Tras dos intensas semanas
luchando para que Gregorio fuera al médico sin conseguirlo, un ataque al
corazón se lo llevó al otro barrio, dejando sólo a su hijo...
Ángel estaba destrozado.
Los pocos ahorros que tenía se los llevó el sepelio para que su padre pudiera
tener un entierro digno, así que ahora no tenía nada.
La única familia que le
quedaba a Ángel era su padre y ahora estaba sólo en el mundo. Sin padres ni
hermanos, sólo tenía a Jara como amiga… Pero ahora que Gregorio había muerto,
Jara no tenía nada que lo atase a él.
Acercándose a la tumba,
Jara también comenzó a llorar amargamente mientras que Ángel se quedaba mirando
a un punto fijo con la cabeza inmersa en miles de pensamientos.
Poniéndole Ángel la mano
en el hombro a Jara, se volvió y abrazó fuertemente a él sin pensárselo dos
veces.
-
Gracias por
acompañarme en el funeral,-dijo Ángel-.
-
¿Bromeas?
Sois parte de mi familia y no te iba a dejar sólo. Ahora ni nunca.
-
¿A qué te
refieres?
-
Pues… A que
ya nada me ata a este sitio y aquí tengo malos recuerdos. Vayámonos Ángel. Tú y
yo.
Dándole un último adiós a
Gregorio, ambos volvieron a la casa de Ángel y allí comenzaron a planear todo.
-
Jara,
vendamos nuestras casas y con todo ese dinero, vayámonos a la ciudad, a Los
Aniegos. Allí tendremos más oportunidades para encontrar trabajo.
Dicho y hecho. Otras dos
semanas después, Ángel había encontrado una pequeña casita recién reformada a
las afueras del barrio más humilde de Los Aniegos. Con el dinero que habían
juntado ambos, pudieron comprarla y, para su suerte, los muebles venían
incluidos así que era mucho mejor.
Al entrar, Jara y Ángel
pudieron verla físicamente por primera vez.
-
Está muy
bien. Se nota que la han reformado recientemente,-comentó la chica-.
-
Pues sí. Creo
que será un buen sitio para comenzar de nuevo… Ay, yo creo que a mi padre le
habría gustado.
-
Estoy segura.
Los dos teníais gustos parecidos.
Pero, para hacer la
cocina más grande, tuvieron que sacrificar un dormitorio, por lo que la casa
sólo contaba con un cuarto para ellos dos.
-
Esto es lo
malo,-comentó Ángel-, no vamos a tener intimidad.
-
Bueno, no te
preocupes. Cuando alguien vaya a cambiarse de ropa, el otro se sale de la
habitación y listo. Tendremos que poner unas normas básicas de convivencia y
entonces no habrá problema.
Más tarde, cuando les
comenzó a apretar el hambre, Ángel se fue hacia la cocina para hacer el almuerzo
mientras que Jara, tras un cambio de look radical antes de mudarse, donde
volvió a su color natural, buscaba trabajo para ambos. Parándose en una, la
leyó en voz alta…
-
Ángel,
escucha esta oferta…
-
Sí, dime.
-
“Se busca
persona para servicio doméstico en una vivienda familiar. La persona debe ser
limpia, ordenada y cuidadosa con las cosas, preferentemente con algo de
experiencia previa.” Suena bien, ¿verdad?
-
Ese trabajo
está hecho para ti, Jara. Apúntate ya, no vaya a ser que te lo quiten.
En otra barriada, no
demasiado lejos de allí, Samanta estaba en el ordenador de su marido desechando
las candidaturas de la oferta de trabajo que acababa de poner.
-
Nada, esta no
me gusta. Este no sabe ni donde está de pie… Esta tampoco. ¿Y esta? Uy, la
primera que tiene algo de experiencia. A ver… Experiencia cuidando de personas
mayores, limpieza en la casa… Le voy a hablar para que venga a hacer una
entrevista. Luego se lo comentaré a Horacio.
Horacio estaba en el
trabajo hablando con Rosalía sobre un tema importante.
-
Rosalía, te
lo cuento a ti porque te tengo aquí, pero seguramente en un par de días os
llegará a casa una carta con todo lo que te acabo de explicar bien detallado.
-
Y en chino,
¿no?
-
Jajajajaja,
me encanta tu sentido del humor. Sí, en chino mandarín. Por eso te lo he
explicado yo ahora, para que os enteréis mejor por mí.
Horacio estaba muy
contento con el trabajo que estaba haciendo Rosalía en el despacho, ya que se
había adaptado perfectamente y con mucha rapidez. Las cosas ahora le iban mejor
que nunca y ninguno de los dos estaba agobiado ni estresado.
Rosalía, que había
decidido autoimponerse un uniforme de trabajo, se soltó el pelo para estar más
presentable y dar una mejor imagen ante los clientes. Su trato era inmejorable,
se la veía muy profesional y todos hablaban maravillas de ella.
Cuando por la tarde llegó
a casa, vio que el pequeño Lucas estaba jugando con el xilofón.
-
¡Buenas tardes
familia!
-
¡Hola!-saludó
el niño-.
-
Hola
cariño…-dijo Genaro-.
Dirigiéndose hacia él,
Rosalía lo vio jugando a la consola.
-
¿Qué tal la
mañana, guapo?
-
Igual que las
demás. Buscando trabajo, echando currículums, limpiando, cuidando del peque… Lo
de siempre. ¿Y tú?
-
Yo tengo
noticias…
-
Uy, ¿buenas o
malas?
Poniendo el juego en
pausa, Genaro se levantó para hablar directamente con Rosalía.
-
A ver… Ha
salido la resolución del juicio sobre el caso de abandono de Lucas por parte de
Gema.
-
¿Y bien?
-
Como el juez
se cansó de que el abogado de ella…-comenzó a decir Rosalía antes de ser
interrumpida-.
-
Sí, mi
ex-abogado.
-
Ese mismo.
Pues como no paraba de ponerle excusas, de que estaba de viaje, enferma o por
otros motivos, el juez ha ordenado su encarcelación inmediata, con la
consiguiente retirada del pasaporte y de la patria potestad de vuestro hijo.
Ahora tu hijo es completamente tuyo y puedes hacer y deshacer con él lo que te
plazca sin necesidad de contar con su aprobación.
Genaro no podía
creérselo. ¡Por fin se había hecho justicia!
-
¡No sabes la
alegría que me das! A saber la cara que habrá puesto ella cuando se haya
enterado…
-
No tengo ni
idea, porque su abogado tenía pinta de no saber dónde está tampoco, según me ha
contado Horacio.
-
¿Sigue sin
aparecer?
-
No, pero
tampoco le sonsacan más al abogado y la policía tiene carteles con su cara por
todos lados. Tarde o temprano la encontrarán.
En un arrebato de amor,
Genaro besó impetuoso los labios femeninos.
-
Y todo
gracias a ti, Rosalía.
-
¿A mí? Yo no
soy la abogada aquí. En todo caso le tendrías que dar las gracias a Horacio.
-
Pero eres tú
la que me informa directamente, la que trabaja con él y la que le has dicho la
situación que tenemos en casa. Te amo, vida mía. Ven aquí.
-
Ay no, que
está el niño delante.
-
Espera…
Cogiendo a Lucas en
brazos, lo llevó hasta la cuna que habían comprado y que habían puesto en el
cuarto de Edgar, que era quien más espacio tenía.
-
Hora de la
siesta, hijo. Ahora a dormir.
Y yéndose hasta su
dormitorio, se encontró con una Rosalía completamente desnuda.
-
No sabes lo
que te quiero…
-
¿Ah sí? Ven y
demuéstramelo,-dijo ella coqueta-.
Desde el exterior de la casa,
Gema intentaba mirar a lo lejos por si podía ver a su hijo, ya que se imaginó
que Genaro se iría a vivir con Rosalía tras su divorcio con ella.
Saber que tenía a su hijo
tan cerca, pero a la vez tan lejos, la martirizaba y no podía evitar que las
lágrimas cayeran por sus mejillas.
En un instante, Gema pudo
ver cómo Genaro cogía en brazos a su hijo y se metía en una de las
habitaciones, lo que le provocó una sonrisa tonta de oreja a oreja. Sin
embargo, Alfonso la había encontrado y no venía con cara de muy buenos amigos.
-
¿Qué te he
dicho sobre acercarte a tu hijo?
Y en cuanto Gema se giró,
Alfonso le propinó un guantazo que sonó en toda la calle.
-
Y ahora te
vendrás conmigo. ¡Vamos!
Entrando en la casa, la
empujó dentro con fuerza.
-
¡Entra puta!
Ya sabía yo que era mala idea dejarte salir…
Ushtu, que veía la tele
tranquilamente, resopló.
-
¿Qué ha hecho
esta vez?
-
Ha ido a la
casa donde está su hijo. Ya le dije que no se acercara ¿y qué hace? ¡VA ALLÍ LA
MUY ZORRA!
Girándose iracunda, Gema
interpeló a Alfonso.
-
¿Y por qué no
me matas ya? ¡Acaba conmigo de una puta vez!
-
¿Y dejar que
ese chochito tan rico se llene de gusanos? No gracias. Prefiero comérmelo yo a
que se pudra enterrado en el medio del campo.
-
Eres un
desgraciado. ¿Cómo pude fijarme en ti? Eres el ser más repugnante que he
conocido en toda mi vida.
Y, poniéndose a gritar,
Gema comenzó a pedir ayuda.
-
¡POLICÍA!
¡AYUDAAAAA! ¡ME HAN SECUESTRADO!
Pero Alfonso le pegó otro
guantazo y comenzó a amenazarla de nuevo.
-
Mira loca, a
la próxima tontería te juro que te ato a una silla, te amordazo y voy en busca
de tu hijo y lo rajo de arriba abajo. Ahora, gracias a ti, sé dónde vive. ¿Tú
crees que se alegrará de verme después de tanto tiempo?
-
No serás
capaz…
-
¿No? Ponme a
prueba una vez más y veremos quién va a poder con quién…
CONTINUARÁ…
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