CAPÍTULO 33
El móvil de Naim sonó y
Scott tuvo que parar el relato para fastidio de los dos.
-
Joder…
-
¿Qué pasa Naim?
Naim dejó el móvil y se
volvió mirando a Scott.
-
Tienes que
esconderte.
-
Pero… ¿qué pasa?
-
¡YA!
-
Vale, ¿pero dónde
lo hago?
-
Sal por esa puerta
y espera a que yo cierre la puerta de la cocina de un portazo. Ahí sales
corriendo hasta la caseta de la casa de al lado. Esa casa es la de Tim, así que
tranquilo.
-
¿Me vas a contar
qué pasa?
-
Va a venir Tim.
Corre y escóndete.
Scott hizo lo que Naim le
había dicho. Estaba algo asustado de que algo saliera mal, de que lo
descubriera y todas las intenciones de devolverle la memoria a Naim se fueran a
la mierda.
Tim entró en la casa y
Naim le sonrió.
-
Buenos días Tim,
¿qué tal?
-
¿Tú no tenías que
trabajar hoy? Es que he visto luces encendidas y creía que había entrado alguien, por eso te he hablado.
-
Ah, no te
preocupes. Es que hoy me he levantado algo enfermo. Me encuentro mal.
-
¿Qué te pasa?
-
La cabeza, que me
está matando y me duele al tragar.
Naim se fue moviendo
hacia la cocina.
-
¿Has desayunado
Tim?
-
Apenas una tostada
con mantequilla.
-
Pues espera que
vamos a desayunar juntos. ¿Quieres un café?
Naim cerró la puerta de
un portazo que sonó en toda la casa. Era la señal para que Scott se escondiera
mejor.
Scott corrió como alma
que llevaba el diablo hacia la caseta. Por dentro los nervios lo iban a matar.
Scott bajó y corrió hasta
el final del pasillo. Para nada se esperaba que hubiera eso allí. Respirando
más tranquilo, se apoyó en la pared y comenzó a recuperar el aliento.
Naim y Tim se tomaron un
par de cafés y luego se pusieron a hablar.
-
¿Quieres que te
traiga algo?
-
Ay, pues me vas a
venir muy bien Tim. ¿Podrías llegarte a la farmacia Houston?
-
¿A la que está en
la otra punta?
-
Sí, es que allí es
donde compro siempre los medicamentos y ya me conocen. ¿Te importa traerme algo
para el dolor de garganta?
-
No hay problema.
Después del desayuno que me has dado es lo de menos. Luego vuelvo.
-
Venga, gracias
Tim.
Naim esperó a que Tim se
fuera con el coche y salió corriendo hacia la caseta. Bajó gritando el nombre
de Scott pero al bajar ya no estaba ahí…
-
¿Scott?
Naim estaba totalmente
descolocado, ¿a dónde había ido Scott? Dándose la vuelta para registrar la casa
de Tim escuchó una voz a su espalda.
-
¿A dónde vas Naim?
¡Era Scott! ¿De dónde
había salido? Y lo más importante, ¿por qué tenía esa cara tan enfadada?
Naim se dio la vuelta al
escuchar la voz de Scott.
-
Pero… ¿de dónde
coño sales?
-
Naim, ven aquí.
-
Scott, me estás
asustando.
-
Naim.
-
¿Qué?
-
Que vengas te he
dicho.
Naim se acercó algo
temeroso. No comprendía el cambio que acababa de dar Scott y ahora sí que
desconfiaba bastante de él. ¿Y si el mentiroso era él todo este tiempo? Sin
embargo, Scott se dedicó a darle golpes a la pared.
-
¿Qué haces Scott?
-
Ya lo verás.
-
Con esos golpes no
vas a echar la pared abajo. ¿Te echo una mano?
-
No… Espera, aquí
está.
-
¿El qué está?
De repente, la pared
empezó a moverse y se desplazó hacia la derecha, abriendo paso a una sala
oculta.
-
¿Qué opinas Naim?
Naim estaba completamente
inmóvil. No movía ni un solo músculo del cuerpo salvo los ojos, que rastreaban
la habitación de arriba abajo. ¿Qué estaban viendo sus ojos?
Naim vio una ristra de
macetas todas juntas, algo que llamó muchísimo la atención a Naim.
Luego vio unas cuantas
herramientas esparcidas por el suelo, más desordenadas.
Unas cajas con letreros
algo borrosos pero que guardaban más cosas que no se veían a simple vista.
Muchos neumáticos
antiguos con la goma gastada apilados en una esquina.
Colgado de la pared había
un gran escaparate de herramientas de coches de todo tipo.
Y finalmente, encima de
una mesa había más herramientas especiales para coches. ¿Qué hacía todo eso
allí?
La puerta se cerró tras
ellos y Naim en ese momento reaccionó. Movió la cabeza mirando los objetos otra
vez detenidamente, pero sin moverse del sitio. Scott lo miró y le dijo algo que
cambió a Naim radicalmente.
-
¿Lo recuerdas? El
asesino de la maceta…
Naim abrió los ojos como
brótolas. Recordó a Ashley, a Max, el accidente de ambos, a Bianca, al
comisario, a Eva… Todo volvía a estar como antes.
Una lágrima calló del ojo
de Naim, que apresuró a quitarse para abrazarse a Scott como si lo acaba de ver
después de mucho tiempo y, en cierto modo, así era.
-
Scott, te he
echado tanto de menos…
-
Has vuelto… Al
fin. Bienvenido de nuevo.
Scott tenía una gran
emoción encima. Su amigo, el mejor que había tenido nunca, había vuelto después
de un largo “viaje”. En ese abrazó se resumió todo el cariño que se tenían el
uno al otro. Ninguna palabra hubiera dicho más que ese abrazo silencioso entre
dos grandes amigos.
Naim se separó y comenzó
a hablar con Scott.
-
Ya me acuerdo de
todo, incluso de la universidad.
-
¿Sí?
Naim comenzó a relatarle
a Scott desde el punto donde se había quedado este.
-
Scott, me acuerdo
que cuando llevábamos ya un año y pico en la universidad, tú ya estabas
saliendo con Bianca, que logré convencerte para que te lanzaras.
Narra ahora Naim
Yo me acerqué a la habitación
de Ashley, que había quería jugar con ella una partida de ping-pong.
-
Buenos días
Ashley. Dios mío, qué guapa.
-
Sí vaya, recién
despertada estoy de un tipo…
-
En fin, a lo que
iba, ¿quieres venirte abajo a echar una partida de ping-pong?
-
Vale, dame unos
minutos y me cambio.
Unos 10 minutos después
bajamos juntos hasta el salón y nos pusimos a jugar. Nos habíamos hecho muy
buenos amigos, pese a las incómodas miradas de Tim que intentaba por todos los
medios separarnos.
Tim bajó al rato y se quedó
mirándonos, o más bien mirándome a mí antes de dirigirse a Ashley.
-
Cariño, tenemos
que hablar…
¿Qué tendrá que decirle Tim a Ashley?
¿Vendrá Tim en la actualidad y descubrirá que Naim no está en su casa?
CONTINUARÁ…
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