miércoles, 25 de noviembre de 2020

Capítulo 5 || Corazones

 Pasados unos cuatro meses desde el fallecimiento de Paola, Rubí seguía inmersa en sus estudios, en la lectura de revistas y catálogos médicos para aprender más y más, y también trabajando a tiempo parcial apenas sin descanso. Sus notas habían mejorado considerablemente y los ahorros de Rubí comenzaron a engordar bastante.


 Por su parte, Elías había encontrado trabajo relacionado con sus estudios y estaba muy contento, al menos respecto a ese punto de su vida, porque en lo que respectaba al ámbito amoroso…

- Hola cariño, ¿estudiando?-preguntó Elías-.

- Sí.

- Ah bien. Oye, he pensado que podríamos irnos a comer hoy por ahí, invito yo.

- No, lo siento.

- ¿No puedes?


 En silencio y sin contestar a Elías, Rubí cerró el libro y se marchó hacia su dormitorio mientras suspiraba bajo la atenta mirada de su novio, quien cada día que pasaba estaba más extrañado.


 Entrando en el dormitorio de Trini, Elías fue a hablar con ella.

- Ya lo ha vuelto a hacer…-dijo Elías tras llamar a la puerta-.

- ¿Quién ha hecho qué?

- Rubí, ha vuelto a negarse a salir conmigo por ahí y, cuando le he pedido explicaciones, se ha encerrado en nuestro cuarto sin decir nada.

- Elías, Rubí está todavía muy afectada por lo de su madre…

- Ya pero… No sé. Su madre murió de muy mala forma, lo comprendo, pero yo, su novio, sigo vivo ¿sabes? Y parece que ahora su único pensamiento es su madre cuando en vida ni le hablaba… En fin, mejor me callo porque no quiero meter la pata.


 Yendo al baño, Elías pensó en el comportamiento de su novia durante esos últimos meses y sobre cómo había dejado de ser cariñosa con él. Siempre se negaba a salir o a dar una vuelta, no le apetecía ningún plan y, respecto al sexo, mejor ni hablar. Siempre se repetía la misma respuesta una y otra vez y Elías ya estaba bastante cansado de todo.


 Echándole valor, Elías entró en el dormitorio para hablar con Rubí y se la encontró sentada en la cama.

- Rubí, ¿podemos hablar?

- No me apetece.

- Pero cariño, necesito hablar contigo.

- Y yo necesito estar sola.

- Pero…


 Levantándose, Rubí se dirigió hacia Elías y lo echó de la habitación.

- Vete fuera, por favor.

- ¿Me estás echando de nuestra habitación?

- Vete. No lo repetiré una vez más.

- Está bien, está bien…


 Saliendo al salón, Elías escuchó cómo la puerta se cerraba a sus espaldas y que Rubí echaba el seguro para evitar que volviese a entrar. Sumido en sus pensamientos, Trini salió de su cuarto y vio a su buen amigo completamente pensativo.

- ¿Qué haces ahí mirando a la tele si está apagada?-preguntó su amiga-.

- Me ha echado de la habitación. Trini, he ido a hablar con ella y me ha echado. Se ha negado a hablar…

- Joder, sí que es difícil esta Rubí. ¿Necesitas hablar de ello?

- No hace falta…

- Sí, le diré ahora a mi cita que me ha surgido algo y no puedo ir.


 Pero en ese momento, Elías se levantó y negó con más rotundidad.

- Trini, he dicho que no. Sal, diviértete y haz lo que tengas que hacer.

- ¿De verdad que no te importa?

- Anda ya mujer. Tú sal y, con suerte, cuando vengas te encuentras que nos hemos reconciliado.

- En ese caso, evitad no gemir mucho jajaja. ¡Hasta luego!


 Trini se marchó hacia el lugar donde había quedado con su cita. Había conocido a un muchacho por una red social y se habían gustado y conectado aparentemente, así que era hora de desvelar la apariencia real tras las fotos del perfil de dicha página.


 Como no lo veía por ningún lado, Trini se pidió una cerveza y comenzó a beberla para hacer tiempo a que el chico llegase.


 Pero al cabo de 15 minutos, Trini seguía sin ver a su cita por ningún lado y comenzó a pensar en que el chico se había acobardado o, directamente, no le apetecía quedar.


 Esperando otros cinco minutos más obteniendo el mismo resultado, Trini se levantó de su sitio y se dirigió hacia la puerta hasta que se paró en seco. ¿Qué se le había ocurrido a esa cabecita?


 Sacando su móvil, Trini comenzó a mensajearse con Elías.

- ¿Algún cambio Elías?

- No. Sigue cerrada en banda.

- Pues a mí me han dejado plantada, ¿te lo puedes creer?

- Joder, lo siento mucho tía.

- ¿Por qué no te vienes y así nos distraemos un rato? Que falta nos hace.

- Venga va, voy para allá.


 Al cabo de unos pocos minutos, Elías llegó al bar y se encontró a su buena amiga sentada en una de las mesas. Alzando su brazo, la saludó y se acercó a ella.


 Levantándose, Trini abrazó a su amigo y le agradeció el haberse acercado por allí.

- Muchas gracias por venir, Elías.

- No hay de qué Trini, ya sabes que puedes contar conmigo para todo lo que necesites.

- Lo sé, eres un tío estupendo. Venga, sentémonos y pidamos una cerveza.


 Sentándose de nuevo, Trini y Elías charlaron largo y tendido mientras se bebían tranquilamente una cerveza cada uno. A ambos le sirvió ese rato para olvidarse de sus preocupaciones, desconectar y reírse durante un buen rato.


 Estando en esas, Trini se giró hacia su izquierda cuando percibió una presencia junto a ella.

- Hola, ¿eres Trini?

- Sí, ¿quién lo pregunta?

- Soy yo, David. Con quien habías quedado.

- Ah… ¿El mismo David que me ha dejado plantada más de una hora esperando?

- Perdóname, pero cuando llegué y te vi en la barra me acojoné. Nunca me había pasado, así que me fui, pero luego lo he pensado mejor y he vuelto. Espero que no te importe…


 Incorporándose, Trini le agarró la mano a David y luego se la soltó de mala forma.

- Será mejor que te vayas.

- Lo siento Trini. Me entró el pánico, yo…

- ¡Que te pires chaval!


 Agachando la cabeza, ese chico se fue justo cuando Elías se acercó a su amiga.

- Vaya Trini, no sabía yo que te gustasen los chicos con los pelos de color rosa.

- Calla anda, que el chico no tiene nada que ver con sus fotos. Anda que no usa filtros el colega…

- Jajajaja, ¿de verdad?

- Digo, con decirte que en las fotos parece que está fuerte y todo…


 Ambos comenzaron a reírse y a charlar animadamente de nuevo, esta vez sentados en la barra mientras que los minutos pasaban sin darse cuenta de la hora que era.


 Viendo que se les estaba haciendo tarde, decidieron volver a casa.

- Ya estamos en casa,-dijo Trini en voz alta-. ¿Rubí?

- ¿Hola?-preguntó Elías-.


 Ante el silencio de Rubí, Trini miró a Elías antes de hacerle una pregunta.

- ¿Cuando te viniste conmigo te dijo algo sobre si tenía planeado salir?

- ¿Decirme algo a mí Rubí? Pero Trini, ¿por quién me has tomado? Ni que fuera su novio o algo así…-dijo con cierto tono irónico-.


 Llamando a la puerta, Elías no recibió respuesta así que se atrevió a abrirla y vio que no había nadie. Mirando su móvil, se dio cuenta de que no tenía ningún mensaje de Rubí. ¿Dónde se habría metido aquella muchacha?


 Saliendo de la habitación, Elías se encontró con Trini.

- ¿No está Rubí?-preguntó la muchacha-.

- No. Se ha esfumado.

- ¿Y no te ha mandado ningún mensaje?

- Tampoco. Lo que yo te diga, que pasa de mí tres kilos.

- Anda ven a mi cuarto. Hablemos.


 Entrando en la habitación de Trini, Elías le contó cómo era Rubí antes de la muerte de Paola y cómo habían cambiado las cosas desde entonces. En cierto momento, ambos se quedaron pensativos y sin hablar, dejando a sus mentes recapitular e intentar sacar algo en claro.


 De repente, Trini alzó su voz y le hizo una pregunta a Elías.

- ¿Has intentado hablar con ella de su madre?

- ¿De Paola? Sí, lo he intentado varias veces pero adivina su respuesta…

- Se ha negado en rotundo, ya veo. Pues chico, no sé qué más te puedo decir porque yo no la conozco tan bien como tú así que, no tengo ni idea de cómo ayudarte.

- Ya sólo con hablar conmigo e intentar buscar una solución me ayudas mucho, de verdad.


 Y en un arrebato, Elías acercó a Trini hacia él dándole un dulce abrazo.

- Eres una chica fantástica y doy gracias cada día por tenerte como amiga.

- Y tú eres un chico muy especial y, si Rubí no se da cuenta, es porque no te merece.


 Sonriendo, Elías le dio un casto beso a Trini en la frente.

- Te quiero mucho Trini.

- Y yo también tontorrón.


 Justo en ese momento y sin llamar a la puerta, Rubí entró en la habitación de Trini justo cuando ambos amigos se estaban separando de ese abrazo.

- Vaya Rubí, ¿dónde estabas?-preguntó Elías levantándose-.

- Tú, al dormitorio. Tenemos que hablar,-dijo Rubí en un tono de voz muy cortante-.

- Agárrate Elías que vienen curvas,-dijo Trini en un tono de voz casi imperceptible-.


CONTINUARÁ…


No hay comentarios:

Publicar un comentario