domingo, 28 de noviembre de 2021

Capítulo 11 || Nada Es Lo Que Parece

 Adrián comenzó a temer por su vida porque veía que David estaba comenzando a apretar el gatillo. ¿Ese sería su final? ¿Así acabaría su vida? ¿Siendo asesinado por su mayor enemigo?


 Y sin darle más tiempo, David apuntó a la cabeza de Adrián y disparó, metiéndole una bala entre ceja y ceja. Una vez en el suelo, Santi le pisó la mano y alejó el cuchillo de ahí para asegurarse. Tras ese disparo, no había posibilidad de sobrevivir, pero Santi no se fiaba ni de su propia sombra a esas alturas.


 Willy, a otro de los presos, le estaba dejando claro las cosas.

- Métete en tu celda si no quieres que te tire por las escaleras.

- Yo no quiero más problemas Willy.

- Entonces dejad en paz a Sadam, joder. Que lo vais a matar, cabrones.


 Mientras tanto, Santi y David se abrazaban aliviados de que lo peor había pasado.

- ¿De dónde has sacado esa pistola?-preguntó Santi-.

- De Vicente. Escuché un día que le comentaba a otro oficial que tenía una por si las moscas y hoy me acordé.

- ¿Y no será peor para ti y la condena?

- Prefiero vivir 20 años más encerrado que vivir otros 6 meses y siendo asesinado a manos de Adri.

- ¡Abre la puerta zorra!-se escuchó gritar abajo-.


 Mirando desde arriba, Santi vio que Óscar había vuelto en sí tras los cabezazos de David y bajó para defender a la doctora.

- Óscar, deja de dar por culo y métete en tu celda.

- Ya está aquí el defensor del pueblo. ¡Pues no quiero! Hasta que no le meta mi polla a esa puta negra no voy a parar. Hasta que me suplique que termine no voy a parar con esa zorra.


 Y sin poderlo remediar, Santi agarró de la camiseta a Óscar y comenzó a darle guantazos y puñetazos sin parar hasta dejar a Óscar sin ganas de violar a nadie.


 Llevándose la mano al estómago, Óscar se alejó de Santi ante la atenta mirada de otro de los presos, quien miraba orgulloso a Santi.


 Ese preso no era otro que José, el más veterano de la prisión y que había visto la fabulosa transformación de Santi, quien entró como un simple muchacho y ahora se había convertido en un hombre hecho y derecho.


 Mirando a la doctora, Santi la tranquilizó.

- Aquí está todo en orden. Quédese ahí hasta que esto se tranquilice… Yo hablaré con los presos y los haré entrar en razón. Tranquila doctora.


 Tras poner a salvo a los oficiales que aún estaban vivos en la zona de celdas, los presos afines a David y Santi, consiguieron que los demás presos entrasen en razón y se metieran de nuevo en las celdas. Tras ese intento de motín, las cosas se aclararon y se puso punto y final a la investigación de la muerte de Borja.


Bastante tiempo después y tras haber intercedido el alcaide ante el juez, éste le rebajó la condena a Santi concediéndole el tercer grado y teniendo que ir a firmar a la cárcel sólo dos veces al mes a modo de control. Las buenas acciones durante el motín, su buen comportamiento y las palabras amables tanto del alcaide como de los oficiales, habían ayudado mucho.


 Pasando por delante de la celda de David, Santi se paró y lo miró.

- Ya eres libre, mamón,-le dijo David-. Ahora sé sensato y no me hagas tonterías.

- Y tú pórtate bien, que te quiero ver fuera.

- Me han rebajado la condena por el motín, así que me queda menos de lo que piensas.


 Mirando a Sadam, Santi le pidió un último favor.

- ¿Podrías abrir la celda para darle un abrazo a mi amigo?

- No se puede Santi, me pones en un compromiso…

- Sólo será un minuto, lo prometo.

- Venga va…


 Abriendo la celda, Santi y David se dieron un fuerte abrazo.

- Lo que necesites, sea lo que sea, aquí me tienes. Eres como un hermano para mí, Santi.

- Y tú para mí. Te estaré esperando fuera…


 Tras salir de la ducha y darle ropa limpia, Santi se encontró con la doctora.

- Quiero darte las gracias de nuevo por lo que hiciste.

- Doctora, ya me ha dado las gracias muchas veces.

- Lo sé, pero nunca terminaré de estar agradecida contigo. Y espero que se haga justicia contigo… Si realmente fueras un asesino como dicen, no me habrías salvado la vida.

- Gracias doctora.

- Puedes llamarme Marta.


 Acercándose a Santi, Marta le dio un beso en la mejilla a Santi.

- Y espero no verte más por aquí, sino un día tomando una copa en algún sitio.

- No estaría mal eso. Cuídate mucho, Marta.


 Saliendo Pablo a su encuentro, éste era el oficial encargado de conducirlo hacia la salida.

- Me alegro de que salgas de aquí. Éste no es tu sitio…

- Gracias jefe. ¿Le puedo pedir un último favor?


 Quedándose más serio, Santi miraba fijamente a los ojos al oficial.

- Cuide de David. Es un buen tío y sé que tiene buenos sentimientos. Que no se meta en líos…

- Descuida, David es ya un preso de confianza. Sabemos que no se meterá en líos.


 Abriéndole la puerta, Santi no podía creerse que ya era libre, que podía hacer y deshacer con su vida lo que quisiera. Ya no tendría más horarios impuestos, podría buscar trabajo, rehacer su vida… Todo lo que quisiera y no podía ser más feliz.


 Lo primero que hizo Santi al salir de la prisión fue comprar ropa y pasar por la peluquería, ya que necesitaba sentirse una persona nueva, alguien diferente, distinto…


 Ya sólo el hecho de ir a comprar ropa para Santi suponía un reto. Llevaba muchísimo tiempo viendo sólo las mismas caras, sin interactuar con nadie que no perteneciese a la cárcel y, ahora que era libre, la gente lo miraba como uno más.


 Realmente pensativo, Santi pensó en lo que iba a hacer a partir de ese momento y, al instante, una idea acudió a su cabeza. David le había dicho que cuidase de su casita hasta que él saliese de prisión, ya que el banco se había quedado con la casa de Santi al no pagar la hipoteca por estar en la cárcel. Así que ahora debía ir hacia su nuevo hogar y comenzar a situarse.


 Pasados unos largos minutos, Santi estaba justo a punto de llegar y la zona en la que estaba la casa de David no le daba buenas vibraciones.

- David, ¿dónde leches estabas metido tío?-pensaba Santi para sí-.


 Viendo la choza por fuera, se sorprendió al no parecer tan pordiosera como eran las casas de alrededor.

- Veremos a ver lo que me encuentro…


 Abriendo la puerta con la llave, Santi entró y vio que el lugar era más que suficiente para empezar.

- Bueno, al menos tendré un techo bajo el que dormir… No me puedo quejar.


 Y ahora llegaba el momento de la gran pregunta: ¿Qué debía hacer? ¿Buscar trabajo y volver a empezar como si nada después de tanto tiempo a la sombra? No… No podía, de hecho, no se lo permitiría a sí mismo. Por lo que… ¿Qué iba a hacer?


 Viendo que David tenía un viejo portátil sobre una mesita, lo conectó a la corriente y comenzó a buscar información sobre su ex-novia, Keira. Alguien relacionado con ella o con Daniel debía ser el autor de los hechos o, al menos, tener información valiosa que pudiera aportar para clarificar los hechos. Por mucho que Santi hubiera cumplido condena por los asesinatos, no se iba a quedar de brazos cruzados sabiendo que él no había sido.


 ¿Y qué manera era la mejor para poder solucionar todo aquello? Ser lo que una vez sus padres fueron: Agentes de la Ley. Santi quería ser policía y estaba dispuesto a ello, pero antes necesitaba ayuda y sólo había una persona que le podía echar una mano…  


 Quedando con dicha persona en un parque conocido, Santi llegó antes de tiempo a causa de sus nervios, ya que apenas había podido pegar ojo la noche anterior.


 Unos minutos después, esa persona se presentó en el parque.

- Santiago, ¿llevas mucho esperando?

- Anda hola, qué va. Casi acabo de llegar…


 Dicha persona no era otra que Ferrán, el viejo amigo y compañero de sus padres y, también, el que lo había metido en la cárcel.

- Me sorprendió mucho tu llamada. No sabía que saldrías tan rápido de la cárcel.

- Sí, la verdad es que entre mi buen comportamiento y que ayudé a varios oficiales de prisiones durante un motín que se formó, han ayudado a que el propio alcaide en persona intercediese por mí ante el juez y me rebajasen la pena. Ahora sólo tengo que ir dos veces al mes a firmar y listo.

- Me alegro mucho hijo, de verdad. Ahora dime, ¿cuál es el motivo de tu llamada?

- Quiero ser policía, como mis padres.

- Eso es imposible…


CONTINUARÁ…


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