martes, 21 de enero de 2020

Capítulo 7 || Cambios

Mia estaba muy cabreada conmigo y no le faltaba razón, pero Felisa le intentaba dar su punto de vista.
- Mia, déjame decirte que no es tan malo como parece.
- ¿Después de todo lo que nos hizo sigues defendiéndolo?
- Hay algo que nunca te he contado… Y es que Terrance y yo no teníamos una relación, simplemente nos acostamos una noche de fiesta y listo. Fue cuando lo encontré y le dije lo de mi embarazo cuando me dijo que se haría cargo, pero nada más. El día que llegó a mi casa, fui yo quien me abalancé sobre sus brazos y lo besé.
- Vale, pero él podría haberte frenado porque ya estaba conmigo por entonces.
- No es que le dejase mucha opción tampoco. Ya sabes que yo soy muy intensa con las relaciones y eso agobia a mucha gente.


 Al fin parecía que Mia comenzaba a atender razones.
- ¿Y qué me quieres decir con todo esto Felisa? ¿Que quieres volver con él? Haz lo que quieras, eres libre.
- No me refiero a eso, yo ya no lo quiero de una forma romántica. Lo que quiero decir es que lo vi tan mal y tan desmejorado que me sentí culpable por el dinero que le quitamos. Era de los dos al fin y al cabo y nos lo apropiamos nosotras.
- Era lo mínimo después de lo que había hecho.
- Pero, ¿y si lo ha pasado mal? ¿Y si no ha tenido con qué comer por nuestra culpa? ¿No te reconcome la conciencia por eso?
- Habrá estado bien. Este tío es muy listo y se las sabe todas…
- Se nota que no lo viste como yo, Mia. Lo vi destruido y lo peor fue que creo que sé quién lo dejó así.
- ¿Quién?
- Mi hermano… Terrance antes de desplomarse me dijo algo de mi hermano, pero no pudo decir nada más.


 Mirando a Felisa con extrañeza, Mia le hizo una pregunta.
- ¿Tú ves capaz a tu hermano de darle una paliza a alguien?
- Uy Mia, en lo que respecta a mí sí. Siempre ha sido muy protector conmigo y en el instituto se buscó más de una bronca con otros chicos por mi culpa.
- Pero, ¿a qué venía entonces que le pegase una paliza después de tanto tiempo?
- Mi hermano es muy rencoroso y cuando vio a Terrance, no pudo evitar pegarle por todo lo que me había hecho.
- Y cuando Terrance estuvo aquí, ¿qué hizo cuando cogió a Ramsah?
- Pues la calmó, la acunó y la volvió a dejar en la cuna y luego, simplemente desapareció. Se fue sin decir nada.


 Mia frunció el ceño al escuchar esas palabras.
- Me cuesta creer que no montara ningún numerito.
- Ya te dije que lo vi muy cambiado Mia. Tenía el pelo despeinado, barba y unas ropas que él nunca se pondría.
- ¿Qué tipo de ropa?
- Unos pantalones rotos y un chaquetón estilo militar. ¡Ah! Y olía bastante mal también.
- ¿Terrance Willingam oliendo mal? Eso sí que es nuevo… Ver para creer.
- Pues espero que lo puedas ver con tus propios ojos.
- ¿Qué tienes en mente Felisa?
- Quiero buscarlo, saber donde vive y… devolverle su dinero.


 Unas dos semanas después, yo estaba en casa de Igashu con un dolor de cabeza tremendo y sin ganas de nada. No paraba de pensar en mis hijas y en sus caritas, en si estarían bien o si les faltaba algo… Pero por mucho que estuviera preocupado por ellas, no les podía ofrecer nada que les valiese, no en ese momento. Estaba destruido por dentro y no tenía absolutamente nada que fuera mío.


 También pensaba en lo que llegué a tener en mis manos y no lo aprecié en el pasado… Y con eso me refería a la empresa de mi padre. Ahora mismo podría ser el jefe de una compañía multinacional donde tendría un trabajo estable y una posición y dinero para mí y mis hijas. Pero no, era más importante salir en la tele, hacer entrevistas y fotos para revistas que preocuparme por lo realmente importante.


 Porque, ¿dónde estaban ahora todos esos medios que me subían por las nubes? Yo no los veía por ningún lado…
Lo peor de todo era que, para que yo sentase la cabeza, tuve que pasar por todo aquello que no fue nada fácil, pero lamentarme tampoco me iba a sacar de ese hoyo. Era hora de tomar las riendas de mi vida y tenía un plan en mente.


 Para no pedirle dinero a Igashu, me puse a hacer autostop hasta que llegué a mi destino. Iba a entrar como hacía siempre, pero esa vez llamé a la puerta.


 En cuanto Borja me vio aparecer por allí, suspiró y me abrió la puerta.
- ¿Qué haces aquí Terry?
- Lo primero un hola, ¿no?
- Terry… Vayamos al grano, ¿quieres? ¿Vienes a por droga? Porque ya te dije la última vez que no te daría más y vas tú y te intentas suicidar.


 Me merecía esas duras palabras de Borja, pero le tuve que hacer ver que no había ido a su casa a por droga.
- No vengo a por droga sino a darte las gracias antes que nada. No tenías por qué venir a mi casa en ese momento, pero aún así lo hiciste y me salvaste la vida. Muchas gracias tío.
- No fue nada Terry. Simplemente me quedé preocupado por cómo te vi marcharte y pensé que se te podría ocurrir hacer alguna locura y no me equivoqué.
- Pues gracias de nuevo Borja.
- Bueno, ¿has venido para eso?
- No, sino porque quiero pedirte que me presentes a tu proveedor.


 Borja se sentó al escuchar mis palabras. ¿Realmente estaba hablando en serio?
- ¿Pero qué me estás contando? ¿Te quieres hacer camello? Creí que dejarías el mundo de la droga después de lo que te ocurrió…
- ¿Me lo puedes presentar?
- Tío… No vayas por ese camino. No merece la pena. Búscate un trabajo honrado y ten una vida normal, hazme caso.
- No Borja, hazme caso a mí.


 Pero Borja no estaba de acuerdo.
- ¡No Terry! Esta vez no te vas a salir con la tuya tío. ¿Quieres ser camello? Búscate la vida pero conmigo no cuentes. ¿Te crees que es fácil esta vida? Hasta yo he pensado en dejarlo porque cada día que pasa estoy en peligro de que me maten, me pille la policía… Y no quiero tirar por la borda mi vida o lo que me quede de ella.
- Borja, no me quieres escuchar… ¡No quiero ser camello! Lo que quiero es acabar con la droga en este sitio y para eso debo comenzar por tu proveedor.


 Quedándose completamente en silencio, Borja se quedó inmóvil unos segundos antes de volver a hablar de nuevo.
- ¿Quieres cargarte el negocio de la droga?
- Sí tío, porque a mí nada más que me ha traído problemas y he ido de mal en peor. ¿Has visto la mala pinta que llevo? ¿Y tú? ¿Eres feliz así? Estoy seguro de que no, por lo que quiero infiltrarme, hacerles creer que me voy a hacer camello para luego quemar toda la droga que tengan.


 Borja se sentó a mi lado mientras me escuchaba hablar y pensaba en mi idea.
- Sabes que entrar ahí va a ser una locura y… muy peligroso, ¿verdad?
- Lo sé, pero seamos realistas Borja, yo no tengo nada que perder. Estoy solo en este mundo y no me importa morir intentando hacer de este mundo algo mejor. Así que, ¿me vas a ayudar?
- No, voy a hacer algo mejor…


 Haciendo una llamada, Borja habló con su contacto y le contó que tenía un buen amigo que quería unirse al negocio. Tras un breve silencio, el contacto le comunicó que tendría que hablar con el jefe de la organización, ya que era un hombre muy precavido y tenía que asegurarse bien de quién trabajaba para él.
Borja recibió una llamada a los pocos minutos de su proveedor comunicándole una hora y un día y allí fuimos.
- Quédate aquí Terry, yo entraré primero y hablaré con ellos antes de que puedas entrar, ¿vale?


 Acercándose a la puerta, Borja fue recibido por un militar.
- Buenos días Borja. ¿Traes al chico?
- Sí, está esperando allí,-dijo señalándome-.
- Muy bien, pasa tú primero.


 Haciéndolo pasar, ese militar condujo a Borja hacia el salón.
- No sabía que eras militar, Adrián,-dijo Borja-.
- El jefe quería verme y no me ha dado tiempo a cambiarme de ropa.


 Sentándose ambos alrededor de la mesa, el militar comenzó a preguntarle a Borja sobre mí.
- ¿Quién es ese chico amigo tuyo?
- Lo conocí hace tiempo y se ha vuelto un íntimo amigo mío y está pasando una mala racha económica y necesita dinero urgente porque tiene también dos hijas… Ya sabes.
- Sí, sin fondos y con cargas familiares, entiendo.
- Entonces me pidió el favor de que si podía meterlo en este mundo para tener dinero con el que pagar la manutención de sus hijas y tal.
- Borja, nosotros no somos ninguna ONG ni le vamos a dar dinero gratis, eso para empezar.


 Borja sabía mentir muy bien y tenía el plan bien aprendido en su cabeza.
- ¿Te crees que no se lo he explicado? Ya le he dicho que va a tener que conocerse bien las calles, los antros y suburbios de la ciudad.
- ¿Y aún así quiere meterse?
- Está empeñado y no hay quien le saque la idea de la cabeza.

- Bien… Pues yo no veo inconveniente por mi parte. Veremos a ver qué opina el jefe.


 Levantándose, ambos se dieron la mano cerrando el trato de esa forma. Borja había cumplido su parte por el momento…
- Le diré a Ángel que haga pasar a tu amigo… ¿Cómo se llama?
- Junior.
- ¿Junior? ¿No sabes su nombre?
- Me dijo que se llamaba así y yo tampoco le voy a pedir el DNI, ¿sabes?


 Ángel era el científico y quien se encargaba de crear la droga en los laboratorios que tenían en el sótano de la casa. Saliendo fuera, me llamó y yo me acerqué atendiendo al nombre que nos habíamos inventado.
- Pasa Junior. Adrián te está esperando.
- Muchas gracias.


 Haciéndome pasar al salón, busqué la silla frente a Borja para poder mirarlo a los ojos y tener una buena visual de la puerta principal y de las escaleras.
- ¿Necesitáis algo?-preguntó Ángel-.
- No, estamos bien,-contestó Adrián-.


 Dejándonos solos, Adrián tenía una pregunta para mí.
- Tu amigo Borja me ha dicho que te llamas Junior, ¿cierto?
- Sí, es como todos me llaman.
- Bien, pero como comprenderás, si te quieres meter en este mundo, necesitamos conocerte bien y no nos vale un simple apodo. Los demás que te llamen como quieran, pero nosotros tenemos que saber todo de ti.
- Bien, mi nombre es Gabriel Ortiz. Si me llaman Junior es porque mi padre se llamaba así también.
- Muy bien Gabriel… Me ha dicho Borja que quieres meterte en este mundo porque necesitas pagar la manutención de tus dos hijas, ¿verdad?


 Mientras tanto, Ángel subió las escaleras y, tras llamar a la puerta, entró en el despacho del jefe.
- Señor, el contacto de Borja ha llegado y está entrevistándose abajo con Adrián.
- Muy bien Ángel, ¿cómo se llama nuestro invitado?
- Ha dicho que se llama Gabriel Ortiz.
- Estupendo, ahora buscaré sus datos por internet. Puedes retirarte.


 Ángel se marchaba ya cuando el jefe volvió a llamarlo.
- Por cierto Ángel, ¿cómo va la droga?
- Le queda muy poco señor. En nada estará en la calle.
- Genial… Necesito recuperar la posición que tenía cuando mi negocio con Katashi Yamamoto se hundió. Y nada ni nadie me va a impedir conseguirlo. ¡Nadie! Como me llamo Rubén que lo conseguiré.


 Abajo, Adrián, Borja y yo seguíamos hablando y llevando el plan a cabo a la perfección.
- Bien, pues… Has pasado las preguntas con éxito,-me dijo Adrián-, así que creo que estás preparado para unirte a nuestro equipo.
- Genial, muchas gracias Adrián.
- Bien, lo que haremos será lo siguiente… Te vas a encargar de una parte concreta de la ciudad y te vas a dar a conocer. Nosotros te diremos cómo y de qué forma para no ser demasiado descarados, ¿de acuerdo?


 De repente, Ángel entró en la habitación y se dirigió hacia Adrián.
- El jefe quiere ver al nuevo.
- ¿El jefe?-preguntó Adrián-. Eso no es típico de él. Normalmente soy yo quien…
- Pues el jefe me ha ordenado que lo suba,-dijo Ángel interrumpiendo a Adrián-.


 Levantándome del asiento, seguí a Ángel y subí las escaleras hasta entrar en una habitación donde se encontraba el jefe esperándome.
- Muchas gracias Ángel,-dijo Rubén-. Déjanos solos, por favor.


 En completo silencio, Ángel comenzó a marcharse mientras que Rubén me pedía que tomase asiento.
- Muy amable, gracias,-dije-.
- Bien, señor Ortiz. Según parece quiere hacerse… proveedor de nuestra droga.
- Así es. He estado hablando con Adrián abajo y…
- Quiero decirle,-comenzó a decir Rubén interrumpiéndome-, que no voy a dejar entrar a cualquiera en mi negocio.


 Acercándose a mí, Rubén comenzó a hablarme en un tono de voz más suave y cercano.
- Verá señor Ortiz, no me fio de cualquiera en este punto de la vida después de que un crío me la jugase hace unos años.
- ¿Un crío?
- No voy a entrar en detalles que no vienen al caso, pero yo estaba en la cresta de la ola y me hundí por culpa de ese niñato. Tuve que huir y esconderme hasta que el tema se calmase… Por eso ahora voy con pies de plomo e investigo a cada uno de los que trabajan para mí y… usted no aparece por ningún lado. No hay constancia de ningún Gabriel Ortiz que coincida con su físico así que se lo preguntaré directamente: ¿Quién es usted?


CONTINUARÁ…

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