Lo que no sabía ninguno de los hombres era que Ainhoa, una de las
antiguas chicas de Katashi, los estaba grabando gracias a una cámara
instalada en el vaso de café. Había grabado toda la conversación y
sin que nadie sospechase nada. ¡Eso sí que era un triunfo!
Yéndose de allí antes de que pudieran verla, Ainhoa se dirigió
hacia el punto de encuentro con Isa, quien la estaba esperando hecha
un manojo de nervios.
- Ya
estoy aquí, Isa.
Dándole un fuerte abrazo, Isa recibió a Ainhoa con gran alivio.
-
¿Cómo te fue? ¿Te has enterado de algo?
-
Escúchame… Lo he pillado todo absolutamente. Qué lista fuiste
cuando salió en la tele el abogado de Kike y lo pudiste reconocer.
-
Pues claro, ese tío fue un bruto y me violó de una forma que jamás
olvidaré… Nunca se me irá de la cabeza lo mal que me lo hizo
pasar. Cuando lo vi en la tele fue cuando comencé a sospechar de que
algo no iba bien. Por eso decidí contratar al investigador privado…
Menos mal que el dinero de mi difunto marido no lo encontró Katashi
porque ahora estaríamos en la calle.
- Y
que lo digas…
-
Bueno, cuéntame, ¿qué han dicho?
Sonriendo orgullosa, Ainhoa le dio el vaso falso donde había captado
a aquellos hombres y comenzó a contarle todo de lo que se había
enterado.
Sabiendo que esa prueba sería más que decisiva para implicar a los
verdaderos culpables, Isa llamó al detective para comunicarle la
noticia.
-
Detective, los tenemos.
Al cabo de un par de días, Henry y Kike estaban en el gimnasio
entrenando sin saber que, en ese mismo instante, estaban entrando en
la cárcel los primeros implicados en el caso Yamamoto, como se le
había llamado a dicho caso públicamente.
Nada más y nada menos que Roberto Gavira, el juez que llevaba el
caso, Augusto Plasencia, el abogado de Kike y Alan Clifford, el
funcionario de prisiones de ese centro penitenciario eran los
primeros damnificados por el reciente bombazo que había salido a la
luz sobre la muerte de Katashi, su local de alterne ilegal y sus
trapicheos con la droga.
Pero eso no era todo. Las primeras declaraciones de los detenidos y
el giro en la investigación del caso apuntaban a que habría más
detenciones en las próximas horas y de cargos importantes en el
gobierno. Se rumoreaba que uno de ellos era el alcalde…
-
Venga señoritas, con paso ligero bajamos las escaleras y nos
dirigimos a la zona donde permaneceréis una larga temporada,-dijo
Álvaro con una sonrisa en la cara-.
- Lo
estás disfrutando, ¿verdad mamón?-dijo Alan-.
- Tú
cállate si no quieres pasarte una semana más ahí dentro. Sabía
que había algo en ti que no me terminaba de convencer y al final has
caído… Todo cae por su propio peso y aquí están las
consecuencias.
Dirigiéndose a la zona de aislamiento, Álvaro los fue metiendo de
uno en uno en las celdas donde se pasarían encerrados todo el día,
harían sus necesidades y comerían en completa oscuridad y sólo
podrían salir de la celda media hora al día para ir al patio y
absolutamente solos, sin compañía de nadie más.
Alan estaba acostumbrado a ese ambiente porque llevaba bastante
tiempo trabajando allí y sabía lo que se cocía pero… Quienes
peor lo iban a pasar eran el juez y el abogado. Esos sí que no
sabían lo que se les venía encima.
Dejándolos a todos metidos en sus celdas, Álvaro fue en busca de
Henry y Kike para… avisarles de algo que les iba a gustar y mucho.
-
Chicos, creo que deberíais subir para ver esto.
-
¿Qué ocurre jefe?-preguntó Kike-.
-
Subid y lo veréis.
-
Venga vamos,-dijo Kike mirando con extrañeza a Henry-.
Bajando de la cinta, Henry se dirigió a Álvaro bastante preocupado.
- Ha
ocurrido algo grave, ¿verdad?
-
Nada que os afecte a vosotros… Bueno, a Kike sí le afecta y
bastante en realidad.
-
¿Algo sobre mi caso?-quiso saber el muchacho-.
-
Vosotros id hacia el patio y yo ahora os alcanzo.
-
Pero...-dijo Henry-.
-
Hacedme caso chicos, por favor.
Sin saber mucho qué era lo que estaba sucediendo, ambos presos
hicieron caso a Álvaro y se fueron al patio donde se encontraron a
Abdel y a Ethan jugando al baloncesto. Sentándose en uno de los
bancos de allí, se pusieron a esperar.
No mucho después, apareció un Álvaro pletórico, con una sonrisa
de oreja a oreja que se dirigió directamente a Abdel.
-
¿Qué tal Abdel? ¿Jugando al baloncesto?
-
Sí… ¿Qué pasa jefe?
-
Nada, nada… Solo que… Estaba pensando en la vida y en cómo da
vueltas y pone a algunos arriba cuando estaban abajo y viceversa.
- No
te entiendo, jefe.
-
Pongamos un ejemplo… Imagina que tú eres el rey de este módulo,
nadie te tose ni te dice nada y, de repente, llega un crío de 17
años y te pone todo patas arriba. Primero provoca que tu proveedor
de droga se largue, después que te manden a aislamiento tras la
paliza que le pegaste y que captaron las cámaras de seguridad y que,
ahora, te mandemos a aislamiento DE POR VIDA porque… Un tal Augusto
Plasencia tiene la lengua muy larga. Pero eh, es un ejemplo nada más.
Cualquier coincidencia con la realidad es pura casualidad...-dijo
Álvaro intentando reprimir la risa-.
Volviéndose hacia Kike, quien estaba como si toda la movida no fuera
con él, Abdel comenzó a acercarse peligrosamente con un objetivo en
mente…
Colocándose en medio, Henry empujó a Abdel con el pecho.
- ¿A
dónde te crees que vas?
-
Abdel Bari,-dijo Álvaro colocándole las esposas-. Por fin vas a
dejar de hacer daño a la gente porque te vas a aislamiento… Para
siempre.
-
Esto no va a quedar así. ¡Me las pagaréis!-comenzó a gritar-.
Dándole un empujón, Álvaro se lo llevó hacia dentro conduciéndolo
hacia la zona de aislamiento, donde pasaría sus días y sus noches
desde ese momento.
Mirando a Ethan, Henry le hizo un gesto con la cabeza.
- ¿Y
tú? ¿Tienes algo que decir?- pero Ethan agachó la cabeza y salió
del patio sin decir ni una sola palabra-.
Antes de irse, Ethan pudo ver cómo Henry se abrazaba al muchacho
dándole la enhorabuena.
-
Sabía que no te merecías estar aquí. Ahora que todo se ha aclarado
saldrás a la calle y disfrutarás de tu vida. Prométeme que no la
cagarás como yo hice y que vivirás tu vida completamente feliz y
que te olvidarás de todo lo que ha pasado, ¿de acuerdo?
-
No… No podré olvidarme de mi madre, de lo que aprendí en esa
situación y tampoco de ti… Amigo.
Mirando fijamente a Álvaro, Abdel acababa de ser encerrado en su
celda de aislamiento completamente serio y en silencio.
-
Hasta pronto,-se despidió Álvaro mandándole un beso con la mano-.
-
¡Te vas a enterar, hijo de puta!
Subiendo de nuevo, Álvaro se encontró con Henry y Kike con una gran
sonrisa.
-
Esto hay que celebrarlo,-dijo Henry-. Y sé la manera perfecta…
Esto es un gran cambio y yo también voy a cambiar.
-
¿Qué tienes en mente?-preguntó Álvaro-.
Pidiéndole un favor, Álvaro se lo concedió y Henry pudo cambiar,
radicalmente, su apariencia cortándose el pelo y recortándose la
barba hasta niveles que llevaba sin ver desde hacía años.
-
Parezco otro… Joder.
Saliendo del baño, Henry le agradeció a Álvaro que viniese un
peluquero con tanta rapidez y ni el propio funcionario ni Kike podían
imaginarse que aquel tipo seguía siendo Henry.
- Es
que… Has cambiado completamente tío,-decía Kike-. No me extraña
que la gente se crea que eres nuevo.
-
Porque los tatuajes no engañan, que si no ya te digo yo a ti que
podría hacerme pasar por uno nuevo jaja.
Dirigiéndose a Henry, Álvaro le comunicó algo que le acababa de
decir a Kike.
-
Henry, te digo lo mismo que le he dicho a Kike hace un momento… El
nuevo juez que lleva el caso Yamamoto le ha concedido la libertad a
Kike porque ha visto las pruebas reales, ha visualizado las
grabaciones de seguridad del día de las muertes en el local donde
estaban y comprende que no lo hizo por gusto, sino en defensa propia
ante la amenaza que suponía Katashi.
-
¡Genial!-se alegró Henry-. Eso significa que…
-
Mañana a primera hora saldrá de aquí.
Dicho y hecho, tras despedirse de Henry en condiciones, pegarse una
ducha y colocarse ropa de calle, Kike se encaminó hacia la entrada
tras darle las gracias a Álvaro por cómo se había comportado con
él.
-
Procura que no te vuelva a ver aquí dentro, sino fuera tomando una
cerveza, ¿vale?
-
Trato hecho jefe.
Al salir, Kike respiró hondo y una inmensa alegría le invadió su
corazón. ¡Era libre! Y sus problemas con la justicia habían
acabado… Lo mejor fue cuando miró a su alrededor y vio a Isa
esperándolo apoyada en su coche.
Corriendo hacia ella, Kike la abrazó con fuerza, como queriéndose
unir en una sola persona.
-
Gracias por no abandonarme. Sabía que no lo harías.
-
Nunca lo haremos. Todas las chicas hemos estado pendientes de las
noticias y removimos cielo y tierra para hacer justicia y por fin
podemos dormir tranquilas. Sólo siento que… Tu madre no pueda
estar aquí para verlo.
Hundiéndose un poco, Isa comenzó a sollozar cuando Kike intentó
animarla.
- Sé
que desde donde esté nos mira y sabe que estamos bien. Ella te
quería con locura y fuiste siempre un gran apoyo para mi madre. Me
dejó en buenas manos cuando murió y no podría estar más feliz de
saber que te tengo a ti, Isa.
- No
sabes lo que echo de menos a tu madre…
- Yo
también… Es muy duro, pero tenemos que seguir adelante, continuar
luchando y, ahora más que nunca, buscar nuestra felicidad. No
podemos hundirnos en nuestras miserias.
-
¡Bien dicho! Mira, vamos a hacernos una foto para inmortalizar este
momento.
Sacando su móvil, Isa se hizo varias selfies con Kike, quien sonreía
feliz de poder estar en la calle.
-
Uy, qué guapos salimos. Sobre todo tú, Kike. Menuda planta tienes.
En eso te pareces a tu madre, que por donde pasaba se llevaba todas
las miradas de la gente de su alrededor.
-
Bueno, yo no diría tanto, pero gracias.
-
Venga, vámonos a casa…
Poniendo rumbo hacia su nuevo hogar, cuando llegaron Kike no podía
creérselo.
-
¿Vamos a vivir aquí?
-
Exacto. Compré la casa hace poco y está prácticamente a estrenar.
- ¿Y
quiénes viviremos aquí?
- Tú
y yo. Las demás chicas han vuelto a sus casas con sus familias o han
emprendido una nueva vida por su cuenta. Pero no te preocupes que
estamos todas en contacto y nos vemos una vez a la semana.
-
Qué bien… Tengo unas ganas locas de verlas y abrazarlas.
CONTINUARÁ...
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