lunes, 30 de noviembre de 2020

Capítulo 7 || Corazones

 De vuelta a casa, Rubí vio a los dos trabajadores que había contratado sacando muebles y dejándolos en la puerta. Algunos se venderían y otros irían directamente a la basura.


 El encargado de la obra era Mike Sullivan, un muchacho bastante trabajador y manitas para esto de la construcción.

- Hola Mike, ¿qué tal?

- Bien, aquí cargando los muebles. Hay algunos que están fatal, ¿eh?

- Ya, pero ahora con la reforma que vas a hacer se va a quedar todo como nuevo.

- Seguro. No vas a reconocer tu casa cuando la veas terminada.


 Entrando en la casa, Mike le presentó a Rubí formalmente a su compañero.

- Rubí, este de aquí es Hugo Ortiz. No te dejes llevar por su tripa, aquí el amigo trabaja como una máquina recién sacada de la fábrica.

- Un placer conocerla señorita. ¿Puedo hacerle una pregunta? Es que mi socio y yo estábamos debatiendo antes cómo quería finalmente la reforma de la cocina y el salón, si derribar el muro y hacer la cocina de concepto abierto o reformarla respetando las paredes.


 Mirando la pared, Rubí se imaginó por un instante cómo se vería su casa sin ese muro y todo abierto y, sólo de pensarlo se emocionó.

- La pared va abajo. Creo que quedará mejor, ¿qué pensáis?

- Con esto lo que harás será darle un aspecto más moderno,-contestó Mike-. La casa en sí no está mal, es de buen tamaño y tiene dos habitaciones y dos cuartos de baño, así que con unos arreglos esta vivienda quedará como nueva.


 Desde ese día, Rubí se acercó a la casa de Elías y Trini todas las semanas obteniendo siempre el mismo resultado: nadie le abría la puerta. Sin embargo, al cabo de un mes y medio Rubí salió del ascensor y se encontró con Trini sacando la basura.

- ¡Por fin veo a alguno de los dos!-dijo Rubí-.

- Mierda…-susurró Trini-. ¿Qué haces aquí?

- Quiero ver a Elías, ¿puede salir?

- No está ahora. Trabajará hasta las 15. Si quieres le aviso…

- Ay sí, si eres tan amable…


 Sacando su móvil, Trini comenzó a escribirle a Elías y le envió un mensaje diciéndole que Rubí se había presentado en casa y que quería verlo.

- Listo. Ya se lo he dicho Rubí.

- Muchas gracias Trini. Y bueno, ¿qué tal todo? ¿Algún cambio por casa?

- Pues… no, todo sigue igual.

- Por cierto, estás muy guapa.

- Gracias… Oye, ¿te puedo hacer una pregunta?

- Claro.

- ¿Por qué has venido aquí después de tanto tiempo?


 Sonriendo levemente, Rubí le contestó la pregunta a Trini.

- Si vengo aquí para hablar con él es porque me he dado cuenta de que he sido una egoísta ególatra que sólo pensaba en mí misma, ignorando a Elías en todos los aspectos y, sinceramente, no se merece el trato que le he dado. Quiero darle una segunda oportunidad y que volvamos a estar juntos.


 Trini escuchó atentamente la respuesta de Rubí pensando en que esa chica era de lo más extraña. Había pasado de Elías durante meses y, de un día para otro, se volcaba en él como si no hubiera pasado nada. ¿Estaría bien psicológicamente?

- Bueno pues… me alegro de haberte visto. Le diré a Elías cuando llegue que te llame.

- Sí por favor, me harías un grandísimo favor.


 De vuelta en su casa, la obra iba avanzando a buen ritmo y la pared que separaba la cocina del salón ya no existía. Respecto al resto de paredes, todas necesitarían una reforma porque se encontraban en muy mal estado y no podían trabajar en condiciones sin dejar listo los muros primero.


 Acercándose a Mike, Rubí le preguntó cómo le iba el día.

- ¿Qué tal vais hoy?

- Bien, aunque algo acalorados. Se nota que la primavera se acerca.

- Si necesitáis alguna cosa decídmelo, ¿vale? Yo estaré en mi dormitorio.

- Claro, no hay problema.


 Rubí miraba constantemente su móvil por si había recibido algún mensaje o llamada por parte de Elías, pero no sucedió. Día tras día y semana tras semana miraba su móvil hasta que, al cabo de cuatro meses, Rubí volvió a plantarse en la casa de su ex-novio para pedirle que volviese con ella, ya que no lo había olvidado y todavía sentía un gran amor por él.


 Para la sorpresa de la muchacha, Elías abrió la puerta.

- Vaya Rubí, ¿qué haces aquí?

- Hace unos meses me pasé y estabas trabajando y Trini me dijo que me llamarías. Como no lo has hecho, he decidido insistir una vez más. ¿Me estás evitando?

- Han cambiado mucho las cosas desde entonces.


 Elías se encontraba mucho más serio que de costumbre y no era para menos. Rubí lo había estado mareando durante mucho tiempo, ignorándolo completamente hasta aquella discusión donde decidió marcharse de casa. Luego estuvo un mes sin dirigirle la palabra ni recibirle y justo cuando el propio Elías decide pasar página, Rubí vuelve a aparecer insistentemente y… ¿para qué?

- Te noto raro Elías…

- No soy el mismo. ¿Qué quieres?

- Yo… Elías, actué como una tonta contigo y fui yo quien provocó la situación que estamos viviendo ahora. No hay día que no me acuerde de ti y me maldiga por comportarme de esa forma. Te quiero y me gustaría que volviésemos a ser una pareja.

- Lo siento Rubí pero eso es imposible.

- ¿Por qué?

- Ven, te lo enseñaré.


 Haciéndola pasar, Elías entró en casa.

- Espera aquí un momento.

- ¿A dónde vas?

- Tú espera aquí, hazme el favor.

- Está bien…-dijo Rubí sin saber muy bien qué ocurría-.


 A los pocos segundos, Elías salió del dormitorio acompañado de Trini quien… ¿estaba embarazada?

- Ay, ¡estás embarazada! Qué ilusión Trini. No me habías dicho que tuvieras pareja, ¿quién es el padre?

- Yo,-contestó Elías-.


 En ese momento se creó un terrible silencio en el que Elías y Trini se miraron mutuamente hasta que Rubí hizo una pregunta.

- ¿Esto es una especie de broma o cámara oculta? Porque no tiene gracia.

- Rubí,-comenzó diciendo Elías-, después de aquel día cuando fui a tu casa y, por enésima vez, no me abriste la puerta, te dije que pasaba página y así hice. Trini me ayudó a superar esa etapa y, cuando me fui a dar cuenta, supe que estaba enamorado de ella y poco después nos enteramos del embarazo.

- ¿De cuánto está?

- De cinco meses.


 Haciendo cálculos mentales, Rubí volvió a mirar a Elías pero esta vez con una sonrisa cínica.

- Pues, si mi cabeza no me falla, te faltó tiempo para lanzarte en los brazos de Trini… ¿También te acostabas con ella mientras estábamos juntos?

- Rubí, no sigas por ahí porque sabes que eso no es verdad. Nunca he sido infiel y sería incapaz de hacerlo.

- Bueno, si tú lo dices… Eso sí, esto no quedará así. Ya podéis estar buscando otra casa porque como yo me vuelva a cruzar con alguno de los dos lo mato. Avisados quedáis…  


 En completo silencio, Rubí salió de la casa sintiéndose estafada, engañada y profundamente dolida. Aunque llevasen casi seis meses sin estar juntos, Rubí sentía aquel embarazo como si Elías le hubiera sido infiel, como si aún le perteneciese…  


 Mirando a Trini, Elías le hizo una pregunta.

- ¿Acaba de amenazarnos e irse con total tranquilidad o estoy soñando?

- Lo ha hecho…

- Dios mío, de verdad… No sé qué he hecho para merecer esto. Lo peor es que me la veo capaz de llevar a cabo su amenaza.

- ¿Y por qué no hablas con ella? Tal vez entre en razón.

- ¿Tú crees? ¿No es mejor dejar las cosas tal y como están?

- Yo si fuera tú hablaría con ella ahora y zanjaría este tema lo más rápido posible.


 Durante el camino a su casa, Rubí no paró de darle vueltas a la cabeza pensando en Trini, en su bebé y en que Elías sería padre. Su ex-novio había rehecho su vida muy rápido y eso le dolía a Rubí. ¿Es que no la había querido lo suficiente? ¿O la culpable de todo era ella?


 Sacudiéndose las manos en sus ropas, los obreros se acercaron hasta Rubí para recibirla, ya que acababan de terminar de colocar el último mueble del salón.

- ¡Hola Rubí!-saludó Mike-. Hugo y yo estábamos deseando que llegases para que vieras el salón.

- Ya lo veré luego.

- Pero acabamos de terminarlo y nos hacía ilusión que dijeras tu opinión.

- Me importa una mierda vuestra puta opinión.


 Mirándose entre ellos, Hugo y Mike supieron en ese momento que algo no marchaba bien.

- ¿Estás bien?-quiso saber Hugo-.

- ¿Y a ti que te importa? ¿Eres psicólogo ahora aparte de un obrero gordo y sudoroso? ¡Fuera de mi vista!

- Pero…-dijo Mike-.

- ¡Que os larguéis coño!


 Volviéndose a mirar entre ellos, Mike y Hugo comenzaron a marcharse en completo silencio mientras se preguntaban qué mosca le había picado a Rubí.


 Y justo antes de cerrar la puerta, ambos trabajadores escucharon una última frase de Rubí.

- Y que no os vuelva a ver por aquí en lo que os quede de sucia vida, ¿os queda claro?


 Tras suspirar, ambos chicos volvieron su mirada al frente y vieron a Elías delante de ellos.

- ¿Pasa algo?-quiso saber Elías-. Acabo de escuchar gritos.

- Mejor no preguntes porque no tenemos ni idea,-contestó Mike-.

- Pero, ¿Rubí está bien?

- ¿Conoces a esa estúpida?-preguntó Hugo-.


 Afirmando con su cabeza, Elías contestó.

- Me temo que sí y creo ser el motivo de su enfado.

- Si no es mucho preguntar… ¿Qué le has hecho?-preguntó Mike-.

- Seguir con mi vida. Rubí y yo fuimos novios y, cuando su madre murió, se encerró en sí misma y me ignoró completamente haciendo una vida separada a mí. Cuando me harté y le dije que seguiría con mi vida, de repente comenzó a buscarme pero yo ya había rehecho mi vida y hoy se ha enterado de que mi novia está embarazada.

- ¿Y vas a hablar con ella? Tú estás loco tío,-dijo Hugo-.

- Al menos lo intentaré.


 Llamando a la puerta, Rubí la abrió con rapidez.

- ¡Ya os he dicho que no os quiero volver a ver en lo que quede de vuestra puta existencia!

- No soy ningún obrero.

- Ahora el que faltaba. ¿Qué haces aquí? ¿Quieres ponerle los cuernos a Trini y hacerme un bombo como hiciste con ella?

- ¡Eh! Estoy aquí para intentar razonar contigo, así que si quieres discutir me voy ahora mismo.


 Y sin pensárselo, Rubí soltó lo primero que se le pasó por su cabeza.

- Eso, vete y no vuelvas más. Para mí estás muerto, tú, la puta de Trini y vuestro asqueroso hijo.

- Qué bien Rubí. Si sigues así te va a ir estupendamente en la vida.

- ¿Alguien ha dicho algo? Es que… diría que he oído hablar a un muerto.

- Vámonos tío,-dijo Mike desde la acera-. No merece la pena.


 Volviéndose hacia Hugo y Mike, Elías se fue con ellos mientras charlaban.

- Venga, te invito a una cerveza,-dijo Mike-. Y para mi mejor amigo otra.

- Yo mejor un copazo,-intervino Hugo mientras vio cómo un coche se acercaba a ellos a toda velocidad-. ¡Cuidado!

- ¡Corred!-gritó Elías-.


CONTINUARÁ…



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