CAPÍTULO 4
Qué bellos son los
amaneceres y los atardeceres. Ver el sol despertarse y acostarse para dejar
paso a la luna. Pero qué bonito es pensar que se puede ver en libertad, sin
rejas de por medio, respirando aire puro… Aquella mañana de julio de 2038 era
el día indicado para comenzar una nueva vida.
Tras recoger sus cosas,
Carlton salió de la comisaría. Había cumplido condena por aquel asesinato que
nunca cometió y por el que había pagado durante 22 años. Con 40 años recién
cumplidos, ¿qué tenía? Una casa que le habían dado en comisaría y una pensión
para comenzar. Era un comienzo, pero no era la vida que había soñado.
Fue a comer por ahí y una
chica se le quedó mirando un momento y luego entró en el bar sin que Carlton se
enterara. Estaba distraído pensando que volvía a estar libre después de tantos
y tantos años. Era una gozada. Le encantaba respirar aire puro, mirar al cielo,
a la gente pasar…
Aquella misma mañana,
decidió ir a la lavandería para poder limpiar la ropa que le habían dado los de
la cárcel. No sabía de quién había sido, así que un buen lavado no iba a
venirle mal.
Mientras esperaba, se
puso a mirar la tele cuando pararon la programación y comenzaron a retransmitir
una entrevista en directo desde el ayuntamiento de Treasure’s Island.
-
Ya sabéis que
llevo 3 años como alcalde de esta preciosa ciudad que me vio crecer y
convertirme en el hombre que soy ahora. Pero este puesto no es eterno y el año
que viene no me presentaré a las elecciones municipales, sino a las nacionales.
Yo, Ron Edwards, seré el próximo candidato a la Presidencia de los Estados
Unidos de América.
¡¿Cómo?! Llevaba sin ver
a su hermano desde aquella terrible noche y sin saber nada de su familia. Desde
ese día parecía que había desaparecido por completo de la faz de la tierra y
ahora se enteraba por la tele que era el alcalde de su ciudad y que pretendía
presentarse a la presidencia del gobierno. Guau… ¡Cuántos sentimientos al mismo
tiempo! Sentía rabia e ira, pero por otro lado incomprensión y soledad.
Pero en mitad de sus
pensamientos, otro chico de allí le habló.
-
Ey, eres nuevo por
aquí, ¿verdad?
-
Sí, acabo de
llegar a la ciudad.
-
Bienvenido jeje.
Has visto la tele, ¿no? Me encanta ese tío. Ha hecho prosperar su ciudad de una
forma increíble y si se presenta a las elecciones del año que viene, aquí
tenemos al futuro presidente de los EE.UU.
-
Qué… bien.
-
Dicen las malas
lenguas que su hermano gemelo fue detenido por la policía, pero todo el mundo
sabe que está enterrado en el cementerio de la ciudad. De verdad, a veces me
pregunto cómo puede ser la gente tan mala y tan cotilla.
Carlton no sabía cómo
reaccionar. ¿Estaba muerto? No entendía nada y ese chico no paraba de hablar.
-
La gente es muy
chismosa, sí…
-
¿Sabes? Me acabo
de dar cuenta que tienes un cierto parecido a él, ¿no te lo han dicho nunca?
-
¡¿Yo?! Anda
hombre, si no nos parecemos en nada. No digas tonterías.
-
Bueno, perdona…
Recogió su ropa y se fue
a su casa. No quería ver a nadie ahora ni hablar ni nada. Necesitaba pensar y
remodelar su cabeza.
Habían pasado 22 años…
Toda una vida despegada de su familia que no se había preocupado por él en
ningún momento. Crecer en un ambiente de peleas y rencillas entre los presos,
jugarretas y caídas de jabones… Había peleado mucho por evitar esas situaciones
y no había sido nada fácil. Ahora por fin era libre y la vida le daba una
segunda oportunidad para comenzar de nuevo, alejado de aquellos que una vez le
llamaron hijo o hermano. ¿Por qué debían aparecer de nuevo y remover toda la
mierda?
No podía quedarse así.
Necesitaba descargar toda la ira que tenía en su interior y no precisamente en
un ring de boxeo, sino enfrentarse cara a cara con su hermano. Pero para ello
debía pensar un plan…
-
Necesito ocultar
mi cara. Ahora Ron es un personaje público y no puedo permitir que me confundan
con él. Una vez hecho esto, volveré a casa y llevaré a cabo mi plan.
Con el paso de las
semanas, se iba dejando crecer la barba, vestía desaliñado y despeinado. Se
relacionaba con la gente justa y necesaria, sin levantar muchas sospechas, e
iba preguntando por Ron, viendo la tele, leyendo la prensa rosa…
Toda información era
necesaria para conseguir a cabo su plan: hundir a su hermano hasta que sufriera
lo mismo que él había pasado. Con sus padres ya se vengaría más tarde, que
ellos tampoco habían sido unos santos.
Un par de meses más
tarde, seguía recabando información de todas las fuentes posibles. Su hermano
tenía mujer e hijo, vivía en la casa de siempre ya que su madre se había mudado
a un ático junto a su padre, fallecido hacía 5 años. Pero ahora, en plena
campaña electoral, Ron estaba casi siempre en portada. Pero la de ese día era…
Espeluznante: “Carlton Edwards, ¿vivo?”
Carlton buscó la noticia
en el interior del periódico que decía:
“Eric Trump, hijo del famoso Donald Trump y candidato a la presidencia,
comenzó la pasada tarde su discurso en Kansas acusando a Ron Edwards de
mentiroso. Según sus fuentes, su hermano no estaba muerto, sino en la cárcel
por un asesinato y habían simulado su muerte para así evitar manchar su nombre.
Repetía que los ciudadanos de EE.UU no debían confiar en una persona de aquella
calaña.
Dichas declaraciones han levantado ampollas y han
causado un gran revuelo mediático sobre su contrincante que ha emprendido
medidas legales contra el precandidato.
Ron Edwards hizo un comunicado de prensa pidiendo
respeto por la figura de su difunto hermano. Había sido un duro golpe para su
familia y no iban a hablar del tema, ya que sus abogados presentarían las
medidas necesarias contra Eric Trump por difamación.”
Era el momento justo de
volver a casa y llevar a cabo su plan, que tan bien pensado y meditado tenía.
-
No te saldrás con
la tuya Ron. Lamentarás haber nacido…
CONTINUARÁ…
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