domingo, 10 de noviembre de 2019

Capítulo 9 || Trampas


Kike se dirigió con furia hacia Abdel dispuesto a pegarle, pero haciéndole una llave, consiguió esquivar el golpe y agarrar a Kike para pegarle un rodillazo en la cara.



 Desde la celda de aislamiento, Henry no paraba de golpear la puerta gritando para que parase, pero ninguna de sus quejas estaba teniendo resultado.
- ¡Hijo de puta! ¡Te vas a enterar cuando salga de aquí, Abdel! ¡Tendrás tu merecido!


 Abdel se estaba cebando con el muchacho, quien ya había dejado de intentar zafarse y lo único que se le pasaba por su cabeza era morir. Que Abdel acabase con él para, así, terminar con su sufrimiento en ese mundo.


 A todo esto, Ethan le hablaba a Álvaro para entretenerlo y que no se diera cuenta de que Abdel se había escapado.
- Y entonces el loco le dijo al otro: “Pues menos mal que no he venido”, jajajajajaja, ¿lo has pillado jefe?
- Ethan, no tiene ni puta gracia. ¿Qué te ha dado hoy con los chistes?

- Venga jefe, un poquito de alegría hombre, que nunca viene mal, ¿no?


 Cuando Abdel comenzó a cansarse, empujó a Kike tirándolo al suelo y se marchó. Levantándose como podía, escuchó cómo Henry no paraba de preguntarle si estaba bien, a lo que le contestó haciéndole un gesto positivo con la mano. Yéndose al baño, Kike comenzó a lavarse la cara y a quitarse la sangre de encima.


 Estaba destrozado en mil pedazos. Sin su madre ni con las chicas a su lado, en una prisión llena de asesinos, ladrones y extorsionistas profesionales, con una paliza en el cuerpo y con sólo 17 años… ¿Por qué la vida era tan dura y tan injusta? ¿Qué mal había hecho él para pagar tan alto precio a tan corta edad?


 Mientras tanto, en el comedor Álvaro avisaba para que recogiesen los platos y se fueran ordenadamente a la zona de duchas.
- Thomas, lleva esos platos a la cocina y únete a la fila.

- Está bien jefe. Tú mandas.


 Bajando todos, entraron en el baño y allí se encontraron con Kike con la cara hecha un cristo. Dándose cuenta de que faltaba Abdel, todos supieron al instante qué había ocurrido.


 Viendo que Abdel no estaba en la fila, Álvaro comenzó a preguntarles a los presos dónde se había metido justo cuando entró por la puerta con aires de grandeza.
- ¿Dónde coño estabas Abdel?
- Fui a recoger la sudadera, que me la había dejado en el gimnasio, eso es todo jefe.

- Ya llevas dos advertencias, a la tercera te mando a aislamiento de una patada. ¿Y a ti qué te ha pasado en la cara?-preguntó a Kike-.


 Mirando a Abdel, Kike agachó la cabeza y contestó.
- Nada que… Me he tropezado y me he dado un golpe con los bancos de ahí.
- Ya veo…-dijo Álvaro-. Ten más cuidado la próxima vez, ¿vale? Que parece que te hubiesen dado una paliza… ¿No es cierto Abdel?
- ¿Cierto? ¿El qué?
- Que parece que le hubiesen dado una paliza a Kike.

- No sé de lo que me habla jefe…


 Al cabo de un par de semanas, estando todos en sus celdas, otro de los funcionarios tenía un mensaje para Kike y, dirigiéndose hasta su módulo, pudo verlo sentado en su cama.


 Avisándole, Kike se levantó sin saber qué ocurría.
- ¿Qué pasa Alan?-preguntó con curiosidad-.
- Tu abogado, ha venido a hablar contigo sobre tu caso. Te está esperando en la sala de reuniones.
- Anda coño, si existo para el sistema judicial. Yo creía que ya me habían encerrado y tirado la llave.

- Venga, compórtate ahora ¿vale?


 Saliendo de la celda, Kike pasó por delante de la de Abdel, que se quedó mirándolo fijamente.
- ¿Y tú qué coño miras?-increpó Kike-.

- ¡KIKE!-gritó Alan-. Tengamos la fiesta en paz.


 Entrando en la sala, Kike tenía un considerable enfado encima cuando pudo ver a su abogado con una sonrisa idiota en la cara.
- Tenéis una hora para hablar,-dijo Alan antes de irse y cerrar la puerta-.


 Estando ya solos, el abogado comenzó presentándose.
- Me llamo Augusto Plasencia y seré tu abogado a partir de ahora. Bien, me han pasado los papeles de tu caso y he de decir que es algo complejo, pero con mi ayuda saldrás de aquí muy pronto.
- ¿Por qué habéis tardado tanto en venir?-preguntó directamente Kike-.
- Bueno, ya sabes que los abogados de oficio estamos hasta arriba de trabajo y a veces es complicado sacar tiempo.
- Si usted lo dice…
- Bien, las cosas están complicadas, tengo que ser completamente sincero.
- ¿Complicadas? ¿A qué se refiere?
- En el lugar de los hechos había dos cuerpos como bien sabes.
- Claro, mi madre y… ese tío.
- Efectivamente, la señorita María de las Angustias de la Salle y el señor Katashi Yamamoto. Pues bien… Dijiste en tu declaración preliminar que el señor Yamamoto había matado a tu madre pero… La autopsia y las pruebas que se recogieron dicen lo contrario.

- ¿Como dice? ¡¿Está usted bien de la cabeza?!


 Sorprendiéndose tras el grito de Kike, el abogado tragó saliva y continuó hablando.
- Tranquilízate Kike, yo estoy de tu parte, no te olvides de eso. Te estoy informando de cómo va el caso en este momento. Verás… Han encontrado tus huellas por todo el cuerpo de tu madre, por el cuchillo con el que dijiste matar al señor Yamamoto y que concuerdan con las heridas de su cuerpo… Pero no se han encontrado sus huellas sobre el cuerpo de tu madre.
- ¿Y qué me dice de las cámaras de seguridad?

- Eran falsas, no estaban conectadas así que no hay nada…


 Sin poderlo evitar, Kike comenzó a pegar golpes en la mesa y a gritar como un loco.
- ¡YO NO MATÉ A MI MADRE! ¡Fue Katashi! ¡Lo juro! ¿Y qué hay de las chicas? ¿Las han llamado a declarar?
- La última vez que las vieron fue embarcando en un avión y saliendo del país.
- Eso es imposible, no me dejarían tirado como una colilla. Eso es imposible… ¡Ellas estaban ahí encerradas en contra de su voluntad al igual que mi madre!
- Pues… En el registro que se le hizo a la vivienda del señor Yamamoto se encontraron los contratos y las firmas de todas y cada una de las chicas y hemos comprobado que son las auténticas…

- Esto no puede estar pasándome. Debe de ser una pesadilla y cuando me despierte lo haré en mi cama junto a la de mi madre…


 Se hizo un silencio un poco incómodo en ese momento, mientras que Kike comenzaba a llorar y su abogado respiraba profundamente.
- Bueno… El juicio no está perdido aún. Encontraremos las pruebas suficientes para demostrar tu inocencia. Removeré cielo, tierra y mar para encontrar a las compañeras de tu madre. Te lo prometo…


 Durante esa hora, Alan volvió a la zona de celdas donde Abdel le llamó para que se acercase.
- ¿Quién ha venido a ver al pardillo?-preguntó Abdel con curiosidad-.
- El abogado del muchacho y… Al parecer no trae buenas noticias.
- ¿Quién es su abogado?
- Uno de oficio. Creo que se llama… Algo como Eugenio, Eustaquio o algo así.
- Ni puta idea…
- ¡No! Augusto. Eso es, se llama Augusto Plasencia.
- Venga ya… ¿En serio?-dijo Abdel comenzando a sonreír-.
- ¿Lo conoces?-preguntó Alan-.

- Sí y necesito hablar con él…


 Kike no estaba nada convencido con su abogado y todo lo que le había contado parecía sacado de una película de ciencia ficción digna de Hollywood. Daba la sensación de que se había formado un auténtico complot donde él sería el que pagaría el pato.


 Avisando de que habían terminado, Alan fue a recoger a Kike cuando éste salió más enfadado que antes.
- Kike, ¿dónde vas?
- Necesito pegarle al saco.
- Kike, sabes que no se puede.

- ¡Que me dejes pegarle al saco, joder!


 Poniéndose los guantes, Kike comenzó a descargar toda la rabia y la adrenalina que tenía en su interior pensando en su abogado y en todo lo que le había contado. Tenía que ser una broma… No podían cargarle la muerte de su madre, de su propia madre…


 Mientras tanto, Alan dejaba pasar a la sala a Abdel.
- Me la estoy jugando mucho por ti, Abdel. Más vale que valga la pena…

- Que sí, tranquilo jefe. Ya sabes que a final de mes tendrás tu paga extra como siempre…


 Entrando en la sala, Abdel vio cómo Augusto recogía los papeles del caso de Kike cuando lo saludó.
- Pero mira a quién tenemos aquí...-dijo Abdel-.
- Hombre… Abdel… Qué agradable… sorpresa.
- ¿Me has echado de menos?
- Uh, sí. Ya sabes que somos buenos amigos.
- ¿Y qué te ha impedido venir a verme durante estos dos años?

- He tenido mucho trabajo, he vuelto a ser padre, mi mujer y yo hemos pasado por una crisis… Muchos problemas Abdel.


 Cogiendo las riendas de la conversación, Abdel contestó a la excusa de Augusto.
- Problemas con tu mujer… Normal, si no parabas de follarte a las putas de Katashi.
- Cállate la puta boca hombre, que te pueden oír.
- No te preocupes, el funcionario de ahí fuera está conmigo; lo tengo comprado y no dirá nada.
- Bueno, tú mantén la boca cerrada por si acaso. Que las paredes tienen oídos.

- ¿Y qué hay de mi caso? ¿Se sabe algo?


 Sonriendo, Augusto contestó con un tono de voz nervioso y entrecortado.
- De momento sigue igual… No he podido mover muchos hilos porque el caso de Katashi ha levantado un revuelo enorme y, si sale todo a la luz, va a salir mierda de todo el mundo comenzando desde lo más bajo hasta las altas cúpulas de la sociedad.
- Le estaréis echado toda la culpa al chico, ¿verdad?
- ¿Te crees que no sabemos hacer bien nuestro trabajo?
- Eso espero, porque quiero cargarme a ese crío sin tener consecuencias y de eso te vas a encargar tú.

- ¿Yo? A mí no me metas en más líos que suficiente tengo en la cabeza ya.


 La mirada de Abdel hizo que Augusto se callase al instante y tragase saliva.
- Está bien. Haré lo que pueda…

- Así me gusta. Si lo haces bien podrás pegarte unas buenas vacaciones pero si no… Podrás decirle adiós a tu nuevo hijo.


 Levantándose, Abdel le tendió la mano a Augusto que se la estrechó sin rechistar.
- Es un placer hacer negocios contigo, Augusto. Dale recuerdos a tu mujer de mi parte…


 Saliendo de la prisión, Augusto llamó al juez instructor del caso y se reunió con él en un parque.
- Señoría...-saludó Augusto-.
- Aquí no me llames de esa forma… Llámame por mi nombre Augusto.
- Vale Roberto… Acabo de salir de hablar con Enrique de la Salle.

- ¿Y bien?


 Sentándose uno al lado del otro, Augusto le contó al juez lo sucedido.
- Le he contado que se le va a acusar de asesinar a su madre y a Katashi, que las cámaras eran falsas y que se han encontrado los contratos de las chicas en la casa del propio Katashi.
- Estupendo, ¿y cómo ha reaccionado?
- Se ha puesto hecho un basilisco y ha salido hecho una furia de la sala…
- Normal jeje. Buen trabajo Augusto.
- ¿Al final qué ha pasado con las grabaciones de las cámaras de seguridad?
- Están todas a buen recaudo y nadie las encontrará nunca; el experto en grafía también mantendrá la boca cerrada con todo el dinero que se la ha pagado por falsificar las firmas en los supuestos contratos de trabajo, así que todo está saliendo a pedir de boca.
- ¿Y qué pasa con las chicas?
- ¿Qué chicas? ¿Las putas? No hay ningún problema con ellas porque, aunque dijeran algo, sería la palabra de ellas contra la nuestra así que… No tienen ninguna prueba que indique que nosotros estuvimos allí, que estemos implicados… Nada de nada.

- Genial, las cosas no pueden ir mejor...-dijo Augusto sin sospechar que había alguien que los vigilaba a lo lejos-.



CONTINUARÁ...

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