Marina quiso saber si Natasha se encontraba bien después de la gran
trifulca que habían tenido.
-
¿Cómo te encuentras?
-
Bien, no te preocupes. Sé en qué lugar debo estar en todo momento
pero… Te quiero dar las gracias por habérmelo recordado hoy.
-
No ha sido nada. Por cierto, ¿tienes en dónde quedarte luego?
-
Sí, me iré al pisito que tengo alquilado…
-
Es que se me está ocurriendo que podrías venirte a mi casa conmigo.
-
¿A tu casa? ¿Por qué?
-
Porque creo conocer a alguien que te podría ayudar con el tema de tu
adicción.
A Natasha se le iluminó al cara cuando escuchó eso. ¿Alguien
podría ayudarla?
-
¿De verdad conoces a alguien que me puede ayudar?
-
No estoy segura al 100%, pero si no me equivoco estarás en las
mejores manos posibles.
-
Entonces… Vale, iré a tu casa si no es mucha molestia.
-
Bueno, pues en ese caso se lo consulto a mi novio antes y ahora te
digo, ¿vale?
-
Sí claro, no hay problema. Yo me voy a comer algo que estoy muerta
de hambre.
Sacando su móvil, Marina llamó a Alex, sabiendo que ya estaba
despierto a esas horas de la mañana.
-
¡Buenos días! ¿Dónde estás?-preguntó él-.
-
En la fiesta todavía… Es que aún no he vuelto…
-
Ya decía yo que no te había sentido y que tu parte de la cama
estaba intacta. Menudo fiestón os habréis montado, ¿no?
-
Ni te lo imaginas… Ya te contaré. Mira, te llamaba para
consultarte algo… Tengo aquí a una antigua compañera de clase que
está pasando por un mal momento y creo poder ayudarla… Está
prácticamente en la indigencia y me da mucho apuro verla así, ¿no
te importaría que se quedase en casa hasta que yo le encuentre a
alguien que la pueda ayudar?
Alex, sin ninguna duda, aceptó a la primera.
-
Claro cariño, lo que sea por ayudar a una amiga.
-
Eres el mejor. ¡Te quiero!
-
Y yo a ti cielo. ¿Nos vemos ahora?
-
Sí, que estoy muerta. ¡Hasta ahora!
Todos los que estaban allí comenzaron a bailar, a mover el esqueleto
y a disfrutar de la música, ya que no querían irse todavía. Lucas
estaba mirando a Natasha cuando Marina le habló en ese mismo
instante.
-
Cómo cambia la vida, ¿verdad?-comentó Marina-.
-
Y que lo digas… Hace nada estábamos en esta misma clase
estudiando, Natasha con sus dos inseparables amigas y ahora está…
Bueno, como está.
-
Qué pena me da verla así. No se merece todo lo que le ha pasado,
eso está claro.
-
Desde luego, la vida se lo ha hecho pasar bastante mal.
Marina también la miraba con cierto pesar, pero también con
esperanza, ya que quería ayudarla y sacarla del agujero donde se
encontraba. Mientras bailaba, le contó su idea a Lucas.
-
Me parece lo mejor que podrías hacer en estos casos, sinceramente.
Es una idea espectacular.
-
Muchas gracias… Es que no me gusta quedarme al margen de las cosas
y más cuando me toca tan de cerca.
-
Eres muy buena persona Marina. Espero que Alex sepa apreciarte como
te mereces…
-
Y tanto que sí. Es lo mejor que me ha pasado en la vida…
Volviendo a mirar a Natasha, Lucas se encontró con la sonrisa de
Bárbara, que lo miraba a él. Correspondiéndole la sonrisa, Lucas
le guiñó un ojo a su antigua compañera y siguieron bailando con
sus respectivas parejas.
Minutos después, Marina decidió que era hora de volver a casa, ya
que era de día y no habían dormido en toda la noche. Como Natasha
se iba con ella, comenzó a despedirse de Bárbara, abrazándola
fuertemente después de haber intercambiado números de teléfono
para seguir estando en contacto. Por su parte, Marina se despedía de
Lucas, con el que sí seguía manteniendo algo de relación, aunque
no tan cercana como antes.
Como iban a quedarse sólo tres, el resto decidió que era hora de
marchar a sus respectivas casas y descansar, por lo que Lucas se
despidió de Danny, prometiéndole ir a uno de sus conciertos antes
de que acabase el año.
Marina y Bárbara también se despidieron, dándose un cálido abrazo
mientras que Bárbara le agradecía a Marina lo que iba a hacer con
Natasha. Se la notaba algo sentimental, ya que Natasha significaba
mucho para ella y más ahora al verla de esa forma. Nunca supo nada
de lo que contó su antigua compañera de clase y mucho menos porque
estaba en otro internado, pero le habría encantado poder ayudarla
antes.
Saliendo de allí, Marina se quedó algo deslumbrada por el sol, ya
que estaba saliendo y daba justo en los ojos.
-
Ven conmigo, que tengo el coche aquí al lado,-dijo Marina-.
-
Voy.
Tras cinco minutos conduciendo, Marina y Natasha llegaron a casa de
la primera, entrando a ella por la puerta del garaje que conducía a
la cocina.
-
Tienes una casa preciosa desde fuera,-halagó Natasha-.
-
Muchas gracias. Espero que te guste también por dentro.
Al cruzar la puerta, Marina se encontró con Alex preparando el
desayuno.
-
¡Buenos días corazón!-saludó Marina-.
-
Buenos días guapa. ¿Cómo habéis pasado la noche?
-
Comenzó bien, luego se estropeó la cosa y al final se recuperó la
cosa.
-
Vaya, ¿qué pasó?
-
Luego te contaré. Mira, te quiero presentar a Natasha. Natasha, éste
es mi novio, Alex.
Acercándose a él, Natasha estrechó su mano mientras que él la
saludaba cordialmente.
-
Bienvenida a nuestra casa. Espero que esté todo a tu gusto.
-
Muchísimas gracias por acogerme, pero no era necesario. Tengo un
piso en…
-
Tonterías,-dijo él cortándola-. Estás en tu casa ahora. Siéntete
cómoda.
Natasha lo miraba queriéndose acordar de algo, ya que la cara de
Alex le recordaba a alguien pero no sabía de quién. Pero justo en
ese momento cayó en la cuenta… ¿No se parecía mucho a...? No, no
era posible.
Tras estrecharse la mano, Alex continuó haciendo el desayuno
mientras que Marina iba a enseñarle su cuarto a Natasha, pero antes
de salir de la cocina, Alex le hizo una pregunta a su novia.
-
¿Te hago desayuno también para ti?
-
Sí, por favor. Que no he comido nada en toda la noche y estoy que
muerdo. Ahora vengo, que voy al cuarto de invitados con Natasha.
-
Está bien. Ahora te veo.
Pasando por un pasillo, Marina abrió una de las puertas y entró al
cuarto de invitados. Sonriendo, se lo enseñó a su invitada.
-
Siento que sea tan oscura, pero nos hemos mudado hace poco y no hemos
tocado esta habitación. Está tal cual la compramos, así que… Lo
siento.
-
Anda ya, me vas a pedir perdón a mí. Suficiente que voy a quedarme
en tu casa, no te jode…
-
Ah, y también tienes un baño privado para ti. Es compartido por
otra de las habitaciones, pero en esa no hay nadie ahora mismo.
Pasando al baño, Marina también se lo enseñó a Natasha, dejándole
algo de ropa limpia encima de la cama.
-
Yo me voy a duchar ahora y luego iré a desayunar,-informó Marina-.
Si necesitas algo pega una voz y Alex o yo venimos, ¿vale?
-
Está bien y… Muchas gracias de nuevo.
-
Que no pasa nada mujer. Anda y ve a ducharte, que ahora te veo,-dijo
Marina sonriendo y guiñándole un ojo a Natasha-.
Tras ducharse y cambiarse de ropa, Marina fue a la cocina justo
cuando vio que su novio sacaba el desayuno chamuscado…
-
¡Me cago en mi suerte! Todavía no le pillo el truco a este horno
del infierno…
-
No te preocupes corazón, me haré unos cereales para desayunar.
-
Lo siento mucho… He estropeado el desayuno.
-
No pasa nada hombre. Un fallo lo tiene cualquiera.
Y acercándose a él, le dio el primer beso del día.
-
Ahora sí son buenos días,-comentó ella-.
-
Lo mismo digo, ahora sí que ha comenzado el día para mí.
-
Ay, qué gusto da estar en casa de nuevo…
-
¿Una noche larga?
-
Mira, no te lo vas a creer, pero ayer…
Tras sentarse a la mesa y contarle a Alex lo que pasó a grandes
rasgos, ambos escucharon la voz de Natasha. Levantándose
rápidamente, Alex fue a ver qué quería.
-
Ya voy yo, tú desayuna tranquila cariño.
-
Muchas gracias mi amor.
-
¡Ya voy Natasha!
Situándose junto a la puerta del dormitorio, Alex avisó de que
estaba allí y preguntó qué era lo que quería Natasha.
-
Pregúntale a Marina si le puedo coger prestado algo de maquillaje,
que quiero estar algo más presentable…
-
Sí, cógelo sin problema, no te preocupes.
-
¿De verdad que no hay problema?
-
Mujer, será por maquillaje… Póntelo sin miedo.
Alex se fue para su dormitorio y unos minutos después, salió
Natasha del suyo y se dirigió a la cocina, donde se encontró a
Marina recogiendo el bol de cereales. Observándola en silencio,
Natasha se preguntó interiormente cómo pudo haberle hecho sufrir
tanto a una persona tan buena como ella. Eso no se lo perdonaría
nunca.
Tras carraspear un poco y pedir permiso para entrar, Natasha se
acercó a Marina, que la miró asombrada.
-
¡Así estás muchísimo mejor! ¿Te queda bien la ropa que te he
dado?
-
Me sobra por todos lados, pero con el peso que tengo… Es normal.
-
En cuanto te recuperes seguro que ganarás peso y te encontrarás
mucho mejor.
Acercándose a Marina, quiso preguntarle algo sobre Alex sin levantar
mucho la voz; lo que no sabía era que el chico acababa de llegar a
la cocina. Al verlas hablar, se marchó de allí para dejarles algo
de intimidad.
-
Oye Marina, no sé si te habrás dado cuenta pero… ¿Alex no te
recuerda al sim con el que jugabas? Es que claro, yo grabé el famoso
vídeo y lo vi cientos de veces y ahora al conocer a tu novio, me he
dado cuenta de que se parece un montón, ¿no?
-
Uy sí, te puedes imaginar cómo me puse en cuanto lo vi por el
campus de la universidad. No me lo esperaba y los nervios me comían.
-
Fue amor a primera vista, ¿no?
-
¡Qué va! Él tenía novia, y la cuestión es que tanto tú como yo
la conocemos.
-
¿En serio? ¿Quien era?
-
Bárbara jijiji.
Tras contarle por encima todo el lío que se formó con Bárbara
bastantes años atrás, ambas chicas se reían por cómo estaban las
cosas a día de hoy.
-
Pues quién lo iba a decir cuando nos peleábamos contigo las tres.
La de vueltas que da la vida.
-
¡Chicas!-dijo Alex volviendo a entrar en la habitación-. Me voy al
gimnasio, que como es domingo, voy a aprovechar para estar algo más
de tiempo.
Marina se acercó a Alex y le dio un beso de despedida.
-
No te machaques mucho, que me gustas tal y como estás ahora.
-
Sí, no te preocupes. ¡Nos vemos luego Natasha!-dijo Alex alzando la
voz dirigiéndose hacia su invitada-.
-
¡Hasta ahora!-se despidió la muchacha-.
Aprovechando que estaban solas en casa y tendrían algo más de
tranquilidad, Marina pensó en que sería el mejor momento para
buscar la ayuda que había pensado para Natasha. Yendo hacia la
habitación del ordenador, se dio cuenta de que sólo había una
silla.
-
Natasha, entra en mi dormitorio, que es la primera puerta que te
encuentras a la izquierda y trae la silla del ordenador, que vamos a
buscar juntas en el ordenador, ¿vale?
Una vez que Natasha trajo la silla y se sentó en ella, Marina se
puso a investigar por internet.
-
Verás Natasha, pero en el hospital donde trabajo he visto de todo y
hubo un paciente que hablaba mucho de una organización sin ánimo de
lucro que había ayudado mucho a su nieto a salir de las drogas y
tal.
-
¿Ah sí?
-
Sí, lo que pasa es que no me acuerdo bien del nombre… Era algo de
manos… Pero manos qué.
-
¿No será algo de manos manchadas? No sé, yo te voy diciendo
nombres por si te ayudo a recordar.
-
¡Ya está! Ya me acuerdo, se llama “Manos Blancas”. Aquí está
la página web…
Natasha comenzó a mirar a su amiga, ahora sí que la consideraba
amiga. Le había demostrado más en un día que Madison en dos años
de amistad en bachillerato. La pasión con la que veía a Marina
buscando información para ayudarla con la droga después de haberla
invitado a su casa a quedarse era de admirar. Le estaría dando las
gracias sin parar una y otra vez. Y es que Marina era una persona que
dejaba huella allá a donde fuera…
CONTINUARÁ...
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