantén la atención y sigue
mirando al frente.
Haciendo caso a Álvaro, Luz escuchó el mensaje y lo guardó en su
memoria. Ahora era el momento de irse tranquilamente de la biblioteca
y decírselo a su padrastro.
Yendo rápidamente hacia casa, se encontró a Dylan viendo la tele
con su hermano pequeño.
-
Hola familia,-saludó la muchacha-.
-
Buenas Luz. Qué pronto has vuelto, ¿no?
-
Sí… ¿Podemos hablar un momento?
Levantándose, Dylan fue hacia ella.
-
Dime, ¿qué pasa?
-
Necesito decírtelo en privado…
-
Vale… ¿Tan grave es?
-
Sí…
Yéndose hacia el comedor, ambos tomaron asiento y Luz comenzó a
decirle el mensaje que Kike le había dado para él a través de
Álvaro.
-
Estando en la biblioteca vino un hombre y me dio un mensaje del tío
Kike.
-
¿Un hombre? ¿Qué hombre?
- Me
dijo que era amigo de tu hermano y me dio un mensaje de su parte.
-
¿Qué te dijo?
- Me
dijo que había sido acusado injustamente, que el comisario Pelayo
era un hombre corrupto que tenía una obsesión insana con su hija y
que la tenía encerrada en su casa, en una habitación tapada por una
estantería.
-
Joder…
-
También me dijo dónde vivía el comisario y que te pidiera que
fueras a rescatar a Silvia. Sabe que te pide mucho pero desde la
cárcel y en aislamiento no puede hacer nada. ¡Ah! Casi se me
olvida, ese tal Álvaro me apuntó su número de teléfono por si lo
necesitabas en algún momento.
Dylan estaba atónito. Lo que le pedía su hermano era muy peligroso
pero se lo debía por todo lo mal que lo había tratado en el pasado.
-
Está bien. Cariño, tú vete a ver la tele con tu hermano y si te
pregunta dile a mamá que… He ido a hacer unas cosas, que no tardo
mucho, ¿vale?
-
Sí, descuida.
-
Vale, pues me voy ya antes de que sea más tarde.
- Ah
y ten cuidado…
Dándole un beso en la frente a su hijastra, Dylan se fue hacia la
casa del comisario y, justo al llegar lo vio salir de allí. Era el
momento perfecto para entrar…
Teófilo, haciendo un pequeño calentamiento previo, se puso en
marcha y comenzó a hacer footing por las calles de alrededor de la
casa sin saber que, a unos cuantos metros de distancia, querían
entrar en su vivienda…
Dirigiéndose hacia la zona trasera para evitar miradas indiscretas,
Dylan comprobó que no había vallas ni cámaras, por lo que entrar
en la casa no sería tan complicado como se lo esperaba.
Mientras tanto, Eduard llegó a la casa donde vivía su hijo y se
encontró con Luz y su hermano viendo la tele.
-
Buenas tardes chicos, ¿cómo estáis?
-
Hola Eduard. Bien, aquí viendo la tele, ¿y tú?-contestó Luz-.
-
Bien, buscaba a mi hijo… ¿Está por aquí?
-
No, acaba de salir.
-
Mierda. Me prometió que iríamos al cine esta noche.
- Es
que… le ha salido otro plan más… urgente.
Levantándose, Luz se dirigió hacia Eduard.
-
¿Qué está pasando aquí?-preguntó él-.
-
Vamos para el comedor y te cuento.
Sin encender ninguna luz y con el ocaso en el horizonte, a Dylan se
le complicaba la visión dentro de la casa, pero aún así se puso a
buscar a la muchacha.
-
Bien, primer delito cometido: allanamiento de morada,-pensaba Dylan-.
Al subir al piso superior, pudo ver en el pasillo varias puertas y,
sin saber mucho qué hacer, comenzó a investigar los dormitorios.
Entrando en todos y cada uno de ellos, no encontró a nadie, estaba
todo en su sitio, limpio y ordenado.
Pero al salir, Dylan se acordó de que Luz le había dicho que Silvia
estaba encerrada en una habitación oculta tras una estantería.
¿Sería esa estantería a la que se refería? Sólo había una
manera de descubrirlo…
Comenzando a empujar, Dylan vio en el suelo señales y marcas de
arrastre por lo que supo que se trataba del lugar indicado. Cuando
vio la puerta, comenzó a empujar más fuerte.
Al entrar, Dylan se encontró a Silvia rodeada de muchos trastos,
muchos de ellos inservibles. Creyendo que se trataba de Teófilo,
Silvia permaneció en silencio hasta que escuchó la voz de su
rescatador.
-
Silvia soy Dylan, me envía Kike. Voy a sacarte de aquí.
Tras haberle contado a Eduard lo mismo que a Dylan, el patriarca de
la familia no podía dejar solo a su hijo en esa situación tan
peligrosa y comprometida. Yendo hasta el lugar, vio la casa a lo
lejos cuando se dio cuenta de que alguien estaba acercándose a ella.
Esa persona no era otra que Teófilo, quien había terminado de hacer
ejercicio y se dirigía hacia su casa para darse una ducha fría.
Abriendo la puerta con llave, Teófilo saludó a su hija desde abajo.
-
Cariño, ¡ya estoy en casa!
Dándose cuenta del peligro que corrían si lo encontraba allí, a
Dylan se le ocurrió un plan.
-
Quédate aquí Silvia. Volveré en un momento… Tú actúa con
normalidad.
Subiendo las escaleras, Teófilo se dirigió hacia el baño frente a
la habitación donde tenía encerrada a su hija.
- Me
pego una ducha y voy a verte, princesa mía…
Dylan se había escondido en una de las habitaciones cercanas y
comenzó a buscar algún objeto para golpear a Teófilo y poder sacar
a Silvia sin problema, pero lo único que encontró fue una puerta
que daba a una terraza.
Al salir, pudo ver a su padre con cara de angustia frente a la casa.
-
¿Papá? ¿Qué haces aquí?
-
Hijo, ¿qué demonios haces ahí dentro? ¿No sabes que el comisario
está dentro?
-
¡Lo sé! Por eso estoy intentando buscar algo para atizarle.
-
Hijo, baja de ahí y llamemos a la policía. Ellos sabrán lo que
hacer.
-
Joder pero, ¿y la chica? No la podemos dejar ahí encerrada. ¿Y si
la mata?
- Es
que… ¿Y si te descubre y te mata a ti?
-
Tengo que ayudarla, lo siento.
Teófilo cantaba en la ducha mientras el agua recorría cada parte de
su cuerpo. Con tanto ruido, no escuchó absolutamente nada de la
conversación que habían tenido fuera Dylan y Eduard, por suerte
para ellos…
A todo esto, Silvia se preguntaba por Dylan, ¿estaría bien? Ella
desde ahí tampoco podía escuchar con claridad, así que cruzaba los
dedos para que hubiese escapado con vida de allí. Su padre podía
ser muy peligroso cuando quería…
Saliendo completamente desnudo del baño, Teófilo se dirigió hacia
la habitación y comenzó a empujar la estantería sin sospechar que
la habían movido minutos atrás.
Entrando en la habitación, saludó a su hija como siempre la tenía
acostumbrada.
-
¿Cómo está la princesa más bonita de esta casa?
-
Bien,-dijo en un tono muy cortante-.
-
¿Se le habla así a papi?
-
No…
-
¿Cómo se le habla a papi entonces?
-
Con cariño y dulzura…
-
Muy bien mi vida. Ahora juguemos un ratito. Te parece bien… ¿A los
papás y las mamás?
-
¡Sí papi!-dijo ella mientras un cruel escalofrío le comenzó a
recorrer su espalda-.
CONTINUARÁ…
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