Finalmente, Marina se armó de valor y salió de su antigua clase
para irse hacia su casa, justo cuando se encontró con alguien a
quien ya no se esperaba…
- ¿Natasha?-preguntó
Marina-.
- Hola Marina… Me alegra
verte,-dijo casi en voz baja-. ¿Cómo estás?
Natasha estaba prácticamente irreconocible, bastante desmejorada y
vestida de una forma poco usual a lo que recordaba Marina de ella.
¿Qué le habría pasado para encontrarse así?
Acercándose a ella, Marina quiso saber por qué no había entrado
con los demás.
- ¿Tú me has visto? No
estoy para ninguna fiesta y… Quiero que todos me recuerden como
era, y no como estoy ahora.
- Pero para eso están
estas fiestas, para ver cómo hemos cambiado, cómo nos va a cada
uno… ¡Aquí ninguno estamos igual que hace 10 años!
- Eso ya lo veo… Tú
estás guapísima, con un cuerpazo que flipas, Lucas está como un
tren, Danny con ese pelo largo está irreconocible y qué decir de
Bárbara y Madison… Son unas auténticas princesas. En cambio yo…
Soy un esqueleto andante, una yonki de mierda y puta. Lo tengo todo…
Mira, será mejor que me vaya. Si te preguntan dónde has estado, les
dices que has ido al baño, no les comentes nada de que me has visto,
¿vale? ¿Podrías hacerme ese favor?
Sujetando a Natasha del brazo para que no se fuera, Marina le dijo
algo que la hizo volverse a ella de nuevo.
- Yo me iba a ir de aquí
cuando te he visto…
- ¿Irte? ¿Por qué?
- Mira por la ventana y
dime qué ves.
- A Danny hablando con
Lucas, a Bárbara con Mad… Ah vale, ya entiendo. Te has vuelto a
sentir desplazada, ¿me equivoco?
- Justo eso…
- No sabes cómo te
comprendo, aunque no me creas.
- ¿Y por qué no te voy a
creer? A ver, cuéntame qué te pasa.
- Uf… Va a ser duro,
pero espero no dejarme nada en el tintero… Cuando mis padres me
metieron en el internado, se olvidaron completamente de mí. No
aparecieron nunca en el día de los padres, ni por Navidad, no me
visitaban ni los fines de semana… Nada. Y como me imaginaba, cuando
terminé ese año que me quedaba en el internado, nadie vino a
buscarme, por lo que me tuve que buscar la vida por mi cuenta con lo
que llevaba en mi maleta. Conocí a unos chicos que robaban fruta y
comida en un supermercado y como yo tenía mejor ropa y no me
conocían por allí, robé para ellos varias veces hasta que me
pillaron y me metieron en la cárcel. Allí estuve unos meses y la
desesperación me podía, no paraba de llorar, de gritar, de
autolesionarme por todo lo que me había estado pasando, por lo que
una compañera de celda me ofreció algo para calmarme y desde la
primera calada me sentí en la gloria. Desaparecieron todos mis
problemas… Y cada vez quería más y más. Hasta que me volví
adicta. Salí de la cárcel sin nada más que con unas ropas que me
dieron allí. ¿Y qué hice? Pues ponerme en una esquina y
prostituirme para conseguir dinero para más mierda… Prácticamente
todo lo que ganaba me lo gastaba en droga. Hasta que un día casi me
da algo, me tuvieron que llevar al hospital y allí pude recobrar el
juicio de nuevo durante unos días… Sigo siendo puta, pero ahora
estoy en un piso de un bloque en el barrio bajo de Los Aniegos pero…
Los demonios de la droga siguen llamándome a la puerta y tengo un
mono que no me aguanto. Así que será mejor que me vaya, me meta un
chute y se acabe Natasha Steel.
- De eso nada, ¿me estás
escuchando? Mira, vamos a hacer un trato, ¿ok? Yo vuelvo a la fiesta
y no me voy a mi casa si tú entras conmigo, ¿trato hecho?
La fiesta continuaba dentro y mientras que Danny y Bárbara bailaban
juntos, Lucas bailaba sólo preguntándose dónde se había metido
Marina. Madison, por su parte, había cogido un plato de pavo relleno
para comer algo.
Danny le había preguntado de todo a Bárbara para saber de ella, de
sus estudios, trabajo, familia, relaciones… Y para su desgracia,
Bárbara tenía novio por lo que… Mirando a Madison, la vio sola
comiendo, así que pensaba ir a por ella y “ponerse al día” de
sus vidas, aunque eso no le importase una mierda. Era la excusa
perfecta para llegar a la cama.
Con mucho miedo en el cuerpo y sin parar de temblar, Natasha abrió
la puerta de su antigua clase encontrándose con la mirada de Bárbara
en ese mismo momento. Sin saber qué hacer, Natasha se quedó quieta,
sin apenas sonreír ni saludar a nadie.
árbara la miraba sin saber a ciencia cierta si era Natasha, ya que
estaba bastante desmejorada… Pero al ver en el umbral de la puerta
a Marina, supo que era ella, su antigua amiga. ¿Qué le había
pasado? Se preguntaba sin parar en su cabeza.
- ¿Qué ocurre?-preguntó
Danny-. Ni que hubieras visto a un fantasma-.
Acercándose a ella y sin dudarlo un instante, Bárbara abrazó a
Natasha, sorprendiendo a ésta. No se esperaba que su vieja amiga la
recibiera tan bien después de tanto tiempo y al haberla visto con
ese aspecto. Relajándose un poco, Natasha comenzó a abrazar con
fuerza a su amiga.
- Te he echado mucho de
menos Bárbara…
Separándose de ella, Bárbara comenzó a anunciar a todos que
Natasha había llegado, que ya estaban todos presentes. Los demás la
saludaron y empezaron a aplaudir a la recién llegada. Sin embargo,
Madison aún estaban comiendo y no se había girado a mirar la
escena…
Al levantarse y mirar a Natasha, Madison no pudo evitar soltar una
pequeña carcajada, acompañando esta risa junto a un comentario
fuera de lugar.
- ¿Qué hace esa puta
yonki aquí?
- Madison, es
Natasha,-volvió a repetir Bárbara-.
- Esa no puede ser Natasha
chicos, es imposible. ¿No le habéis visto las pintas que lleva? ¿Y
la cara que tiene? Buah, menuda yonki de mierda...
Sin pensárselo dos veces, Natasha salió corriendo a la vez que dos
grandes lágrimas salían de sus ojos, recorriendo sus mejillas y
precipitándose al suelo, al igual que sus ánimos.
Gritando a Natasha, Marina salió corriendo en su busca para evitar
que se marchase de allí mientras que pensaba en el odioso comentario
de Madison, que había soltado todo aquello sin ningún tipo de
problema, sabiendo que podía herir los sentimientos de alguien.
Inevitablemente, Bárbara se giró hacia su amiga Madison y comenzó
a increparla por lo que acababa de decir.
- ¿Qué coño te pasa
Madison?
- ¿Cómo dices?
- ¿Cómo se te ocurre
hablarle así a la gente? ¿No sabes que las palabras pueden llegar a
herir más que pegarle a alguien?
- ¿Pero qué me estás
contando? ¿No la has visto? ¡Es una drogadicta de mierda! No quiero
que me lleguen a ver cerca de alguien así justo cuando queda tan
poco para el estreno de mi serie…
Sin podérselo creer, Bárbara comenzó a soltar sapos y culebras por
su boca, insultando y poniendo de vuelta y media a Madison, que la
escuchaba atónita a la vez que cabreada por estar defendiendo a una
drogadicta de mierda, por muy vieja amiga que fuera de ellas.
- No entiendo cómo puedes
ser así de insensible con alguien que significó tanto para tu vida
en una etapa tan importante como fue el bachillerato… ¡Éramos
íntimas amigas! Y mírate ahora… Solo te interesa tu estúpida
serie de mierda.
Sin poder reprimirse, Madison sacó su mano a pasear y le dio un
guantazo a Bárbara, que intentó evitar el golpe sin éxito. A su
vez, fuera Marina se abrazaba con Natasha después de calmarla un
poco y de hablar con ella.
Al ver la situación, Lucas le preguntó a Bárbara si estaba bien,
quien afirmó yéndose a otro punto de la clase antes de continuar
aquel enfrentamiento. Poniéndose en el lugar que había ocupado
Bárbara escasos segundos antes, el muchacho le recriminó su actitud
a Madison.
- Madison, te voy a pedir
que te calmes un poco, ¿vale? Entre el comentario a Natasha y el
guantazo a Bárbara te estás luciendo esta noche, ¿qué te pasa?
- ¡Nada! La gente no
comprende que soy una estrella y que si me ven junto a esa, toda mi
imagen se me puede ir al garete…
- ¿Pero qué imagen? Si
yo acabo de enterarme de que eres actriz… Tanta fama no tendrás
como crees cuando ninguno de los que estamos aquí se había enterado
antes, vaya.
Fuera de la clase, Natasha le agradecía a Marina todas las palabras
amables que había tenido con ella.
- Sigues siendo increíble,
más que antes incluso. Después de todo lo que te hice sufrir…
Sería lo normal que no me quisieras mirar ni a la cara, pero aquí
estás, ayudándome a no sentirme peor de lo que ya estoy… ¿Por
qué lo haces?
- Pues por el simple hecho
de que no merece la pena guardar rencor a nadie, que eso es un arma
de doble filo, porque te crees que de esa forma le vas a hacer daño
a esa persona cuando en realidad te lo estás haciendo a ti mismo.
Los gritos dentro de la clase iban aumentando y ya Lucas y Bárbara
no soportaban el tono de voz de Madison, que estaba descontrolada
completamente.
- ¡Que te calles ya,
coño!-gritó Lucas también, haciéndose escuchar de nuevo-.
- ¡A mí no me levantes
la voz! Que si quiero te podrían degradar más rápido de lo que se
dice “ya”-amenazó Madison-.
- ¿Eso es una amenaza?
¿Te recuerdo que estás hablando con un policía?
Y sin dejar que terminase la frase, Madison volvió a sacar a pasear
su mano y le dio un guantazo a Lucas, esta vez más fuerte que a
Bárbara. Danny, quien miraba la escena completamente atónito, se le
quitaron las ganas de tener un fugar romance con ella. Se creía la
mayor diva allí, cuando ni siquiera tenía fama.
Bárbara estaba tensa, miraba mortalmente seria a Madison, a la que
quería echar de allí a patadas si fuera necesario, pero viendo que
los fuertes brazos de Lucas se estaban tensando, dio un paso atrás y
siguió manteniéndose al margen.
Danny, como si de una pelea de niños pequeños se tratase, le
preguntó algo a Lucas que le hizo relajarse un poco más.
- ¿La vas a arrestar?
- No… No quiero
estropearle su fabulosa carrera como ¡meretriz!-dijo en voz alta
para que Madison lo escuchase-. Quiero decir actriz…
- ¡Ponle las esposas!-le
pedía Danny-.
- No.
- ¡Que se las ponga! ¡Que
se las ponga! ¡Que se las ponga!…
Y justo cuando iba a volver a decir algo la estupenda Madison, la
puerta de la clase se abrió bruscamente, entrando una enfadada
Natasha a la estancia. Dejando a todos helados, sin saber qué
pasaría en ese momento, permanecieron a la espera. Lucas, quien
había adoptado una postura de asalto contra Madison, se fue
acercando poco a poco a ella, para evitar futuras peleas.
Ni corta ni perezosa, la débil Natasha sacó un caño de voz que
sorprendió a todos allí, desde Danny a Marina, quien acababa de
entrar en clase también.
- ¡Tú! Hija de
puta...-gritó Natasha-. Escúchame atentamente porque no lo voy a
repetir una vez más. Deja de hacerte la santa y la divina porque de
aquí la más puta eres tú, mucho más que yo que me dedico a eso.
¿Te recuerdo por qué? Porque te has acostado con quien ha hecho
falta para conseguir todo aquello que tú querías. ¡Siempre!
- ¿De qué estás
hablando puta yonki?-preguntó Madison-.
- ¿No te acuerdas? Bueno,
pues echemos la vista atrás… ¿Te acuerdas que me confesaste
estando ya en el internado que hablaste con tu padre de lo que yo le
había hecho a Marina? ¿Y que por culpa de eso nos metieron a todas
en un internado?
- ¡Mientes!
- ¡Sabes que no! ¿Y
tampoco recuerdas cuando saliste del internado? ¿Cómo conseguiste
convencer a tu papi?
- No te atreverás…
La situación estaba más tensa que una abuela con tres fajas y todos
permanecían atentos al relato que contaba Natasha ante el estupor y
la sorpresa de Madison.
- Siento haberte mentido
antes Marina,-dijo Natasha dirigiéndose a ella-, pero sí que vi a
mi padre. Vino un día a visitarme y justo en ese momento apareció
la “dulce y buena” de Madison, quien quiso contarle algo en
privado. Yo me salí de la habitación y al ver que pasaba mucho
tiempo y no salían de allí, me acerqué y los escuché follar. Me
quedé en shock y no supe qué hacer, si preguntarle a Madison o
hablarle a mi padre después, pero cuando de un día para otro
Madison me dijo que su padre la iba a sacar del internado y que mis
padres no volvían a dirigirme la palabra lo comprendí todo. Supe
que Madison me había echado la culpa de todo lo sucedido, de que yo
había sido la que grabó el vídeo, la que te empujó y te mandó al
hospital… Y por eso mi padre habló con el suyo para que la sacara
del internado. Todas las culpas recayeron en mí y por eso estoy como
estoy, porque tú querías salvar tu pellejo, porque no soportabas
estar encerrada en un internado sólo de chicas, porque no podías
vivir sin pollas en la boca, por eso te metiste la de mi padre hasta
la garganta, ¿verdad? Y estoy segura que todos tus papeles en esas
maravillosas películas y series han pasado previamente por la cama.
- No me lo puedo
creer,-dijo una entristecida Bárbara-.
- Siento que te hayas
tenido que enterar de todo esto ahora,-lamentaba Natasha-, pero… Si
no lo decía reventaba.
- ¡ERES UNA HIJA
DE...!-gritó histérica Madison-.
Y sin dejar que siguiese gritando más, Natasha le propinó el
guantazo que debió haberle dado su padre hacía muchos años atrás.
El golpe sonó tan fuerte que hasta Lucas frunció el ceño, notando
que seguramente había sido tan fuerte como el sonido.
Aquella vez Madison no hizo nada, solamente miró a sus compañeros
con cara de odio y se fue sin más. Al abrir la puerta, todos se
dieron cuenta que estaba amaneciendo y que lo único que habían
hecho aquella noche era discutir. Y todo por una maldita rencilla de
años pasados…
Al desaparecer Madison de
sus vistas, los demás compañeros comenzaron a vitorear a Natasha,
quien se comenzó a ruborizar bastante, agradeciendo a todos ese
gesto.
CONTINUARÁ...
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