viernes, 27 de noviembre de 2020

Capítulo 6 || Corazones

 Elías se quedó mirando fijamente a Rubí como queriendo descifrar qué era lo que esa cabecita escondía.

- ¿Qué ocurre Rubí?

- Aquí no. En nuestro dormitorio.


 Suspirando, Elías agachó la cabeza mordiéndose la lengua para no soltar ningún comentario y provocar ninguna discusión. No le apetecía…  


 Entrando en el cuarto, Rubí cerró la puerta con fuerza y comenzó a gritar sin ningún tipo de miramiento.

- ¿Me voy un rato y te pillo en brazos de otra?

- ¿En brazos de otra? ¿De qué estás hablando?

- ¡No te hagas el tonto! He visto cómo os estabais separando y cómo os miráis.

- Esto… Rubí, Trini es mi mejor amiga y la conozco desde que los dos llevábamos pañales, así que no te inventes mierdas que no son ciertas. Además, ¿acaso te importa? Porque llevas pasando de mí durante varios meses.

- ¿Pasando de ti? ¡Mi madre ha muerto! ¿Es que sólo piensas en ti mismo?


 Sin poderlo evitar, Elías también alzó la voz.

- ¡Ya sé que tu madre ha muerto! Pero desde que ocurrió apenas me has dirigido la palabra, te has encerrado en ti misma, te has negado a cualquier plan o proposición que te he hecho, te has enfocado en tus estudios y tu trabajo dejando de lado tus amistades y a tu novio, que soy yo.

- ¿Y qué me quieres decir con todo esto?

- Joder, pues que me estás ignorando una y otra vez y tratándome como lo hacías con tu madre cuando vivía. ¿Tengo que morir o tener un accidente para que me comiences a echar de menos?


 Esa última frase encendió a Rubí y comenzó a gritar como nunca antes.

- ¡Que sea la última vez que me hablas de esa forma! ¿Te ha quedado claro?

- Lo siento mucho Rubí, de verdad. No he debido hablarte así…

- Ahora no me valen tus perdones, Elías. Eso que has dicho ha sido un golpe muy bajo y más sabiendo en la situación que me encuentro.

- De verdad que lo siento, Rubí.

- Venga, ve ahora a contárselo a tu amiguita del alma y a ponerme a parir, que es lo que os encanta hacer últimamente, ¿no?


 Suspirando, Elías contestó a Rubí.

- Mira Rubí, comprendo perfectamente que estés pasando una mala racha con esto de la muerte de tu madre, pero tu vida sigue, no se ha parado junto a la de tu madre. He estado, estoy y estaré para ti siempre, pero no metas a Trini en esto porque ella no tiene nada que ver. Se ha comportado como una amiga, una confidente y un apoyo en momentos en los que tú no has estado.

- Pues si tan buena es como dices, vete con ella ¿no? Porque ya te digo yo que mientras sigas siendo mi novio…-comenzó a decir Rubí antes de ser interrumpida por Elías-.

- No vayas por ahí Rubí. No me hagas elegir entre las dos porque, si he de sopesar y tomar una decisión la tendría clara en este momento…


 Frunciendo el ceño, Rubí salió de la habitación en completo silencio.

- ¿A dónde vas Rubí? ¿Qué haces?

- Ven Tina, vámonos,-le dijo Rubí a su perrita-.


 Cerrando de un portazo, Rubí salió de la casa acompañada de Tina mientras que no paraba de darle vueltas a la discusión con Elías. ¿Le había dicho en serio que elegiría a Trini antes que a ella?


 Dentro de la casa, Elías se quedó con un palmo de narices e incrédulo con lo que había ocurrido. ¿Por qué Rubí le había acusado de serle infiel con Trini? ¿Acaso tendría remordimientos porque ella sabía perfectamente que lo había descuidado? ¿Y a qué venía el ultimátum de elegir entre Rubí y Trini? ¿Por qué se comportaba así?


 Saliendo de su habitación, Trini preguntó qué había pasado.

- Hemos discutido y me ha acusado de serle infiel contigo y luego me ha comenzado a decir que debía elegir entre vosotras dos.

- ¿En serio? Mira Elías, sabes muy bien que yo no me meto en relaciones de otra gente pero esta vez voy a hacer una excepción… Esta chica no está bien de la cabeza. ¿Qué le ha hecho creer que tú y yo estamos enrollados?

- Pues que nos ha visto abrazados.

- ¡Cuidado! Soy una pecadora terrible, que me lapiden como en La Biblia… De verdad, ¿y quién se cree que es para ponerse así después de estar pasando todos estos meses de tu culo? No lo entiendo.

- Ni yo tampoco Trini. No sé qué pensar…


 Los días fueron pasando y, con ellos, la posibilidad de una reconciliación ya que Rubí se volvió a encerrar en sí misma y en su casa donde convivía antes con su madre. Elías iba casi todos los días a hablar con ella pero siempre se quedaba en la puerta sin que Rubí lo recibiese.


 Tras un mes escuchando cómo Elías llamaba a su puerta y le imploraba hablar con ella sin éxito, aquella tarde Rubí vivió algo distinto.

- Mira Rubí, paso de seguir rogándote. Allá tú con tu vida. Aunque no me creas, lo he intentado todo para estar contigo, así que… Seguiré mi vida. Paso de tenerla en pausa por alguien que no la aprecia.


 Tras decir esas palabras, Elías fue a darse la vuelta pero, sintiendo un impulso, se frenó y esperó durante un minuto más. Sin embargo, Rubí no abrió la puerta y, suspirando, Elías se marchó a casa.


 Volviendo a su hogar, Elías se encontró a Trini viendo la tele.

- Hola Trini.

- Hola guapo. Uh, ¿y esa cara?-preguntó la muchacha apagando la televisión-.


 Suspirando de nuevo, Elías le confesó lo ocurrido.

- La he dejado Trini. Me he cansado de esperar.

- Pero, ¿te ha abierto la puerta finalmente?

- Qué va. Me ha dejado fuera como lleva haciendo este último mes, así que le he dicho que no podía seguir así y que, aunque no me crea, lo he intentado todo, pero debo seguir con mi vida. Paso de seguir insistiendo con una persona que no sabe escuchar.

- Siento mucho oír eso, Elías. Sé cuánto la querías.


 Sonriendo levemente, Elías le contestó a su amiga.

- Y la sigo queriendo, pero no puedo estar toda la vida detrás de una persona que me ignora constantemente y que sólo aparece cuando le interesa porque, si no, ¿a cuento de qué apareció en tu cuarto hace un mes cuando llevaba cuatro meses ignorándome completamente?

- Ya… Eso fue algo raro.

- Lo he estado pensando mucho y, ¿sabes?, creo que sé por qué lo hizo.


 Entristeciendo su mirada, Trini no estaba segura de lo que le había dicho su buen amigo.

- ¿Estás seguro Elías?

- Claro. Piénsalo por un momento… Rubí se quedó muy afectada por la repentina muerte de su madre y se dio cuenta de lo mucho que la quería pese a todos los problemas que le acarreaba, aparte de que la última vez que hablaron fue para discutir. Si a eso le juntas que se vino a vivir aquí, que veía la complicidad que tenemos tú y yo por la gran amistad que nos une y su apatía para conmigo, es lógico que quisiera dejarme pero, en lugar de decirlo, formó todo ese numerito para que fuera yo al final quien la dejase a ella y quedar como víctima.

- Lo que dices tiene sentido pero… ¿Crees que Rubí es así de retorcida?

- A día de hoy, después de todo lo que he vivido con ella y demostrarme que no la conocía en realidad, soy capaz de creerme cualquier cosa.

- Bueno, ahora descansa. Échate una siesta, duerme un rato y luego te encontrarás mucho mejor.


 Haciéndole caso a Trini, Elías se levantó no sin antes abrazarla.

- Eres una chica increíble Trini. Gracias por estar siempre ahí cuando más te he necesitado.

- Venga bobo, no te me pongas sentimental ahora. Ya sabes que voy a estar siempre para ti en las buenas y, sobre todo, en las malas.

- El chico que descubra el diamante que tienes por corazón, no querrá soltarte nunca.


 Marchándose a su habitación, Elías cerró la puerta y miró la cama donde había dormido tantas veces con Rubí. En ese momento, se le vinieron a la cabeza los recuerdos de cuando Elías se había quedado sin entrar en su habitación porque Rubí estaba encerrada allí, de todas las ocasiones en las que tuvo que dormir en el sofá, de los silencios, de las negativas de Rubí, una detrás de otra…  


 Por su parte, Trini entró también en su habitación sin llegar a comprender la actitud de Rubí. Elías era un chico cariñoso, empático, detallista, romántico, comprensivo… Y Rubí lo había ignorado por completo. Vivía bajo el mismo techo pero sin contar con él. Si realmente Elías tenía razón y Rubí quería dejarlo, ¿por qué no ir de frente? Con lo buen chico que era y la mala suerte que tenía en el amor…  


 Y sin querer, Elías pensó en Trini y comenzó a compararla con Rubí. Sabía que no debía hacerlo pero era demasiado tarde. Mientras que Rubí lo trataba como un cero a la izquierda, Trini había estado escuchándolo, lo había invitado a dar una vuelta, tomar unas cervezas, charlar largo y tendido sobre amores no correspondidos, sobre la familia, otros amigos… Trini siempre había estado para él cuando lo necesitaba al igual que ella siempre había podido contar con Elías cuando ocurría algo.


 Sin embargo, la última frase que Elías le había dirigido a Trini la dejó algo confundida. ¿Había sido un simple comentario inofensivo o había alguna otra intención oculta? “El chico que descubra el diamante que tienes por corazón, no querrá soltarte nunca” sonaba una y otra vez en su cabeza. ¿Por qué le daba tanta importancia a esa frase ahora?


 De repente, Elías interrumpió los pensamientos femeninos entrando en la habitación de Trini por sorpresa.

- Coño Elías, qué susto. ¿Qué pasa?

- Eso te iba a preguntar yo, ¿qué pasa?

- No te entiendo Elías.

- ¿Qué pasa con nosotros? ¿Somos dos buenos amigos o ambos tenemos sentimientos escondidos por el otro? Porque, no sé tú, pero yo me he dado cuenta que siempre has estado ahí en mis momentos de bajón, en mis alegrías, tristezas, ralladas, noches de insomnio…

- Elías, eso es lo que hacen los amigos y tú y yo somos muy buenos amigos.

- ¿Sólo buenos amigos?


 Y tras esa pregunta, Elías levantó a Trini y se unió en un beso a ella, quien se sorprendió de primeras. Sin embargo, luego se dejó hacer y continuó besando a Elías.


 Tras ese inicial beso, Trini se separó y le hizo una pregunta a su amigo.

- ¿Estás seguro de lo que estás haciendo? No quiero ser un juego para ti ni para nadie.

- Nunca he estado más seguro de nada Trini,-dijo Elías volviendo a besarla-.


 Minutos después, ambos se encontraban tumbados en la cama de Trini completamente desnudos mientras seguían besándose sin parar.

- Nunca pensé que, después de todo, acabaría en la cama con mi mejor amigo,-dijo Trini en un momento mientras recuperaba el aliento-.

- Y quiero que esto no sea sólo un momento puntual Trini, sino que deseo que se repita cada día, cada instante de nuestras vidas porque te necesito a mi lado. Sin ti estoy incompleto…


 Sin saber lo que estaba ocurriendo en el interior de la vivienda, Rubí se acercó dispuesta a hablar y perdonar a Elías. Lo había pensado bien y no quería perderlo bajo ningún concepto. Tenía que admitir que se había portado mal con él, había sido una egoísta celosa y caprichosa y también quería disculparse con quien consideraba al amor de su vida.


 Escuchando el sonido del timbre, Elías y Trini siguieron a lo suyo ignorando las continuas llamadas de Rubí, quien no obtenía respuesta alguna.

- Te necesito dentro de mí, no te reprimas Elías… Soy tuya.

- Eres mía y yo soy tuyo. Desde ahora en adelante, nuestros corazones siempre pertenecerán al otro.


 Rubí, desde fuera, no era capaz de escuchar nada pero al ver que ninguno le habría la puerta, sonrió levemente.

- Supongo que Elías querrá darme un poco de mi propia medicina… Está bien. Volveré mañana y le daré el gusto de verme arrastrarme por él.


CONTINUARÁ…


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