domingo, 15 de diciembre de 2019

Capítulo 20 || Trampas

A la caída de la tarde del día siguiente, el padre de Silvia la dejó en casa de Abigail, quien la esperaba en la puerta y lo saludó afablemente.
- ¿Preparada para tu gran transformación?-preguntó Abigail-.
- Estoy en tus manos…


 Al cabo de una hora y media, Silvia salía de la casa completamente cambiada, maquillada, perfumada y vestida de gala. Qué pena que Abigail no pudiera ver la cara que se le quedaría a Kike cuando la viera de esa guisa.


 Yendo hacia el restaurante donde habían quedado, Silvia vio a Kike frente a la puerta esperándola. Estaba vestido de traje y a cada paso que daba, a Silvia le iba más rápido el corazón. Estaba temblando de los nervios porque ese chico le gustaba mucho y no quería cagarla.


 Llegando al sitio, Silvia saludó a Kike.
- Buenas noches Kike. Qué guapo vas.
- Pero… ¿Silvia? Joder, estás espectacular.
- Bah, no es para tanto.
- ¿Que no? Chiquilla, estás impresionante. Me encantas…


 La verdad es que Abigail había sabido sacar partido a Silvia, quien escondía una auténtica belleza bajo esas gafas y esa ropa tan poco estética. Silvia había hecho deporte toda su vida y eso se notaba, pero entre que no tenía gusto a la hora de vestir y que no se arreglaba, nadie la había visto en su máximo esplendor.


 Abrazándola, Kike comenzó a notar cómo su corazón latía más fuerte. Ese punto de misterio le había atraído desde un principio, pero ya con ese cambio había terminado de conquistarlo. Le gustaba mucho Silvia y… Deseaba que esa cita saliese bien.


 Al separarse, ambos comenzaron a charlar.
- El sitio parece precioso,-comentó la muchacha-.
- Lo es. Vine con mi padre y la familia una vez y se come de lujo. Ya verás como te va a gustar… ¿Entramos?


 Cruzando las puertas del restaurante, Kike fue el encargado de hablar con el metre.
- Buenas noches caballero. Teníamos una reserva a nombre de Enrique de la Salle.
- Buenas noches, déjame ver… Lo siento, pero en el sistema no aparece ninguna reserva a ese nombre.


 Extrañado, Kike comenzó a ponerse nervioso.
- No puede ser… Llamé ayer para reservar y me confirmaron que teníamos una mesa. ¿Podría buscar “Kike de la Salle”? Con dos “k”.
- A ver… Vale. “Kike de la Salle, mesa para dos”. Estupendo, pasen conmigo…


 Entrando en el salón, el metre los acompañó y al pasar junto a Kike, éste le hizo un comentario.
- Muy guapa su novia.
- Aún no… De momento,-contestó Kike con una sonrisa-.


 Sentándose, Silvia comenzó a ojear la carta justo cuando miró a Kike. Qué tipazo tenía, qué guapo estaba esa noche y… Cómo le gustaría estar abrazada a él.  


 Poniéndose a su lado, Kike comenzó a charlar animadamente con Silvia.
- ¿Qué te parece el lugar?
- Precioso y la comida… Tiene muy buena pinta también.
- Uh, te recomiendo que te pidas el plato que me pedí yo la última vez: era una especie de rollito relleno de marisco con una salsa que estaba… De rechupete.
- Ay pues sí, me pediré eso. ¿Tú qué te vas a pedir?
- No lo sé… A ver qué me recomienda el camarero.


 Presentándose el camarero a los pocos minutos, preguntó si sabían lo que iban a tomar.
- Para beber… Agua y de comer… Yo un rollito relleno de marisco, ¿puede ser?-dijo ella-.
- Muy bien. ¿Y el caballero?
- De beber lo mismo y de comer… ¿Qué me recomienda?
- Hoy el solomillo está magnífico y se está pidiendo mucho.
- Pues póngame uno.
- Genial, pues en unos minutos estarán sus platos. Hasta el momento, relájense y escuchen la música en directo.


 Marchándose de allí, Kike comenzó a estirarse para colocar su brazo sobre los hombros femeninos y Silvia, al darse cuenta de lo que intentaba él, sonrió de forma pícara.
- Uy, qué sueño te ha entrado ¿no?
- ¿Sueño? No, ¿por qué?
- Porque como te veo estirarte y poner tu brazo sobre mis hombros…
- Ah no, eso es porque creía que tenías frío y para taparte un poco.
- Ya claro…


 El silencio se apoderó del momento y ambos se quedaron mirándose a los ojos. Su mirada hablaba sin necesidad de pronunciar palabras y ambos se daban cuenta de que estaba surgiendo algo especial entre ellos.


 Acercándose más a ella, Kike le susurró algo al oído femenino.
- Lo has conseguido esta noche. Y por partida doble…
- ¿El qué?
- Ser la más guapa del restaurante y conquistar mi corazón…


 Riéndose tímidamente, Silvia no sabía qué decir a causa del nudo que tenía en la garganta y por sentir los latidos de su frenético corazón.
- Ay Kike, qué cosas tienes…
- Es lo que provocas en mí cuando estoy a tu lado.


 Acordándose de Chema y Abigail, Silvia se dio cuenta de que tenía que echarle valor al asunto y, recomponiéndose un poco, se acercó a Kike peligrosamente, quedándose a escasos centímetros de su cara.


 Sin poderlo evitar, Kike miró la boca femenina y los ojos de Silvia y poco a poco los fue cerrando hasta unir sus labios en un dulce beso. Por dentro de ambos, saltaban chispas y fuegos artificiales y sus corazones latían desbocados como en una estampida.


 Trayendo la comida, el camarero carraspeó un poco para avisarles pero ellos no hacían caso.
- La comida está servida. Espero que… Bueno, que os aproveche tortolitos.


 Riéndose al escuchar el comentario, la pareja paró de besarse y le dieron las gracias al camarero mientras se ponían a comer. ¡Estaba todo exquisito!


 Lo que no sabían era que alguien los espiaba desde la puerta del restaurante mientras cenaban tranquilamente. ¿Quién era?


 Al terminar la cena, Silvia quiso ir al baño para retocarse el maquillaje y lavarse las manos.
- Vuelvo en un momento.
- Vale, aquí te espero cariño.


 Mirando hacia la mesa, Silvia sonrió mientras se sentía conquistada. Ese chico le había robado el corazón sin tocarla y sólo con ese beso le había dado pie a lanzarse a la piscina por él. Kike lo valía y se merecía todo de ella.


 Kike, mientras tanto, pensaba en Silvia. Ese beso había sido muy especial y lo mejor es que no había sido forzado, sino que surgió y tuvieron ganas de hacerlo, lo que era mucho mejor. Ahora sólo pensaba en qué hacer tras la cena. ¿Se irían de paseo? ¿La llevaría a la casa de él?


 Habían pasado unos diez minutos cuando Silvia no había bajado aún por lo que, preocupándose un poco, subió las escaleras con dirección al baño de las chicas.


 Tocando a la puerta, Kike la llamó pero no obtuvo respuesta. Entrando, revisó los sanitarios y el servicio estaba completamente vacío. ¿Donde se había metido Silvia?


 Bajando, Kike se encontró con el camarero que los atendió y le preguntó.
- La he visto marcharse hace unos minutos, ¿por qué? ¿Ha pasado algo?
- No, no se preocupe. Voy a pagar la cuenta…
- Estupendo. Ahora mismo le atiendo.


 Tras pagar, Kike se fue solo y cabreado hacia su casa. ¿Por qué había desaparecido Silvia de esa forma y sin decir nada? Si se había arrepentido, debía habérselo dicho pero no largarse así…  


CONTINUARÁ…

No hay comentarios:

Publicar un comentario