Navarro no podía esperar
más, así que se fue a casa de Jara sin esperar a su amigo pero, para su
sorpresa, se encontró que no había nadie allí.
-
¿Dónde coño
se habrá metido?
Jara se encontraba con
Gregorio, que acababa de llegar del viaje. Por eso ella estaba allí, para
ayudarlo y acomodarlo en lo que necesitase.
Mientras ambos veían la
tele, Ángel preparaba una estupenda ensalada para cenar, comentando el programa
a la par de su padre y Jara.
Tras la cena, Gregorio
decidió irse a dormir para descansar, ya que no podía más con su cuerpo.
-
Yo te
acompaño al dormitorio,-dijo Jara-.
-
Ahora voy yo,
papá. Voy a recoger primero los platos…
Y allí estaba Navarro.
Por fin había conseguido descubrir la casa de Ángel. Sabía cuál era la zona,
pero no la casa exacta así que, cuando miró por la ventana y vio a Jara, sonrió
de oreja a oreja.
-
¡Ese es el
culo que yo quería ver!-pensó Navarro-.
Gregorio, situándose
junto a la cama, esperó a que Jara se la abriera.
-
Quiero darte
las gracias por cuidar tanto de mí y, también, por ser como eres con mi hijo.
Se nota que lo quieres mucho…
-
No tienes por
qué darme las gracias, para mí es un auténtico placer cuidarte.
Entrando Ángel en el
cuarto, Jara se retiró al salón para dejarles intimidad a padre e hijo.
-
Esa chica es
un tesoro, hijo. No la dejes escapar.
-
Papá, lo sé
pero las cosas son mucho más complicadas ahora que en tu época.
-
Jovencito, a
esa chica le gustas, que yo lo noto.
-
Bah, no digas
tonterías papá. Tienes que acostarte si quieres descansar.
-
Bueno, bueno,
lo que tú digas, pero te digo que este viejo loco tiene razón… Buenas noches
hijo. Te quiero.
-
Y yo también
papá. Que descanses…
Saliendo, Ángel vio que
Jara lo esperaba en el sofá.
-
Ya se ha
quedado dormido, Jara.
-
Qué bien… Tu
padre es un cielo.
-
Sí, lo sé. Lo
quiero muchísimo.
Sentándose junto a Jara,
Ángel le comenzó a hablar sobre el lugar donde dormiría esa noche.
-
He estado
pensando que duermas en mi dormitorio, Jara. Es el que está más cerca del de mi
padre.
-
¿Y dónde vas
a dormir tú entonces?
-
Yo tengo un
saco de dormir. Lo pondré junto a la cama de mi padre y ahí me echaré.
-
¡Pero así no
vas a dormir bien! No, yo me quedo en el sofá.
-
¿Estás loca?
Ahí no dormiría ni un vagabundo.
A la muchacha le sabía
mal “echar” de su dormitorio a Ángel.
-
Es que… No
quiero que te vayas de tu habitación por mi culpa.
-
Anda mujer,
que tú no tienes la culpa de nada. Si yo muchas veces me voy a dormir al suelo
porque me duele la espalda…
-
Bueno… Me iré
a tu cuarto entonces. Muchísimas gracias, de verdad. Si hubiera otra habitación
o si fuera tu cama más grande sería mejor.
Levantándose, ambos se
dieron un abrazo en total silencio, pero sus cabezas no paraban de pensar.
-
¿Qué coño
acabo de decir?-pensaba Jara-. ¿Por qué he tenido que mencionar a la cama?
Ahora pensará que soy una salida…
-
¿Ha dicho que
ojalá tuviera una cama más grande? Uy, no sé si podría dormir con ella… Qué
vergüenza…
Tras ver la tele un rato,
Jara decidió irse a dormir y Ángel, apagando todas las luces, se fue al
dormitorio de su padre.
Sin hacer ruido, para no
despertar a Gregorio, Ángel abrió el saco y se metió dentro, quedándose
profundamente dormido al poco tiempo.
Minutos después y con una
gran habilidad, Navarro entró en la casa.
-
Bien, ya
estoy dentro… Ahora toca buscar a Jara.
Con el sueño tan ligero
que tenía Gregorio, se despertó en cuanto escuchó la puerta. Miró a su
izquierda y vio a Ángel, por lo que Jara estaría en el dormitorio de él y si
fuera ella, habría avisado a su hijo…
-
Esto no me
huele nada bien…
Acercándose al pasillo,
Navarro no sabía qué puerta debía abrir para llevarse a Jara.
-
Mierda… No
quiero cagarla ahora y encontrarme al viejo o al niñato ese.
Alcanzando su móvil,
Gregorio llamó a la policía alertándolos de que había entrado alguien en su
casa.
Al escuchar la voz de su
padre, Ángel se levantó y cuando fue a preguntar, Gregorio le hizo una señal
para que se mantuviera en silencio. Afinando el oído, ahora había sido Ángel
quien escuchó el característico ruido de la puerta de su dormitorio.
Sin pensárselo dos veces,
Ángel salió del cuarto encontrándose, para su sorpresa, con Navarro de frente.
-
Joder… Yo me
abro,-dijo el delincuente de Navarro-.
-
¡Ven aquí
hijo de puta!
El intruso comenzó a
correr como alma que lleva el diablo mientras que Ángel iba detrás de él
persiguiéndole.
-
¡No te
escaparás! ¡Cabrón!
La lluvia nocturna
continuaba en el exterior, así que, al salir, las incomparables luces
policiacas pararon a Navarro en seco.
-
¡Alto!
¡Policía! ¡Queda usted detenido!
Por un momento, Navarro
cerró los ojos y resopló antes de levantar las manos y ponerse de rodillas. Lo
habían pillado y ahora entraría en la cárcel, otra vez…
Justo en ese instante,
alguien llegó al lugar y presenció cómo le impedían el paso a Navarro.
-
Joder, lo han
pillado…
Dándose la vuelta uno de
los policías, encendió un foco que cegó a aquella persona que no era otro que
Alfonso. Había estado leyendo todos los mensajes que le había dejado Navarro,
así que fue hasta el lugar de los hechos, encontrándose con esa situación.
-
¡Eh! ¡Tiene
un cómplice!-gritó uno de los policías-.
-
A tomar por
culo…
Comenzando a correr, Alfonso
se alejó de la casa de Ángel sin darles tiempo a los policías a reaccionar, ya
que tenían a Navarro esposado, pero no lo habían metido en el coche aún y sólo
habían venido dos policías en el coche patrulla.
-
A todas las
unidades, huyendo de la escena de un crimen un varón caucásico de pelo castaño
y mono de trabajo azul oscuro. Está huyendo por la calle Freguial con dirección
oeste.
Yendo a su antigua casa,
Alfonso se cambió de ropa y fue hasta la de Gema, conduciendo la moto a una
velocidad de vértigo.
Entrando en la casa
rápidamente, formó mucho jaleo, cosa que molestó a su novia.
-
¡Alfonso! Un
poquito de cuidado que vas a despertar al niño.
-
Tenemos que
irnos.
-
¿Por qué?
¿Qué ha pasado?
Gema se levantó del
sillón preocupada por lo que le estaba diciendo Alfonso.
-
No hay tiempo
de explicaciones, ¡vámonos ya!
-
Pero…
-
¡AHORA!
Gema se asustó al
escucharlo gritar de esa forma, así que pasó por delante de Alfonso para subir
las escaleras.
-
¿A dónde coño
vas?
-
A por Lucas…
-
Ah no, a ese
mocoso no te lo llevas.
Y sin pensárselo dos
veces le golpeó en la cabeza a Gema, tirándola al suelo, dejándola
semiinconsciente.
-
A ese pequeño
hijo de puta no te lo llevas…
Cargándola en brazos, la
metió en el maletero del coche de ella y se subió arrancando el motor y yéndose
rápidamente de ahí.
El pequeño Lucas, que
continuaba dormido, estaba sólo en esa casa, sin saber que su madre ya no
estaba, que su padre desconocía su paradero y sin saber lo que iba a ser de él…
CONTINUARÁ…
No hay comentarios:
Publicar un comentario