jueves, 25 de octubre de 2018

Crossed Lives || Capítulo 12


Tras dos intensas semanas luchando para que Gregorio fuera al médico sin conseguirlo, un ataque al corazón se lo llevó al otro barrio, dejando sólo a su hijo...




Ángel estaba destrozado. Los pocos ahorros que tenía se los llevó el sepelio para que su padre pudiera tener un entierro digno, así que ahora no tenía nada.




La única familia que le quedaba a Ángel era su padre y ahora estaba sólo en el mundo. Sin padres ni hermanos, sólo tenía a Jara como amiga… Pero ahora que Gregorio había muerto, Jara no tenía nada que lo atase a él.




Acercándose a la tumba, Jara también comenzó a llorar amargamente mientras que Ángel se quedaba mirando a un punto fijo con la cabeza inmersa en miles de pensamientos.




Poniéndole Ángel la mano en el hombro a Jara, se volvió y abrazó fuertemente a él sin pensárselo dos veces.
-          Gracias por acompañarme en el funeral,-dijo Ángel-.
-          ¿Bromeas? Sois parte de mi familia y no te iba a dejar sólo. Ahora ni nunca.
-          ¿A qué te refieres?
-          Pues… A que ya nada me ata a este sitio y aquí tengo malos recuerdos. Vayámonos Ángel. Tú y yo.




Dándole un último adiós a Gregorio, ambos volvieron a la casa de Ángel y allí comenzaron a planear todo.
-          Jara, vendamos nuestras casas y con todo ese dinero, vayámonos a la ciudad, a Los Aniegos. Allí tendremos más oportunidades para encontrar trabajo.




Dicho y hecho. Otras dos semanas después, Ángel había encontrado una pequeña casita recién reformada a las afueras del barrio más humilde de Los Aniegos. Con el dinero que habían juntado ambos, pudieron comprarla y, para su suerte, los muebles venían incluidos así que era mucho mejor.




Al entrar, Jara y Ángel pudieron verla físicamente por primera vez.
-          Está muy bien. Se nota que la han reformado recientemente,-comentó la chica-.
-          Pues sí. Creo que será un buen sitio para comenzar de nuevo… Ay, yo creo que a mi padre le habría gustado.
-          Estoy segura. Los dos teníais gustos parecidos.




Pero, para hacer la cocina más grande, tuvieron que sacrificar un dormitorio, por lo que la casa sólo contaba con un cuarto para ellos dos.
-          Esto es lo malo,-comentó Ángel-, no vamos a tener intimidad.
-          Bueno, no te preocupes. Cuando alguien vaya a cambiarse de ropa, el otro se sale de la habitación y listo. Tendremos que poner unas normas básicas de convivencia y entonces no habrá problema.




Más tarde, cuando les comenzó a apretar el hambre, Ángel se fue hacia la cocina para hacer el almuerzo mientras que Jara, tras un cambio de look radical antes de mudarse, donde volvió a su color natural, buscaba trabajo para ambos. Parándose en una, la leyó en voz alta…
-          Ángel, escucha esta oferta…
-          Sí, dime.
-          “Se busca persona para servicio doméstico en una vivienda familiar. La persona debe ser limpia, ordenada y cuidadosa con las cosas, preferentemente con algo de experiencia previa.” Suena bien, ¿verdad?
-          Ese trabajo está hecho para ti, Jara. Apúntate ya, no vaya a ser que te lo quiten.




En otra barriada, no demasiado lejos de allí, Samanta estaba en el ordenador de su marido desechando las candidaturas de la oferta de trabajo que acababa de poner.
-          Nada, esta no me gusta. Este no sabe ni donde está de pie… Esta tampoco. ¿Y esta? Uy, la primera que tiene algo de experiencia. A ver… Experiencia cuidando de personas mayores, limpieza en la casa… Le voy a hablar para que venga a hacer una entrevista. Luego se lo comentaré a Horacio.




Horacio estaba en el trabajo hablando con Rosalía sobre un tema importante.
-          Rosalía, te lo cuento a ti porque te tengo aquí, pero seguramente en un par de días os llegará a casa una carta con todo lo que te acabo de explicar bien detallado.
-          Y en chino, ¿no?
-          Jajajajaja, me encanta tu sentido del humor. Sí, en chino mandarín. Por eso te lo he explicado yo ahora, para que os enteréis mejor por mí.




Horacio estaba muy contento con el trabajo que estaba haciendo Rosalía en el despacho, ya que se había adaptado perfectamente y con mucha rapidez. Las cosas ahora le iban mejor que nunca y ninguno de los dos estaba agobiado ni estresado.




Rosalía, que había decidido autoimponerse un uniforme de trabajo, se soltó el pelo para estar más presentable y dar una mejor imagen ante los clientes. Su trato era inmejorable, se la veía muy profesional y todos hablaban maravillas de ella.




Cuando por la tarde llegó a casa, vio que el pequeño Lucas estaba jugando con el xilofón.
-          ¡Buenas tardes familia!
-          ¡Hola!-saludó el niño-.
-          Hola cariño…-dijo Genaro-.




Dirigiéndose hacia él, Rosalía lo vio jugando a la consola.
-          ¿Qué tal la mañana, guapo?
-          Igual que las demás. Buscando trabajo, echando currículums, limpiando, cuidando del peque… Lo de siempre. ¿Y tú?
-          Yo tengo noticias…
-          Uy, ¿buenas o malas?




Poniendo el juego en pausa, Genaro se levantó para hablar directamente con Rosalía.
-          A ver… Ha salido la resolución del juicio sobre el caso de abandono de Lucas por parte de Gema.
-          ¿Y bien?
-          Como el juez se cansó de que el abogado de ella…-comenzó a decir Rosalía antes de ser interrumpida-.
-          Sí, mi ex-abogado.
-          Ese mismo. Pues como no paraba de ponerle excusas, de que estaba de viaje, enferma o por otros motivos, el juez ha ordenado su encarcelación inmediata, con la consiguiente retirada del pasaporte y de la patria potestad de vuestro hijo. Ahora tu hijo es completamente tuyo y puedes hacer y deshacer con él lo que te plazca sin necesidad de contar con su aprobación.




Genaro no podía creérselo. ¡Por fin se había hecho justicia!
-          ¡No sabes la alegría que me das! A saber la cara que habrá puesto ella cuando se haya enterado…
-          No tengo ni idea, porque su abogado tenía pinta de no saber dónde está tampoco, según me ha contado Horacio.
-          ¿Sigue sin aparecer?
-          No, pero tampoco le sonsacan más al abogado y la policía tiene carteles con su cara por todos lados. Tarde o temprano la encontrarán.




En un arrebato de amor, Genaro besó impetuoso los labios femeninos.
-          Y todo gracias a ti, Rosalía.
-          ¿A mí? Yo no soy la abogada aquí. En todo caso le tendrías que dar las gracias a Horacio.
-          Pero eres tú la que me informa directamente, la que trabaja con él y la que le has dicho la situación que tenemos en casa. Te amo, vida mía. Ven aquí.
-          Ay no, que está el niño delante.
-          Espera…




Cogiendo a Lucas en brazos, lo llevó hasta la cuna que habían comprado y que habían puesto en el cuarto de Edgar, que era quien más espacio tenía.
-          Hora de la siesta, hijo. Ahora a dormir.




Y yéndose hasta su dormitorio, se encontró con una Rosalía completamente desnuda.
-          No sabes lo que te quiero…
-          ¿Ah sí? Ven y demuéstramelo,-dijo ella coqueta-.




Desde el exterior de la casa, Gema intentaba mirar a lo lejos por si podía ver a su hijo, ya que se imaginó que Genaro se iría a vivir con Rosalía tras su divorcio con ella.




Saber que tenía a su hijo tan cerca, pero a la vez tan lejos, la martirizaba y no podía evitar que las lágrimas cayeran por sus mejillas.




En un instante, Gema pudo ver cómo Genaro cogía en brazos a su hijo y se metía en una de las habitaciones, lo que le provocó una sonrisa tonta de oreja a oreja. Sin embargo, Alfonso la había encontrado y no venía con cara de muy buenos amigos.
-          ¿Qué te he dicho sobre acercarte a tu hijo?




Y en cuanto Gema se giró, Alfonso le propinó un guantazo que sonó en toda la calle.
-          Y ahora te vendrás conmigo. ¡Vamos!




Entrando en la casa, la empujó dentro con fuerza.
-          ¡Entra puta! Ya sabía yo que era mala idea dejarte salir…




Ushtu, que veía la tele tranquilamente, resopló.
-          ¿Qué ha hecho esta vez?
-          Ha ido a la casa donde está su hijo. Ya le dije que no se acercara ¿y qué hace? ¡VA ALLÍ LA MUY ZORRA!




Girándose iracunda, Gema interpeló a Alfonso.
-          ¿Y por qué no me matas ya? ¡Acaba conmigo de una puta vez!
-          ¿Y dejar que ese chochito tan rico se llene de gusanos? No gracias. Prefiero comérmelo yo a que se pudra enterrado en el medio del campo.
-          Eres un desgraciado. ¿Cómo pude fijarme en ti? Eres el ser más repugnante que he conocido en toda mi vida.




Y, poniéndose a gritar, Gema comenzó a pedir ayuda.
-          ¡POLICÍA! ¡AYUDAAAAA! ¡ME HAN SECUESTRADO!




Pero Alfonso le pegó otro guantazo y comenzó a amenazarla de nuevo.
-          Mira loca, a la próxima tontería te juro que te ato a una silla, te amordazo y voy en busca de tu hijo y lo rajo de arriba abajo. Ahora, gracias a ti, sé dónde vive. ¿Tú crees que se alegrará de verme después de tanto tiempo?
-          No serás capaz…
-          ¿No? Ponme a prueba una vez más y veremos quién va a poder con quién…




CONTINUARÁ…

No hay comentarios:

Publicar un comentario