CAPÍTULO 2
Una tarde de lunes del
mes siguiente, cercano ya el fin de curso y el cumpleaños de los dos, estaban
relajándose en el jacuzzi cuando a Carlton se le ocurrió una idea.
-
¿Qué te parece si
damos una vuelta esta noche Ron?
-
Mal.
-
¿Por qué?
-
Porque mañana hay
clase y papá y mamá no nos dejan salir solos entre semana a más de las 10 de la
noche.
-
Venga hombre, sé
un poco aventurero. ¿Qué le vas a contar a tus nietos cuando seas viejo? No
seas tan aburrido…
Cuando estaba
oscureciendo, Ron salió convencido por su hermano de que esa noche salían a
algún sitio, aunque no sabía cuál y, conociendo a su hermano, se esperaba
cualquier cosa.
Tras la cena, Ron se
despidió de su madre porque se iba a “dormir”.
-
Buenas noches
mamá. Te quiero.
-
Y yo a ti hijo.
Ely miraba a su hijo con
ternura y pasión. Le encantaba compartir los mismos gustos por la política y
sabía que su curiosidad por ese mundo lo haría llegar lejos.
Ron admiraba a su madre.
Hacía mucho más que la alcaldesa y se merecía ese puesto pero por el hecho de
hacer todas las cosas que hacía sin serlo, tenía más mérito para él.
Carlton hizo lo propio y
se despidió de su madre dándole un beso en la mejilla.
-
Buenas noches
mamasota.
-
¡Carlton! Un
respeto.
-
Jajajaja, buenas
noches mamá.
Ely quería a Carlton,
pero no podía evitar sentir más debilidad por su otro hijo…
Una vez estando los
chicos acostados, Ely se acercó a su marido con voz cariñosa.
-
Nicky, ¿te vienes
conmigo al dormitorio? Los chicos ya duermen…
No habían pasado 15
minutos cuando Nicolás y Ely se daban amor mutuamente.
Carlton se acercó
cuidadosamente a la puerta y los escuchó besarse, así que era el momento de
escapar.
Entró en el cuarto de su
hermano y sonrió.
-
Ha llegado la
hora.
Juntos fueron andando
hasta llegar al cementerio.
-
¡Tachán!
-
¡¿AL CEMENTERIO?!
Tú estás de la olla. ¿A quién se le ocurre?
-
A mí, que soy tu
gemelo. Venga, entremos.
-
Yo no entro ahí ni
de coña.
-
Serás miedica…
Carlton se adentraba con
paso decidido en el cementerio mientras que un temeroso Ron lo seguía de cerca.
-
Ey, ese mausoleo
parece que está abierto, ¿entramos a inspeccionar? Tal vez veamos un fantasma
Ron…
-
¡Vámonos de aquí
Carlton! Tengo mucho miedo.
-
Entremos porfa, y
luego nos vamos, venga.
Ron entrecerró los ojos ante
la mirada de su hermano.
-
No sé cómo me fío
de ti,-dijo Ron-.
-
Porque eres mi
hermano y me quieres.
-
Ahora mismo
quererte no es la palabra. Anda tira…
Entraron por la puerta
exterior y cuando Carlton fue a abrir la puerta entreabierta de dentro, escuchó
otro lamento de Ron. No sabía lo que hacer con su hermano, estaba cansado de
que siempre se anduviera quejando y, levantando los ojos hacia el cielo,
contestó.
-
Dime, ¿qué pasa
ahoraaaaa?
-
Que no estoy
seguro de si quiero entrar ahí.
- Ron, ya hemos
hecho lo más importante, ¿te vas a rajar?
-
No lo sé Carlton,
tengo mucho miedo.
-
Vamos Ron, juntos
hasta el final, ¿recuerdas?
Carlton abrió la
chirriante puerta del mausoleo cuando se escuchó unos pasos a sus espaldas y
Ron salió corriendo.
-
¡Ron! ¿A dónde
vas?
-
Que te den
Carlton, me voy a casa.
-
¡RON!
A causa de los gritos,
los vecinos llamaron a la policía y se encontraron a Carlton en el interior del
cementerio, así que multa y para casa.
Al llegar allí, un no tan
glamuroso padre le esperaba para echarle la bronca del siglo.
-
Carlton… A nadie
se le ocurre ir una noche al cementerio, sólo a ti. ¿Por qué? Y encima te
escapas, no nos dices nada a nosotros ni a tu hermano… ¿Por qué eres así con
nosotros?
-
Papá yo…
-
No me digas nada
hijo. Porque el castigo que te voy a poner no se ha inventado todavía, así que
vete a tu cuarto y despídete de salir de casa para una laaaarga temporada.
Carlton miraba a su padre
con sentimiento de culpabilidad. Sabía que lo habían pillado haciendo algo que
estaba mal, pero aún se sentía peor porque su hermano lo había dejado tirado en
una situación como esa.
Subiendo a su cuarto, se
cambió de ropa y se metió en la cama. Tenía ganas de cumplir los 18 y así poder
mandar sobre sí mismo.
Desde ese momento, la
estrecha relación de los hermanos comienza a hacer aguas. Discutían más y
hacían menos actividades juntos. Carlton tenía muy clavado en el corazón la espina
del abandono de su hermano. Tantas veces que se había comido él los marrones de
su hermano de pequeño porque siempre ha sido el más travieso y ahora él lo
dejaba tirado…
Ron sentía estar así con
su hermano, pero se había cansado de ser el segundo de turno. Quería alejarse
de la sombra de su hermano que siempre lo eclipsaba y, de cierta forma, no se
arrepentía de aquella acción.
Un par de semanas
después, volvían a casa en el autobús escolar tras una semana dura de exámenes,
pero ya el lunes les daban las notas y serían libres. ¿Lo mejor? Que al día
siguiente cumplían los ansiados 18 años y eso había que celebrarlo.
Pero al llegar a casa, se
encontraron con las luces apagadas y con una nota en la nevera que decía…
“Nos hemos tenido que ir de viaje a Washington para
conseguir financiación para la obra de la alcaldesa. Sentimos mucho no estar en
vuestro cumpleaños.
Volveremos en 3 días.
PD: Os hemos dejado comida en la nevera y dinero en la
mesa de la cocina.”
¿Se recuperará la relación entre Carlton
y Ron?
CONTINUARÁ…
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