miércoles, 17 de noviembre de 2021

Capítulo 6 || Nada Es Lo Que Parece

 Durante varios días, Santi estuvo tranquilo respecto al tema de Adrián y Borja. Parecía que se habían calmado aunque las miradas de ellos dos siempre se sucedían a cada rato y eso, en cierta forma, le hacía estar más tenso.


 Uno de esos días, mientras que Santi hacía la colada, Adrián se acercó a su guardia de confianza.

- Yuan, ¿por qué no te llevas a Xing arriba? Invéntate cualquier excusa, que necesito hablar con el novato… a solas.

- Ya veo por donde vas… Dame un minuto.


 Seguidamente, el oficial entró en el cuarto e hizo lo que Adrián le había dicho.

- Xing, te necesitan arriba. Deja eso para más tarde…

- Pero jefe, me dijiste que hiciese esto hace cinco minutos.

- Sí, pero los planes han cambiado, ¿me vas a llevar la contraria a mí?

- No, no…

- Ah, me creía. Novato, tú sigue con la colada y no salgas de aquí hasta que yo vuelva. No quiero ver ningún preso correteando solo por ahí,-dijo el oficial sin obtener respuesta de Santi-.


 Y en cuanto el guardia salió con Xing de la sala, Adrián entró en ella confiado de que estaría a solas con Santi.


 Cuando entró, lo vio de espaldas programando la lavadora para limpiar la ropa sucia de los demás presos y su mirada se fue al culo de Santi.

- Pero qué culito más rico tienes…


 Como si lo hubieran electrocutado, Santi se volteó rápidamente mientras sentía que su sangre se le congelaba. Sentía auténtico pavor y aún un poco de dolor por la violación sufrida…

- ¿Qué haces aquí Adrián?

- ¿Y tú que crees?

- ¿Y Borja?

- No necesitamos a ese lameculos ahora mismo. Lo que quiero es disfrutarte yo solo, para mí entero… Raw…-dijo Adrián simulando un gruñido de tigre-.


 Comenzando a notar que se le formaba un nudo en la garganta, Santi le imploró a Adrián que lo dejase en paz.

- Por favor, otra vez no… Todavía me duele mucho…

- Eso es porque no te dejaste. Tienes que relajarte y te aseguro que te dolerá mucho menos… Además, hoy estaremos solos y será mucho mejor. Venga, desnúdate.

- No quiero…-logró decir Santi sin saber muy bien cómo-.


 Endureciendo su expresión, Adrián miró seriamente a Santi.

- Te he dicho que te quites la ropa a las buenas o, si no, voy a tener que quitártela yo a las malas y ahí será cuando te arrepentirás de haberte negado. Quítate la ropa.

- Ya me has oído… He dicho que… no.

- ¿No? ¿Estás seguro?

- S… Sí.

- Vale, muy bien… Entonces tú lo has querido, y quien avisa…


 Agarrando de la cabeza a Santi, Adrián comenzó a pegarle un puñetazo detrás de otro sin parar, haciendo sangrar el pómulo del muchacho.


 Pero Adrián, no contento con eso, también comenzó a pegarle rodillazos, rompiéndole el tabique nasal y llenado todo de sangre. Santi, por su parte, apenas oponía resistencia porque no sabía qué hacer para defenderse.


 Y justo cuando Santi estaba al borde de la pérdida del conocimiento, Adrián paró y, agarrándolo de nuevo del pelo, se le acercó y lo besó en la boca.

- No digas que te lo advertí…


 Dejándolo ir, Santi se dirigió hacia la puerta justo cuando otro de los presos estaba frente a ella…

- Déjame… pasar… por… favor…


 Apartándose, ese preso dejó salir a Santi y ahí fue cuando vio al autor de los hechos y, cómo no, era el terrible Adrián.

- Vaya, vaya, vaya… Si el guapo de David ha salido del pozo. Cuánto tiempo, ¿verdad amigo?

- ¿Qué coño haces aquí?

- Pues maté a mis madres y asfixié a la subnormal de mi hermana hasta que la maté también… Lo que no saben es que me la follé después.

- Eres un puto enfermo…

- Vaya, muchas gracias… ¿Sabes? Tengo una mala noticia para ti. Ahora quien manda en esta prisión soy yo, así que… hazte a un lado y más vale que me respetes si no quieres sufrir las consecuencias como el que acaba de salir por la puerta.


 Adrián se sentía el rey de todo aquello porque llevaba mucho tiempo sin que nadie le plantase cara, pero ahora que David volvía a estar con el resto de los presos… aquello iba a cambiar.

- Que te crees tú eso. Adrián, ¿tengo que recordar lo que pasó cuando te enfrentaste conmigo la primera vez? Te tiraste dos semanas en la enfermería.

- Sí, y tú otras dos en aislamiento.

- ¿Y cuando tiraste a un preso por la barandilla del piso de arriba durante el motín? Qué dos meses más tranquilos pasamos sin ti por aquí. Y pensar que fui yo quien se lo dije al alcaide… Qué placer más grande.


 Adrián sabía que David era un hueso duro de roer y que, ahora que estaba fuera del pozo, tendría más complicado hacer y deshacer a su antojo, pero nada ni nadie se lo iba a impedir… O eso creía.

- David, David… Esto ya no es lo mismo en comparación a cuando entraste en aislamiento. Ahora aquí se me respeta y a ti te ningunean. No eres nadie, un mosquito, una cucaracha, un bicho…

- Sí, un bicho que te metió la paliza de tu vida cuando intentaste besarme la primera vez. ¿Te crees que no sé que tienes ganas de mi culo o de mi polla? Estás así porque eres como un niño chico, enrabietado e histérico porque no tiene lo que quiere y ya te aviso que no lo vas a conseguir conmigo ni con ningún otro preso desde ahora en adelante.

- Estás muy seguro de ti mismo, ¿verdad David?

- Por supuesto… Al igual que estoy seguro de que tú y el oficial Yuan os traéis un negocio fraudulento entre manos y, si no quieres que cante como Pavarotti, tendrás que hacer lo que yo diga, ¿queda claro?


 Poniendo expresión de fastidio, Adrián comenzó a maldecir hacia sus adentros mientras que miraba a David. Ese malnacido acababa de salir de aislamiento y ya lo tenía contra las cuerdas. Qué rabia le tenía…  


 Saliendo de la lavandería, David buscó a Santi y se lo encontró apoyado en la pared mientras se dirigía hacia la zona de duchas.

- Eh, espera,-dijo David-. ¿Necesitas ayuda?

- No…


 Pese a que David lo intentó, Santi se negó y fue hasta la zona de duchas para sentarse en uno de los bancos mientras que David lo seguía de cerca negando con la cabeza y pensando en lo mal que había dejado Adrián a ese pobre chico.


 Una vez que Santi se sentó, comenzó a llorar desconsoladamente. Ya no solo lo habían violado, sino que también le habían dado una paliza de muerte. ¿Cuándo terminaría todo aquello? Si sus días iban a ser así, preferiría no seguir viviendo.


 Sentándose junto a Santi, David permaneció en silencio hasta que Santi se calmó y lo miró fijamente.

- ¿Quién eres y qué haces aquí?

- Soy David y no sé qué hago aquí pero… aquí estoy.

- Yo soy Santi…

- Eres nuevo aquí, ¿verdad Santi?

- Sí… No llevaré ni un mes.

- Vaya, sí que se ha dado prisa Adrián esta vez.


 El silencio volvió a reinar durante unos segundos en toda la sala hasta que David tomó la palabra.

- Me condenaron por matar al portero de una discoteca en una rellerta. Fue sin querer, pero… Tras dejarlo en coma, murió dos meses después. ¿Sabes qué es lo peor?

- ¿Qué?

- Que en realidad lo hizo mi hermano, pero yo le cubrí.

- ¿Y por qué hiciste eso?

- Mi hermano estudia derecho, es un buen chico, nunca ha hecho nada malo… Y no quería que echara su vida a perder. La mía, en cambio, siempre ha estado con idas y venidas a la comisaría por múltiples hurtos, vandalismo… No iba a permitir que mi hermano estuviese aquí. Yo me lo merezco, pero él no. ¿Y cual es tu motivo para estar aquí?

- No me vas a creer, así que…

- Inténtalo.

- Bueno, pues… supuestamente maté a la que era mi novia y a su ex-novio y lo único que hice fue encontrarme todo el pastel cuando llegué a casa. Soy inocente y no tengo pruebas de ello…

- Ven conmigo, vamos…


 Sin saber muy bien a dónde, Santi se dejó ayudar por David y éste lo llevó hasta las escaleras.

- ¿A dónde vamos?

- A la enfermería. Necesitas que la doctora te vea esas heridas.

- No, no quiero que me acosen a preguntas… Si hablo más de la cuenta Adrián vendrá a por mí y…

- Adrián no va a hacer nada. Ahora estoy yo aquí y no voy a permitir que te toque ni un pelo de la cabeza cuando tú eres el primero que no debería estar aquí.

- ¿Entonces me crees?

- Sí chico, te creo. No tienes pinta de asesino, igual que mi hermano tampoco lo es.


 Llegando hasta la zona de enfermería, Santi se paró frente a la puerta y se echó a llorar.

- No creo que sea capaz.

- Pues entonces déjame hablar a mí. Yo me encargo.


 En cuanto llamaron a la puerta, la doctora les dejó pasar y se quedó pasmada al ver las heridas de Santi.

- Pero bueno, ¿qué te ha pasado?

- Verá doctora… Yo…


 Y antes de que Santi pudiera contestar, David entró en la sala y respondió por él.

- Adrián le lleva haciendo la vida imposible desde que entró y hoy lo he pillado dándole una paliza a este chico.

- Por Dios David, esa acusación es muy grave, ¿estás seguro de eso?

- Muy seguro. Tan seguro como que usted es de piel negra y yo tengo el pelo largo.

- Sabes que tengo que avisar de esto al alcaide y que Adrián se enterará, ¿no?

- Lo sé. Y no me importa. Yo he sido el chivato, yo seré quien me las vea con él si Adrián quiere.


 Llevándoselo a otra zona, la doctora comenzó a examinar a Santi mientras le hacía preguntas sobre lo ocurrido.

- Bueno… Yo…

- Suéltalo Santi,-aconsejó David-. Aquí estás seguro-.

- Vamos, hazle caso a David y dime por qué te ha pasado esto,-comentó la doctora-.

- Adrián me… ha dado esta paliza porque… me negué a acostarme con él.

- ¿Porque te negaste?

- Sí. La primera vez no me dio tiempo ni a negarme cuando él y Borja me encerraron en las duchas y…


 La doctora abrió los ojos de par en par y miró a David, quien ya estaba saliendo de la enfermería con una idea en mente.

- David, ¿a dónde vas?


 Saliendo a la zona común de celdas, David buscó con la mirada hasta que encontró a Adrián quien estaba con, oh sorpresa, Borja.


 En cuanto Adrián se dio cuenta de que David estaba allí, se quedó serio, aspecto que le extrañó a Borja.

- ¿Qué te pasa cariño? Te has puesto muy serio de repente,-preguntó Borja-.

- Lo que le pasa es que me ha visto a mí,-susurró David al oído de Borja-. Ahora, ¿nos puedes dejar los dos solitos un rato? No te lo robaré mucho tiempo, te lo juro por Snoopy.


 Borja también estaba muy serio y miró a David como si lo estuviera matando. Pese a eso, Borja no abrió la boca y se marchó dejando solos a Adrián con el recién llegado.

- Así me gusta, que me hagas caso,-dijo David-. Buen chico.


 Acercándose a Adrián, David lo miró fijamente sin apenas pestañear.

- ¿Qué quieres?-preguntó Adrián-. Tal y como me estás mirando parece que me quisieras besar.

- Eso es lo que te gustaría a ti, maricón de mierda. Escúchame bien porque no te lo pienso repetir más veces: hoy ha sido la última vez que le has puesto un dedo encima a Santi, ¿te queda claro? Desde ahora en adelante será mi protegido y cualquier cosa que le hagas, tendrás que pagar las consecuencias enfretándote a mí, ¿está claro? Y te aviso que estoy de muy mala leche y cuando estoy de esa forma, me puedo volver muy peligroso. Así que vigila muy bien tus espaldas porque voy a estar vigilándote día y noche.


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario