Pasados unos días, Edgar
había conseguido vender todo el producto, por lo que se puso en contacto, de
nuevo, con Navarro.
-
¡Buenas! Soy
yo.
-
Hombre, si es
el renacuajo. ¿Qué tal vas?
-
Muy bien.
Tendríamos que vernos más a menudo, que hay gente que me pregunta el por qué ya
no hay… amistad.
En su casa, Navarro se
reía ante las ocurrencias de Edgar para no decir nada que lo pudiera delatar en
ningún momento.
-
Amistad,
entiendo… Vaya, que te hace falta producto porque te has quedado pelao,
¿cierto?
-
Joder… Sí.
-
Nadaaaaa, el
tito Navarro te dará. Mañana estaré por ahí, no te preocupes.
Cortando la llamada,
Edgar fue al salón y vio que allí estaba Genaro.
-
¡Buenos días
Genaro!
-
Ey, buenos
días chaval. ¿Cómo has pasado la noche?
-
Bueno, bien.
Como todas.
-
¿Te pasa
algo?
-
Verás… Es que
quiero comentarte algo.
Sentándose junto a
Genaro, Edgar comenzó a hablar.
-
Quería darte
este dinero,-dijo Edgar sacando unos billetes del bolsillo-.
-
¿Y esta
pasta? ¿De dónde la has sacado?
-
Tengo un
trabajillo, pero mi madre no sabe nada de esto, así que guárdame el secreto.
-
¿Qué clase de
trabajo? No quiero que te metas en ningún lío, ¿eh?
-
No hay
problema, es todo muy seguro y no hace falta que te preocupes por mí.
Genaro no quería aceptar
el dinero, pero Edgar insistió.
-
Sé que mi
madre y tú lo estáis pasando mal económicamente y quiero aportar mi granito de
arena a la causa. Os ayudaré en todo lo que pueda…
-
¿Y qué le
digo a tu madre si me pregunta por este dinero?
-
Pues… Dile
que te ha salido unos cuantos arreglos de informática y que querías darle una
sorpresa. Yo que sé, invéntate algo.
A todo esto, Navarro se
había quedado pensando en cómo podría organizarse para poder darle el producto
al muchacho al día siguiente, ir y volver rápido para no perder mucho tiempo y
hacer todo lo demás que tenía en la lista.
Mientras estaba sumergido
en sus pensamientos, hizo acto de presencia Alfonso, con una gran sonrisa.
-
¿Qué tal
Navarro?
-
Pero bueno…
Si es mi viejo amigo desaparecido. ¿Qué te trae por aquí?
-
Tengo
noticias que contarte.
Acercándose más a Daniel,
comenzó a contarle emocionado lo que le había pasado.
-
Tío, he
conocido a alguien.
-
¿Al fin una
tía se ha dignado a acostarse contigo sin tener que pagarle dinero?
-
Calla idiota,
estoy hablando en serio. Fue todo muy rápido. Me llamó para arreglarle ciertas
cosas de la casa y, sin comerlo ni beberlo, al día siguiente estábamos follando
en el salón de su casa.
-
Coño… Estás
hecho un ligón, ¿eh rufián?
-
Tío, si
supieras como folla… Y cómo la chupa… Menuda zorra que es. Cómo lo disfruta la
muy perra.
Navarro puso más interés
en la conversación que estaba teniendo con su amigo, ya que eso de que fuera
buena en la cama le llamaba mucho la atención.
-
Oye, pues tal
y como la estás describiendo, dan ganas de estar con ella. ¿Me la prestas?
-
Ni de coña
chaval, esa niña es mía.
-
¿Niña? ¿A
quién te estás follando?
-
A ver, es una
mujer, pero es más joven que yo, lo malo es que tiene un crío.
-
¿Y qué?
-
Que yo no los
soporto tío, son un horror. Este niño sólo está gritando, jugando, babeando y
cagando.
-
Coño, pues
como tú jajajajaja.
Pero Alfonso no tenía muy
buena cara respecto al tema.
-
Ja, ja y ja.
Muy gracioso Navarro, pero ya en serio. Odio a los niños… Mira, hay algo que no
te he contado nunca y creo que es el momento perfecto.
-
¿Contarme el
qué?
-
Algo sobre
los niños… Hace años estuve con una chica, preciosa, me tenía loco… Pero
follábamos tanto que una de aquellas veces con el calentón olvidamos ponernos
seguridad y se quedó preñada. Tío, me dio tanto miedo la situación que cogí mis
cosas y me largué de allí.
¿Estaba Daniel escuchando
bien?
-
Espera,
espera… ¿Tienes un hijo por ahí?
-
Se supone que
sí. Desde entonces no tengo ni puta idea de qué fue de ella.
-
Me cago en la
puta… No sé si darte un puñetazo por cabrón o felicitarte, porque yo habría
hecho lo mismo, si te soy sincero. Lo que me pasa a mí es que yo todavía no
estoy con quien quiero estar.
-
¿Todavía sigues
pensando en la chica esa?
-
Sí. Era muy
especial y la quiero conmigo, a mi lado. No quiero verla con nadie más que no
sea yo. ¿Qué puedo hacer? No paro de llamarla, de acercarme a su casa y todo y
siempre está acompañada por el mierda-seca de Ángel y nunca responde mis
llamadas.
Pero Alfonso tenía
soluciones para todo.
-
A ver, ve a
su casa y espíala. En algún momento se tendrá que quedar sola, así que entras,
la obligas a hacer una carta de despedida y te la llevas a donde te dé la gana.
-
Tío, eres un
puto genio…
Todavía estaban hablando
cuando Sugar salió de la habitación de Daniel.
-
Dani, ¿cuándo
vas a venir a la cama? Te estoy esperando…
-
¿Sugar?-preguntó
Alfonso-.
-
¿Alfonso?
¿Eres tú?-preguntó la chica-.
Mientras tanto, en casa
de Jara, Ángel se había quedado a dormir en el sofá para cuidarla, ya que ella
no se fiaba de que pudiera aparecer Daniel en cualquier momento.
-
Buenos días
Jara.
-
Buenos días
Ángel, ¿cómo has dormido?
-
Bastante
bien, no creí que ese sofá fuese tan cómodo.
-
Pues no lo
parece cuando te sientas en él. Por cierto… gracias por haberte quedado
conmigo. Significa mucho para mí.
-
Eh, mi padre
se ha ido de viaje con sus amigos, así que no me importaba venirme aquí
contigo…
Pero en casa de Navarro,
todavía Sugar seguía un poco descolocada.
-
Menudo cambio
has dado Alfonso. No pareces tú mismo…
-
Bueno… ¿Te
tengo que dar las gracias?
-
Todavía no te
he hecho nada para que me lo agradezcas…
-
Eso suena
tentador… Mira que eres golosona.
-
Esperad un
momento,-intervino Navarro-. Alfonso, ella está conmigo y tú tienes pareja,
¿qué coño se supone que haces?
-
Lo mismo que
tú, chaval. Tú dices estar loco por la Jara esa y yo siempre he estado loco por
el chochito de Sugar. ¿Qué pasa con eso?
-
Mira, hagamos
una cosa,-intervino la chica-. Navarro, me has pagado por estar aquí en tu casa
el día entero, y ahora que se ha presentado esta situación… ¿Por qué no
jugueteamos?
-
¿A qué te
refieres?-preguntó Navarro-.
-
Yo ahora me
follo a Alfonso, pero tú tienes que estar mirando y no puedes tocarme bajo
ningún concepto a no ser que me des mucha pena y te diga que te unas, ¿de acuerdo?
Y dicho y hecho. Daniel
se sentó en uno de los sillones a tocarse mientras que Alfonso disfrutaba de
Sugar y viceversa. La chica notaba el gran cambio físico de Alfonso, ya que
ahora no olía mal y tenía más vigorosidad en las envestidas. Mientras gozaba,
miraba tocarse a Navarro, a quien le guiñaba un ojo y lo hacía de sufrir.
Quería un trío, pero hoy la que mandaba era ella…
A todo esto, en casa de
Jara, ella se sentía protegida por Ángel, por quien sentía algo más que una
profunda amistad pero que, sin embargo, no lo demostraba por miedo a que no
fuera algo mutuo.
En ese momento, ahí fue
cuando se sinceró con Ángel, al menos de algo…
-
¿Sabes? Si no
fuera por vosotros, ya me habría ido de aquí. Lo que pasa es que le he cogido
mucho cariño a tu padre y no quiero dejarlo en la estacada. Bueno, y a ti
tampoco. Sé que no estáis muy bien de dinero y os sería complicado encontrar a
alguien.
-
Pero por eso
no te debes preocupar. La que debe ir primero en tu vida eres tú, porque los
demás somos secundarios.
-
¡No digas
eso! Vosotros para mí sois parte de mi familia y no os quiero abandonar.
Pero Ángel seguía
insistiendo.
-
Sigo pensando
lo mismo. A nosotros no nos vas a perder, nunca. Pero puedes buscarte la vida
en otro lado, lejos de ese cerdo asqueroso.
-
No sabes lo
que me arrepiento de haber estado con él…
-
Eso es parte
del pasado y ahora estamos en el presente y tenemos que seguir adelante. Estoy
pensando… Tú quieres irte, y como aquí mi padre y yo estamos subsistiendo como
podemos, ¿por qué no nos vamos los tres a otro lado?
Las horas habían pasado
y, cuando ya era prácticamente la hora de comer, allí estaba espiando Navarro,
haciendo caso al consejo de Alfonso como le había dicho antes de la sesión de
sexo… Pero se había truncado todo cuando vio que Ángel estaba allí con ella. ¡Y
vestidos de esa forma!
No podía permitirlo…
¡Jara era para él! Él tenía sus necesidades, como cualquier otra persona, pero
eso no significaba nada porque no se implicaba emocionalmente. Era sólo sexo,
follar y desfogar. Pero lo que estaba haciendo ella era mucho peor. Estaba
sustituyéndolo por Ángel, que no le llegaba ni a la suela de los zapatos…
Y en casa de Gema,
Alfonso disfrutaba de su compañía, sintiéndose como un rey y volviendo a
recuperar el aliento.
Gema reposaba sobre el
pecho masculino, recuperando el aliento después de hacer el amor, como ella se
refería al sexo con él. Sin embargo, para Alfonso sólo era follar y disfrutar,
con una chica guapa, que estaba loca por él y que follaba como las diosas.
Pero los sentimientos
femeninos eran bien diferentes…
-
Alfonso,
siento algo muy fuerte por ti y no sé lo que es. Llevamos viéndonos dos
semanas, pero me tienes enganchada a ti como una loca… Cuando te vas a tu casa
me cuesta despedirme de ti. Lucas se está acostumbrando a ti y te quiere mucho…
Ya era prácticamente de
noche cuando Navarro se había ido a la casa de Alfonso, dispuesto a prepararse
para raptar a Jara, como le había dicho Alfonso. Quería ir junto a él, pero su
amigo no aparecía por ningún lado, como era costumbre.
Alfonso no podía creerse
lo que acababa de escuchar…
-
¿Quieres que
me venga a vivir contigo y con tu hijo?
-
Sí, sé que es
una locura pero… ¿qué me dices?
-
Bueno…
Digamos que tienes una casa mucho mejor que la mía y que aquí voy a poder tener algo
que allí no tengo.
-
¿Y qué es?
-
Compañía.
-
Oh Alfonso.
Ven a mis brazos, te quiero…
Navarro había llamado
varias veces a Alfonso, pero saltaba el contestador, por lo que se estaba
impacientando.
-
Me cago en la
puta, ¿dónde se habrá metido este tío?
CONTINUARÁ…
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