viernes, 4 de enero de 2019

Sueños Rotos || Capítulo 8

Marina se enfrascó en los estudios y lo único que hacía era ir a clase y volver a casa, sin salir de allí para nada más que para eso. Y de esta forma fueron pasando los días hasta que se cumplieron dos semanas así.


Marina era la mejor de su clase, estaba atenta a las explicaciones, era la primera tomando apuntes y la que se sabía el temario al dedillo hasta donde habían avanzado. Era de admirar la dedicación tan grande que tenía por la carrera y todos los profesores lo comentaban entre ellos.


 Ese día, como solo tenía clase a primera hora y ya no tendría que volver hasta el día siguiente, Marina aprovechó para hacer un poco de ejercicio y, de esa forma, no abandonarse completamente, por lo que, subiendo al baño del piso superior, sacó la ropa que tenía en la mochila y se cambió.


 Nada más salir de la universidad, comenzó a hacer footing mientras veía a todos los demás yendo a las clases, corriendo de un lado para otro… Lo que ella hacía cada día, la verdad sea dicha.


 Un rato más tarde, cuando ya estaba de vuelta al aparcamiento donde había dejado su coche, Alex creyó verla a lo lejos mientras él también hacía ejercicio. Como no estaba seguro, el chico aumentó el ritmo para acercarse a ella.


 Y efectivamente, Alex estaba en lo cierto. Llevaba semanas buscándola y sin coincidir con Marina, preguntando a los compañeros si la habían visto, por qué lugares solía moverse… Pero no hubo manera hasta ese momento, ¡por fin!
- ¡Marina! ¿Puedo hablar contigo un momento?-dijo Alex haciendo parar a Marina, que se giró hacia él-.


 Alex, recobrando el aliento y mirándola directamente a los ojos, se intimidó un poco al tenerla por primera vez tan cerca. Pese a que estaba algo sudorosa, tenía un atractivo natural arrebatador.
- Perdona que te moleste, pero llevo buscándote dos semanas por todos lados, ¿dónde te habías metido?
- Lo siento Alex, pero no me apetece hablar contigo,-dijo Marina comenzando a dar la vuelta-.
- Espera un momento,-replicó el chico agarrándola suavemente del brazo para evitar que se fuera-. Ahora que te he encontrado voy a decirte lo que llevo tanto tiempo esperando.
- ¿El qué?-preguntó Marina retrocediendo levemente hacia atrás, sorprendida por las palabras de Alex-.
- Me enteré por un compañero del campus lo que te hizo Bárbara, que te humilló y se rió de ti delante de todos en la plaza… Uno de mi clase me comentó que si me había enterado de lo que le habían dicho a una tal Marina. Claro, yo no sabía como te llamabas y no tenía ni idea de nada, porque yo aparte de las clases y del trabajo no hago mucho más. Total, que cuando me lo contaron, se lo reproché a Bárbara, discutimos un montón y aún estamos peleados, por eso he estado buscándote todos estos días, esperaba que aparecieses por el café o verte en el campus para pedirte perdón, pero no había manera de encontrarte…


 Entristeciendo su expresión, Marina no pudo evitar volver a sentirse mal al recordar ese hecho.
- Me sentía muy mal y no quería saber nada de nadie. Me dejó bien claro que no quería que me acercase a ti, que tu eres su novio y que ella había venido de buena fe desde un principio y que yo la estaba jodiendo.
- Entonces vosotras os conocéis de antes de aquí, ¿no?
- Por suerte o por desgracia sí. Ella estaba en mi clase y fue una de las que más se reía de mí, me insultaba y también… Bueno, cuando me la encontré aquí, no la mandé a la mierda directamente, pero pasé de ella y le dije que no tenía más ganas de hablar.
- Se reía de ti, te insultaba y… ¿qué más? Parecía que ibas a seguir diciendo algo.


 Marina respiró hondo y comenzó a contarle todo lo que había sufrido en bachillerato, tanto cuando le grabaron el vídeo como cuando Natasha la empujó y se golpeó la cabeza.
Conforme iba hablando Marina, Alex fue cambiando su expresión, endureciéndola y mostrando un cabreo bastante considerable que le expresó a Marina en cuanto ésta terminó de hablar.
- Qué hijas de puta… No tienen otro nombre. Bárbara nunca me contó nada de esto y anda que no se lo tiene bien callado. Conmigo nunca ha sido como me has contado, en la vida. Siempre ha sido atenta, me ha cuidado… Lo que sí ha sido siempre es una celosa compulsiva. En cuanto me acercaba a alguien, ya se ponía en alerta. Una vez, fíjate como es ¿eh? Me dijo que dejase de hablar tanto con mi hermana, ¡con mi hermana! Como si fuera a hacer algo con ella...


 Al escuchar eso, Marina tampoco pudo ocultar su enfado con Bárbara y comenzó a soltar sapos y culebras sobre ella, pese a que Alex seguía siendo su pareja, pero ya le daba igual todo. Había tomado la decisión de no volver a achantarse frente a nada ni nadie.


 Y por intentar calmar el ambiente, Alex propuso algo que sorprendió a Marina.
- ¿Y si damos una vuelta y así nos relajamos un rato?
- Ah… Yo había pensado irme a casa y hacer un poco de limpieza...-dijo Marina algo cortada-.
- Bueno, entonces iré contigo y te ayudaré a limpiar. Cuatro manos terminan antes que dos, de eso estoy seguro. ¿Te apetece entonces que te acompañe?


 Marina sonrió levemente y pensó durante unos instantes lo que hacer… Era el novio de una chica, que no le gustaba nada, está bien, pero no dejaba de ser su novio y ella no quería meterse en medio de una relación. Sin embargo, había sido él quien propuso la idea y ella estaba soltera, por lo que el problema no era suyo…
- Está bien. Vayamos a por el coche. Ven, lo tengo por aquí.
- ¡Genial!


 Montándose en el coche, pusieron rumbo a casa mientras sonaba la música que tenía ella puesta y durante todo el trayecto, ambos estuvieron compartiendo gustos musicales y hablando de sus canciones preferidas.


 Y al llegar, justo cuando iban a dar marcha atrás para aparcar, se dieron cuenta de que Bárbara estaba en la puerta de la casa de Marina.
- Oh, oh...-dijo Alex-. Mira a quién tenemos aquí.
- Joder…


 Cuando se bajaron del coche, Alex no quería ni mirar a la cara a Bárbara porque sabía que su cabreo era monumental. La conocía lo bastante como para saber que no se iba a quedar callada. Marina, por su parte, se dirigió hacia ella con paso decidido.
- ¿Qué estás haciendo en mi casa?-preguntó Marina-.
- Habíamos quedado para hacer ejercicio juntos, Alex… ¿No te acuerdas?-preguntó Bárbara ignorando a Marina-. ¿Y tú, golfa? ¿Qué estás haciendo con mi hombre?
- Él se ha ofrecido a acompañarme hasta a casa, pero ya se iba.


 Bárbara comenzó a reírse, ya que no se creía nada lo que le acababa de decir Marina, que esta vez no se sentía acobardada como la última vez, por lo que se acercó a Bárbara para hacerla sentir más bajita de lo que ya era.
- Eres un ser despreciable,-comenzó diciendo Bárbara-. ¿Cómo te atreves a robarme a mi novio?
- ¡Oye perdona! Pero yo no te voy a robar a nadie porque no tengo ningún interés por él, empezando por ahí.
- ¡Eso no hay quien se lo crea! Sólo había que mirarte a la cara para ver que babeabas por él en cuanto lo viste en el café. ¡Zorra!
- ¡Que me dejes en paz tía! ¡Que me olvides!-gritó Marina comenzando a reanudar el paso para entrar en su casa-.
- Ojalá hubieses muerto cuando Natasha te empujó...-soltó Bárbara como una bomba frente a Marina-.


 Marina sintió en ese momento una rabia incontenible que se abría paso en su interior. Cerró ambos puños y comenzó a dirigirlos hacia Bárbara, que se mantenía frente a ella con una sonrisa malvada. Pero tras unos momentos de indecisión, pensó que no quería rebajarse tanto y desechó la idea.


 Al pasar junto a Bárbara en completo silencio y sin haberle contestado, Marina escuchó a sus espaldas una frase que la terminó de sacar de sus casillas.
- Eso, huye. No te enfrentes nunca a tus problemas… ¿Por eso te fuiste de China? Porque allí no te quería nadie, ¿verdad?


 La ira irrefrenable que había sentido antes volvió con más fuerza, provocando que Marina se volviera y le diera un guantazo a Bárbara, que tuvo que poner su pie derecho más atrás para evitar caerse al suelo.


 Llevándose la mano a la cara, Bárbara se volvió hacia Alex que miraba la escena sin articular palabra. No sabía qué decir y se mantuvo al margen hasta ese momento.
- ¡¿Y tú no vas a decir nada?!-exigió Bárbara-.
- No. Absolutamente nada. Tienes lo que te mereces Bárbara.
- ¿Cómo has dicho?-preguntó Bárbara con sorpresa e ira a la vez-.
- ¡Ya lo has oído! ¿Estás sorda?
- Lo que me faltaba por oír. Mi novio defendiendo a una china de mierda…


 Y sin poderlo evitar, Alex saltó en defensa de Marina, quien estaba viendo la escena con tristeza, ya que no le gustaban las peleas.
- ¡Deja de meterte con ella! ¿No has tenido suficiente? ¡La mandasteis al hospital, maldita sea!
- ¿Ya te ha ido la niñata con el cuento?
- No sabía que eras así, pero si lo hubiera sabido hace tiempo, no habría salido con una arpía como tú.
- ¡Entérate nene! Yo no fui quien la empujó, ¿vale? Yo sólo le dije a Natasha que buscase una forma de vengarse de ella, pero lo del empujón no fue cosa mía. Aunque he de reconocer que me alegró…


 Alex había tenido suficiente. No iba a soportar más esa discusión…
- Eres una mierda de persona y te mereces todo lo malo que te pase. ¡Hemos terminado!
- ¡¿ME ESTÁS DEJANDO?!
- ¡SÍ! Y que te quede bien claro que Marina es amiga mía y que si vuelves a tocarle un pelo o a decirle algo, tendrás que vértelas conmigo. No te tengo ningún miedo, así que ve con cuidadito a partir de ahora… ¿Me he expresado con la suficiente claridad, señorita Bárbara Guzmán?


 La propia Bárbara mantuvo el silencio por primera vez en todo ese tiempo y lo único que pudo hacer fue agachar la cabeza y mirar hacia Marina, que tenía una triste expresión en su rostro. No le gustaban las peleas y mucho menos que ella hubiera estado en medio de una.
- Todo esto es culpa tuya, puta,-dijo Bárbara a Marina entre dientes-.
- ¡FUERA!-gritó Alex-.


 Pero Bárbara parecía seguir teniendo ganas de guerra y, pese a lo que parecía al principio, no se achantó en ningún momento.
- Te voy a decir una cosa, Alex Nogueira: el que debe tener cuidado eres tú, porque tú no me conoces cuando me cabreo de verdad y puedo llegar a ser muy perra.
- Y que lo digas,-interrumpió Alex a su ya ex-novia-. Sólo hay que mirarte a la cara…
- Serás hijo de…
- Creo que no he hablado con la suficiente claridad,-dijo Alex volviendo a interrumpir a Bárbara-. ¡LARGO DE AQUÍ!


 Acercándose a Marina, la cogió del brazo y la invitó a entrar a la casa pasando junto a Bárbara que permaneció quieta como una estatua. Marina no se sentía bien, ya que había sido un momento muy violento para ella, pero Alex parecía distinto. Justo antes de que se cerrase la puerta, soltó un comentario en voz alta dirigido hacia Bárbara.
- Ay, por fin podré ser libre y volveré a recuperar a mis amistades de siempre de una vez por todas.


 a con la puerta cerrada, Alex agarró suavemente de la muñeca a Marina, que se paró y se giró hacia él. Acercándose peligrosamente a ella, pasó sus brazos sobre los de Marina y la abrazó con dulzura y ternura, acariciando el pelo femenino mientras la consolaba.
- Tranquila Marina, ya estás a salvo. No temas a partir de ahora porque estoy contigo, ¿vale?


 Marina permaneció en silencio, gozando cada segundo del abrazo de Alex. Daba gracias al cielo por ese momento, porque parecía estar viviendo en sus propias carnes lo que hacía años había experimentado la sim que la representaba a ella. ¡Qué gran momento era ese!


 Separándose, ambos decidieron que ver una película era el mejor plan para distraerse, en lugar de ponerse a limpiar como habían dicho en un principio. Poniendo Netflix, buscaron una que ninguno de los dos habían visto y comenzaron a verla.


 A la mitad de la película, Alex comenzó a mirar a Marina tímidamente sin que ella se diera cuenta, ya que estaba metida en el argumento de la película y no era consciente de las miradas masculinas. Él se había dado cuenta, desde un primer momento, de los buenos sentimientos que tenía Marina, de que era transparente y que no tenía maldad alguna. No tenía dobleces y se mostraba tal y como era ante los demás… Y eso era algo que nunca había tenido con Bárbara y que le llamaba mucho la atención.


 Poco a poco, Alex fue levantando su brazo y lo echó sobre el hombro femenino que, al notar lo que estaba haciendo él, se puso roja de vergüenza. Sin impedirle nada, Marina siguió viendo lo que quedaba de película con una sonrisa tonta de oreja a oreja.


CONTINUARÁ...

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