Habían pasado ya 4 días desde
que Emma avisara a Carlton y desde ese día habían parado las sensaciones de ser
vigilados. Tal vez sería por la presencia de Carlton en casa, pero ahora todos
estaban más seguros.
Una noche, Emma fue a ver
lo que estaba haciendo su marido pero se lo encontró dormido.
-
Ay pobre, voy a
traerle una manta para que no coja frío.
A la mañana siguiente,
Carlton se despertó helado.
-
Me he quedado
congelado en el sofá. Debería haberme cogido un manta. ¡Emma! ¿Chicos? ¿Hay
alguien en casa?
Cuando se giró vio la
nota pegada en la pared que decía… “Si
quieres ver a tu familia viva roba en la tienda que hace esquina con la calle
Marshal y deja el dinero en la basura de al lado. Pronto recibirás más
instrucciones.”
Carlton se puso a mirar
en la habitación de sus hijos pero no encontró a nadie.
Ni en el baño tampoco.
Incluso buscó por su
habitación pero no vio a nadie. Pasó el pie por debajo de la cama para ver si
notaba algo, ya que no podía agacharse, pero fue imposible, se los habían
llevado a todos.
Carlton se visitó lo más
rápido que pudo cuando vio unos piececitos saliendo de la cama.
-
¿Eres tú papá?
-
¿María?
La pequeña salió de
debajo de la cama y abrazó fuertemente a su padre.
-
Papá, he tenido
mucho miedo.
-
Tranquila hija, ya
estoy aquí, ¿qué te ha pasado?
-
No pude ver mucho,
pero escuché dos voces que hablaban entre ellos.
-
¿Y qué decían esas
voces?
-
Estaba muy
asustada papá yo…
Carlton intentaba
tranquilizar a su hija.
-
No te preocupes
nena, ya todo ha pasado. Estás con papá. Todo va a salir bien. ¿Qué pudiste
escuchar?
-
Escuché… que te
pusieron algo para que te durmieras más, Jack y Peter me dijeron que me metiera
en el baño y me escondiera allí y cuando me metí en la bañera…-María comenzó a
llorar-.
Su padre le quitó las
lágrimas de la cara y la consoló.
-
¿Y qué pasó cuando
te metiste allí?
-
Escuché cómo un
hombre comenzó a gritar a Peter y Jack y después mucho ruido y luego silencio.
-
¿Y tu madre?
-
Escuché que salió
al salón y se escuchó un golpe fuerte, como si se hubiera caído al suelo.
Preguntaron por mí pero luego te escuché a ti que decías que yo no era
importante y que teníais que iros.
-
Oh mierda. Me lo
imaginaba.
-
¿Qué pasa papá?
María miraba a su padre
con un poco de temor.
-
No tengas miedo.
¿No te acuerdas que una vez te dije que tenía un hermano gemelo?
-
Sí…
-
Pues ha sido él.
Estoy seguro.
-
¿Y por qué nos
tiene que hacer esto? Nosotros no le hemos hecho nada.
-
Lo sé hijita mía,
pero es muy vengativo… Ven a mis brazos.
Carlton abrazó
fuertemente a su hija mientras notaba cómo una lágrima se le escapaba.
-
Vamos a llamar a
tu tía Jo y te vas a ir con ella a su casa.
-
¿Y qué vas a hacer
tú?
-
Ocuparme de todo
este asunto…
Tras llevarse su cuñada a
María, Carlton salió decidido a parar con esta estúpida rencilla de una vez por
todas.
En lugar de seguir las
indicaciones de la nota, Carlton fue a su barrio natal, donde seguramente
encontraría a su hermano y allí le preguntaría quién era su cómplice y dónde
tenía a su familia escondida.
Conforme se iba acercando
a la casa, le iba aumentando un pellizco en el estómago imposible de evitar.
Una vez allí, abrió la puerta de la casa sin problemas ya que no estaba el
seguro echado.
Ron veía un documental en
la tele tranquilamente sin saber lo que le esperaba…
Carlton entró sin previo
aviso en la habitación al compás de…
-
Hola de nuevo,
“hermano”.
Ron se levantó y sin
darse cuenta Carlton le estaba dando una serie de guantazos en la cara mientras
le gritaba.
-
¡¿DÓNDE ESTÁN MI
MUJER Y MIS HIJOS?!
Ron empujó a su hermano y
ambos comenzaron a pelearse duramente. Carlton era bastante más fuerte que su
hermano, ya que este estaba más delgado. Ron, como podía, pedía ayuda.
Una de tantas veces que
Ron gritó, un policía entró en la habitación.
-
¿Qué está pasando
aquí? ¡Señores parad!
Carlton le propinó una
patada en el culo a su hermano.
-
Te arrepentirás de
esto malnacido.
-
¡Señores! ¡Haya
paz!
El odio y la ira le
corría por todo el cuerpo a Carlton, que no había conseguido sacar ninguna
información a su hermano. Y encima ahora tenía a un policía en la casa. La cosa
mejoraba por momentos.
Ron salió corriendo del
salón gritando al policía.
-
Socorro, este loco
ha querido matarme. ¡Deténgale!
Carlton se echó a reír.
Siempre había sido un cobarde y ahora con 63 no había cambiado ni una pizca.
-
Queda usted
detenido señor. Tiene derecho a permanecer en silencio…
Unas horas más tarde,
Carlton comenzó a abrir los ojos lentamente. Tenía un fuerte dolor de cabeza.
Estaba tirado en una habitación muy extraña.
-
¿Dónde estoy? Puf,
qué dolor de cabeza…
Carlton tenía dolor en
todo el cuerpo y apenas podía incorporarse. Se sentía algo mareado y confuso.
No sabía dónde estaba ni cómo había llegado hasta allí.
Desde fuera, alguien se
asomó a la ventana mirando a Carlton. ¿Quién era? ¿Por qué lo tenía ahí? ¿Sería
la persona que vigilaba a su familia?
Carlton alzó la vista y
lo miró a la cara.
-
¿Quién eres?
-
Hola tito Carlton…
Soy tu sobrino…
CONTINUARÁ…
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