domingo, 17 de noviembre de 2019

Capítulo 12 || Trampas

A la tarde de ese mismo día, Kike fue a boxear tras enterarse de la terrible noticia en la que el autobús que transportaba a varios presos de una cárcel a otra había explotado y todos habían muerto, entre ellos Henry… O eso creía.
- ¿Por qué ha tenido que morir?-se preguntaba Kike-. Había cometido sus errores pero era un buen tío… Joder, qué injusta es la vida. Lo bueno de todo esto es que Abdel también ha muerto junto con otros más que me tenían entre ceja y ceja cuando estuve allí. Ni que hubiera sido a propósito vaya…



 Mientras tanto, Eduard Redson acababa de entrar en el gimnasio buscando a Kike. ¿Para qué lo quería encontrar?


 Mirando por todos lados, no lo encontraba y Eduard comenzaba a desesperarse.
- ¿Pero dónde se habrá metido este chico? Me dijeron que entrenaba aquí… Miraré en el piso de arriba.


 Subiendo, al único que vio dándole al saco fue a Kike. Contemplándolo sin que éste se diera cuenta de su presencia, Eduard suspiró.
- A la hora de golpear no te olvides cubrirte la cara,-dijo Eduard-.


 Volviéndose a ver quién le había hablado, Kike descubrió de quién se trataba y su cuerpo se congeló al instante. No sabía cómo reaccionar pero ahí estaba su… padre biológico.


 Fijándose en todos y cada uno de los detalles de la cara de aquel hombre, Kike sonrió al ver un gran parecido entre ambos. Vaya, no se podía negar que fuera hijo suyo.


 Acercándose a Kike, Eduard lo abrazó para sorpresa de éste pero, después del primer shock, Kike correspondió al abrazo.
- ¿Cómo me has encontrado?-preguntó Kike-.
- Hablando con gente de aquí y de allá di con tu casa y allí una amable mujer me dijo dónde entrenabas… Hijo, siento lo de tu madre. Yo la quería mucho.


 Separándose de él, Kike le hizo una pregunta directa y sin miramientos.
- Y si tanto la querías como dices, ¿por qué nunca supe de ti? Mamá me decía que la dejaste tirada cuando te dijo que estaba embarazada de ti y que le dijiste que no le podía endosar a ese niño siendo ella puta. ¿Sabías que sufrió un aborto antes de yo nacer?
- ¿Cómo?
- ¿No te lo dijo? Sí, se quedó embarazada y el hijo de puta de… Katashi,-dijo Kike tras un breve silencio-, le pegó una paliza que le provocó el aborto, por eso perdió tantos kilos y se quedó consumida por la droga que le metían allí.
- Joder, no tenía ni idea te lo juro… Claro, ahora ya todo me cuadra… Por eso la vi tan delgada cuando volví a verla después de ser padre.


 Las cosas estaban comenzando a aclararse entre ambos y sin reproches de por medio, lo que favorecía una conversación bastante fluida.
- ¿Y por qué no volviste después?
- Lo pensé y estuve a punto varias veces pero… Mi mujer se enteró de que la engañaba y estuvimos a punto de separarnos. Logré que me perdonase, pero a cambio le prometí no volver a salir sin que ella supiera en todo momento dónde estaba y… Esa fue la causa de que no volviese. Pero ahora que nos hemos encontrado te prometo que nada ni nadie nos va a separar. Ven, te llevaré a casa y te presentaré formalmente.


 Saliendo del gimnasio, pusieron rumbo hacia la casa de Eduard y desde fuera pudieron ver a alguien en el salón viendo la tele.
- Esa es mi mujer… Tú espera aquí hasta que yo te haga una señal y puedas entrar, necesito reunirlos a todos primero.
- Está bien,-afirmó Kike bastante nervioso-.


 Entrando en la casa, Eduard saludó a su mujer.
- Hola mi vida, ¿qué ves?
- Pues nada importante, estaba haciendo zapping. ¿Y tú qué tal corazón?
- Muy bien, con grandes noticias que contaros… ¿Dónde están todos?
- En sus habitaciones creo.
- ¡Chicos! Venid aquí, que necesito contaros algo.
- ¿Qué pasa cielo?-preguntó extrañada la mujer de Eduard-.


 Una vez que todos estaban reunidos en el salón, Eduard le hizo un gesto a Kike para que entrase mientras iba preparando a la familia.
- Bien… Como sabéis… Nunca he sido un padre perfecto ni tampoco un marido ideal pero… Es de sabios rectificar y hoy quiero comenzar a ser mejor persona; por eso quiero presentaros a alguien que va a involucrarse en la familia a partir de ahora porque siempre ha pertenecido a ella.


 Entrando en el salón, Eduard presentó a Kike.
- Este es Kike, tiene 18 años y hijo mío al igual que vosotros.
- ¿Lo estás diciendo en serio?-preguntó un incrédulo Dylan-.
- Sí. Sucedió hace muchos años, durante una fuerte crisis entre tu madre y yo y… La engañé. Fruto de ese desliz nació Kike, quien ha tenido que vivir sin una figura paterna toda su vida. Por eso quiero que eso cambie a partir de ahora.


 El silencio era de lo más tenso e incómodo en ese momento, pero Eduard seguía con su discurso.
- Kike, este es tu hermano Dylan, tiene 24 años y es el mayor. Y luego están las gemelas, de 19 años que son Candy y Mandy.
- ¿Candy y... Mandy?-preguntó Kike con un nudo en la garganta-.
- Sí, las llamamos así para no equivocarnos demasiado con los nombres y como son gemelas… Pues para que tuvieran nombres parecidos.
- Ya, entiendo...-Kike miraba a ambas chicas sin saber a ciencia cierta con cual de las dos se había acostado, ya que ambas eran idénticas-.


 Pero hubo algo que le hizo a Kike darse cuenta de quién había sido su amante aquel pasado día.
- Papá, no me esperaba esto de ti,-dijo Mandy levantándose del sillón de la izquierda-. Me has decepcionado… Vámonos Candy-.
- Pero… Nena, por favor…-dijo Eduard-.


 Ahora Kike sabía perfectamente con quién se había acostado: con la que estaba sin maquillaje y con ropa de andar por casa, además de por su reacción al saber que ambos eran hermanos, que fue de lo más evidente. ¿Cómo no había podido darse cuenta Mandy de que Kike se parecía irremediablemente a su hermano Dylan y a su padre?


 Al igual que sus hermanas, Dylan se levantó del sofá mortalmente serio mirando a su madre.
- No sé tú mamá, pero yo no pienso aguantar más con este señor aquí,-dijo refiriéndose a Kike-.


 Mirando a ambos, Dylan fijó su mirada en su padre y le dijo unas palabras demoledoras.
- Lamentable papá.


 En el piso de arriba, Mandy no paraba de dar vueltas por la habitación y tenía completamente desconcertada a su hermana.
- ¿Se puede saber a qué ha venido ese arrebato, Mandy? Si todos sabemos que papá engañaba a mamá, no era de extrañar que tuviera hijos por ahí. Si lo raro es que no tenga más.
- No es eso, me da igual que papá tenga otros hijos por ahí, pero es que… Es muy fuerte esto.
- Pues hasta que no me lo cuentes no sabré la gravedad del asunto.
- ¿Te acuerdas que antes te he contado que me he follado a uno en los baños del bar?
- Sí y que te he dicho que estabas como una cabra, me acuerdo.
- Vale, pues ese chico es el que está abajo y que papá dice que es nuestro hermano. Por eso estoy de esta forma.


 Llevándose las manos a la boca, Candy no se podía creer el bombazo que le acaba de soltar su gemela.
- Pero nena, ¿estás segura?
- Sí Candy, completamente segura. Que lo he desvirgado yo… Pffff, que fuerte tía. ¿Y ahora qué hago?
- ¿Cómo que qué vas hacer ahora? Pues absolutamente nada porque es nuestro hermano, es de nuestra familia y por muy perra que te haya puesto no puede volver a ocurrir, ¿te enteras?
- Lo sé, pero me va a resultar muy complicado verlo como a Dylan, no va a ser lo mismo.
- Normal, porque a Dylan no le has comido la polla como a Kike.
- Anda, dilo más fuerte, a ver si se enteran papá y mamá abajo. De verdad que…
- Lo siento…
- Y ni una palabra a nadie, ¿te enteras?
- Sí, lo prometo.


 Entrando en la habitación con un cabreo considerable, Dylan hizo su aparición justo cuando ambas hermanas habían terminado de hablar de lo sucedido.
- ¿Os lo podéis creer? Ahora viene papá con ese tío diciendo que es nuestro hermano.
- ¿Es que no se nota?-preguntó Candy-. Pues anda que no se parece a ti chaval.
- ¡No nos parecemos en nada!
- Mandy, dice que no jajajaja. Venga ya hombre, no te hagas ahora el sorprendido que todos sabemos que papá nunca ha sabido lo que es la palabra fidelidad.


 Sentándose, los tres hermanos siguieron charlando del tema.
- Sí, todos sabemos que papá no es ningún santo. Pero todo iba muy bien hasta que ha aparecido ese tío ahora y… ¿para qué? ¿Qué quiere? Seguramente será un muerto de hambre que querrá su parte en todo lo que ha conseguido papá y luego se largará por donde ha venido y desaparecerá para siempre.
- Eso no lo sabes,-intervino Mandy-. A mí me parece un buen tío y además, papá ha dicho que tiene 18 años y nosotras tenemos 19, así que concuerda con aquella vez que casi se divorcia de mamá.
- Pues sí,-dijo Candy-. Seguramente nos llevaremos entre nosotros unos pocos meses.


 En el piso inferior, Eduard hablaba con su mujer.
- Te perdoné la infidelidad y me dijiste que no lo volverías a hacer,-decía ella-, y años y años después apareces con este supuesto hijo tuyo reabriendo una herida que casi nos cuesta el matrimonio… Eres un sinvergüenza.
- Amanda, no quiero reabrir ninguna herida, sólo quería deciros que a partir de ahora Kike formará parte de nuestras vidas.


 Sin poderlo evitar, Amanda comenzó a gritar.
- ¡Yo no quiero que éste tío forme parte de mi vida ni de la vida de mis hijos! Vivíamos muy bien y yo no pienso cambiar nada porque aparezca un niño de la nada diciendo que es tu hijo. ¿Tú lo has comprobado?
- ¡Amanda! ¿Es que no se ve lo suficiente?
- ¡Que no! No pienso soportar ver por aquí al fruto de tus engaños con una fulana cualquiera.


 Ese comentario tan despectivo hizo reaccionar a Kike, quien había permanecido en completo silencio durante todo ese tiempo.
- Oiga señora, para hablar de mi madre límpiese la boca con jabón porque mi madre no era ninguna fulana cualquiera como usted ha dicho. Mi madre no tuvo culpa de que mi… padre se acostase con ella. Además, mi madre no está aquí para defenderse así que le rogaría que no se dirigiera a ella de esa forma.
- Pues dile que venga y le dejaré las cosas bien claritas a la cara.
- Imposible porque ¡está muerta! Asesinada, de hecho. ¿Le suena el caso Yamamoto?
- Sí…-contestó Amanda en un tono de voz mucho más bajo-.
- ¡Bingo! Mi madre fue la mujer asesinada por el gran, prestigioso y afamado empresario Katashi Yamamoto y, por si se lo pregunta, sí, yo fui quien me cargué a ese cerdo y lo volvería a hacer una y otra vez con tal de salvar a mi madre de las garras de ese monstruo, así que no vuelva a dirigirse a mi madre de esa forma ¿le ha quedado claro?


 Sentándose en uno de los sillones, Amanda se quedó en silencio durante unos segundos pero, tras coger aire, volvió a hablar.
- Sigo manteniendo lo que he dicho antes. No pienso aguantar hijos de señoras extrañas por muy hijos de mi marido que sean. Lo siento chico pero es mi última palabra.
- Eres muy injusta, Amanda,-dijo Eduard-.
- ¿Injusta? ¿Me estás hablando tú de injusticias?


 Kike, sin pronunciar una sola palabra más, se dirigió hacia la puerta mientras escuchaba los gritos de Amanda por encima de las palabras de Eduard.
- Kike vuelve, no le hagas caso. ¡Ven aquí, hijo!
- Ni se te ocurra volver porque cojo a los niños y me marcho de aquí,-amenazó Amanda-.


 Kike estaba profundamente arrepentido de haber ido en busca de su padre porque todo lo que había conseguido era tener más problemas y provocar enfrentamientos que se podían haber evitado.



CONTINUARÁ…

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