jueves, 21 de noviembre de 2019

Capítulo 13 || Trampas

Al día siguiente, justo cuando Kike salió de casa se encontró a su padre esperándolo fuera. Tras el follón que se había formado el día anterior, le sorprendió mucho verlo ahí.
- ¿Qué haces aquí?
- Quería verte y pedirte disculpas.
- No tienes por qué decirme nada, así que será mejor que no me entrometa más en tu vida y que todo siga como antes hasta que aparecí.



 Pero Eduard tenía otra idea en mente.
- De eso nada… Ya dije ayer que te quiero involucrar en la familia y se tendrán que acostumbrar a ello, les cueste lo que les cueste. Y por eso te voy a meter a trabajar en una de las tiendas que tenemos.
- ¿A trabajar? ¿De qué?
- Tenemos varias tiendas de ropa y complementos del hogar y te voy a meter junto con tu hermano Dylan para que aprendas el oficio y ponerte al cargo de una nueva que voy a abrir en unos meses, ¿te interesa la idea?


 La verdad es que el hecho de pensar que tendría trabajo con condiciones legales, vacaciones y sueldo fijo le llamaba mucho la atención.
- Pues… No te voy a decir que no.
- Estupendo. Pues vayamos a cambiarte de ropa, que te tendrás que poner el uniforme.


 Tras ponerse la ropa de trabajo, Eduard acompañó a Kike hacia la tienda donde trabajaría desde ese momento.
- ¿Todo esto es tuyo?
- Sí, es nuestra hijo. Y tenemos otras cinco tiendas más y una sexta prevista para abrir.


 Al entrar en la tienda, Dylan fue a saludar a su padre cuando vio a Kike y su expresión cambió radicalmente.
- ¿Qué hace este aquí?-preguntó Dylan-.
- Saluda a tu nuevo compañero de trabajo, Dylan. Kike te acompañará a partir de ahora y le enseñarás todo lo que hay que hacer porque lo quiero poner al frente de la nueva tienda que vamos a abrir.
- ¿Te has vuelto loco, papá?
- No. Sé perfectamente lo que me hago así que cambia esa cara que has puesto y enséñale a tu hermano lo que hay que hacer.
- Que él no es…
- ¡Dylan!-dijo Eduard alzando un poco la voz-.


 Mirando a Kike, Eduard sonrió y se dirigió a él.
- El oficio es sencillo. Tratar con los clientes y ayudarlos si tienen alguna duda, aconsejarlos siempre desde la sinceridad y sonreír y ser simpáticos. Algo que se le da muy bien a tu hermano, ¿verdad Dylan? Bien, ahora os dejo solos que yo me tengo que ocupar del papeleo de la otra tienda. ¡Nos vemos después!


 Eduard se quedó atrás mientras veía cómo Dylan comenzó a explicarle ciertas cosas a Kike con su cara de simpatía usual cuando él estaba delante. Para Eduard, ver a sus dos hijos juntos era causa de orgullo.


 Verlo en la caja, haciendo todo lo que Dylan le había enseñado, le hizo darse cuenta a Eduard que Kike llevaba los negocios en la sangre y que sería un gran trabajador. Había apostado por él y todos saldrían ganando.


 Cuando empezaron a entrar los clientes, Dylan les dejó un tiempo razonable para que mirasen lo que querían antes de acercarse a ellos e intentar ayudarles.


 Creyendo que su padre se había marchado, Dylan se sorprendió cuando éste se le acercó por detrás y le dijo unas palabras.
- Dylan, hijo mío, si no levantas la cara del suelo te la vas a pisar.
- ¿Pero tú no te ibas?
- ¿Tantas ganas tienes de que me vaya?
- No pero, como habías dicho que te ibas a hacer algo de la otra tienda creí que tenías prisa.
- Ya me voy… Y a ver cómo te comportas con tu hermano. Hazme el favor de tratarlo bien y tener paciencia porque es nuevo en esto.
- Sí papá…


 Acercándose a uno de los clientes, Dylan comenzó a sonreír y a tratarlo con una amabilidad que Kike nunca había visto. Viéndolo desde la caja, hasta le daba la sensación de que su hermano mayor era simpático y todo.


 Un rato después, fue Kike el encargado de procesar las compras del cliente que había hablado con Dylan y, sorprendentemente, no lo hacía mal del todo.


 Al cabo de un par de horas, Kike ya llevaba dos ventas en su haber y Dylan estaba apuntándolo todo a regañadientes. Le daba rabia que fuera bueno, pero por mucho que su padre le hubiera dicho que lo tratase bien, él no le iba a poner las cosas fáciles.


 A Dylan se le había ocurrido una idea para que Kike no siguiera allí en la tienda y dejarle vía libre a él. Por muy hermano que dijera que era, había llegado de repente y no le iba a cambiar su rutina ni su forma de vida. Dylan tenía unos planes e iba a seguirlos a rajatabla.


 Pasados unos minutos, un chico rubio apareció por allí a saludó efusivamente a Dylan, quien comenzó a charlar con él.
- Quería darte las gracias por cuidar tanto de mi familia. Para mi mujer y para mí significa mucho esto que has hecho por nosotros.
- No es nada, Esteban, para mí es un auténtico placer. Somos vecinos y amigos, ¿verdad? Pues los amigos se cuidan mutuamente.
- Fue una putada que me echasen del trabajo teniendo que pagar la hipoteca, los gastos típicos… Estábamos asfixiados.


 Dylan le restaba importancia a ese hecho mientras que Kike observaba mortalmente serio sabiendo lo que estaba haciendo su hermano.
- Nada Esteban. Yo necesitaba a alguien aquí y ya que estaba sólo, ¿por qué no contratar a uno de mis mejores amigos?
- Gracias, de verdad te lo digo. Te debo una Dylan.


 Sabiendo que Dylan no contaba con él y lo ignoraba completamente desde el momento que llegó Esteban a la tienda, Kike se marchó de allí sin decir absolutamente nada, con un nudo en la garganta tan fuerte que le dificultaba tragar y, de esa forma, comenzó a dar vueltas dirigiéndose hacia la casa de su padre para contarle lo sucedido.


 Estando ya a dos calles de distancia, Kike creyó ver a lo lejos a Dylan entrando en una casa que no era la suya. Extrañado, miró el buzón y pudo ver que se trataba de la casa de la familia Blasco.
- ¿Qué coño hará Dylan aquí?


 Acercándose cuidadosamente, Kike pudo comprobar cómo su hermano estaba charlando animadamente con una mujer, quien se imaginó que sería la esposa de Esteban. Afinando el oído e intentando escuchar la conversación, oyó algo de lo que hablaban.
- Con Esteban en la tienda, ya no habrá que preocuparse de nada.
- Eres un sol, Dylan. Te lo agradezco mucho.
- No hay de qué Micaela.
- Es que… Con todo el estrés que llevamos encima, se me engarrotan los hombros y estoy en tensión todo el día. No te puedes imaginar cómo estoy...


 Ofreciéndose para hacerle un masaje, Micaela aceptó y se colocó de espaldas a Dylan, quien comenzó a masajear la zona superior de la espalda mientras Kike seguía observando la escena de lo más intrigado. ¿Ahí no había gato encerrado?


 ¡Sus sospechas eran ciertas! En cuanto Dylan terminó de hacerle el masaje, Micaela se volvió y besó dulcemente la boca de su hermano. ¡Menudo bombazo del que se había enterado!


 Este hecho Kike tenía que aprovecharlo a su favor por lo que pudiera pasar en un futuro, así que sacó su móvil y comenzó a hacer varias fotos. Una de ellas fue un selfie donde captó a la perfección a su hermano besando a la mujer de Esteban.


 Yéndose de ahí antes de seguir viendo cosas que no quería, fue a la casa de su padre y, justo cuando fue a llamar, se dio cuenta de que la puerta estaba abierta, así que entró y comenzó a preguntar si había alguien en casa.


 Allí no contestaba nadie pese a que escuchaba ruido proveniente del piso superior.
- ¿Hola? ¿Hay alguien ahí? Subiré a ver...


 Imaginad la sorpresa que se llevó Kike cuando se encontró que el ruido venía de uno de los dormitorios donde un chico estaba tumbado en la cama mientras le practicaba sexo vaginal a una de sus hermanas, sexo oral a la otra gemela y, entre ellas, se daban un largo y húmedo beso.


 Saliendo de allí antes de que se dieran cuenta de su presencia, Kike comenzó a reflexionar sobre qué tipo de familia era la que tenía su padre en casa. ¿Dylan siendo el amante de una mujer casada? ¿Mandy y Candy manteniendo relaciones incestuosas? ¿Qué sería lo siguiente?


 Pudiendo asomarse a una ventana, Kike volvió a sacar su móvil para hacer fotos de ese hecho y, lo que vio ya no le sorprendió. Ese día estaba siendo una pillada detrás de otra y, como se suele decir, no hay dos sin tres.


 Pocos minutos después, Kike se escondió cuando escuchó cómo sus hermanas hablaban entre ellas y con aquel chico.
- Chicas, ahora vengo,-dijo el muchacho-.
- ¿A dónde vas?-preguntaron las gemelas-.
- Al baño, que me tengo que limpiar… todo-.


 Entrando en la habitación de enfrente, Kike pudo mirar por la ventana cómo se sentaba en la cama y se besaba con nada más y nada menos que Amanda, la mujer de su padre. ¿Qué coño estaba pasando ahí? Volviendo a sacar su móvil, Kike hizo varias fotos para no desperdiciar esa ocasión.


 Bajando las escaleras con una sonrisa tonta en la cara, a Kike le había desaparecido ese nudo en la garganta junto con el cabreo que traía en un principio. Ahora tenía pillado a todo el mundo y sin habérselo propuesto. ¿Sabría su padre de todo aquello? ¿Tendría que decírselo o actuar como si nada? Tenía que pensar en ello y ver cómo actuaría desde ese momento…



CONTINUARÁ…

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