jueves, 4 de noviembre de 2021

Capítulo 1 || Nada Es Lo Que Parece

 El ruido incesante de la cascada despertaba cada mañana al pueblo, cuyos habitantes se asomaban a la ventana para contemplar las maravillosas vistas. Sin embargo, de entre todos ellos, había uno que llevaba despierto desde antes del amanecer…


 Este era Santiago del Valle, un muchacho huérfano que se crió con su abuela, la cual había fallecido hacía unas pocas semanas. Aparte del fuerte varapalo que fue perder a quien lo había criado, se le juntaba el problema de no tener trabajo, de pagar los gastos de la casa, la hipoteca y de apenas tener ahorros.


 Cada mañana se levantaba muy temprano para recorrer las calles y buscar trabajo sin cesar. Cada día, cada tarde… No había un sólo día que descansase, tanto físicamente como a través del ordenador, que era lo que a él realmente le gustaba, ya que había estudiado para ello.


 Sin embargo, siempre pedían experiencia y él aún no había conseguido trabajar en ninguna empresa, por lo que sus peticiones siempre eran denegadas. Cada negativa era una frustración más que cargaba sobre sus espaldas y poco a poco perdía la esperanza de conseguir salir adelante.


 Yéndose hasta los grandes ventanales de su casa, se quedó frente a ellos contemplando las vistas y pensando qué podría hacer para conseguir algo de dinero. Ahora vivía solo y estaba bien, pero no podía pagar todos los gastos sin ayuda de terceras personas. De repente, se le ocurrió una idea…  


 Tras imprimir su idea, se fue hasta el tablón de anuncios de su edificio y colocó allí uno. Su pensamiento era aprovechar el vacío cuarto de su difunta abuela para alquilarlo y obtener ingresos continuos mientras encontraba trabajo y pudiera mejorar su situación económica.


 Tras poner el cartel, Santi fue al cuarto de su abuela y allí dejó rodar unas cuantas lágrimas mientras se acordaba de ella. Respirando hondo, incluso le daba la sensación de poder oler su esencia todavía.


 A los pocos días, Santi recibió una llamada de un número desconocido.

- Sí, ¿quién es?

- Hola, llamamos por el anuncio de la habitación. ¿Sigue estando libre?

- Ah sí, por supuesto.

- Genial. ¿Cuándo podríamos ir a verla? Mi novia y yo estamos muy interesados.

- Pues… esta tarde mismo, ¿os viene bien?

- Sí claro.


 Horas después, el timbre de la puerta sonó y Santi se dispuso a abrir mientras que los nervios le comían por dentro. Aunque la idea de tener ingresos le gustaba, por otra parte tenía cierto miedo por meter a desconocidos en su casa; gente que no conocía de nada y a la que le debía dar la llave de su casa…  


 Abriendo la puerta, Santi vio a una pareja de lo más mona.

- Buenas tardes, vosotros debéis ser Daniel y Keira, ¿verdad?

- Sí, encantados de conocerte Santiago.

- Por favor, llamadme Santi. Pasad…


 La primera impresión de Santi fue satisfactoria, al igual que la de la pareja al ver la casa.

- Oye, pues no está mal la casa,-comentó Daniel-.

- Es muy bonita,-dijo Keira-. A mí me gusta, gordi.


 Entrando en la habitación, Santi se la mostró.

- Este era del cuarto de mi abuela. Y por si os lo preguntáis no, mi abuela no murió aquí, sino en el hospital. Como veis, es un dormitorio amplio y tiene una cama de matrimonio, tocador y un armario grande.

- Vaya, sí que está bien… Y por el precio que has puesto está genial,-dijo Daniel-.

- Ay, a mí me gusta. La localización es perfecta, la casa bonita y la habitación más que suficiente para nosotros dos. ¿Nos la quedamos gordi?

- Vayamos al salón a hablar,-comentó Santi-.


 Una vez sentados en el sofá, la pareja junto a Santi comenzaron a charlar sobre el precio, las condiciones y las normas que habría que cumplir si aceptaban vivir con él.


 Santi era un chico comprensivo y veía que la pareja tenía ganas de vivir en esa habitación, así que no puso demasiadas pegas. Lo importante era conseguir alquilar el dormitorio para poder vivir de forma más desahogada con los gastos de la casa.


 Finalmente, la pareja aceptó las condiciones y firmó el contrato de alquiler de la habitación. Tanto aquellos novios como Santi estaban muy contentos por haber cerrado el trato y comenzaron ese mismo día a hacer la mudanza de sus pertenencias con la promesa de celebrarlo en cuando terminaran de instalarse.


 Un par de días más tarde, la pareja junto a Santi se fueron a un bar a tomar algo y, de esa forma, entablar más amistad entre ellos.

- Qué guay el sitio,-dijo Keira-.


 Santi y la muchacha comenzaron a hablar entre ellos mientras que esperaban a que les sirvieran una bebida.

- ¿Sabes? Yo antes era de salir cada fin de semana, pero ahora que tengo novio y tal… Ya no voy tanto por ahí.

- Claro, prefieres quedarte con Daniel.

- Sí, me gusta mucho estar con él, pero de vez en cuando echo de menos salir con mis amigas y tal.

- ¿Os lo pasabais bien?

- Bien es poco. Íbamos todas a comernos la noche y a los chicos que pudiésemos y luego nos contábamos las batallitas que habíamos tenido. Eso sí que eran noches de juerga…


 Santi era un muchacho que nunca había tenido suerte en el amor y que, cuando escuchaba hablar de ese tema o de alguno relacionado, se sentía cohibido porque él no tenía ni idea de cómo era ni de cómo sería para él, por lo que evitaba a toda costa que saliese a relucir el mencionado tema de conversación.


 Por su parte, Daniel se sentó a la derecha de su novia y ambos comenzaron a charlar.

- ¿Te das cuenta Keira? Todo nos sonríe. Tenemos trabajo, vivimos en un piso estupendo, nuestro casero es un tío cojonudo…

- Nos tenemos el uno al otro…

- Sí, eso es lo mejor de todo.


 Keira le puso la mano en la pierna a Daniel y éste, agarrándola, se levantó y se llevó a su chica a una esquina y allí comenzaron a besarse pasionalmente.


 Comenzando a notar que su novio estaba poniéndose… contento, Keira hizo un comentario.

- ¿Y si tú y yo nos vamos al baño y proseguimos?

- ¿Te gustaría?

- Mucho. Es más, el riesgo me pone mucho…

- Entonces no esperemos más.


 Y mientras que la pareja se daba amor en el cuarto de baño, Santi jugaba al ajedrez con una vieja conocida suya ajeno a que sus nuevos inquilinos estaban montándose una buena.


 Al cabo de unos minutos, la pareja salió del baño como si nada y se fueron hacia el exterior, donde allí continuaron besándose para disimular un poco.

- Qué excitante cariño,-dijo él-.

- Y que lo digas. Me ha gustado tanto que me he quedado con ganas de más…

- Pero si te has corrido dos veces.

- Pues sigo más caliente que una perra en celo.


 Terminando la partida, Santi sintió la necesidad de irse y volver a casa, así que comenzó a buscar a la pareja y se la encontró muy animada dándose besos y caricias.

- Ay, estos dos… Veremos a ver si no me dan un día un disgusto.


 Un par de semanas después, la nueva normalidad estaba más que instaurada. Daniel trabajaba por las mañanas en una empresa de mensajería, Keira por la tarde en una tienda de ropa y Santi… seguía igual, buscando y buscando sin encontrar nada.

- Voy a acicalarme un poco antes de salir de la habitación. Ay, ojalá Dani y yo tuviéramos unos horarios más parecidos. Vivo con él pero lo echo de menos.


 Sin embargo, Daniel aquella mañana se había quedado en casa y estaba viendo la tele tranquilamente.

- Qué programa tan bueno. No sabía que me fuese a gustar tanto…


 Santi se encontraba en su dormitorio redactando un nuevo currículum para hacerlo más atractivo a la vista y que llamase más la atención de las empresas a las que se lo enviaba.

- Si ya con esto no encuentro trabajo… Me retiro.


 Terminando de hacerlo, Santi salió al salón para ver la tele cuando se encontró con Daniel.

- Hombre, ¿cómo tú por aquí? Te hacía en el trabajo…

- Sí, pero un compañero me ha pedido que le cambie el turno y hoy trabajaré por la tarde.

- Ah guay, entonces Keira se alegrará mucho de tenerte por aquí en casa.


 Y como si la hubiese invocado, Keira apareció por el salón y, al ver a su novio, se sorprendió mucho.

- ¿Qué haces aquí Dani?

- Le he cambiado el turno a un compañero y hoy trabajaré por la tarde.

- Ah bueno, ¿y por qué no me has dicho nada?

- Quería que fuese una sorpresa…


 Pero unos minutos después, Daniel se levantó y fue hasta su dormitorio, donde sacó su móvil e hizo una llamada.

- Jefe, por favor, le pido que reconsidere su decisión.

- De ninguna de las maneras. Se lo advertí en dos ocasiones y no me hizo caso.

- Lo sé pero…

- No hay nada que hacer. Le dije en una ocasión que no mirase de forma lasciva a mi hija, mi segunda advertencia fue cuando me lo encontré coqueteando con ella en la cocina de la oficina y le suspendí de sueldo durante una semana, pero donde ya no he tenido más remedio que echarlo fue cuando os encontré en la mesa de mi despacho follando como conejos.

- Pero jefe, ¡no fui yo el culpable!

- ¿Está llamando guarra a mi hija? Mire… ¡Está despedido! Y es mi última palabra.


CONTINUARÁ…


1 comentario:

  1. Me ha encantadooo!! :D
    La parejita me a echo el día sobretodo Keira con sus comentarios" jajaja! xD

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