CAPÍTULO 8
Carlton hizo pasar a Emma
a la casa y le preguntó qué hacía allí.
-
¿Qué haces aquí
Emma?
-
Soy tu nuevo
agente de la condicional. Hoy cuando fui al trabajo me dijeron que tenía un
nuevo ex preso al que ver y me dieron esta dirección, cuando llegué aquí fue
cuando me di cuenta de quién eras. No había visto tu ficha… Si quieres, puedo
pedir el cambio.
-
¿Estás loca? Al
contrario, prefiero que seas tú porque ya me conoces y nos respetamos. Si he de
tener agente de la condicional hasta que se me cumpla la pena, que seas tú.
-
¿Estás seguro?
-
Segurísimo. No hay
mejor agente que tú.
Emma enrojeció de
vergüenza y Carlton no sabía qué decir, estaba un poco cortado.
-
¿Te apetece…
quedarte a cenar?
-
Por mí vale.
Ambos se unieron en un
abrazo fuerte y cariñoso. Se estaban comenzando a enamorar el uno del otro.
Y el tiempo fue pasando y
ese amor fue creciendo entre ambos hasta el punto en el que se comprometieron y
se acabaron casando. Tres años después de que Carlton descubriera que Emma era
su agente, consiguió la libertad plena y era libre y estaba más feliz que nunca
junto a su ya esposa.
-
Buenas noches mi
amor,-dijo Carlton-.
-
Hola cariño, ¿qué
tal el día?
-
Muy bien, he
vuelto a ser el que más ha vendido.
-
¡Estupendo!
-
¿Eso que estás
preparando son espaguetis a la carbonara?
-
Sí, menudo olfato
tienes.
Carlton se alegró mucho.
Llegar del trabajo para ir a comer a casa y encontrarse una de sus comidas
preferidas era lo mejor.
-
Voy a cambiarme de
ropa, que me quiero poner cómodo.
-
Está bien.
Unos pocos minutos después,
vino Carlton de nuevo.
-
Ya sigo yo con la
comida, vete a cambiar mientras tanto, te vayas a manchar y no es plan.
-
No te preocupes,
tengo cuidado.
-
Venga cariño, yo
sigo. Si esto es una camiseta de andar por casa, hazme caso.
-
Vale voy.
Carlton se puso manos a
la obra con la cocina y en cuanto la salsa y la pasta comenzaron a hacerse, la
casa olía de una manera totalmente diferente.
-
Creo que esto ya
está.
Emma vino con el camisón
puesto y se acercó a la cocina.
-
Uy, qué bien huele
y tiene muy buena pinta.
-
Ya está listo, voy
a servir y a comer jeje.
Tuvieron un almuerzo de
lo más relajado mientras charlaban.
-
No sé qué tienes
que te veo mucho más guapa de lo normal.
-
Hombre, muchas
gracias. Siempre se agradece un piropo así.
-
No, pero de
verdad, ¿te has echado algo? Ya sabes que no me doy cuenta de las cosas.
-
Bueno… Será que
llevo un mes de retraso.
-
¡¿Cómo?!
Carlton se levantó y
cogió en brazos a Emma.
-
¿Por qué no me lo
has dicho antes?
-
Porque no estaba
segura del todo. ¡Vamos a ser padres!
-
Cariño, mi sueño
hecho realidad…
Y el tiempo pasó y pasó…
Emma acababa de salir de
la ducha y se estaba poniendo sus cremas de la cara para no parecer tan vieja.
Que 20 años se dicen rápido, pero más rápido envejecen los cuerpos.
Carlton se había duchado
primero, ya que él entraba en el trabajo una hora antes.
-
Cariño, ¿cuánto
vas a tardar? Los niños te están esperando fuera. Deja ya las cremitas que tú
estás guapa como te pongas.
-
Gracias mi amor.
Tú sí que sabes animar. Te quiero.
-
Y yo.
Salió de su cuarto y vio
a sus chicos sentados en la mesa esperando a su madre para que los llevara a
clase.
-
Ahora sale vuestra
madre, que se está poniendo sus potingues.
¿Os acordáis de la falta
que tenía Emma? Estaba embarazada de mellizos, que no gemelos, y ya hacía 17
años de su nacimiento. Les quedaba un trimestre para graduarse e ir a la
universidad. El de la izquierda es Peter y el de la derecha Jack.
Y la peque y la princesa
de la casa es María, de 11 añitos. Vino inesperadamente y se temían que fueran
dos, pero al final fue solo una, gordita, pero una sola niña al fin y al cabo.
Carlton ya era director
de marketing en la empresa donde estaba trabajando y se sentía muy bien, sobre
todo porque a sus 63 años, estaba a punto de jubilarse y vivir la vida padre.
Unos minutos después,
Emma salió del baño para llevarse a los chicos a colegio e instituto.
-
¿Preparados?
-
Desde hace un rato
mamá,-dijo Jack-.
-
Pues iros
levantando que no quiero que lleguéis tarde.
Todos salieron de la casa
y se dirigieron al coche, que estaba aparcado a la izquierda de la casa en un
parking privado. Sin que se dieran cuenta, todos eran observados…
Emma se quedó parada
cuando escuchó un ruido detrás del matorral que hay junto al coche. Miró más de
cerca pero no vio nada, así que se montó en el coche y llevó a sus hijos a
clase.
Como ya llevaba algo
mosqueada más de una semana con ruidos raros y sensación de ser observada, fue
a contárselo a su marido.
-
Carlton, estoy
algo preocupada por los niños.
-
¿Qué ocurre?
-
Hace ya un tiempo
que llevo notando que nos observan y al principio pensé que serían tonterías,
pero ya lleva bastante tiempo y comienzo a tener miedo.
-
¿Y por qué no me
has dicho nada?
-
Porque creía que
serían tonterías mías, pero cuando ha seguido… Me he dado cuenta que algo pasa.
Hoy he escuchado un ruido detrás del matorral del coche pero no había nada.
Y Emma estaba en lo
cierto, había alguien vigilando a la familia en cada momento.
Carlton trataba de
consolar a su mujer, que estaba temblando.
-
Cariño tranquila.
Voy a hablar con mi jefe y le pediré unos días libres e intentaré solucionar
esto. No te preocupes. Cuando vuelva a casa después de la reunión vamos los dos
juntos a por los niños y pasamos un día de sofá, peli y manta los 5.
-
Eres increíble
cariño. Cuánto te quiero.
Y no era una sola
persona, sino dos… ¿O serían más? ¿Quiénes eran? ¿Qué pretendían?
En ese momento, Carlton
fue consciente de que alguien los observaba. Por el rabillo del ojo había visto
a una persona esconderse detrás de un cartel en la acera de enfrente, pero para
no seguir alarmando a Emma le dijo que subiera con él al despacho de su jefe y
así ambos explicaran el porqué de los días libres que se iba a pedir Carlton.
CONTINUARÁ…
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