domingo, 20 de enero de 2019

Sueños Rotos || Capítulo 12

 Finalmente, Marina se armó de valor y salió de su antigua clase para irse hacia su casa, justo cuando se encontró con alguien a quien ya no se esperaba…
- ¿Natasha?-preguntó Marina-.
- Hola Marina… Me alegra verte,-dijo casi en voz baja-. ¿Cómo estás?



 Natasha estaba prácticamente irreconocible, bastante desmejorada y vestida de una forma poco usual a lo que recordaba Marina de ella. ¿Qué le habría pasado para encontrarse así?


 Acercándose a ella, Marina quiso saber por qué no había entrado con los demás.
- ¿Tú me has visto? No estoy para ninguna fiesta y… Quiero que todos me recuerden como era, y no como estoy ahora.
- Pero para eso están estas fiestas, para ver cómo hemos cambiado, cómo nos va a cada uno… ¡Aquí ninguno estamos igual que hace 10 años!
- Eso ya lo veo… Tú estás guapísima, con un cuerpazo que flipas, Lucas está como un tren, Danny con ese pelo largo está irreconocible y qué decir de Bárbara y Madison… Son unas auténticas princesas. En cambio yo… Soy un esqueleto andante, una yonki de mierda y puta. Lo tengo todo… Mira, será mejor que me vaya. Si te preguntan dónde has estado, les dices que has ido al baño, no les comentes nada de que me has visto, ¿vale? ¿Podrías hacerme ese favor?


 Sujetando a Natasha del brazo para que no se fuera, Marina le dijo algo que la hizo volverse a ella de nuevo.
- Yo me iba a ir de aquí cuando te he visto…
- ¿Irte? ¿Por qué?
- Mira por la ventana y dime qué ves.
- A Danny hablando con Lucas, a Bárbara con Mad… Ah vale, ya entiendo. Te has vuelto a sentir desplazada, ¿me equivoco?
- Justo eso…
- No sabes cómo te comprendo, aunque no me creas.
- ¿Y por qué no te voy a creer? A ver, cuéntame qué te pasa.
- Uf… Va a ser duro, pero espero no dejarme nada en el tintero… Cuando mis padres me metieron en el internado, se olvidaron completamente de mí. No aparecieron nunca en el día de los padres, ni por Navidad, no me visitaban ni los fines de semana… Nada. Y como me imaginaba, cuando terminé ese año que me quedaba en el internado, nadie vino a buscarme, por lo que me tuve que buscar la vida por mi cuenta con lo que llevaba en mi maleta. Conocí a unos chicos que robaban fruta y comida en un supermercado y como yo tenía mejor ropa y no me conocían por allí, robé para ellos varias veces hasta que me pillaron y me metieron en la cárcel. Allí estuve unos meses y la desesperación me podía, no paraba de llorar, de gritar, de autolesionarme por todo lo que me había estado pasando, por lo que una compañera de celda me ofreció algo para calmarme y desde la primera calada me sentí en la gloria. Desaparecieron todos mis problemas… Y cada vez quería más y más. Hasta que me volví adicta. Salí de la cárcel sin nada más que con unas ropas que me dieron allí. ¿Y qué hice? Pues ponerme en una esquina y prostituirme para conseguir dinero para más mierda… Prácticamente todo lo que ganaba me lo gastaba en droga. Hasta que un día casi me da algo, me tuvieron que llevar al hospital y allí pude recobrar el juicio de nuevo durante unos días… Sigo siendo puta, pero ahora estoy en un piso de un bloque en el barrio bajo de Los Aniegos pero… Los demonios de la droga siguen llamándome a la puerta y tengo un mono que no me aguanto. Así que será mejor que me vaya, me meta un chute y se acabe Natasha Steel.
- De eso nada, ¿me estás escuchando? Mira, vamos a hacer un trato, ¿ok? Yo vuelvo a la fiesta y no me voy a mi casa si tú entras conmigo, ¿trato hecho?


 La fiesta continuaba dentro y mientras que Danny y Bárbara bailaban juntos, Lucas bailaba sólo preguntándose dónde se había metido Marina. Madison, por su parte, había cogido un plato de pavo relleno para comer algo.


 Danny le había preguntado de todo a Bárbara para saber de ella, de sus estudios, trabajo, familia, relaciones… Y para su desgracia, Bárbara tenía novio por lo que… Mirando a Madison, la vio sola comiendo, así que pensaba ir a por ella y “ponerse al día” de sus vidas, aunque eso no le importase una mierda. Era la excusa perfecta para llegar a la cama.


 Con mucho miedo en el cuerpo y sin parar de temblar, Natasha abrió la puerta de su antigua clase encontrándose con la mirada de Bárbara en ese mismo momento. Sin saber qué hacer, Natasha se quedó quieta, sin apenas sonreír ni saludar a nadie.


 árbara la miraba sin saber a ciencia cierta si era Natasha, ya que estaba bastante desmejorada… Pero al ver en el umbral de la puerta a Marina, supo que era ella, su antigua amiga. ¿Qué le había pasado? Se preguntaba sin parar en su cabeza.
- ¿Qué ocurre?-preguntó Danny-. Ni que hubieras visto a un fantasma-.


 Acercándose a ella y sin dudarlo un instante, Bárbara abrazó a Natasha, sorprendiendo a ésta. No se esperaba que su vieja amiga la recibiera tan bien después de tanto tiempo y al haberla visto con ese aspecto. Relajándose un poco, Natasha comenzó a abrazar con fuerza a su amiga.
- Te he echado mucho de menos Bárbara…


 Separándose de ella, Bárbara comenzó a anunciar a todos que Natasha había llegado, que ya estaban todos presentes. Los demás la saludaron y empezaron a aplaudir a la recién llegada. Sin embargo, Madison aún estaban comiendo y no se había girado a mirar la escena…


 Al levantarse y mirar a Natasha, Madison no pudo evitar soltar una pequeña carcajada, acompañando esta risa junto a un comentario fuera de lugar.
- ¿Qué hace esa puta yonki aquí?
- Madison, es Natasha,-volvió a repetir Bárbara-.
- Esa no puede ser Natasha chicos, es imposible. ¿No le habéis visto las pintas que lleva? ¿Y la cara que tiene? Buah, menuda yonki de mierda...


 Sin pensárselo dos veces, Natasha salió corriendo a la vez que dos grandes lágrimas salían de sus ojos, recorriendo sus mejillas y precipitándose al suelo, al igual que sus ánimos.


 Gritando a Natasha, Marina salió corriendo en su busca para evitar que se marchase de allí mientras que pensaba en el odioso comentario de Madison, que había soltado todo aquello sin ningún tipo de problema, sabiendo que podía herir los sentimientos de alguien.


 Inevitablemente, Bárbara se giró hacia su amiga Madison y comenzó a increparla por lo que acababa de decir.
- ¿Qué coño te pasa Madison?
- ¿Cómo dices?
- ¿Cómo se te ocurre hablarle así a la gente? ¿No sabes que las palabras pueden llegar a herir más que pegarle a alguien?
- ¿Pero qué me estás contando? ¿No la has visto? ¡Es una drogadicta de mierda! No quiero que me lleguen a ver cerca de alguien así justo cuando queda tan poco para el estreno de mi serie…


 Sin podérselo creer, Bárbara comenzó a soltar sapos y culebras por su boca, insultando y poniendo de vuelta y media a Madison, que la escuchaba atónita a la vez que cabreada por estar defendiendo a una drogadicta de mierda, por muy vieja amiga que fuera de ellas.
- No entiendo cómo puedes ser así de insensible con alguien que significó tanto para tu vida en una etapa tan importante como fue el bachillerato… ¡Éramos íntimas amigas! Y mírate ahora… Solo te interesa tu estúpida serie de mierda.


 Sin poder reprimirse, Madison sacó su mano a pasear y le dio un guantazo a Bárbara, que intentó evitar el golpe sin éxito. A su vez, fuera Marina se abrazaba con Natasha después de calmarla un poco y de hablar con ella.


 Al ver la situación, Lucas le preguntó a Bárbara si estaba bien, quien afirmó yéndose a otro punto de la clase antes de continuar aquel enfrentamiento. Poniéndose en el lugar que había ocupado Bárbara escasos segundos antes, el muchacho le recriminó su actitud a Madison.
- Madison, te voy a pedir que te calmes un poco, ¿vale? Entre el comentario a Natasha y el guantazo a Bárbara te estás luciendo esta noche, ¿qué te pasa?
- ¡Nada! La gente no comprende que soy una estrella y que si me ven junto a esa, toda mi imagen se me puede ir al garete…
- ¿Pero qué imagen? Si yo acabo de enterarme de que eres actriz… Tanta fama no tendrás como crees cuando ninguno de los que estamos aquí se había enterado antes, vaya.


 Fuera de la clase, Natasha le agradecía a Marina todas las palabras amables que había tenido con ella.
- Sigues siendo increíble, más que antes incluso. Después de todo lo que te hice sufrir… Sería lo normal que no me quisieras mirar ni a la cara, pero aquí estás, ayudándome a no sentirme peor de lo que ya estoy… ¿Por qué lo haces?
- Pues por el simple hecho de que no merece la pena guardar rencor a nadie, que eso es un arma de doble filo, porque te crees que de esa forma le vas a hacer daño a esa persona cuando en realidad te lo estás haciendo a ti mismo.


 Los gritos dentro de la clase iban aumentando y ya Lucas y Bárbara no soportaban el tono de voz de Madison, que estaba descontrolada completamente.
- ¡Que te calles ya, coño!-gritó Lucas también, haciéndose escuchar de nuevo-.
- ¡A mí no me levantes la voz! Que si quiero te podrían degradar más rápido de lo que se dice “ya”-amenazó Madison-.
- ¿Eso es una amenaza? ¿Te recuerdo que estás hablando con un policía?


 Y sin dejar que terminase la frase, Madison volvió a sacar a pasear su mano y le dio un guantazo a Lucas, esta vez más fuerte que a Bárbara. Danny, quien miraba la escena completamente atónito, se le quitaron las ganas de tener un fugar romance con ella. Se creía la mayor diva allí, cuando ni siquiera tenía fama.


 Bárbara estaba tensa, miraba mortalmente seria a Madison, a la que quería echar de allí a patadas si fuera necesario, pero viendo que los fuertes brazos de Lucas se estaban tensando, dio un paso atrás y siguió manteniéndose al margen.


 Danny, como si de una pelea de niños pequeños se tratase, le preguntó algo a Lucas que le hizo relajarse un poco más.
- ¿La vas a arrestar?
- No… No quiero estropearle su fabulosa carrera como ¡meretriz!-dijo en voz alta para que Madison lo escuchase-. Quiero decir actriz…
- ¡Ponle las esposas!-le pedía Danny-.
- No.
- ¡Que se las ponga! ¡Que se las ponga! ¡Que se las ponga!…


 Y justo cuando iba a volver a decir algo la estupenda Madison, la puerta de la clase se abrió bruscamente, entrando una enfadada Natasha a la estancia. Dejando a todos helados, sin saber qué pasaría en ese momento, permanecieron a la espera. Lucas, quien había adoptado una postura de asalto contra Madison, se fue acercando poco a poco a ella, para evitar futuras peleas.


 Ni corta ni perezosa, la débil Natasha sacó un caño de voz que sorprendió a todos allí, desde Danny a Marina, quien acababa de entrar en clase también.
- ¡Tú! Hija de puta...-gritó Natasha-. Escúchame atentamente porque no lo voy a repetir una vez más. Deja de hacerte la santa y la divina porque de aquí la más puta eres tú, mucho más que yo que me dedico a eso. ¿Te recuerdo por qué? Porque te has acostado con quien ha hecho falta para conseguir todo aquello que tú querías. ¡Siempre!
- ¿De qué estás hablando puta yonki?-preguntó Madison-.
- ¿No te acuerdas? Bueno, pues echemos la vista atrás… ¿Te acuerdas que me confesaste estando ya en el internado que hablaste con tu padre de lo que yo le había hecho a Marina? ¿Y que por culpa de eso nos metieron a todas en un internado?
- ¡Mientes!
- ¡Sabes que no! ¿Y tampoco recuerdas cuando saliste del internado? ¿Cómo conseguiste convencer a tu papi?
- No te atreverás…


 La situación estaba más tensa que una abuela con tres fajas y todos permanecían atentos al relato que contaba Natasha ante el estupor y la sorpresa de Madison.
- Siento haberte mentido antes Marina,-dijo Natasha dirigiéndose a ella-, pero sí que vi a mi padre. Vino un día a visitarme y justo en ese momento apareció la “dulce y buena” de Madison, quien quiso contarle algo en privado. Yo me salí de la habitación y al ver que pasaba mucho tiempo y no salían de allí, me acerqué y los escuché follar. Me quedé en shock y no supe qué hacer, si preguntarle a Madison o hablarle a mi padre después, pero cuando de un día para otro Madison me dijo que su padre la iba a sacar del internado y que mis padres no volvían a dirigirme la palabra lo comprendí todo. Supe que Madison me había echado la culpa de todo lo sucedido, de que yo había sido la que grabó el vídeo, la que te empujó y te mandó al hospital… Y por eso mi padre habló con el suyo para que la sacara del internado. Todas las culpas recayeron en mí y por eso estoy como estoy, porque tú querías salvar tu pellejo, porque no soportabas estar encerrada en un internado sólo de chicas, porque no podías vivir sin pollas en la boca, por eso te metiste la de mi padre hasta la garganta, ¿verdad? Y estoy segura que todos tus papeles en esas maravillosas películas y series han pasado previamente por la cama.
- No me lo puedo creer,-dijo una entristecida Bárbara-.
- Siento que te hayas tenido que enterar de todo esto ahora,-lamentaba Natasha-, pero… Si no lo decía reventaba.
- ¡ERES UNA HIJA DE...!-gritó histérica Madison-.


 Y sin dejar que siguiese gritando más, Natasha le propinó el guantazo que debió haberle dado su padre hacía muchos años atrás. El golpe sonó tan fuerte que hasta Lucas frunció el ceño, notando que seguramente había sido tan fuerte como el sonido.


 Aquella vez Madison no hizo nada, solamente miró a sus compañeros con cara de odio y se fue sin más. Al abrir la puerta, todos se dieron cuenta que estaba amaneciendo y que lo único que habían hecho aquella noche era discutir. Y todo por una maldita rencilla de años pasados…
Al desaparecer Madison de sus vistas, los demás compañeros comenzaron a vitorear a Natasha, quien se comenzó a ruborizar bastante, agradeciendo a todos ese gesto.


CONTINUARÁ...

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