-
Mia, déjame decirte que no es tan malo como parece.
-
¿Después de todo lo que nos hizo sigues defendiéndolo?
-
Hay algo que nunca te he contado… Y es que Terrance y yo no
teníamos una relación, simplemente nos acostamos una noche de
fiesta y listo. Fue cuando lo encontré y le dije lo de mi embarazo
cuando me dijo que se haría cargo, pero nada más. El día que llegó
a mi casa, fui yo quien me abalancé sobre sus brazos y lo besé.
-
Vale, pero él podría haberte frenado porque ya estaba conmigo por
entonces.
- No
es que le dejase mucha opción tampoco. Ya sabes que yo soy muy
intensa con las relaciones y eso agobia a mucha gente.
Al fin parecía que Mia comenzaba a atender razones.
- ¿Y
qué me quieres decir con todo esto Felisa? ¿Que quieres volver con
él? Haz lo que quieras, eres libre.
- No
me refiero a eso, yo ya no lo quiero de una forma romántica. Lo que
quiero decir es que lo vi tan mal y tan desmejorado que me sentí
culpable por el dinero que le quitamos. Era de los dos al fin y al
cabo y nos lo apropiamos nosotras.
-
Era lo mínimo después de lo que había hecho.
-
Pero, ¿y si lo ha pasado mal? ¿Y si no ha tenido con qué comer por
nuestra culpa? ¿No te reconcome la conciencia por eso?
-
Habrá estado bien. Este tío es muy listo y se las sabe todas…
- Se
nota que no lo viste como yo, Mia. Lo vi destruido y lo peor fue que
creo que sé quién lo dejó así.
-
¿Quién?
- Mi
hermano… Terrance antes de desplomarse me dijo algo de mi hermano,
pero no pudo decir nada más.
Mirando a Felisa con extrañeza, Mia le hizo una pregunta.
-
¿Tú ves capaz a tu hermano de darle una paliza a alguien?
- Uy
Mia, en lo que respecta a mí sí. Siempre ha sido muy protector
conmigo y en el instituto se buscó más de una bronca con otros
chicos por mi culpa.
-
Pero, ¿a qué venía entonces que le pegase una paliza después de
tanto tiempo?
- Mi
hermano es muy rencoroso y cuando vio a Terrance, no pudo evitar
pegarle por todo lo que me había hecho.
- Y
cuando Terrance estuvo aquí, ¿qué hizo cuando cogió a Ramsah?
-
Pues la calmó, la acunó y la volvió a dejar en la cuna y luego,
simplemente desapareció. Se fue sin decir nada.
Mia frunció el ceño al escuchar esas palabras.
- Me
cuesta creer que no montara ningún numerito.
- Ya
te dije que lo vi muy cambiado Mia. Tenía el pelo despeinado, barba
y unas ropas que él nunca se pondría.
-
¿Qué tipo de ropa?
-
Unos pantalones rotos y un chaquetón estilo militar. ¡Ah! Y olía
bastante mal también.
-
¿Terrance Willingam oliendo mal? Eso sí que es nuevo… Ver para
creer.
-
Pues espero que lo puedas ver con tus propios ojos.
-
¿Qué tienes en mente Felisa?
-
Quiero buscarlo, saber donde vive y… devolverle su dinero.
Unas dos semanas después, yo estaba en casa de Igashu con un dolor
de cabeza tremendo y sin ganas de nada. No paraba de pensar en mis
hijas y en sus caritas, en si estarían bien o si les faltaba algo…
Pero por mucho que estuviera preocupado por ellas, no les podía
ofrecer nada que les valiese, no en ese momento. Estaba destruido por
dentro y no tenía absolutamente nada que fuera mío.
También pensaba en lo que llegué a tener en mis manos y no lo
aprecié en el pasado… Y con eso me refería a la empresa de mi
padre. Ahora mismo podría ser el jefe de una compañía
multinacional donde tendría un trabajo estable y una posición y
dinero para mí y mis hijas. Pero no, era más importante salir en la
tele, hacer entrevistas y fotos para revistas que preocuparme por lo
realmente importante.
Porque, ¿dónde estaban ahora todos esos medios que me subían por
las nubes? Yo no los veía por ningún lado…
Lo
peor de todo era que, para que yo sentase la cabeza, tuve que pasar
por todo aquello que no fue nada fácil, pero lamentarme tampoco me
iba a sacar de ese hoyo. Era hora de tomar las riendas de mi vida y
tenía un plan en mente.
Para no pedirle dinero a Igashu, me puse a hacer autostop hasta que
llegué a mi destino. Iba a entrar como hacía siempre, pero esa vez
llamé a la puerta.
En cuanto Borja me vio aparecer por allí, suspiró y me abrió la
puerta.
-
¿Qué haces aquí Terry?
- Lo
primero un hola, ¿no?
-
Terry… Vayamos al grano, ¿quieres? ¿Vienes a por droga? Porque ya
te dije la última vez que no te daría más y vas tú y te intentas
suicidar.
Me merecía esas duras palabras de Borja, pero le tuve que hacer ver
que no había ido a su casa a por droga.
- No
vengo a por droga sino a darte las gracias antes que nada. No tenías
por qué venir a mi casa en ese momento, pero aún así lo hiciste y
me salvaste la vida. Muchas gracias tío.
- No
fue nada Terry. Simplemente me quedé preocupado por cómo te vi
marcharte y pensé que se te podría ocurrir hacer alguna locura y no
me equivoqué.
-
Pues gracias de nuevo Borja.
-
Bueno, ¿has venido para eso?
-
No, sino porque quiero pedirte que me presentes a tu proveedor.
Borja se sentó al escuchar mis palabras. ¿Realmente estaba hablando
en serio?
-
¿Pero qué me estás contando? ¿Te quieres hacer camello? Creí que
dejarías el mundo de la droga después de lo que te ocurrió…
-
¿Me lo puedes presentar?
-
Tío… No vayas por ese camino. No merece la pena. Búscate un
trabajo honrado y ten una vida normal, hazme caso.
- No
Borja, hazme caso a mí.
Pero Borja no estaba de acuerdo.
-
¡No Terry! Esta vez no te vas a salir con la tuya tío. ¿Quieres
ser camello? Búscate la vida pero conmigo no cuentes. ¿Te crees que
es fácil esta vida? Hasta yo he pensado en dejarlo porque cada día
que pasa estoy en peligro de que me maten, me pille la policía… Y
no quiero tirar por la borda mi vida o lo que me quede de ella.
-
Borja, no me quieres escuchar… ¡No quiero ser camello! Lo que
quiero es acabar con la droga en este sitio y para eso debo comenzar
por tu proveedor.
Quedándose completamente en silencio, Borja se quedó inmóvil unos
segundos antes de volver a hablar de nuevo.
-
¿Quieres cargarte el negocio de la droga?
- Sí
tío, porque a mí nada más que me ha traído problemas y he ido de
mal en peor. ¿Has visto la mala pinta que llevo? ¿Y tú? ¿Eres
feliz así? Estoy seguro de que no, por lo que quiero infiltrarme,
hacerles creer que me voy a hacer camello para luego quemar toda la
droga que tengan.
Borja se sentó a mi lado mientras me escuchaba hablar y pensaba en
mi idea.
-
Sabes que entrar ahí va a ser una locura y… muy peligroso,
¿verdad?
- Lo
sé, pero seamos realistas Borja, yo no tengo nada que perder. Estoy
solo en este mundo y no me importa morir intentando hacer de este
mundo algo mejor. Así que, ¿me vas a ayudar?
-
No, voy a hacer algo mejor…
Haciendo una llamada, Borja habló con su contacto y le contó que
tenía un buen amigo que quería unirse al negocio. Tras un breve
silencio, el contacto le comunicó que tendría que hablar con el
jefe de la organización, ya que era un hombre muy precavido y tenía
que asegurarse bien de quién trabajaba para él.
Borja
recibió una llamada a los pocos minutos de su proveedor
comunicándole una hora y un día y allí fuimos.
-
Quédate aquí Terry, yo entraré primero y hablaré con ellos antes
de que puedas entrar, ¿vale?
Acercándose a la puerta, Borja fue recibido por un militar.
-
Buenos días Borja. ¿Traes al chico?
-
Sí, está esperando allí,-dijo señalándome-.
-
Muy bien, pasa tú primero.
Haciéndolo pasar, ese militar condujo a Borja hacia el salón.
- No
sabía que eras militar, Adrián,-dijo Borja-.
- El
jefe quería verme y no me ha dado tiempo a cambiarme de ropa.
Sentándose ambos alrededor de la mesa, el militar comenzó a
preguntarle a Borja sobre mí.
-
¿Quién es ese chico amigo tuyo?
- Lo
conocí hace tiempo y se ha vuelto un íntimo amigo mío y está
pasando una mala racha económica y necesita dinero urgente porque
tiene también dos hijas… Ya sabes.
-
Sí, sin fondos y con cargas familiares, entiendo.
-
Entonces me pidió el favor de que si podía meterlo en este mundo
para tener dinero con el que pagar la manutención de sus hijas y
tal.
-
Borja, nosotros no somos ninguna ONG ni le vamos a dar dinero gratis,
eso para empezar.
Borja sabía mentir muy bien y tenía el plan bien aprendido en su
cabeza.
-
¿Te crees que no se lo he explicado? Ya le he dicho que va a tener
que conocerse bien las calles, los antros y suburbios de la ciudad.
- ¿Y
aún así quiere meterse?
-
Está empeñado y no hay quien le saque la idea de la cabeza.
-
Bien… Pues yo no veo inconveniente por mi parte. Veremos a ver qué
opina el jefe.
Levantándose, ambos se dieron la mano cerrando el trato de esa
forma. Borja había cumplido su parte por el momento…
- Le
diré a Ángel que haga pasar a tu amigo… ¿Cómo se llama?
-
Junior.
-
¿Junior? ¿No sabes su nombre?
- Me
dijo que se llamaba así y yo tampoco le voy a pedir el DNI, ¿sabes?
Ángel era el científico y quien se encargaba de crear la droga en
los laboratorios que tenían en el sótano de la casa. Saliendo
fuera, me llamó y yo me acerqué atendiendo al nombre que nos
habíamos inventado.
-
Pasa Junior. Adrián te está esperando.
-
Muchas gracias.
Haciéndome pasar al salón, busqué la silla frente a Borja para
poder mirarlo a los ojos y tener una buena visual de la puerta
principal y de las escaleras.
-
¿Necesitáis algo?-preguntó Ángel-.
-
No, estamos bien,-contestó Adrián-.
Dejándonos solos, Adrián tenía una pregunta para mí.
- Tu
amigo Borja me ha dicho que te llamas Junior, ¿cierto?
-
Sí, es como todos me llaman.
-
Bien, pero como comprenderás, si te quieres meter en este mundo,
necesitamos conocerte bien y no nos vale un simple apodo. Los demás
que te llamen como quieran, pero nosotros tenemos que saber todo de
ti.
-
Bien, mi nombre es Gabriel Ortiz. Si me llaman Junior es porque mi
padre se llamaba así también.
-
Muy bien Gabriel… Me ha dicho Borja que quieres meterte en este
mundo porque necesitas pagar la manutención de tus dos hijas,
¿verdad?
Mientras tanto, Ángel subió las escaleras y, tras llamar a la
puerta, entró en el despacho del jefe.
-
Señor, el contacto de Borja ha llegado y está entrevistándose
abajo con Adrián.
-
Muy bien Ángel, ¿cómo se llama nuestro invitado?
- Ha
dicho que se llama Gabriel Ortiz.
-
Estupendo, ahora buscaré sus datos por internet. Puedes retirarte.
Ángel se marchaba ya cuando el jefe volvió a llamarlo.
-
Por cierto Ángel, ¿cómo va la droga?
- Le
queda muy poco señor. En nada estará en la calle.
-
Genial… Necesito recuperar la posición que tenía cuando mi
negocio con Katashi Yamamoto se hundió. Y nada ni nadie me va a
impedir conseguirlo. ¡Nadie! Como me llamo Rubén que lo conseguiré.
Abajo, Adrián, Borja y yo seguíamos hablando y llevando el plan a
cabo a la perfección.
-
Bien, pues… Has pasado las preguntas con éxito,-me dijo Adrián-,
así que creo que estás preparado para unirte a nuestro equipo.
-
Genial, muchas gracias Adrián.
-
Bien, lo que haremos será lo siguiente… Te vas a encargar de una
parte concreta de la ciudad y te vas a dar a conocer. Nosotros te
diremos cómo y de qué forma para no ser demasiado descarados, ¿de
acuerdo?
De repente, Ángel entró en la habitación y se dirigió hacia
Adrián.
- El
jefe quiere ver al nuevo.
-
¿El jefe?-preguntó Adrián-. Eso no es típico de él. Normalmente
soy yo quien…
-
Pues el jefe me ha ordenado que lo suba,-dijo Ángel interrumpiendo a
Adrián-.
Levantándome del asiento, seguí a Ángel y subí las escaleras
hasta entrar en una habitación donde se encontraba el jefe
esperándome.
-
Muchas gracias Ángel,-dijo Rubén-. Déjanos solos, por favor.
En completo silencio, Ángel comenzó a marcharse mientras que Rubén
me pedía que tomase asiento.
-
Muy amable, gracias,-dije-.
-
Bien, señor Ortiz. Según parece quiere hacerse… proveedor de
nuestra droga.
-
Así es. He estado hablando con Adrián abajo y…
-
Quiero decirle,-comenzó a decir Rubén interrumpiéndome-, que no
voy a dejar entrar a cualquiera en mi negocio.
Acercándose a mí, Rubén comenzó a hablarme en un tono de voz más
suave y cercano.
-
Verá señor Ortiz, no me fio de cualquiera en este punto de la vida
después de que un crío me la jugase hace unos años.
-
¿Un crío?
- No
voy a entrar en detalles que no vienen al caso, pero yo estaba en la
cresta de la ola y me hundí por culpa de ese niñato. Tuve que huir
y esconderme hasta que el tema se calmase… Por eso ahora voy con
pies de plomo e investigo a cada uno de los que trabajan para mí y…
usted no aparece por ningún lado. No hay constancia de ningún
Gabriel Ortiz que coincida con su físico así que se lo preguntaré
directamente: ¿Quién es usted?
CONTINUARÁ…
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