miércoles, 16 de enero de 2019

Sueños Rotos || Capítulo 11

 Desde aquel día, la nueva pareja comenzó una etapa de amor mutuo y de pasión irrefrenable. Cada vez que podían estaban juntos, disfrutando el uno del otro. Sin embargo, sabían que todo no era pasar tiempo juntos, sino que había que estudiar y aprobar la carrera, por lo que dedicaban largas horas a estudiar y a prepararse. Con el paso de los años, Alex consiguió sacarse su carrera y Marina pudo entrar en el MIR, comenzando este periodo en el hospital de Los Aniegos, por lo que volvió a su barrio de siempre.
Tras hablarlo mucho, la pareja decidió comenzar a vivir juntos, ya que durante todos esos años habían vivido cada uno en su casa. Buscaron durante mucho tiempo hasta que encontraron una vivienda que les agradó a los dos y se mudaron a ella, felices y contentos por todo lo que les estaba pasando.



 Esa noche Marina tenía una fiesta, pero no una fiesta cualquiera, sino una de antiguos alumnos donde se reencontrarían 10 años después de haber empezado el bachillerato. ¡Qué de cosas habían ocurrido en esa etapa! Tanto buenas como malas pero… Los recuerdos no paraban de agolparse en la cabeza de nuestra protagonista. Ver cómo eran las cosas entonces y poder mirar, en la actualidad, a su alrededor y darse cuenta de que estaba a punto de terminar su carrera, que estaba compartiendo una casa con su novio, con el que llevaba ya 7 maravillosos años y… ¡Ay! Con una boda en camino. Una ansiada y esperada boda entre ambos.


 Tras arreglarse en el baño de su dormitorio, Marina salió hacia el salón, donde se encontraba su futuro marido. La casa aún la estaban pagando, pero gracias a que Alex estaba trabajando como profesor de Educación Física y también como entrenador de fútbol en el que fuera el instituto de Marina, y que también Marina aportaba su granito de arena con los ingresos que recibía al estar haciendo ya su último año de MIR, podían permitirse una casa más amplia.


 Al acercarse al salón, pudo comprobar que Alex estaba viendo, para no variar, el deporte. Carraspeando un poco, llamó la atención de su chico, que se levantó inmediatamente.


 En cuanto vio a Marina, Alex se quedó en silencio, mirándola de arriba abajo sin parar. Como ella veía que su novio no hablaba, le preguntó.
- ¿Y bien? ¿Cómo estoy?
- Espectacular… En estos momentos es cuando me pregunto qué vio una chica tan preciosa en un chico como yo.
- Ay Alex… Me vas a poner roja…


 Y acercándose a ella, la agarró por la cintura y le dio uno de esos besos que sólo se ven en las películas. Cada día se querían más y todo el mundo que los veía, se maravillaban al ver lo bien que se les veía a ambos.


 Pero antes de ir a la fiesta, como la casa de sus padres le pillaba de camino, fue a hacerles una visita sorpresa, para charlar con ellos y poder ver a su hermanito pequeño.


 En la casa, Oscar y Bianca hablaban sobre los planes que harían en cuanto el pequeño Tomás se durmiera.
- Voy a ponerte nata por todo tu cuerpo,-le decía Oscar a su esposa-. Y luego te chuparé todo hasta dejarte bien limpita…
- Calla Oscar, que me vas a poner a tono antes de tiempo. Reserva las fuerzas para después, que yo voy a acostar al niño.
- No veo la hora cariño…


 Entrando en la habitación que fuera de Marina y que ahora ocupaba Tomás, Bianca se encontró con que su hijo aún no se había puesto el pijama.
- ¿Todavía no te has cambiado? ¡Venga cielo! Que se te va a hacer tarde y no vas a dormir suficiente…
- Pero mamá, que es sábado… ¿No puedo quedarme hoy jugando a la consola hasta más tarde?
- No cariño, porque mañana entonces te querrás levantar para ver los dibujos y no vas a dormir lo suficiente.
- Jo… Qué rollo.


 Tomás era la viva imagen de su padre, sin embargo, había heredado el color de ojos de su abuelo materno. Aunque en un principio parecían azules como los de Bianca, con el paso del tiempo se dieron cuenta de que eran verdes. Era algo traviesillo, le encantaba reírse y gastar bromas a todo el mundo, pero sobre todo, lo que más le gustaba era pasar tiempo con sus padres, poder jugar con ellos e invitar a sus amigos a casa.


 Y de repente, sin llamar a la puerta, ésta se abrió y Marina cruzó el umbral encontrándose a su padre allí plantificado.
- ¡Sorpresa!-gritó Marina-.
- ¡Marina! ¿Qué haces tú aquí?-preguntó Oscar acercándose a ella con los brazos abiertos-.


 Abrazándose a su hija, la pudo contemplar desde cerca y la piropeó al verla tan guapa y tan bien arreglada.
- Estás fantástica cariño. ¿A dónde vas?
- He quedado con los compañeros de clase del bachillerato, que han organizado una fiesta de antiguos alumnos para reencontrarnos 10 años después de aquello.
- Vaya… ¿Ya han pasado 10 años de que lo terminaste?
- No, desde que empecé el bachillerato. Hace 8 años que lo terminé, ten en cuenta que Tomás tiene 7 añitos ya… Por cierto, ¿dónde está?


 Y como si de un huracán se tratara, Tomás salió corriendo de la habitación gritando a Marina loco de contento mientras que Bianca le decía que no corriese dentro de casa, que se podía caer.
- ¡HERMANA!-gritaba Tomás yendo a abrazar a Marina-. ¿Has venido a verme?
- Por supuesto hermano,-se llamaban así porque entre ellos tenían un pequeño juego y les gustaba tratarse de esa forma-. No podía pasar un día más sin verte.


 Abrazándose, Tomás la llenaba de besos mientras le decía que la quería, continuamente y sin cesar. Bianca sonriendo, no pudo evitar emocionarse al ver a sus dos pequeños juntos y tan unidos.


 Y después de abrazar a Tomás, Marina fue hasta su madre e hizo lo mismo. Bianca cerró sus ojos y pudo oler la estupenda fragancia de su hija.
- Estás muy guapa, ¿vas a salir con Alex?
- No, hoy Alex se queda en casa, que yo voy a una fiesta de antiguos alumnos.


 Dirigiéndose todos hacia los sillones, se sentaron a ponerse a charlar un poco mientras que Tomás se puso a jugar como si estuviera conduciendo un coche.
- Espero que hoy esté la fiesta en paz porque no quiero ningún tipo de movidas con nadie. Que yo ahora corto rápido,-dijo Marina poniendo cara de pocos amigos-.
- Tú intenta no meterte en líos, que no quiero que te vuelva a pasar nada. Es que voy y la lío vaya,-dijo Bianca-.
- Tranquila mamá, que tengo ya 26 años y la cabeza bien amueblada como para saber qué hacer y lo que no.


 Conforme Marina hablaba con sus padres, Tomás fue levantando la voz poco a poco mientras hacía los ruidos del motor del coche, complicando la conversación entre los adultos. Bianca, mirando a su hijo, le llamó la atención.
- Tomás, deja de hacer tanto ruido que no nos dejas escuchar a tu hermana.
- Jo, es que me aburro…
- ¿Quieres que hoy te lea un cuento antes de dormir?-preguntó Marina-.


 Tomás miró rápidamente a su hermana con cara traviesa y, sin pensárselo, le hizo una pregunta a Marina.
- ¿Me leerás “Arquímedes y sus siete coches”?
- Te leeré lo que quieras.
- ¡Bieeeeeeen! Entonces vamos a la cama,-dijo Tomás levantándose del sofá-.
- Marina,-intervino Bianca-, voy a hacerte venir todas las noches para acostar a tu hermano, porque con nosotros no hay manera de que se duerma a su hora jajaja.



 Oscar y Bianca estaban orgullosos de sus hijos, se alegraban de verlos tan bien, tan mayores y con tanto amor entre ellos. El hecho de poder haberle dado un hermano a Marina y de tener un hijo propio, pese a los inconvenientes, les llenaba de alegría.


 Tras leerle el cuento y acostar a Tomás, Marina puso rumbo al instituto, tomando el mismo camino que había hecho día tras día durante tanto tiempo. Ver las aulas de nuevo la llenaba de añoranza…


 Cuando entró, vio que todo estaba preparado, habían apartado las mesas y habían instalado una mesa con comida, música y una bola de luz discotequera y, para variar, había vuelto a ser la primera en llegar, como siempre hacía cuando iba a bachillerato.


 Mientras Marina estaba sumida en sus pensamientos, uno de sus antiguos compañeros entró en clase, mirándola de arriba abajo antes de saludarla.
- ¡Pero bueno! Estás increíble Marina…


 Al escuchar esa voz, la reconoció al instante, así que girándose, abrazó a Lucas sin dudarlo. ¡Qué de tiempo llevaban sin verse!
- ¡Madre mía Lucas! ¡Estás genial tío!
- Mira quién fue a hablar. ¿Cómo estás guapa?


 En cuanto se separaron, ambos comenzaron a contarse su vida mutuamente.
- Pues yo estoy en mi último año de residencia,-decía Marina-, y como estoy en el hospital de aquí, seguramente me quede, porque le gusta mucho mi trabajo al director, según me ha contado mi madre, que se lo ha escuchado decir.
- Entonces tu madre es tu compañera de trabajo, ¿no?
- Sí, nos vemos muy a menudo y cuando nos toca guardia las pasamos juntas. Nos encanta poder compartir profesión y conocimientos. ¿Y tú qué te cuentas?
- Bueno, pues yo hice la carrera de Criminología como sabes y luego me metí en el cuerpo de policía y ahora soy inspector jefe. Tengo gente a mi cargo, mi compañera y yo somos uno de los equipos que más casos cerrados con éxito llevamos…
- Vaya, que se podría decir que la vida te sonríe. ¿Y con la chica que me contaste que te gustaba?
- Uy calla, esa resultó ser una lagarta de mucho cuidado. Ahora estoy saliendo con otra mucho mejor que esa y nos va muy bien. Tú sigues con el muchacho ese ¿no? ¿Alex se llamaba?


 Mientras hablaban, Bárbara entró en una de sus antiguas clases y allí pudo ver a a Marina, pero no tenía ni idea de quién era el otro. Justo cuando iba a saludar, vio que Marina le guiñó un ojo mientras sonreía levemente.
- Mira quién acaba de llegar, nuestra estupenda amiga Bárbara...-dijo Marina intentando evitar reírse-.


 Acercándose y colocándose frente a su amiga Marina, Bárbara pudo comprobar que ese chico no era otro que Lucas, pero entre que lo había visto de espaldas y que estaba como un armario empotrado, no lo había reconocido antes. Y fue entonces cuando Bárbara se dio cuenta de qué era lo que pretendía Marina: gastarle una broma a Lucas.
Quedándose completamente seria frente a Marina, pudo notar las miradas de Lucas que, sin saber que hacer observaba la escena.
- Tú,-dijo secamente Bárbara a Marina-. Ven aquí anda…


 Y ante la atónita mirada de Lucas, Bárbara y Marina se abrazaron fuertemente. Ambas eran amigas desde hacía ya muchos años y hasta Marina le había pedido ser una de sus damas de honor en la futura boda con Alex, por lo que su amistad iba viento en popa.


 Bárbara le estuvo comentando a Lucas por encima cómo surgió su amistad con Marina y mientras Lucas la escuchaba, no paraba de mirarla, pensando en que su antigua compañera había mejorado bastante con los años.


 Dejando a ambas chicas a su aire, charlando y poniéndose al día, Lucas fue a bailar y a mover un poco el esqueleto cuando justo llegó en ese momento alguien que no sabían quién era.
- ¡Ya está aquí el menda!-dijo el recién llegado-. ¿Eres tú Marina?
- Sí, y tú eres…
- ¡Danny! ¿Quién va a ser? ¿Ha venido el Lucas?-preguntó buscándolo por la habitación-. ¡LUCAS!


 El abrazo entre esos viejos amigos fue épico, comenzaron a darse fuertes palmadas en la espalda mientras empezaron a ponerse al día de sus cosas. A su vez, otra chica cruzó la puerta y entró…


 Como Marina estaba de frente a la puerta, pudo ver cómo una muy arreglada Madison acababa de llegar a la fiesta. Diciéndoselo a Bárbara, ésta fue a recibirla y saludarla.


 Ambas amigas se unieron en un fuerte abrazo, ya que desde que sus respectivos padres las mandaran a diferentes internados, no habían vuelto a verse. Esa fiesta estaba conmoviendo a todos, trayendo sentimientos de una época ya pasada, de los recuerdos de los exámenes, de esos profesores tan odiosos y que luego eran a los que más cariño se les tenía…


 Desde que Danny llegase a la fiesta, no había parado de hablar con Lucas, que le había contado a grandes rasgos su vida actual y lo que había hecho.
- Pues yo soy cantante ahora,-dijo Danny-.
- ¿Cantante? ¿Pero tú no querías entrar en el ejército?
- Sí, pero no pasé las pruebas, también por gilipollas, porque hice el tonto y no me lo tomaba en serio, así que comencé a subir vídeos a YouTube, cantando diferentes temas y me contactó un grupo de rock-metal y me propusieron formar parte de la banda y acepté. Ahora soy el cantante principal, hemos dado varios conciertos por diferentes ciudades y la semana que viene estaremos en el XXIX Festival de Música Rock Internacional.


 Por su parte, Madison y Bárbara se ponían al día de sus cosas, ya que tenían mucho que contarse.
- No te lo vas a creer, pero al final entré en la carrera de Comunicación,-decía Bárbara-, y tuve muy buenas notas, por lo que me llamaron de un periódico, pero tras estar un tiempo allí, preferí irme porque no me gustaba el ambiente de trabajo. Había muchas desigualdades entre compañeros y compañeras y por mucho que protestamos no hemos conseguido nada, así que estoy pensando en afiliarme a un partido político, para ver si así consigo cambiar las cosas. ¿Y tú qué?
- Pues yo conseguí convencer a mi papá de que me sacase del internado y me cambió a un instituto de enseñanza privada, luego me pagaron la carrera de Interpretación, porque siempre me ha gustado mucho eso de ser actriz y tal, ¿te acuerdas?
- Sí claro, siempre nos estabas dando el coñazo a Natasha y a mí de que viésemos tal serie o la otra.
- ¡Sí! ¡Qué tiempos aquellos! Pues bien, al final de la carrera, comencé a presentarme a castings y me dieron varios papeles secundarios en diferentes series, películas baratonas… Pero desde hace un año… Ay, que me emociono. Me contactó el director y guionista de la película “Las llamas del infierno” y me dijo que tenía una idea para una serie de televisión y que me quería a mí como protagonista. ¡Yo protagonista!
- ¿Me lo dices en serio?-preguntó Bárbara bastante sorprendida-.
- ¡Tal cual! Llevamos siete meses de rodaje y la serie se estrenará en un par de semanas. Se llama “Unforgettable”.


 Marina, que se había servido una copa, se quedó mirando a su alrededor, dándose cuenta de que todo seguía igual entre ellos, que nada había cambiado pese a haber pasado 10 años. Lucas estaba con Danny, Bárbara con Madison y luego estaba ella… Faltaba Natasha, pero a las alturas en las que estaban, dudaba mucho que apareciese.
¿Por qué se volvía a sentir tan sola como cuando era una simple adolescente?


 Apartándose del grupo, Marina pensó en irse sin decir nada a nadie, para no molestar y dejar a los demás con sus cosas… ¿Sería lo correcto? No estaba segura de hacerlo. Lo que no sabía era que alguien que estaba fuera, sentía lo contrario que Marina; quería entrar, pero no se atrevía…


CONTINUARÁ...

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