viernes, 20 de noviembre de 2020

Capítulo 3 || Corazones

 Paola comenzó a resoplar al escuchar a su hija hablarle de esa forma.

- ¡Cállate ya Rubí! Déjame en paz y a mi aire. ¡Soy tu madre y tú eres mi hija! No es al revés.

- Entonces compórtate como una madre y no estés todo el día drogada, tirándote a unos y a otros, apenas sin comer y desnuda o en ropa interior por la casa. ¡Pareces tú la hija y yo la madre!

- ¿Y a ti qué más te da? Tú tienes tu vida y yo tengo la mía que, mejor o peor, es la que tengo. Yo decido lo que quiero hacer y lo que no.


 Rubí estaba muy cabreada y esa vez no se iba a callar lo que pensaba.

- Pero mamá, ¿no te das cuenta que por culpa de tus putos vicios no nos llega el dinero a fin de mes? No limpias nunca, no haces la comida, no te ocupas de mí, ni de Tina… ¡Lo único que haces es drogarte y acostarte con desconocidos! ¿De verdad te crees que eso es vida? ¡Me has obligado a tener que cuidarte, a hacer la comida, a limpiar, a trabajar mientras estudiaba el bachillerato! ¡Eres una maldita egoísta!


 Tras esas palabras, se hizo un breve silencio que Paola respondió encogiéndose de hombros.

- Eso lo has hecho porque has querido porque yo no te he pedido que lo hicieras, Rubí. ¿Tú te estás escuchando? Deberías relajarte…

- ¡No quiero relajarme! ¡No quiero seguir viviendo ni un minuto más con una madre drogadicta! ¡No quiero sufrir más ni tener que aguantar tus gemidos, el trasiego de clientes, tus borracheras, tus porros…! ¡No quiero más nada de esto!

- Ya eres mayor de edad, ¿no? Puedes hacer lo que quieras… Vete si quieres y abandóname, como hizo tu padre cuando tú naciste.


 Sin poderlo soportar más, Rubí se quejó y sacó todo lo que tenía dentro.

- ¡Ya está bien mamá! Odio que me eches la culpa de que papá se fuera porque, ¿sabes? A mí también me abandonó y he tenido que crecer sin padre cuando todos los demás tenían uno. Crecí teniendo que mentir sobre tu profesión porque me daba vergüenza decir que mi madre era puta, pero lo peor no era eso, sino que he tenido que aguantar cómo te drogabas cada vez más hasta el punto en el que nos encontramos. ¡Has perdido el control y necesitas ayuda! ¿No te das cuenta?


 Como su madre no le contestó a esa última pregunta, Rubí sacó su cuaderno y se puso a hacer los deberes de la universidad. Si quería ser una gran médico, debía centrarse y no perder más tiempo, ya que no era una carrera fácil.


 Al rato, Paola se sentó frente a su hija comiendo un sándwich.

- Hija, he pensado en lo que me has dicho y… tienes razón. He perdido el control y necesito parar, buscar ayuda y mejorar mi calidad de vida.

- ¿Lo dices en serio?

- Totalmente. Quiero que seas feliz y conmigo en este estado no puedes y… debería mirar por ti, como tú has hecho conmigo. Creo que es hora de cambiar las tornas.

- Pues si eso es cierto, comienza dándome toda la droga y el alcohol que tengas en casa.


 Yendo al dormitorio, Paola rebuscó en sus cajones y, tras unos minutos, volvió al salón y se lo dio a su hija.

- Ahí lo tienes Rubí.

- ¿Aquí está todo?-preguntó su hija queriéndose cerciorar bien-.

- Sí. Todo…

- Muy bien. Pues ahora mismo iré a tirarlo a la basura. Estoy orgullosa de ti, mamá.


 No fue nada fácil, pero Paola superó su adicción al alcohol y a las drogas tras largos meses en las que las tentaciones estuvieron a la vuelta de la esquina. Sin embargo, Rubí fue fuerte por las dos y consiguió que su madre dejase el mundo de la prostitución, encontrase un trabajo en un supermercado y que comenzase a ahorrar para el futuro.

- Buenas tardes Rubí, ¿qué tal estás?

- Hola mamá. Bien, estudiando para el examen. Tengo unas ganas de terminar ya…

- Ya te queda poco para terminar este semestre y después, vacaciones.

- Oh, qué ganas tengo.


 Durante todo ese tiempo, Elías y Rubí se habían hecho amigos y quedaron en diversas ocasiones a la salida de la universidad o del trabajo. Aquella tarde, Elías fue con la intención de darle una sorpresa a Rubí.


 En casa de Paola, Rubí abrazó a su madre y le volvió a decir lo orgullosa que estaba de ella.

- Si te soy sincera mamá, nunca creí que serías capaz de dejar atrás todo ese mundo en el que estabas, pero me has sorprendido.

- Muchas gracias hija. Yo también me alegro de volver a ser la que era antes…


 Minutos después, Elías llamó a la puerta y Rubí lo recibió.

- Ey Elías, ¿qué haces aquí tan temprano?

- Es que quería hablar contigo y necesitaba hacerlo ahora, ¿puedes salir?


 Aceptando, Rubí salió y cerró la puerta de la casa justo antes de recibir un abrazo del muchacho.

- Muchas gracias por aceptar hablar conmigo, Rubí.

- No hay de qué pero… ¿qué te pasa? Te noto raro.


 Separándose, Rubí notó que Elías quería hablar pero no encontraba las palabras adecuadas.

- Elías, suéltalo. Sea lo que sea, dilo sin tapujos y no pienses tanto en cómo expresar…

- Me gustas,-dijo Elías interrumpiendo a Rubí-.

- ¿Qué? ¿Te gusto? Pero…

- Me gustas, Rubí. Me gustas mucho.

- Pero… Joder, no me esperaba nada de esto.


 Elías sonrió al notar que Rubí se había puesto nerviosa.

- Sé que lo he soltado como una bomba, pero no sabía de qué otra forma hacerlo. Llevo meses sintiendo esto por ti y, con cada quedada, a cada minuto que pasaba contigo, más me reafirmaba en mis sentimientos. Eres una chica fantástica con la que me divierto, me río, con la que puedo compartir anécdotas, hablar de todo sin miedo a que me juzgues… Eres una chica fantástica y me encantaría que esto que siento fuera mutuo…


 Sonriendo dulcemente, Rubí miró a Elías y le contestó.

- Yo también me lo paso genial cuando estoy contigo. Me divierto mucho con tus chistes y me encanta que tengamos gustos parecidos en videojuegos, películas… Tenemos intereses comunes en líneas generales…

- Pero no te gusto…

- No. En esta ocasión no hay peros. Eres un chico genial y sólo una tonta no se habría dado cuenta de lo que vales como persona. Tú… también me gustas y me encantaría que ambos comenzásemos a salir formalmente como pareja.


 El silencio reinó en ese momento y Elías, pese a tener esa apariencia de tipo duro y deportista, era muy tímido y apenas se atrevía a dar el paso que tanto él como Rubí estaban pensando.

- ¿Sabes? Nunca te lo he dicho pero… Tienes una boca preciosa.

- ¿Te gusta mi boca?-preguntó Rubí-. Vaya, siempre me habían dicho que mis ojos eran muy bonitos, pero nadie se había fijado en mi boca.

- Pues yo sí, créeme que sí…


 Paola se sentía feliz por su hija porque sabía que Elías era un buen chico que la quería y que la respetaba pero, instantáneamente, Paola pensaba en que ella estaba sola sentimentalmente, que desde que dejase la prostitución ningún hombre se le había acercado voluntariamente y eso le dolía.


 Fuera de la casa, Elías se atrevió y besó a Rubí, quien recibió el beso y se lo correspondió con otro ya más profundo y abrazando el fornido cuerpo de su ya actual novio.


 Paola no paraba de darle vueltas a su cabeza que, pese a que ella había cambiado, todo a su alrededor seguía siendo igual de caótico. Su trabajo, por muy honrado y más decoroso que era, le daba unos ingresos justos para poder salir adelante mientras que, si hubiera seguido en la prostitución, habría servido para ahorrar mucho más de lo que hacía. ¿Y su vida sexual y amorosa? De eso era mejor no hablar si no quería deprimirse. Sin embargo, su hija estaba feliz estudiando una carrera que le apasionaba y con un chico que estaba loco por sus huesos pero… ¿Y ella? ¿Qué papel desempeñaba Paola en toda esta ecuación?


 En el porche, Elías se despedía de Rubí.

- Bien, entonces volveré después para recogerte y marcharnos a nuestra primera cita como novios…

- Estaré encantada. Nos vemos luego.

- No veo el momento…


 Entrando en casa, Rubí sentía que flotaba mientras que se dirigía hacia el cuarto de su madre para contarle la gran noticia. ¡Tenía novio! A sus 18 años, Rubí había dado su primer beso y acababa de estrenar novio…


 Pero cuando Rubí abrió la puerta, se encontró de frente a su madre fumándose un porro.

- Mamá… ¿De dónde has sacado eso?

- Verás Rubí, yo…

- ¿Lo tenias escondido?

- No, es que yo…

- Dime la verdad mamá. ¿Has tenido droga escondida todo este tiempo y me has estado mintiendo haciéndome creer que te habías recuperado?

- No, te juro que no he fumado ni he bebido nada hasta ahora.

- ¿Sabes qué mamá? No te creo,-dijo Rubí dándose le vuelta y marchándose-.

- ¡Rubí espera! ¡Lo siento!-pero su hija no contestó-.


 Escuchando la puerta de entrada cerrarse de un portazo, Paola se dio cuenta de que la había cagado y, con ese acto, acababa de romper la poca confianza que le quedaba a Rubí en ella, así que… ¿Para qué volver a engañarse a sí misma y demostrar que podía cambiar si la propia Paola sabía que eso era imposible?


 Llamando a uno de sus antiguos clientes más asiduos, Rubí lo hizo venir.

- Vaya Paola, me ha sorprendido mucho tu llamada. Creí que te habías retirado…

- Sí, pero he vuelto. Y vengo más guerrera que nunca.


 Tras la sesión de sexo, aquel cliente se fue tan satisfecho que le pagó a Paola el doble de lo que ella le había pedido.

- Me alegra que estés de vuelta, Paola. Menuda forma de follar tienes…


 A la mañana siguiente, Rubí volvió a casa para darse una ducha, recoger sus cosas de la universidad e irse a las clases. No le apetecía encontrarse con su madre después de haberla engañado de esa forma y por eso, tras la cena con Elías, le pidió el favor de quedarse con él en su piso si a su amiga no le importaba.


 Paola apenas había pegado ojo y, poniéndose su atuendo más sexy, miró hacia la mesilla de noche y vio el fajo de billetes que tenía gracias a su vuelta a la prostitución.

- Es que es imposible que nadie se resista a este cuerpo serrano…


 Escuchando un leve ruido, Paola fue hasta el dormitorio de su hija y vio que su mochila y las cosas de la universidad no estaban.

- Rubí, ¿estás aquí?-pero su hija ya se había marchado-.


 Sentándose en la cama de su hija, Paola se dio cuenta que Rubí la estaba evitando y que no quería verla así que, si eso era lo que ella quería, Paola le pondría las cosas más fáciles.


 Recibiendo la llamada de un cliente, Paola lo recibió y comenzó a follar con él sorprendiéndose de su vitalidad, aparte de que tenía un buen movimiento pélvico para ser un chico más joven que ella.

- Joder, ¿siempre eres así de fogoso?

- La mayoría, aunque hoy vengo a tope gracias a una pastillita, ¿quieres una? Te llevará a las estrellas…

- Tú sí que me estás llevando a las estrellas, pero hoy quiero disfrutar al máximo, así que dame esa puta pastilla y verás cómo folla una reina de verdad.


CONTINUARÁ…


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