lunes, 15 de octubre de 2018

Crossed Lives || Capítulo 9


Navarro no podía esperar más, así que se fue a casa de Jara sin esperar a su amigo pero, para su sorpresa, se encontró que no había nadie allí.
-          ¿Dónde coño se habrá metido?




Jara se encontraba con Gregorio, que acababa de llegar del viaje. Por eso ella estaba allí, para ayudarlo y acomodarlo en lo que necesitase.




Mientras ambos veían la tele, Ángel preparaba una estupenda ensalada para cenar, comentando el programa a la par de su padre y Jara.




Tras la cena, Gregorio decidió irse a dormir para descansar, ya que no podía más con su cuerpo.
-          Yo te acompaño al dormitorio,-dijo Jara-.
-          Ahora voy yo, papá. Voy a recoger primero los platos…




Y allí estaba Navarro. Por fin había conseguido descubrir la casa de Ángel. Sabía cuál era la zona, pero no la casa exacta así que, cuando miró por la ventana y vio a Jara, sonrió de oreja a oreja.
-          ¡Ese es el culo que yo quería ver!-pensó Navarro-.




Gregorio, situándose junto a la cama, esperó a que Jara se la abriera.
-          Quiero darte las gracias por cuidar tanto de mí y, también, por ser como eres con mi hijo. Se nota que lo quieres mucho…
-          No tienes por qué darme las gracias, para mí es un auténtico placer cuidarte.




Entrando Ángel en el cuarto, Jara se retiró al salón para dejarles intimidad a padre e hijo.
-          Esa chica es un tesoro, hijo. No la dejes escapar.
-          Papá, lo sé pero las cosas son mucho más complicadas ahora que en tu época.
-          Jovencito, a esa chica le gustas, que yo lo noto.
-          Bah, no digas tonterías papá. Tienes que acostarte si quieres descansar.
-          Bueno, bueno, lo que tú digas, pero te digo que este viejo loco tiene razón… Buenas noches hijo. Te quiero.
-          Y yo también papá. Que descanses…




Saliendo, Ángel vio que Jara lo esperaba en el sofá.
-          Ya se ha quedado dormido, Jara.
-          Qué bien… Tu padre es un cielo.
-          Sí, lo sé. Lo quiero muchísimo.




Sentándose junto a Jara, Ángel le comenzó a hablar sobre el lugar donde dormiría esa noche.
-          He estado pensando que duermas en mi dormitorio, Jara. Es el que está más cerca del de mi padre.
-          ¿Y dónde vas a dormir tú entonces?
-          Yo tengo un saco de dormir. Lo pondré junto a la cama de mi padre y ahí me echaré.
-          ¡Pero así no vas a dormir bien! No, yo me quedo en el sofá.
-          ¿Estás loca? Ahí no dormiría ni un vagabundo.




A la muchacha le sabía mal “echar” de su dormitorio a Ángel.
-          Es que… No quiero que te vayas de tu habitación por mi culpa.
-          Anda mujer, que tú no tienes la culpa de nada. Si yo muchas veces me voy a dormir al suelo porque me duele la espalda…
-          Bueno… Me iré a tu cuarto entonces. Muchísimas gracias, de verdad. Si hubiera otra habitación o si fuera tu cama más grande sería mejor.




Levantándose, ambos se dieron un abrazo en total silencio, pero sus cabezas no paraban de pensar.
-          ¿Qué coño acabo de decir?-pensaba Jara-. ¿Por qué he tenido que mencionar a la cama? Ahora pensará que soy una salida…
-          ¿Ha dicho que ojalá tuviera una cama más grande? Uy, no sé si podría dormir con ella… Qué vergüenza…




Tras ver la tele un rato, Jara decidió irse a dormir y Ángel, apagando todas las luces, se fue al dormitorio de su padre.




Sin hacer ruido, para no despertar a Gregorio, Ángel abrió el saco y se metió dentro, quedándose profundamente dormido al poco tiempo.




Minutos después y con una gran habilidad, Navarro entró en la casa.
-          Bien, ya estoy dentro… Ahora toca buscar a Jara.




Con el sueño tan ligero que tenía Gregorio, se despertó en cuanto escuchó la puerta. Miró a su izquierda y vio a Ángel, por lo que Jara estaría en el dormitorio de él y si fuera ella, habría avisado a su hijo…
-          Esto no me huele nada bien…




Acercándose al pasillo, Navarro no sabía qué puerta debía abrir para llevarse a Jara.
-          Mierda… No quiero cagarla ahora y encontrarme al viejo o al niñato ese.




Alcanzando su móvil, Gregorio llamó a la policía alertándolos de que había entrado alguien en su casa.




Al escuchar la voz de su padre, Ángel se levantó y cuando fue a preguntar, Gregorio le hizo una señal para que se mantuviera en silencio. Afinando el oído, ahora había sido Ángel quien escuchó el característico ruido de la puerta de su dormitorio.




Sin pensárselo dos veces, Ángel salió del cuarto encontrándose, para su sorpresa, con Navarro de frente.
-          Joder… Yo me abro,-dijo el delincuente de Navarro-.
-          ¡Ven aquí hijo de puta!




El intruso comenzó a correr como alma que lleva el diablo mientras que Ángel iba detrás de él persiguiéndole.
-          ¡No te escaparás! ¡Cabrón!




La lluvia nocturna continuaba en el exterior, así que, al salir, las incomparables luces policiacas pararon a Navarro en seco.
-          ¡Alto! ¡Policía! ¡Queda usted detenido!




Por un momento, Navarro cerró los ojos y resopló antes de levantar las manos y ponerse de rodillas. Lo habían pillado y ahora entraría en la cárcel, otra vez…




Justo en ese instante, alguien llegó al lugar y presenció cómo le impedían el paso a Navarro.
-          Joder, lo han pillado…




Dándose la vuelta uno de los policías, encendió un foco que cegó a aquella persona que no era otro que Alfonso. Había estado leyendo todos los mensajes que le había dejado Navarro, así que fue hasta el lugar de los hechos, encontrándose con esa situación.
-          ¡Eh! ¡Tiene un cómplice!-gritó uno de los policías-.
-          A tomar por culo…




Comenzando a correr, Alfonso se alejó de la casa de Ángel sin darles tiempo a los policías a reaccionar, ya que tenían a Navarro esposado, pero no lo habían metido en el coche aún y sólo habían venido dos policías en el coche patrulla.
-          A todas las unidades, huyendo de la escena de un crimen un varón caucásico de pelo castaño y mono de trabajo azul oscuro. Está huyendo por la calle Freguial con dirección oeste.




Yendo a su antigua casa, Alfonso se cambió de ropa y fue hasta la de Gema, conduciendo la moto a una velocidad de vértigo.




Entrando en la casa rápidamente, formó mucho jaleo, cosa que molestó a su novia.
-          ¡Alfonso! Un poquito de cuidado que vas a despertar al niño.
-          Tenemos que irnos.
-          ¿Por qué? ¿Qué ha pasado?




Gema se levantó del sillón preocupada por lo que le estaba diciendo Alfonso.
-          No hay tiempo de explicaciones, ¡vámonos ya!
-          Pero…
-          ¡AHORA!




Gema se asustó al escucharlo gritar de esa forma, así que pasó por delante de Alfonso para subir las escaleras.
-          ¿A dónde coño vas?
-          A por Lucas…
-          Ah no, a ese mocoso no te lo llevas.




Y sin pensárselo dos veces le golpeó en la cabeza a Gema, tirándola al suelo, dejándola semiinconsciente.
-          A ese pequeño hijo de puta no te lo llevas…




Cargándola en brazos, la metió en el maletero del coche de ella y se subió arrancando el motor y yéndose rápidamente de ahí.




El pequeño Lucas, que continuaba dormido, estaba sólo en esa casa, sin saber que su madre ya no estaba, que su padre desconocía su paradero y sin saber lo que iba a ser de él…




CONTINUARÁ…

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