CAPÍTULO 3
La jornada laboral
comenzaba rápido y audaz en la ciudad. El edificio Kristof se alzaba imponente
al borde de la carretera, lujoso y… con una visita inesperada.
Había pasado una semana
de la tremenda pelea de Kevin con Eristof y, como habían prometido ambos
amigos, estaban decididos a encontrar trabajo. Entrando en el edificio, Kevin
encontró que no había nadie en el mostrador.
Esa empresa se dedicaba a
la programación y a la creación de páginas web y en eso Kevin era un experto ya
que era un gran programador y sabía que tendría posibilidades de trabajar allí.
Tocando el timbre y
esperando unos minutos, no apareció nadie. ¿Habría llegado demasiado pronto?
Instantes más tarde
escuchó cómo la puerta de entrada se abría y unos sonoros tacones entraban en
escena.
Girándose, Kevin se
encontró casualmente con Paulova, la chica de Eristof. Intentando tragar el
nudo que tenía en la garganta, se acercó para saludarla.
Ella sin mediar palabra
lo abrazó, a lo que Kevin correspondió entre sorpresa y miedo a la vez. Lo
último que se esperaba él era un abrazo de ella.
Separándose, ella quiso
saber el por qué estaba allí.
-
¿Qué te trae por
aquí Kevin?
-
Busco trabajo y
pensé que aquí sería un buen sitio para dejar mi currículum pero no hay nadie
en recepción y… No sé qué hacer.
Paulova frunció el ceño
sorprendida de que aquel muchacho no tuviera trabajo ya.
-
Creí que tenías
trabajo…
-
Ah no, qué va.
Vivo con mi mejor amigo en un lugar de mala muerte y ambos buscamos trabajo
para poder costearnos un piso de mejores condiciones.
-
¿Y qué estudios
tienes?
Kevin se sentía un poco
avergonzado, parecía una auténtica entrevista de trabajo pero contestaba sin
pensarlo dos veces.
-
Soy ingeniero de
telecomunicaciones y programador informático.
-
¡Entonces debes
ser una persona muy lista!
-
Bueno, no es para
tanto jejeje.
Ambos rieron, lo que
causó que se liberaran ciertas tensiones.
-
Pues has venido al
sitio ideal para buscar trabajo.
-
¿Y eso por qué?
-
Porque el dueño y
el jefe de esta empresa es mi padre.
La boca de Kevin comenzó
a abrirse sin control ninguno. ¿Era hija del magnate? Eso sí que no podía
imaginárselo.
-
¿Cómo dices? ¿Eres
la hija de Vladimir Kristof?
-
Por suerte o por
desgracia sí.
-
¿Por qué dices
eso?
Paulova se quedó unos
momentos pensativa y luego contestó.
-
Estoy enfadada con
mi padre porque alguien llamó a la policía después de vuestra pelea y metieron
a Eristof en el calabozo y mi padre lo sacó de allí pagando su fianza.
-
Ah… Puedo
comprender tu enfado. Mira, yo no quiero causar más problemas con tu padre así
que será mejor que…-Kevin fue interrumpido por la chica-.
-
De eso nada. Desde
que me fui de casa y me he alquilado un apartamento para mí sola mi padre no
sabe qué darme para que vuelva y voy a aprovechar su “agradecimiento”. Sígueme.
Dando media vuelta,
Paulova se dirigió hacia los ascensores mientras que Kevin la seguía de cerca.
Kevin sentía que ese era
su día de suerte y tenía una sonrisa tan amplia que no podía quitar mientras
que Paulova sonreía pensando en lo que ocurriría a continuación…
Al llegar a la planta más
alta, Paulova hizo que Kevin se sentara mientras que ella iría primero a hablar
con su padre.
-
Espera aquí hasta
que te avise, ¿vale?
-
Está bien.
Llamó a la puerta con dos
breves golpes y abrió la puerta rápidamente pillando a su padre… trabajando
duramente.
Paulova se paró en seco y
carraspeó, dándose cuenta que su padre estaba jugando al Need for Speed:
Payback.
Un vistazo rápido fuera
de la pantalla le hizo quitar el juego de golpe.
Su hija se sentó en la
silla completamente seria esperando a que su padre estuviera dispuesto a hablar
con ella.
-
¡Hola hija!
Perdona que haya tardado tanto en atenderte pero me has pillado rellenando unos
informes y…
-
Que sí papá, es tu
trabajo y no me tienes que dar explicaciones.
-
Bueno hija, ¿cómo
estás? ¿Te va bien en tu nueva casa?
-
Sí. A lo que iba:
necesito un favor.
Vladimir sonrió al saber
que su hija acudía a él.
-
¿Qué necesitas?
Sabes que te daré lo que quieras.
-
Por eso mismo
vengo: quiero que contrates a un amigo mío.
-
¿Qué? ¿Qué amigo?
-
Se llama Kevin y
es ingeniero de telecomunicaciones y programador.
-
¿Es americano
entonces? Nena, sabes que esta empresa es familiar y me gusta que mis
trabajadores sean rusos como nosotros.
Paulova sonrió levemente.
-
Papá, ¿quieres que
vuelva a casa?
-
Sí, por encima de
todo.
-
Pues Kevin está
esperando fuera, vas a hacerlo entrar y lo vas a contratar y cuando hayas hecho
todo eso me pensaré seriamente el volver a casa.
-
¿Y Eristof?
-
¿Trato hecho
papá?-preguntó Paulova haciendo caso omiso de la última pregunta de Vladimir-.
-
Está bien…-no dijo
muy convencido-.
Saliendo del despacho,
Paulova avisó a Kevin.
-
Te toca entrar.
Ven conmigo.
Entrando de nuevo en el
despacho, esta vez con Kevin, se lo presentó a su padre.
-
Kevin, te presento
a mi padre, el señor Vladimir Kristof. Papá, este es el chico del que te he
hablado.
Vladimir sonreía pero no
paraba de mirarlo de arriba abajo sin parar y en su cabeza se repetía una y
otra vez que era americano.
Kevin entró con una
sonrisa sincera y saludó con mucha educación al padre de Paulova.
-
Buenos días señor
Kristof.
A su vez, Paulova no
podía mirar más seria a su padre. Estaba realmente enfadada con él y sabía que
haría lo que fuera por ella para que así la tuviera contenta.
Levantándose del sillón,
Vladimir se acercó al muchacho estrechándole la mano.
-
Buenos días y
encantado de conocerte Kevin.
-
Lo mismo le digo.
El apretón de manos era
fuerte y duradero mientras que ambos hombres se miraban a los ojos.
Para quitar cierto hierro
al asunto, Vladimir intervino en ese leve silencio que se había formado.
-
Por favor, llámame
Vladimir.
-
Está bien,-dijo
sorprendido Kevin-.
Kevin no podía estar más
contento. La preciosa chica de la discoteca era la hija de uno de los
empresarios más influyentes y poderosos del mundo y encima estaba frente a él
en una entrevista de trabajo. Cuando se lo contara a Walcott no se lo iba a
creer…
Vladimir pidió al joven
Kevin que tomara asiento antes de pedirle amablemente a su hija que los dejaran
a solas.
Kevin se puso más serio,
ya que la entrevista iba a comenzar de un momento a otro.
-
¿Tiene usted ahí
su currículum?
-
Sí, aquí lo
tiene,-dijo dándoselo en la mano-.
-
Hum… Veo que es
ingeniero y programador, ¿no?
-
Así es, me gradué
el año pasado.
Vladimir también estaba
serio y dejando a un lado el currículum, miró fijamente a Kevin.
-
Le voy a ser
sincero Kevin: Esta empresa, MI empresa, es familiar y nacionalista. Todos los
que pertenecemos a ella somos rusos y me gustaría que así siguiera pero esta
vez no depende de mí, sino de mi hija y ella, no sé por qué, quiere que usted
esté en esta empresa y así será. Tiene un buen currículum y unas buenas
referencias así que espero que de la talla.
Kevin, serio y con la
mirada fija hacia su ya jefe, contestó educadamente.
-
No se preocupe. No
lo defraudaré.
-
Comienza mañana a
las 9 en punto de la mañana.
En ese momento, Eristof
veía por la ventana cómo se iba Paulova. La había llamado innumerables veces
pero ella nunca le contestaba, cuando iba a ver a su padre al trabajo no pasaba
por allí…
Habiéndose despedido
Kevin de Vladimir, éste se puso a mirar por la ventana mientras pensaba. Había
aceptado a un americano en una empresa de rusos y todo era por su hija, la
caprichosa de Paulova.
Eristof quería retomar la
relación con Paulova, pero al darle largas siempre, no sabía cómo podía
acercarse a ella. Ni su padre sabía dónde se había ido a vivir ella así que no
sabía lo que hacer.
Vladimir sabía que si se
hubiera negado, habría perdido a su hija para siempre. Él tenía conocimiento de
las infidelidades de Eristof hacia su hija, pero aun así las aguantaba porque
la boda entre ambos favorecería mucho a las familias de los dos. Dos familias
ricas y con prestigio unidas por un matrimonio, significaba un futuro lleno de
riqueza y fama.
Eristof quería arreglar
la relación a toda costa y, si era necesario, dejaría de ver a sus amigas para
conseguir que Paulova volviera con él. Él quería estar con ella, pero ella casi
siempre le daba largas y no quería acostarse con él, ya que Eristof parecía
quererla únicamente para el sexo.
A todo esto, Kevin
marchaba en su coche de vuelta a casa para darle la gran noticia a su buen
amigo Walcott.
Vladimir vigilaría todos
y cada uno de los movimientos de Kevin a través de Eristof, que sería su jefe
de equipo de programación. Al primer fallo, lo echaría a la calle. Las cosas no
iban a ser fáciles para el joven americano…
CONTINUARÁ…
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