jueves, 1 de noviembre de 2018

Crossed Lives || Capítulo 14


La tarde había llegado, y Ángel se presentó allí muy puntual, entró y se puso a ayudar a Junior con sus tareas. Aunque al principio se le veía nervioso, Junior lo trataba con mucha naturalidad y eso hizo que Ángel se relajase bastante.




El pequeño de la casa le hacía preguntas cada vez que tenía dudas y gracias a las explicaciones de su nuevo profesor, le estaban resultando fáciles las actividades que tenía que hacer.




Sin embargo, en la cocina, Edgar intentaba hacer sus actividades sin mucha suerte…




Acercándose a él, Jara le preguntó si necesitaba ayuda mientras que Ángel alzaba su mirada para mirarla con una sonrisa tonta en la cara.
-          No Jara, muchas gracias. Es que hay algunas cosas que se me dan peor que otras.
-          Bueno, es normal así que no te fustigues. Todos somos buenos en algo, no lo olvides.




Siguiendo con sus tareas, Jara limpió el baño comunitario de la planta de arriba, dejándolo como los chorros de loro. Esa mañana había ido bien la revisión, y aunque estaba a la espera de los resultados, el médico le había dicho que seguramente no habría ningún problema, cosa que la dejó más tranquila.




Llamando a la puerta, Jara le preguntó a Miriam si necesitaba algo.
-          Sí, que me traigas el examen de historia de mañana.
-          Ay, ojalá. Pero me da que es imposible.
-          No lo es. Cúbreme y yo me cuelo en casa de la profesora.
-          Jajajaja, tranquila, que lo harás muy bien. Sigue estudiando.




Cuando Junior terminó con los deberes, fue a ponerse la tele lo más rápido que pudo, por lo que Ángel ya estaba libre para irse a casa, sin embargo… Los quejidos de Edgar le hicieron preocuparse.




Acercándose, miró por encima los deberes y se quedó muy serio.
-          Con esas respuestas no vas a conseguir que te aprueben,-comentó Ángel-.
-          Buah, lo tengo asumido. Las matemáticas para mí son imposibles.
-          ¿Me dejas que te ayude?




Pero poniendo el brazo en la dirección a donde estaba mirando Ángel, Edgar se negó.
-          No, gracias. Prefiero seguir intentándolo por mi cuenta.




Sin embargo, Edgar sabía que estaba en un callejón sin salida. Necesitaría ayuda de Ángel para poder aprobar matemáticas, pero su orgullo a veces podía más.




Como quince minutos después, Miriam bajó al salón.
-          ¿Todavía no has terminado los deberes?-preguntó la muchacha-.
-          No, cariño, no…
-          ¿Y por qué no dejas que te ayude Ángel?
-          Ayyyy, está bien, le diré que me ayude.




Levantándose de la silla, se despidió dulcemente de Miriam y, junto con Ángel, pusieron rumbo hacia la casa de Edgar.




De camino, una intensa lluvia comenzó a empapar las calles y a limpiar las aceras, así que ambos chicos apretaron el paso y llegaron rápidamente a su destino.




Abriendo la libreta de matemáticas, Ángel comenzó a darle indicaciones a su nuevo pupilo, quien atendía con sus cinco sentidos a los consejos de su nuevo profesor.




En cuanto comenzó a comprenderlo, Edgar se puso a preguntar, interesándose por las matemáticas que tenía. Ahora sí que estaba comprendiéndolas más y no como con su profesor de la escuela.




Ángel miraba con satisfacción a Edgar, ya que estaba tomando notas de todo, comenzaba a hacer los ejercicios bien, se interesaba por otras formas de resolver los ejercicios…




Finalmente, Edgar terminó sus deberes y abrazó a Ángel para darle las gracias tras pagarle lo que le debía por una hora de clase.




Empeñándose, Edgar quiso acompañar a Ángel hasta su casa, para que no fuera solo con esa lluvia, ya que era nuevo en la ciudad y se podría perder fácilmente.




La conversación entre ambos era amena y los dos se llevaban muy bien.
-          ¿Y cómo ves la ciudad?-preguntaba Edgar-.
-          Pues mucho más grande que Twinbrook. Aquí ha sido llegar y encontrar trabajo, tanto Jara como yo.
-          ¿Y es verdad que vivís juntos?
-          Sí, somos muy amigos.
-          Ya, claro. ¿Sólo amigos?
-          Sí, sólo amigos.
-          Pues qué raro eres, perdona que te lo diga. Porque Jara es muy guapa y se nota que le gustas. ¿No te has dado cuenta de cómo te mira?




Pero justo cuando iba a contestar, Ángel se paró en seco y vio cómo un hombre con una forma de andar muy parecida a la de Alfonso entraba en un callejón.




Alfonso tenía una forma de andar muy característica y, aunque ese hombre fuera rubio, le costaba creer que alguien anduviera igual que él pero no había visto a aquel hombre de cerca, así que, tras pensarlo unos momentos, no llamó a la policía.




Volviéndose hacia Edgar, le imploró que volviera a casa.
-          ¿Por qué?
-          Hazme caso. Si esa persona es quien creo que es, estamos en peligro. Ve a casa, por favor.
-          ¿Pero qué pasa?




Resoplando, Ángel comenzó a contarle al chaval lo que había pasado con Alfonso.
-          Hace un tiempo, un tío entró en mi casa y mi padre, que en paz descanse, lo descubrió y, llamando a la policía, lo pillaron. Pero luego la policía vio que en las inmediaciones de la casa estaba Alfonso, un íntimo amigo de este tío. Y creo haberlo reconocido aquí.
-          Espera, espera… Eso es lo que salió en las noticias. ¿Ese tío está aquí?
-          Puede ser, pero no lo sé con seguridad.
-          Vale, me vuelvo a casa, pero tú te vienes conmigo,-le dijo Edgar-. No estás seguro aquí, porque si te ve podría hacerte algo.




Dando media vuelta, Edgar se encontró de frente con un viejo amigo.
-          ¿A dónde te crees que vas, enano?
-          ¿Navajas?-preguntó Edgar-.
-          ¿Qué coño haces aquí fuera?-quiso saber Ángel-.




Mirando hacia Ángel, Navarro cambió su expresión.
-          Menudas sorpresas te da la vida… Uno de mis vendedores junto al cabrón que quiere quitarme a mi novia. Esto sí que no me lo esperaba.
-          ¿Qué haces aquí? La policía te pilló y te metieron entre rejas,-comentaba Ángel-.
-          Sí, es cierto. Pero por culpa de un tecnicismo me han tenido que soltar y se han anulado las pruebas contra mí.
-          Edgar, ¡corre!-ordenó Ángel-.




Empujando el hombro de Navarro, Edgar echó a correr, pero éste tenía las piernas más cortas y fue rápidamente alcanzado por un Navarro con muy malas pulgas que, dándole un golpe seco en la nuca, lo dejó inconsciente.




Ángel corrió detrás de Navarro y pudo ver cómo este dejaba inconsciente a Edgar, por lo que comenzó a pegarle en la espalda a Navarro, pero, dándose la vuelta, de un solo puñetazo lo dejó KO.




Navarro metió a ambos en el maletero del coche de Rosalía, donde iban bastante apretados a decir verdad. Después, y tras hacerle un puente al coche, arrancó y condujo llevándoselos de allí…




Y en ese mismo instante, en la casa donde tenían secuestrada a Gema, los hombres veían la tele mientras ella fregaba los platos.
-          Ushtu, tengo frío con esta ropa y el agua está congelada…-comentó tiritando la muchacha-.
-          Te jodes,-dijo soltando una carcajada-.




Minutos más tarde, apareció Navarro entrando por la puerta.
-          Ya he llegado y no sabéis lo que me ha pasado…,-decía Navarro justo cuando vio a Gema-. Eh, ¿quién eres tú preciosa?
-          Creía que no llegarías nunca. ¿Te han seguido?-preguntó Alfonso-.




Pero Navarro estaba con la cabeza en otra cosa justo en ese momento.
-          Entonces tú eres la famosa novia de mi gran amigo Alfonso… Ya veo que no tiene mal gusto a la hora de elegir a las hembras.
-          ¿Hembras? ¿Te crees que estamos en el campo?-dijo ella con tono cortante-.




Navarro, sorprendiéndose por la contestación, la miró de arriba abajo y sonrió levemente.
-          Tienes carácter… Me gustas. Tú y yo vamos a llevarnos muuuuuy bien.
-          Ni lo sueñes cara de cráter.




Y sin pensárselo dos veces, Navarro agarró ambos brazos femeninos y unió su boca a la de ella, pese a los nefastos intentos de Gema de intentar zafarse de él.




Levantándose del sofá, Alfonso se acercó a ambos.
-          ¡Navarro! ¿Te han seguido o no?
-          Que no, coño. Pero a ti te han reconocido.
-          ¿A mí? ¿Quién?
-          El puto Ángel, ese hijo de perra…
-          Espera, ¿el que te quitó a tu novia está aquí en la ciudad?
-          ¡Sí! Y no me lo recuerdes. Pero no hay de qué preocuparse, lo tengo a él y a otro más en el maletero.
-          Joder Navarro… La que has liado en un momento.
-          ¿Liarla yo? Anda y ve al coche, en el asiento del copiloto hay una mochila con ropa, pelucas y zapatos nuevos. Ve y cámbiate.
-          Voy ahora mismo.
-          Por cierto,-dijo Navarro antes de que Alfonso se fuera-, ¿qué hacemos con ese?
-          Ah pues… Acaba con él. Luego iré a ver si has dejado alguna prueba del secuestro por allí.




En cuanto Alfonso se fue, Navarro agarró con su mano izquierda a Gema y, sacando una pistola con silenciador del pantalón, apuntó con su mano derecha y pum. Disparó a la cabeza de Ushtu, dejando toda la pared llena de salpicones de sangre…




CONTINUARÁ…

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