-
Esteban, ¿qué estás haciendo aquí?
-
Aléjate de mí. ¿Tú quién eres?
-
Esteban, soy Enrique, me conociste en la tienda de mi padre…
- Es
cierto, tú eres ese que dice que Eduard es tu padre, ¿no?
-
Exactamente.
- ¿Y
qué quieres de mí?
-
Preguntarte el por qué has apuñalado a Dylan.
-
¡Ha sido un hijo de puta! ¡Se estaba follando a mi mujer!
Mirándolo serio, Kike respondió a Esteban.
- ¿Y
qué? Hay miles de infidelidades al cabo del día en todo el mundo.
De hecho, mira detrás de mí, ¿lo ves?
- Es
Eduard.
-
Exacto. Mi padre le fue infiel a Amanda con mi madre y de esa
infidelidad nací yo. ¿Tú has visto que Amanda haya ido a matar a
mi madre, a mi padre o incluso a mí? Las cosas se hablan y se
solucionan como adultos, no cogiendo un cuchillo y matando a nadie.
Esteban comenzó a cambiar su expresión y se le notaba como si
estuviera a punto de llorar.
-
¿Dylan ha muerto?
- No
lo sé, pero según parece está muy grave.
- Es
que… Dios… Se me ha venido todo el mundo encima y he reaccionado
así. Me echaron del trabajo que tenía, luego Dylan me contrata y al
cabo de un par de semanas me dicen que me echan porque Dylan se ha
largado y me vuelvo a poner a buscar trabajo sin encontrar nada. El
sueldo de Micaela no nos llega para cubrir todos los gastos y…
Estoy con el agua al cuello.
-
Pues tío, pide ayuda. Hay cientos de asociaciones que os pueden
echar una mano pero colega, con esto que has hecho irás a la cárcel
y desde ahí no vas a poder hacer nada por tu familia.
- Ha
sido un error… Todo en mi vida fue un error y le he buscado la
ruina a todos.
-
Tampoco digas eso Esteban…
Dejando con la palabra en la boca a Kike, Esteban se alejó y volvió
a mirar hacia el mar, colocándose cerca del borde.
-
Esteban, aléjate de ahí. Si estás pensando en lo que yo creo que
estás pensando olvídate. Suicidarse no es la solución. Afronta las
cosas como un valiente.
-
Pero es que pasa una cosa… Nunca he sido valiente.
Y sin mediar más palabras que las que había dicho, Esteban se lanzó
al vacío golpeándose contra las piedras por todo el cuerpo hasta
caer sobre la arena rodeado de un gran charco de sangre…
Mientras tanto, en el hospital estaban operando a Dylan a la vez que
su familia y amigos esperaban en la sala. El silencio y la tensión
se palpaban en el ambiente y ninguno de ellos se atrevía a decir
nada.
Tras comunicarle a la policía lo sucedido, que el equipo médico
desplazado a la zona comprobase que Esteban se había suicidado y que
tanto Eduard como Kike declarasen, ambos pudieron marcharse hacia el
hospital para saber qué ocurría con Dylan.
Nada más llegar, Amanda se levantó y abrazó a Eduard.
-
¿Cómo está el niño? ¿Se sabe algo?-preguntó él-.
- Lo
están operando ahora mismo pero… No lo sé Eduard, estoy hundida.
Como se me muera me voy yo detrás.
-
Tranquila Amanda, ya verás como todo saldrá bien.
Mirando a Micaela, Kike se acercó a ella para comunicarle la noticia
del fallecimiento de su esposo.
-
Micaela, soy Kike, el…
-
Sí, el hermano de Dylan. Os parecéis mucho.
-
Verás, fuimos a buscar a Esteban mi padre y yo y… Lo encontramos.
- ¿Y
que pasó?
-
Saltó al vacío desde un acantilado… Ha fallecido.
- Me
imaginaba que iría allí. Ese lugar fue donde nos conocimos y era
muy especial para nosotros… Dios, ¿qué le diré ahora a los
niños?
Las gemelas estaban sollozando sin decir nada y, dándose cuenta de
esto, Isa comenzó a consolarlas.
- Ya
veréis cómo vuestro hermano saldrá de esta. Es un chico fuerte y
goza de buena salud, luchará para salir adelante.
- No
queremos perderlo Isa. Es nuestro hermano mayor y… Sí, es muy
especial con sus cosas, pero es nuestro hermano al fin y al
cabo,-dijo una de las gemelas en nombre de las dos-.
Kike, mientras tanto, seguía conversando con Micaela.
-
Intenté que no saltase pero… No pude hacer nada. La cárcel habría
sido dura, pero yo también estuve y salí de allí y mírame. Ahora
tú tendrías a tu marido vivo, en la cárcel, pero vivo.
- Mi
matrimonio estaba abocado al fracaso. Hace meses que no teníamos
sexo entre nosotros, no me decía palabras bonitas ni hacíamos
planes… Si estábamos juntos era por los niños. Bueno, por nuestro
hijo en común.
-
¿Tienes más hijos?
-
Sí, una hija mayor, pero Esteban la quería como si fuera suya. En
definitiva, que no nos queríamos y por eso me apoyaba en Dylan
porque era todo lo que me faltaba de Esteban y… Me enamoré de él.
De tu hermano vaya… Por eso rezo para que Dios tenga misericordia y
lo salve.
Sentándose junto a Amanda, Eduard le preguntó cómo se encontraba
ella.
-
Destrozada… No se me puede ir mi niño. Mi niño no…
-
Está en buenas manos Amanda. Seguro que cuando salgan los médicos
de la sala dirán que todo ha salido bien.
-
Dios te oiga porque si no… No podría soportarlo.
-
Venga, no digas eso. Tienes a las niñas contigo y te apoyan. Te
necesitan todavía, eres su madre.
- ¿Y
qué me dices de ti? De nosotros…
A la misma vez, Mandy y Candy hablaban sobre su hermano Dylan.
-
¿Crees que se salvará? Dicen que la herida era muy grave,-decía
Mandy-.
-
Ya… Pero nuestro hermano es fuerte y yo creo que con tal de llevar
la contraria a quien sea es capaz de salir adelante.
-
Total, cómo lo sabes jajaja.
- Es
que… Son muchos años a su lado. Como para que no lo conozcamos.
-
Bueno… El amorío que se traía con la vecina se lo tenía bien
guardado.
-
Ostras, es verdad… Lo bueno es que, como ahora está viuda la
vecina… Dylan y ella no se tendrán que esconder.
Justo iba a responder Eduard cuando escuchó una puerta y vio salir a
una doctora con la bata verde del quirófano.
-
Mira, creo que es la doctora que estaba operando al niño.
-
¿Familia Redson?-dijo la doctora-.
La operación había salido bien pese a que Dylan había perdido
mucha sangre. Sin embargo, se había tratado a tiempo y eran
optimistas aunque las próximas 48 horas eran cruciales para su
recuperación. La suerte había sido que la puñalada no había
tocado ningún órgano vital, por lo que el diagnóstico pintaba
bastante mejor.
Pasados
esos dos días estimados, el cuerpo de Dylan comenzó a reaccionar y,
tras unas pruebas, los médicos pudieron certificar que había pasado
el peligro. Ahora quedaba lo más largo y tedioso: la recuperación.
Todos se pasaban las horas muertas junto a él… Todos menos Kike,
quien creía que Dylan no querría verlo después de la última
discusión que habían tenido. Sin embargo, Kike no se había
desentendido de su hermano, sino que pasaba esas mismas horas en la
sala de espera leyendo o pensando en las reformas que se estaban
llevando a cabo en su casa.
Uno de esos días, Kike se había quedado solo en la sala de espera
mientras que la familia iba a descansar a casa. Lo que ninguno sabía
era que Dylan había mantenido en secreto, gracias a la colaboración
de los médicos, que ese mismo día le daban el alta y, cuando vio a
Kike de espaldas, se frenó en seco. Sus padres y hermanas le habían
dicho siempre que estaba fuera, que había ido en busca de Esteban en
cuanto se enteró de la noticia… Pero aún así, Dylan no parecía
conmoverse ni cambiar de opinión.
Carraspeando un poco, Dylan llamó a Kike.
-
Coño, ¿qué haces aquí con ropa de calle?-preguntó Kike-.
- Me
acaban de dar el alta.
-
¿Hoy? O sea, ¿que te puedes ir a casa?
-
Sí…
-
Voy a llamar ahora mismo a todos para decírselo.
-
¡No!
-
¿No?-preguntó Kike extrañado-.
-
Déjame que antes haga una cosa…
Sin saber a qué se refería, Kike mantenía una expresión de
incomprensión ante lo que estaba pasando cuando vio a Dylan
acercarse y, sin previo aviso, le dio un abrazo que, pasados unos
momentos de shock, correspondió Kike sin problemas.
-
Gracias por haber permanecido a mi lado justo cuando más lo
necesitaba,-comenzó a decir Dylan-. Me comporté como un estúpido
contigo y… No me merecía que cuidases tanto de mí. Papá me…
contó lo que hiciste y te lo agradezco de corazón. No tenías por
qué.
- Sí
que tenía. Pase lo que pase somos hermanos y creo que hay ciertos
aspectos y sucesos en la vida que están por encima de cualquier riña
o pelea que haya entre nosotros.
-
Tienes razón… Debí abrir más la mente y aceptar que las cosas no
son siempre como yo quiero y… Durante todo este tiempo aquí he
tenido mucho en lo que pensar y reflexionar.
Separándose, Kike quiso saber en lo que había pensado su hermano.
- ¿Y
bien?
-
Pues me he dado cuenta de que todos cometemos errores y de que no
somos perfectos. Que papá se equivocó con mi madre y la cagó
poniéndole los cuernos, pero también mamá se los ha puesto y yo
era el amante de una mujer casada habiendo cientos de tías libres
por ahí… A lo que me vengo a referir es que, cuando apareciste por
la casa, mi mundo se me tambaleó y no cabía en mi cabeza que mi
familia no era perfecta, que era como otra cualquiera. Y verte a ti,
tan parecido a papá, tan parecido a mí también… Negaba lo
innegable y al final ha tenido que suceder esto para cambiar de
opinión.
-
Oye, no hay mal que por bien no venga.
-
Hombre, eso está claro, pero por un momento creí que de esta no
salía.
La conversación estaba siendo bastante amena entre ambos hermanos
por primera vez para ellos.
- Yo
creo que todos creímos que morías… O en la mesa de quirófano, o
en el traslado… Esa idea se nos pasó a todos por la cabeza y…
Era duro, te lo puedo asegurar.
- En
mi cabeza no cesaba la idea de que estaba peleado con todos: mi
padre, mis hermanas, mi madre, tú… Y que no quería morirme sin
estar bien con todos y cada uno de vosotros. Sobre todo contigo y
más… Después de lo que le hice a tu casa. No sé, se me fue la
pinza…
-
Eso es, ¡la casa!-exclamó de repente Kike-.
-
¿Qué pasa con la casa?
-
Vamos a convocar a todos en la casa para darle la sorpresa de que has
salido del hospital y así vemos cómo sigue.
-
¿Le queda mucho para que la terminen?
-
Ahora la verás, pero apenas un par de retoques para comenzar a
amueblar.
Convocando a todos frente a la casa de Kike, ya nada más con verla
por fuera se daban cuenta de que la obra iba viento en popa. Sin
embargo, todos estaban preocupados por Dylan, ya que se había ido
del hospital para descansar y ahora Kike les decía de ir a la casa.
¿Por qué? ¿Quién se iba a quedar con Dylan en el hospital aquella
noche?
Desde lejos, Kike y Dylan miraban a la familia.
-
Está preciosa la casa,-confesó Dylan-. Vas a vivir como los
auténticos reyes.
-
Gracias tío. ¿Y qué me dices de la familia? Todos ahí ignorantes
de que estás a unos escasos 50 metros de distancia.
-
Uf, no veo la hora de acercarme.
-
Pues entonces no perdamos más tiempo.
Acercándose a ellos, Dylan fue el primero en hablar. En cuanto los
llamó a todos, al sonar de su voz se volvieron al instante y
gritaron de alegría.
-
¡Pero bueno! ¿Qué haces aquí? ¡Qué alegría me da verte!-decía
Eduard-.
Sin embargo, la primera que quiso abrazarse a él fue Micaela.
-
¿Estás bien cielo?-quiso saber ella-.
-
Ahora que estoy junto a ti sí. Contigo se me quitan todas las penas.
- No
te alejes nunca de mí. Te necesito…
-
Micaela… Casémonos. Seamos felices de una vez por todas.
- Oh
Dylan, sí y mil veces sí. Te amo.
Mientras tanto, Eduard fue a abrazar a Kike.
-
Anda bribón, lo calladito que te tenías la sorpresa, ¿eh?
-
Para nada, la sorpresa me la ha dado Dylan a mí cuando ha aparecido
de repente.
-
Entonces… las cosas entre vosotros… ¿Están bien?
-
Sí, al menos eso parece. Me ha pedido disculpas y hemos estado
hablando durante un rato largo de muchas cosas.
-
Dios mío, no sabes la alegría que me acabas de dar. Por fin todos
estamos unidos.
Tras separarse de Micaela, Amanda fue la siguiente en abrazar al
recién salido del hospital.
-
Por fin te tengo entre mis brazos, hijo mío. No me vuelvas a dar
esos sustos, ¿te enteras? Hemos estado muy preocupados por ti,
cariño.
- Ya
ha pasado todo lo malo mamá. A partir de ahora todo serán risas y
buenos momentos.
Comenzando a charlar entre todos, Amanda se quedó mirando fijamente
a Kike hasta que éste le devolvió la mirada justo para escuchar las
palabras que le tenía guardadas para él.
-
Gracias. Por todo… Gracias Kike.
Las gemelas charlaban animadamente con su hermano, intentando
volverlo loco como hacían siempre y sin tener suerte como siempre
ocurría. Pese a que eran idénticas, Dylan las reconocía al
instante y sabía quién era cada una.
A todo esto, Isa miraba a Kike, quien estaba frente a Eduard que
charlaba con todos los demás espléndidamente feliz.
-
Qué bueno es… Se le nota en la cara. Y qué mala suerte ha tenido
en su vida… Me encantaría poder hacer algo por él pero… Bah,
sería imposible,-pensaba Isa refiriéndose a… ¿Kike? ¿O Eduard?
CONTINUARÁ…
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