jueves, 24 de enero de 2019

Sueños Rotos || Capítulo 13

 Marina quiso saber si Natasha se encontraba bien después de la gran trifulca que habían tenido.
- ¿Cómo te encuentras?
- Bien, no te preocupes. Sé en qué lugar debo estar en todo momento pero… Te quiero dar las gracias por habérmelo recordado hoy.
- No ha sido nada. Por cierto, ¿tienes en dónde quedarte luego?
- Sí, me iré al pisito que tengo alquilado…
- Es que se me está ocurriendo que podrías venirte a mi casa conmigo.
- ¿A tu casa? ¿Por qué?
- Porque creo conocer a alguien que te podría ayudar con el tema de tu adicción.



 A Natasha se le iluminó al cara cuando escuchó eso. ¿Alguien podría ayudarla?
- ¿De verdad conoces a alguien que me puede ayudar?
- No estoy segura al 100%, pero si no me equivoco estarás en las mejores manos posibles.
- Entonces… Vale, iré a tu casa si no es mucha molestia.
- Bueno, pues en ese caso se lo consulto a mi novio antes y ahora te digo, ¿vale?
- Sí claro, no hay problema. Yo me voy a comer algo que estoy muerta de hambre.


 Sacando su móvil, Marina llamó a Alex, sabiendo que ya estaba despierto a esas horas de la mañana.
- ¡Buenos días! ¿Dónde estás?-preguntó él-.
- En la fiesta todavía… Es que aún no he vuelto…
- Ya decía yo que no te había sentido y que tu parte de la cama estaba intacta. Menudo fiestón os habréis montado, ¿no?
- Ni te lo imaginas… Ya te contaré. Mira, te llamaba para consultarte algo… Tengo aquí a una antigua compañera de clase que está pasando por un mal momento y creo poder ayudarla… Está prácticamente en la indigencia y me da mucho apuro verla así, ¿no te importaría que se quedase en casa hasta que yo le encuentre a alguien que la pueda ayudar?


 Alex, sin ninguna duda, aceptó a la primera.
- Claro cariño, lo que sea por ayudar a una amiga.
- Eres el mejor. ¡Te quiero!
- Y yo a ti cielo. ¿Nos vemos ahora?
- Sí, que estoy muerta. ¡Hasta ahora!


 Todos los que estaban allí comenzaron a bailar, a mover el esqueleto y a disfrutar de la música, ya que no querían irse todavía. Lucas estaba mirando a Natasha cuando Marina le habló en ese mismo instante.
- Cómo cambia la vida, ¿verdad?-comentó Marina-.
- Y que lo digas… Hace nada estábamos en esta misma clase estudiando, Natasha con sus dos inseparables amigas y ahora está… Bueno, como está.
- Qué pena me da verla así. No se merece todo lo que le ha pasado, eso está claro.
- Desde luego, la vida se lo ha hecho pasar bastante mal.


 Marina también la miraba con cierto pesar, pero también con esperanza, ya que quería ayudarla y sacarla del agujero donde se encontraba. Mientras bailaba, le contó su idea a Lucas.
- Me parece lo mejor que podrías hacer en estos casos, sinceramente. Es una idea espectacular.
- Muchas gracias… Es que no me gusta quedarme al margen de las cosas y más cuando me toca tan de cerca.
- Eres muy buena persona Marina. Espero que Alex sepa apreciarte como te mereces…
- Y tanto que sí. Es lo mejor que me ha pasado en la vida…


 Volviendo a mirar a Natasha, Lucas se encontró con la sonrisa de Bárbara, que lo miraba a él. Correspondiéndole la sonrisa, Lucas le guiñó un ojo a su antigua compañera y siguieron bailando con sus respectivas parejas.


 Minutos después, Marina decidió que era hora de volver a casa, ya que era de día y no habían dormido en toda la noche. Como Natasha se iba con ella, comenzó a despedirse de Bárbara, abrazándola fuertemente después de haber intercambiado números de teléfono para seguir estando en contacto. Por su parte, Marina se despedía de Lucas, con el que sí seguía manteniendo algo de relación, aunque no tan cercana como antes.


 Como iban a quedarse sólo tres, el resto decidió que era hora de marchar a sus respectivas casas y descansar, por lo que Lucas se despidió de Danny, prometiéndole ir a uno de sus conciertos antes de que acabase el año.


 Marina y Bárbara también se despidieron, dándose un cálido abrazo mientras que Bárbara le agradecía a Marina lo que iba a hacer con Natasha. Se la notaba algo sentimental, ya que Natasha significaba mucho para ella y más ahora al verla de esa forma. Nunca supo nada de lo que contó su antigua compañera de clase y mucho menos porque estaba en otro internado, pero le habría encantado poder ayudarla antes.


 Saliendo de allí, Marina se quedó algo deslumbrada por el sol, ya que estaba saliendo y daba justo en los ojos.
- Ven conmigo, que tengo el coche aquí al lado,-dijo Marina-.
- Voy.


 Tras cinco minutos conduciendo, Marina y Natasha llegaron a casa de la primera, entrando a ella por la puerta del garaje que conducía a la cocina.
- Tienes una casa preciosa desde fuera,-halagó Natasha-.
- Muchas gracias. Espero que te guste también por dentro.


 Al cruzar la puerta, Marina se encontró con Alex preparando el desayuno.
- ¡Buenos días corazón!-saludó Marina-.
- Buenos días guapa. ¿Cómo habéis pasado la noche?
- Comenzó bien, luego se estropeó la cosa y al final se recuperó la cosa.
- Vaya, ¿qué pasó?
- Luego te contaré. Mira, te quiero presentar a Natasha. Natasha, éste es mi novio, Alex.


 Acercándose a él, Natasha estrechó su mano mientras que él la saludaba cordialmente.
- Bienvenida a nuestra casa. Espero que esté todo a tu gusto.
- Muchísimas gracias por acogerme, pero no era necesario. Tengo un piso en…
- Tonterías,-dijo él cortándola-. Estás en tu casa ahora. Siéntete cómoda.


 Natasha lo miraba queriéndose acordar de algo, ya que la cara de Alex le recordaba a alguien pero no sabía de quién. Pero justo en ese momento cayó en la cuenta… ¿No se parecía mucho a...? No, no era posible.


 Tras estrecharse la mano, Alex continuó haciendo el desayuno mientras que Marina iba a enseñarle su cuarto a Natasha, pero antes de salir de la cocina, Alex le hizo una pregunta a su novia.
- ¿Te hago desayuno también para ti?
- Sí, por favor. Que no he comido nada en toda la noche y estoy que muerdo. Ahora vengo, que voy al cuarto de invitados con Natasha.
- Está bien. Ahora te veo.


 Pasando por un pasillo, Marina abrió una de las puertas y entró al cuarto de invitados. Sonriendo, se lo enseñó a su invitada.
- Siento que sea tan oscura, pero nos hemos mudado hace poco y no hemos tocado esta habitación. Está tal cual la compramos, así que… Lo siento.
- Anda ya, me vas a pedir perdón a mí. Suficiente que voy a quedarme en tu casa, no te jode…
- Ah, y también tienes un baño privado para ti. Es compartido por otra de las habitaciones, pero en esa no hay nadie ahora mismo.


 Pasando al baño, Marina también se lo enseñó a Natasha, dejándole algo de ropa limpia encima de la cama.
- Yo me voy a duchar ahora y luego iré a desayunar,-informó Marina-. Si necesitas algo pega una voz y Alex o yo venimos, ¿vale?
- Está bien y… Muchas gracias de nuevo.
- Que no pasa nada mujer. Anda y ve a ducharte, que ahora te veo,-dijo Marina sonriendo y guiñándole un ojo a Natasha-.


 Tras ducharse y cambiarse de ropa, Marina fue a la cocina justo cuando vio que su novio sacaba el desayuno chamuscado…
- ¡Me cago en mi suerte! Todavía no le pillo el truco a este horno del infierno…
- No te preocupes corazón, me haré unos cereales para desayunar.
- Lo siento mucho… He estropeado el desayuno.
- No pasa nada hombre. Un fallo lo tiene cualquiera.


 Y acercándose a él, le dio el primer beso del día.
- Ahora sí son buenos días,-comentó ella-.
- Lo mismo digo, ahora sí que ha comenzado el día para mí.
- Ay, qué gusto da estar en casa de nuevo…
- ¿Una noche larga?
- Mira, no te lo vas a creer, pero ayer…


 Tras sentarse a la mesa y contarle a Alex lo que pasó a grandes rasgos, ambos escucharon la voz de Natasha. Levantándose rápidamente, Alex fue a ver qué quería.
- Ya voy yo, tú desayuna tranquila cariño.
- Muchas gracias mi amor.
- ¡Ya voy Natasha!


 Situándose junto a la puerta del dormitorio, Alex avisó de que estaba allí y preguntó qué era lo que quería Natasha.
- Pregúntale a Marina si le puedo coger prestado algo de maquillaje, que quiero estar algo más presentable…
- Sí, cógelo sin problema, no te preocupes.
- ¿De verdad que no hay problema?
- Mujer, será por maquillaje… Póntelo sin miedo.


 Alex se fue para su dormitorio y unos minutos después, salió Natasha del suyo y se dirigió a la cocina, donde se encontró a Marina recogiendo el bol de cereales. Observándola en silencio, Natasha se preguntó interiormente cómo pudo haberle hecho sufrir tanto a una persona tan buena como ella. Eso no se lo perdonaría nunca.


 Tras carraspear un poco y pedir permiso para entrar, Natasha se acercó a Marina, que la miró asombrada.
- ¡Así estás muchísimo mejor! ¿Te queda bien la ropa que te he dado?
- Me sobra por todos lados, pero con el peso que tengo… Es normal.
- En cuanto te recuperes seguro que ganarás peso y te encontrarás mucho mejor.


 Acercándose a Marina, quiso preguntarle algo sobre Alex sin levantar mucho la voz; lo que no sabía era que el chico acababa de llegar a la cocina. Al verlas hablar, se marchó de allí para dejarles algo de intimidad.
- Oye Marina, no sé si te habrás dado cuenta pero… ¿Alex no te recuerda al sim con el que jugabas? Es que claro, yo grabé el famoso vídeo y lo vi cientos de veces y ahora al conocer a tu novio, me he dado cuenta de que se parece un montón, ¿no?
- Uy sí, te puedes imaginar cómo me puse en cuanto lo vi por el campus de la universidad. No me lo esperaba y los nervios me comían.
- Fue amor a primera vista, ¿no?
- ¡Qué va! Él tenía novia, y la cuestión es que tanto tú como yo la conocemos.
- ¿En serio? ¿Quien era?
- Bárbara jijiji.


 Tras contarle por encima todo el lío que se formó con Bárbara bastantes años atrás, ambas chicas se reían por cómo estaban las cosas a día de hoy.
- Pues quién lo iba a decir cuando nos peleábamos contigo las tres. La de vueltas que da la vida.
- ¡Chicas!-dijo Alex volviendo a entrar en la habitación-. Me voy al gimnasio, que como es domingo, voy a aprovechar para estar algo más de tiempo.


 Marina se acercó a Alex y le dio un beso de despedida.
- No te machaques mucho, que me gustas tal y como estás ahora.
- Sí, no te preocupes. ¡Nos vemos luego Natasha!-dijo Alex alzando la voz dirigiéndose hacia su invitada-.
- ¡Hasta ahora!-se despidió la muchacha-.


 Aprovechando que estaban solas en casa y tendrían algo más de tranquilidad, Marina pensó en que sería el mejor momento para buscar la ayuda que había pensado para Natasha. Yendo hacia la habitación del ordenador, se dio cuenta de que sólo había una silla.
- Natasha, entra en mi dormitorio, que es la primera puerta que te encuentras a la izquierda y trae la silla del ordenador, que vamos a buscar juntas en el ordenador, ¿vale?


 Una vez que Natasha trajo la silla y se sentó en ella, Marina se puso a investigar por internet.
- Verás Natasha, pero en el hospital donde trabajo he visto de todo y hubo un paciente que hablaba mucho de una organización sin ánimo de lucro que había ayudado mucho a su nieto a salir de las drogas y tal.
- ¿Ah sí?
- Sí, lo que pasa es que no me acuerdo bien del nombre… Era algo de manos… Pero manos qué.
- ¿No será algo de manos manchadas? No sé, yo te voy diciendo nombres por si te ayudo a recordar.
- ¡Ya está! Ya me acuerdo, se llama “Manos Blancas”. Aquí está la página web…


 Natasha comenzó a mirar a su amiga, ahora sí que la consideraba amiga. Le había demostrado más en un día que Madison en dos años de amistad en bachillerato. La pasión con la que veía a Marina buscando información para ayudarla con la droga después de haberla invitado a su casa a quedarse era de admirar. Le estaría dando las gracias sin parar una y otra vez. Y es que Marina era una persona que dejaba huella allá a donde fuera…


CONTINUARÁ...

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