-
Vamos a hacer lo mismo que cuando eras niña, ¿te acuerdas? Aunque
ahora ya no lo seas… Pero tú harás todo lo posible para
comportarte como una, ¿verdad cariño?-decía Teófilo-.
-
¿Se refiere a lo que yo creo que se refiere?-pensó Dylan-.
- Te
vas a poner el mismo vestidito que te ponías cuando tú y yo
jugábamos a papás y mamás y que tanto me gustaba. Oh, todavía
recuerdo cuando tú, toda inocente con las coletas te ponías a
cuatro delante mía… Qué buena época y qué buenas fotos te
saqué.
Como antes había estado revisando los dormitorios, Dylan entró en
uno de ellos con sumo cuidado de no hacer ruido. Creía que ese era
el principal y donde, con casi total seguridad, tendría todo el
material guardado.
Revisando debajo de la cama y en los cajones de la cómoda descubrió
un montón de carpetas y papeles que desvelaban toda la verdad sobre
el comisario. En la investigación que se llevó a cabo en el caso
Yamamoto, el propio comisario fue investigado por una posible
implicación y, dichos documentos que Dylan había encontrado lo
ponían en el punto de mira: transcripciones de llamadas entre el
juez Gavira y el comisario donde hablaban de la droga, de suministros
y de repartirse el botín; También había fotos de la propia Silvia
de niña vestida, maquillada y fotografiada en posturas no muy
infantiles. Sólo con ver un par de ellas a Dylan se le revolvió el
estómago… ¡No podía tener más de siete u ocho años en las
fotos! Lo peor es que no eran las únicas niñas que pudo ver en las
fotos, sino alrededor de cinco o seis más…
-
Ahora ya te tengo pillado por los huevos, hijo de la gran puta. Haré
público todo esto y mi hermano podrá salir de la cárcel y tú te
pudrirás en ella.
Eduard, mientras tanto, estaba muy preocupado por su hijo, ya que lo
había visto meterse en la casa y de momento no había salido ni
tampoco había escuchado nada. Muy preocupado por la integridad
física de su hijo, decidió entrar y comprobar si todo estaba bien.
Dentro de la habitación, Teófilo le había lanzado a la cama el
vestido que se debía poner su hija.
-
Póntelo princesa, tengo ganas de recordar viejos tiempos…
-
Papá, otra vez no, por favor…
- He
dicho… ¡QUE TE LO PONGAS! No me hagas enfadar cielo, que ya sabes
que a papá no le gusta enfadarse…
Sollozando y con la lágrima detrás de la oreja, Silvia se colocó
el ridículo vestido en completo silencio sin mirar a su padre, ya
que éste comenzó a masturbarse delante de ella.
- Oh
sí. Te ves casi igual como cuando eras pequeña… ¿Por qué
tuviste que crecer?
-
Papá, esto es humillante…
-
No, esto va a ser el comienzo de una nueva era, preciosa mía. Porque
tú, mi pequeña y dulce princesa me va a dar una niña, una
maravillosa pequeña…
Entrando en la casa, Eduard comenzó a subir las escaleras cuando se
tropezó al no ver nada, por lo que se apoyó en la pared buscando un
interruptor y encendió la luz.
Escuchando el ruido, Teófilo dejó de masturbarse y se colocó unos
pantalones tras haber cambiado su expresión por completo.
-
Como hayas traído a alguno de tus amiguitos aquí te vas a enterar,
zorra,-amenazó Teófilo-.
Al salir de la habitación, el comisario se encontró de frente con
Eduard, quien estaba más perdido que un pulpo en un garaje.
-
¡Eh! ¿Qué coño hace usted en mi casa? ¿No sabe que esto es una
propiedad privada?
-
Disculpe, he debido confundirme… ¿Aquí no vive Estela?
Acercándose a Eduard, Teófilo lo miraba con una expresión que
asustaría a cualquiera.
-
¿Se cree que soy idiota?-preguntó el comisario-. ¡Sé
perfectamente quién es usted! ¿O es que piensa que no he
investigado al que se quiere follar a mi niñita ni a su familia?
-
Entonces dejémonos de estupideces y vayamos directos al tema: suelte
a mi hijo ahora mismo. ¡Él no es ningún secuestrador!
-
¿Usted piensa que porque me lo pida su padre voy a hacerle caso? Yo
le comprendo, los dos somos padres y queremos lo mejor para ellos…
-
Pues yo no voy encerrando a mis hijas cuando no cumplen mis normas…
Comenzando a respirar agitadamente, Teófilo comenzó a gritar.
-
¡Usted tiene las de perder! Con una sola llamada que haga, sus
gemelas, su ex-mujer y su hijo Kike morirán en el acto. ¡Tengo
contactos por todos lados! Y usted no quiere ver a su familia muerta,
¿verdad?
-
No… Tiene usted razón, tengo las de perder,-decía Eduard
comenzando a recular-. Me iré ahora mismo y aquí no ha pasado nada.
-
¡Usted no se va a ningún sitio!
Justo antes de que se diese la vuelta, Teófilo le pegó un puñetazo
a Eduard que lo dejó bastante aturdido.
-
¡De aquí sólo saldrá en una bolsa para cadáveres!
Pero lo que no se esperaba el comisario es que tuviera más compañía
en la casa y por eso, cuando salió Dylan del dormitorio, a Teófilo
se le cambió la cara.
- El
único que va a salir de aquí en una bolsa para cadáveres eres tú,
pedófilo de mierda,-gritó Dylan-.
-
¿Te crees lo suficientemente fuerte como para poder conmigo?
-
Veámoslo…-dijo Dylan comenzando a correr hacia Teófilo-.
Pegándole un fuerte puñetazo en la cara, Dylan pudo agarrar del
cuello al comisario, quien comenzó a retorcerse para intentar
soltarse. Eduard, quien aún se estaba recuperando, estaba siendo
testigo de cómo su hijo le estaba arrebatando la vida a un hombre…
Saliendo de la habitación, Silvia gritó a Dylan.
-
¡Para Dylan! ¡No lo mates!
-
¿Por qué? ¡Este hijo de Satanás abusaba de ti cuando eras una
niña!
- Sí
y pagará las consecuencias, pero cuando saquen a Kike de la cárcel.
Riéndose, Dylan dejó de apretar el cuello del comisario.
-
Eres un cabrón con mucha suerte… Pero de esta no te libras, hijo
de puta. Haz todas las llamadas pertinentes que tengas que hacer,
pero quiero a mi hermano fuera de esa cárcel en cinco minutos. ¡Y
no quiero jueguecitos de los tuyos! Mi hermano saldrá sano y salvo y
nunca más se le volverá a juzgar por esto. ¿Te ha quedado lo
suficientemente claro?
En la prisión donde se encontraba Kike, el funcionario compañero de
Álvaro recibió una llamada de su segundo móvil… Uno de prepago
que no estaba registrado a su nombre.
Yéndose
a un lugar seguro, descolgó la llamada.
-
¿Qué ocurre comisario?
- He
hablado con el juez Ordóñez y el director de la prisión sobre el
secuestro de mi hija y vamos a poner en libertad a Enrique de la
Salle.
- ¿Y
ese cambio de parecer, señor?
- Tú
sácalo de esa celda o tu mujer se enterará de que te gusta pajearte
mirando fotos de niñas de la edad de tu hija, ¡maldito bastardo!
Comenzando a sudar como un pollo, el funcionario colgó la llamada
intentando controlar los temblores que le habían entrado. Conocía
la cárcel y sabía las normas que se regían en ella y como saliese
a la luz que le gustaban las niñas pequeñas… Lo iban a partir en
dos.
Bajando a la zona de aislamiento, Kike se encontraba sentado en su
cama cuando escuchó cómo las cerraduras se abrían. ¿Qué estaba
pasando?
Abriendo la puerta y llamándolo, el funcionario le comunicó la
noticia.
- Te
han puesto en libertad.
-
¿Cómo? ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?
- No
sé si tienes una puta flor en el culo o una legión de ángeles
detrás tuya, pero tienes mucha suerte chaval. Es la segunda vez que
te libras de tu condena… Qué suerte tienes, hijo de puta.
-
¿Suerte? ¿Por salir de la cárcel cuando me han metido aquí por un
delito que no cometí? ¿De qué coño estás hablando?-dijo Kike
comenzando a avanzar y notando que en su interior se iba poniendo más
violento-.
El funcionario trataba de controlar sus impulsos, ya que sabía que
como la cagase, podía olvidarse de su vida tal y como la conocía
hasta ese momento.
-
Chico… Vete antes de que hagas algo de lo que te puedas arrepentir.
-
¿Arrepentirme de partirte la cara? No lo creo… Es más, me
encantaría hacerlo y ver cómo sangras.
-
¿Ah sí? A ver si el que vas a sangrar eres tú…
Apareciendo Álvaro en escena, cortó de raíz esa tensión entre
ambos.
- Al
que le va a sangrar el culo es a ti, Arturo Quijano,-dijo Álvaro-.
-
¿Qué coño haces tú aquí? Tu turno ha terminado…
-
Sí, pero fíjate que coincidencia que he recibido una llamada de la
fiscal del distrito, que casualmente es tu mujer, después de que una
persona anónima le facilitase información sobre una red de
pornografía infantil donde tu nombre, el del director de la prisión
y la del comisario Pelayo estaban implicados… Fíjate tú por
donde…
-
Eso es falso Álvaro. Tú me conoces y sabes que eso es mentira. Yo
estoy como loco con mi niña, es lo que más quiero y nunca le haría
daño… Solo lo hice una vez, lo juro…
Mirando fijamente al funcionario, Kike le propinó una patada en los
huevos y lo lanzó a la celda de aislamiento justo antes de escupir
sobre él y cerrar la puerta.
- Si
no lo hacías tú lo iba a hacer yo,-dijo Álvaro-. ¡Por
cierto!-comenzó a decir Álvaro dirigiéndose hacia su compañero-,
lo de la fiscal me lo he inventado todo…
Colocándose delante de Kike, Álvaro le aconsejó sobre algo.
-
Kike, me ha llamado tu hermano… Y estaba con tu padre y Silvia en
la casa del comisario.
-
Pero… ¿Qué diablos hace mi padre metido en todo esto?
- No
lo sé, pero me han dicho que tienen al comisario. Yo que tú iría
para allá… No me fío de ese tío Kike, es un perro viejo y se las
sabe todas.
-
Está bien jefe. Gracias por el consejo.
En la casa del comisario, Eduard, Dylan y Silvia escuchaban a
Teófilo.
- Ya
he hecho todo lo que me habéis dicho y han soltado a Enrique, habéis
llamado a la prensa y le habéis enviado fotos de parte de los
documentos que tenía guardados… ¡Me habéis hundido la carrera y
la vida! ¿Qué más queréis?
-
Que sufras como el gran hijo de puta que eres-confesó Silvia-.
-
Oye, pues no me parece mala idea,-dijo Dylan asintiendo con la
cabeza-.
Mirando a su hija seriamente, Teófilo retrocedió hasta sentarse en
la cama.
-
Bueno, si me vais a matar que sea en mi cama… Es lo único que
pido.
-
Donde quieras, pero vas a morir igual, cabrón folla-niñas,-dijo
Dylan-.
Pero Teófilo sabía mucho más que aquellos tres tal y como le había
dicho Álvaro a Kike minutos antes.
-
Silvia, mi dulce y linda princesa… Me gustabas más cuando eras una
niña inocente que confiaba en mí, me quería y hacía todo lo que
su papi decía.
-
Eres asqueroso…
-
Siento que… Esto tenga que acabar así…
Levantándose rápidamente, Teófilo sacó una pistola que tenía
guardada debajo de la cama y apuntó tanto a Eduard como a Dylan y su
hija Silvia con el afán de matarlos.
-
¡Ha llegado vuestro día de morir!
-
¡No podría estar más de acuerdo!-gritó alguien entrando en la
habitación-.
Esa persona no era otra que Kike, quien había corrido como alma que
llevaba el diablo hasta la casa de Silvia. Por suerte para él, la
prisión no estaba muy lejos de la vivienda y pudo coger un cuchillo
de grandes dimensiones donde atacar al comisario, a quién le
arrebató la pistola antes de que disparase a nadie de un solo
movimiento.
Sin pensárselo dos veces, Kike comenzó a atravesar el cuerpo de
Teófilo frente a su padre, su hermano y Silvia, quienes contenían
la respiración al ver semejante escena.
Clavándole el cuchillo hasta el puño, Kike dejó ensartado a
Teófilo mientras éste escupía sangre por la boca dando fuertes
gritos de dolor.
-
¿Lo sientes? Es el último aliento saliendo de tu cuerpo… Ahora,
exhala y vete al infierno, donde te espera una eternidad de
sufrimientos y lamentos…
Sacándole el cuchillo, Teófilo cayó al suelo rodeado de un gran
charco de sangre mientras que el silencio se apoderó del momento…
-
Pues qué bonita noche se ha quedado,-dijo Dylan de repente-.
Dándole un golpe a su hijo, Eduard protestó.
-
¿Te parece un buen momento para bromas, hijo? ¡Somos cómplices de
un asesinato!
-
¿Tú te crees que lo íbamos a dejar vivito y coleando con la de
contactos que tenía? Ese a los dos minutos de pisar la cárcel, ya
estaría fuera. Hemos hecho lo que debíamos.
- ¿Y
qué vamos a hacer con el cuerpo?-preguntó Silvia-.
-
Tengo un plan…-intervino Kike-.
Una vez que tenían todos y cada uno de los documentos
incriminatorios que Dylan había encontrado, éste provocó un
incendio en la casa que comenzó, casualmente, por el dormitorio
donde habían sucedido los hechos. ¿Y qué hicieron todos tras esto?
Se fueron hacia una casa en ruinas y que sólo habitaban gatos
callejeros donde soltaron el cuerpo de Teófilo. Haciendo un agujero
bastante profundo, echaron el cuerpo y lo cubrieron con arena de
nuevo.
-
Este será nuestro secreto,-dijo Dylan-. Ninguno dirá nada de esto a
nadie… Para todos los demás, el comisario desapareció justo
cuando salió la noticia de su implicación en un caso de pederastia
y pornografía infantil, ¿estamos todos de acuerdo?
-
Sí,-respondieron los demás-.
-
Bien, pues ahora vayámonos a casa y olvidemos todo este tema. Yo
ahora llamaré a la prensa para filtrar todo esto…
Todos se despidieron con un abrazo y se fueron a sus respectivos
domicilios. Entrando de nuevo en su casa, Kike y Silvia respiraron
completamente renovados.
- Ha
empezado una nueva etapa para nosotros cariño,-dijo Kike-. A partir
de ahora somos libres de hacer con nuestra vida lo que nos apetezca y
no tendremos a padres enfermos ni a instituciones que nos separen.
Estaremos solos tú y yo para comenzar una nueva vida en común…
Sin poderlo evitar, Kike se acercó al cuello femenino y comenzó a
besarlo.
- Te
he echado tanto de menos… He sufrido mucho por ti, sin saber si
estabas bien o por si ese cerdo te había matado o hecho algo malo.
Me sentía impotente sin poder hacer nada…
Silvia abrazó a Kike y comenzó a consolarlo.
-
Pero ahora nos tenemos el uno al otro y podremos ser felices de una
vez por todas. Lo malo ya ha pasado y tenemos toda una vida por
delante para construir una juntos.
-
Silvia, te quiero con toda mi alma. ¿Quieres casarte conmigo?
Abrazándolo con más fuerza, Silvia contestó.
-
Sí, sí y mil veces sí. Te amo Kike y no podría vivir sin ti… Te
me has metido muy dentro de mi corazón y deseo envejecer a tu lado,
que tengamos hijos, que viajemos y seamos felices…
Separándose un poco, Kike acarició la mejilla de Silvia y luego la
besó, confirmando con ese acto todo lo que había dicho Silvia.
Nunca nadie descubrió nada y la familia estuvo más unida que nunca
desde ese momento…
FIN
Muy buena primoo y la historia de líos
ResponderEliminarIgualll!!!😘😘Soy paulaaa
Muchísimas gracias por leerlas!!!
EliminarTe recomiendo The Mirror, que la estoy subiendo ahora ;)