miércoles, 8 de enero de 2020

Capítulo 1 || Cambios

Bueno, antes de empezar debería presentarme así que… Allá va: Me llamo Terrance Willingam y soy ese que acaba de salir de un estupendo baño de burbujas la mar de relajante.


 Cada mañana, tras darme un baño salía a contemplar las vistas que tenía cuando vivía en ese piso… Ay, qué época aquella. La verdad es que lo tenía todo: dinero gracias a la empresa que me había dejado mi padre antes de morir, libertad para hacer y deshacer lo que quería y… rolletes.


 Sin embargo, siempre había sido muy criticado por la gente porque creían que era homosexual y no tenían razón pese a que mi forma de andar dijese lo contrario. A ver, no tenían razón en parte, porque… Bueno, no lo sé. Juzgad vosotros mismos.


 Un día fui a hablar con un terapeuta para que me ayudase a cambiar mi forma de andar y actuar para que no pareciese que voy perdiendo aceite. Quería parecer más masculino, más hombre…


 Pero en aquella época yo era incorregible y sólo pensaba en una cosa… El sexo.
- Oye, eres muy guapo Mario,-le dije al terapeuta-.
- Gracias pero tienes que concentrarte en lo que te estoy diciendo, Terrance.
- ¿Tú alguna vez has estado… con un hombre?
- ¿Cómo? ¿A qué viene esa pregunta? Te estoy diciendo…
- Shh, calla y contesta mi pregunta. ¿Te gustaría probar conmigo?


 Total, que al final me acabé acostando con él. Sin embargo y para mi sorpresa, era un hombre especial ya que, cuando se desnudó y me arrodillé para comerme su miembro… ¡No había! Sí, habéis leído bien, había sido una mujer años atrás y pese a que tenía aspecto y físico masculino, mantenía su aparato reproductor como el de una mujer.


 Cuando terminamos el sexo, Mario comenzó a lamentarse por lo que había hecho.
- Esto ha sido muy poco profesional por mi parte Terrance.
- ¿Y qué? ¿No te ha gustado?
- A ver… Sí pero… se supone que estoy en horas de trabajo y no me puedo estar acostando con clientes.
- Bueno, míralo como una nueva forma de… terapia. Al fin y al cabo, a mí me ha servido.


 Al levantarnos y vestirnos, le comenté algo a Mario que no le había dicho hasta ese momento…
- Te tengo que dar las gracias porque… Me ha gustado mucho el sexo contigo y no me lo esperaba tan placentero porque, si te digo la verdad, es la primera vez que me acuesto con alguien con vagina. Ahí va mi pequeño secretito.


 En aquella época lo que me gustaba era experimentar y siempre lo había hecho con chicos, pero no porque me gustasen, sino porque me provocaba morbo la situación, nada más. Claro, al acostarme con Mario y ver y probar lo que era una vagina, me entusiasmé y me propuse estar con más chicas, por lo que a la noche siguiente me fui de fiesta a un famoso local.


 Aparte de ser famoso por el negocio de mi padre, como os he comentado antes, también estuve en un reality show donde los medios me dieron más a conocer y claro, desde entonces a donde iba llamaba la atención.


 No eran raras las peticiones de abrazos, de fotos, autógrafos, mensajes de audios para amigos y familiares… Ya os podéis imaginar todo lo que conlleva el mundo del famoseo.


 Y la verdad es que yo me sentía bien cuando cumplía los deseos de la gente y les veía esas caras de felicidad que se les quedaban al abrazarme. Para mí era un gesto muy sencillo, pero para los demás significaba mucho.


 Esa noche quería disfrutar sí o sí, así que me fui a la pista de baile y comencé a darlo todo junto a una de las chicas que me había pedido un abrazo y que tampoco se movía nada mal.


 Entrando una periodista, comenzó a hacerme fotos y yo, para complacer a mi público, me puse a posar como siempre hacía. Pero en aquella ocasión, cambió algo de lo que yo siempre solía hacer…


 Esa vez posé mucho más natural y sin hacer gestos ni amaneramientos femeninos como siempre hacía. Ese terapeuta había conseguido cambiar algo de mí y me comenzaba a gustar sentirme más macho.


 Pero había alguien que no se me iba de la cabeza y era una de las muchachas que me había abrazado. Estuve observándola y me parecía muy guapa y era muy atractiva así que pensé que podría aprovechar mi fama para acercarme a ella… Había que probar.


 Tras un par de frases cruzadas, conseguí que subiera conmigo a la zona superior de la discoteca y la más íntima gracias a sus habitaciones. Me sentía el rey de la noche porque todo lo que quería lo conseguía y esa chica iba a caer en mis garras.


 Acercándome a ella, la besé y ella comenzó a ruborizarse.
- Nunca me habría podido imaginar que me acabaría besando con el famoso Terrance.
- Y eso que todavía no me he quitado la ropa…


 Al parecer ese comentario la activó porque la muchacha se levantó y comenzó a desnudarse al son de un baile muy sensual. Luego se acercó y me puso la mano sobre su pecho y yo, imaginad, flipé en colores porque era la primera teta que tocaba en mi vida.


 Luego iba a comenzar a desvestirme yo cuando la chica me paró y me quitó ella la ropa poco a poco mientras me besaba y me lamía por zonas donde ya el peligro estaba patente.
- Uy, qué bien me lo haces… ¿Cómo decías que te llamas?-le pregunté a la chica-.
- Gloria,-dijo sacándose mi miembro de su boca-.
- Pues nunca un nombre estuvo tan bien puesto, porque tu mamada me está sabiendo a eso.


 He de reconocer que fue una primera experiencia fabulosa con una mujer y acabamos los dos muy satisfechos y felices. Tanto fue así que cuando nos vestimos ella me dio un beso en la mejilla y me dijo unas palabras que aún recuerdo como si fuera ayer…
- Sé que es mucho pedir pero… Me encantaría repetir.


 Y como a mí también me gustó, comenzamos a vernos asiduamente para charlar, dar una vuelta y luego follar, que era nuestro pasatiempo favorito. Ese día había quedado en que la recogería en su casa para irnos a hacer ejercicio juntos y, cuando llamé a la puerta, me abrió su hermana.
- Buenas Alba, ¿está tu hermana?
- No, ha salido pero dijo que no tardaría, que si llegabas que la esperases en el salón.
- Ah vale, pues la esperaré entonces.


 Haciéndome pasar, no pude evitar fijarme en que llevaba una camisa abierta que mostraba un generoso escote difícil de evitar a la vista y Alba se dio cuenta de que la miraba.
- ¿Te gusta lo que ves?
- Perdona Alba pero… Es complicado no fijar la vista ahí.


 Restándole importancia, Alba y yo comenzamos a charlar tranquilamente haciendo tiempo hasta que llegase su hermana.
- Os parecéis mucho Gloria y tú,-le dije a Alba-.
- Sí, es que somos mellizas, nacimos las dos el mismo día.
- Ah claro, ya decía yo. Es que vaya, no podéis negar que sois hermanas.
- Por supuesto jejeje.
- Sois las dos iguales de guapas.
- Muchas gracias Terrance… ¿Me disculpas un momento? Tengo que ir al cuarto de baño.
- Claro, como no.


 Alba se fue y me dejó allí en el salón y, pasados unos cinco minutos escuché que me llamaba.
- Alba, ¿qué pasa? ¿Estás bien?-pero no me dijo nada-.


 Imaginad qué cara se me quedó cuando entro en el baño preocupado porque le ha podido pasar algo y lo que descubro es que estaba diciendo mi nombre mientras masturbaba… su pene. Aunque decir pene me parece un insulto. ¡No había visto un rabo más grande en toda mi vida! Y claro, a mí me dio curiosidad y tal como era entonces…
- Qué rabo más impresionante,-le confesé-.
- Terrance, lo siento, yo… no quería que te enterases de esta forma. Mi hermana y tú estáis juntos y no debería desearte pero… Uf, es que eres superior a mí. Me la pones muy dura y no sabes los esfuerzos titánicos que tengo que hacer para que no se me note cuando estoy a tu lado.
- No te preocupes que yo te voy a aliviar…


 Y sin pensármelo dos veces, se la comí y me la metí en el culo. En cuanto comencé a sentir cómo me penetraba, pensé que rellenar a un pavo en Navidad sería algo parecido, porque vaya, menudo empalamiento estaba sufriendo. Eso sí, follaba de escándalo.


 Tanto estábamos disfrutando que ninguno escuchó la puerta ni cómo Gloria preguntaba por su hermana.
- ¿Alba? ¿Estás ahí? ¿Hola?


 Escuchando un pequeño grito, Gloria entró en el baño y se encontró con… todo el tema y justo cuando yo estaba eyaculando, por lo que acabé salpicándole la ropa que llevaba puesta.
- Pero… ¡¿Qué coño estáis haciendo los dos?!


CONTINUARÁ…

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