viernes, 26 de noviembre de 2021

Capítulo 10 || Nada Es Lo Que Parece

 Habían pasado varias semanas desde que se proclamase el cierre general y ninguno de los presos había salido de su celda salvo en excepciones muy precisas. La investigación todavía seguía su curso, aunque cada vez más cerca de resolverse.


 Sin embargo, algunos de los presos estaban ya hartos de esa situación y de no poder salir a distraerse en el patio o hablar con otros reclusos y, poco a poco, el ambiente estaba cada vez más y más caldeado.


 Jackson, uno de los presos, era el que más enfadado estaba a causa de esa situación y así se lo hizo saber a Sadam, uno de los oficiales.

- Jefe, llevamos semanas encerrados como animales, dejadnos salir ya, joder.

- Sabes que no puedo Jackson. Ninguno puede salir hasta que se averigüe quién mató a Borja.

- ¡Como yo me entere de quién mató a Borja os juro que lo mataré yo mismo!-dijo Jackson en voz alta para que todos lo escuchasen-.


 Rodrigo, otro de los presos, también se quejó a Sadam.

- Mira, déjanos salir ya, ¿no?

- Rodrigo, no puedo. Qué mas quisiera yo…

- Ay, mala puñalada le den a quien mató a Borja. ¿Se sabe algo de quién pudo ser?

- No puedo decir nada… Además, yo no soy quién está llevando la investigación, sino la policía.


 Adrián, sabiendo que todo eso era por él y viéndose cada vez más entre la espada y la pared, se hacía el nuevo frente a Jesús.

- Jefe, ya está bien con la broma del encierro, ¿no? Quien matase a Borja no va a confesar nunca. Estamos en una cárcel, no en un instituto.

- Antes o después, si no confiesa el propio autor de los hechos, la presión de los compañeros lo pondrán en una situación tan complicada que le obligarán a confesar. Cuanto antes diga la verdad, antes terminará esto…

- No es justo que todos tengamos que pagar por los pecados de uno.

- ¿Y quién te ha dicho que sólo fue uno quien mató a Borja? ¿No estarás ocultando algo?


 Otro de los presos que allí estaba, Óscar, tenía una idea con la que terminar con todo eso y comenzó a llevarla a cabo sin pensar demasiado en las consecuencias.


 Llamando a Vicente, éste se acercó a él.

- ¿Qué quieres Óscar?

- Necesito ir a la enfermería… He comenzado a sentirme mal.

- No vas a salir de ahí. Aguanta el dolor y si dentro de un par de horas no se te pasa, seré yo mismo quien te lleve a la enfermería.

- Es que… No puedo aguantar más,-logró decir el recluso justo antes de comenzar a vomitar-.

- Joder, no estabas exagerando, espera…-dijo Vicente abriendo la celda-.


 Y sin dejarle tiempo de respuesta, Óscar se abalanzó sobre Vicente y comenzó a asfixiarlo.

- Esta pantomima de aquí se va a acabar aquí y ahora, hijo de la gran puta. Se acabó el ir de bueno,-dijo Óscar-.


 Dejando a Vicente sin consciencia, Óscar aprovechó y buscó el mando de apertura de las celdas y, tras encontrarlo, abrió los cubículos dejando a todos los presos en completa libertad.

- Venga chicos, sed buenos y volved a meteros en vuestras celdas,-decía Sadam sintiendo un fuerte nudo en la garganta-.

- De eso nada, hijoputa,-dijo Rodrigo-.


 Y, sorprendiendo a Sadam, Jackson comenzó a pegarle sin parar.

- Esto es por todas las veces que te hemos pedido favores y no nos has hecho caso, cabronazo.


 Dándose cuenta Jesús de lo que estaba pasando, comenzó a retroceder para encerrarse en la sala de monitores junto con los demás oficiales pero Adrián lo miraba fijamente sin perderlo de vista.

- ¿A dónde te crees que vas, Jesusito?


 Y sin contemplación ninguna, Adrián sacó el cuchillo y se lo enseñó a Jesús.

- ¿Ves esto? Es el arma que usé para matar a Borja. Me encantó ver cómo perdía la vida entre mis manos, cómo sus ojos se quedaban en blanco y cómo la sangre manchaba mis manos y mi cara. Qué placer más grande fue ese pero, sin embargo, no es comparable con el que voy a sentir ahora arrebatándote la vida.


 Y con un rápido movimiento, Adrián le rajó el cuello a Jesús de lado a lado, provocando que saliese de la garganta del oficial tanta sangre que comenzó a manchar absolutamente todo.


 Tras ver cómo el pobre Jesús moría ahogándose en su propia sangre, Xing comenzó a gritar lo que había visto.

- ¡Adrián ha matado al oficial! ¡Ha matado a Jesús! ¡Tiene un cuchillo!

- Cállate la boca si no quieres ser el siguiente, chino asqueroso.


 Santi había visto toda la escena sin poder haber hecho nada y ahora que sabía que Adrián tenía un cuchillo y que estaba dispuesto a usarlo, tenía más miedo todavía. ¿Sería él el siguiente en morir?


 Mirando a su amigo David, Santi pudo verlo contemplando todo a su alrededor, tanto las peleas de la planta de abajo como las de esa misma planta.

- David, ¿qué hacemos?

- Déjame pensar… Algo se nos tiene que ocurrir Santi. Debe haber algo…


 Armándose de valentía, Lucas se colocó frente a Adrián, quien se dirigía hacia la zona de los monitores donde había un par de oficiales encerrados.

- Apártate si no quieres morir Lucas,-dijo Adrián-.

- ¿No es suficiente con lo que has hecho ya? ¿Es que quieres más?

- Y tú serás otro si no te apartas ahora mismo de mi camino. Me caes bien, así que no me gustaría tener que matarte, pero me estás obligando a ello.

- Va a ser que no.

- No es momento de hacerse el héroe Lucas, te lo advierto. Quítate de en medio.

- He dicho que no.


 Y cambiándose el cuchillo de mano, Adrián le pegó un fuerte puñetazo a Lucas en el estómago que lo dejó en el suelo retorciéndose y buscando aire para poder respirar.


 A todo esto, Óscar estaba intentando entrar en la enfermería pero no porque estuviera enfermo, nada de eso, sino porque quería beneficiarse a la doctora.

- Venga doctora, abra la puerta, le va a gustar lo que tengo para usted. Esta inyección va a ser indolora y verá las estrellas, se lo aseguro.

- Óscar, vuelve a tu celda, por favor. No empeores más las cosas.

- No pienso renunciar a usted. ¿Sabe la de veces que me he masturbado pensando en sus piernas o en esa piel tan negra que tiene? Usted me pone, y mucho.


 Sadam, por su parte, seguía vivo pero tremendamente magullado y apenas sin poderse mantener de pie.

- Jackson, por favor… Tengo dos hijos y mi mujer está embarazada… Necesito volver a casa y criar a mi familia. No me puedes hacer esto, por favor…


 David, viendo que Adrián seguía afanado intentando abrir la puerta de la sala de los oficiales, aprovechó para decirle su idea a Santi.

- Tal vez lo que te pida sea demasiado arriesgado pero…

- Dime, ¿qué necesitas?

- Adrián te tiene a ti entre ceja y ceja y va a ser al primero que va a buscar… Necesito que me lo entretengas mientras yo bajo. He visto que Óscar se ha encargado de Vicente y hace no mucho lo escuché que siempre guarda algo por si las cosas se torcían…

- ¿El qué?

- Confía en mí y todo saldrá bien, te lo prometo.


 Comenzando a bajar las escaleras, David se cruzó con la mirada de Óscar, quien le estaba pidiendo ayuda.

- David, menos mal que estás vivo. Ayúdame a echar la puerta abajo, que quiero follarme a la zorra de la doctora.

- Claro, por supuesto.

- Eres un grande David.

- No hace falta que me lo agradezcas,-dijo David justo antes de agarrar la cabeza de Óscar y darle varios golpes contra la pared y dejándolo medio inconsciente-.


 Teniendo vía libre, David vio que Vicente estaba tumbado en la celda de Óscar. Certificando que seguía vivo, comenzó a rebuscarle entre los pantalones hasta que encontró lo que estaba buscando.

- Esto hara cambiar las tornas a nuestro favor… Espero que no sea demasiado tarde.


 Arriba, Santi había llamado a Adrián para que dejase de intentar abrir la puerta de acceso a la sala de los oficiales.

- ¿Me llamabas a mí?-preguntó Adrián-.

- ¿Hay algún maricón más por aquí? Porque yo al único maricón hijo de puta que veo es a ti.

- Oh, cómo voy a disfrutar destripándote, hijo de la gran puta.

- ¿Estás seguro?

- ¿Ves este cuchillo? Pues será lo que te abra en canal.

- Uy, qué valiente… ¿Y por qué no nos peleamos a puños? Solos tú y yo. Una pelea. A muerte.


 Xing, quien miraba la escena algo alejado, alentaba a Santi.

- Mátalo Santi. Este hijo de puta no se merece vivir.

- Tranquilo Xing, a todo cerdo le llega su San Martín.

- ¿Me estás llamando cerdo?

- Hombre, aquí el único gordo de los tres eres tú así que… Quien tiene más pinta de cerdo aquí eres tú jajajaja.


 Adrián se acercaba lentamente a Santi quien, pese a estar completamente aterrorizado, mantenía una calma exterior que impresionaba.

- Qué chulito te has vuelto en este tiempo, Santi… Veremos a ver si sigues igual cuando te raje de arriba abajo.

- Dame un cuchillo y estaremos en igualdad de condiciones. Veremos entonces quién mata a quién, ¿a que ya no te gusta esa idea? Uh, seguro que no. Porque eres un gallina, un puto cobarde.


 Subiendo las escaleras de dos en dos, David pudo ver cómo Santi provocaba a Adrián, quien estaba cada vez más y más cabreado.

- ¿Quieres decir algo más antes de que te raje?-decía Adrián-.

- ¡Yo sí!-gritó David-.


 Viendo lo que tenía en su mano David, Xing le dio un par de palmadas en la espalda.

- Tú puedes David. Confío en ti.


 Adrián, volviéndose y viendo que David estaba frente a él, comenzó a sonreír y sacó su cuchillo.

- Oh David, qué ganas de matarte tengo. Mira, te mataré a ti primero para que tu íntimo amigo te vea desangrarte.

- ¿Estás seguro? Yo lo dudo…

- Pues acércate y comprobémoslo.

- No me va a hacer falta. Yo también me he agenciado con un juguetito y… ¿Adivinas qué? Es mucho mejor que el tuyo.


 Y sacando una pistola, David apuntó a Adrián y, sin necesidad de decir más palabras, Santi se apartó rápidamente de allí por lo que pudiera pasar.

- Di adiós Adrián. Créeme, nadie te echará de menos.


CONTINUARÁ…


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