lunes, 5 de noviembre de 2018

Crossed Lives || Capítulo 15

Rosalía, cansada del trabajo, volvió a casa y al no ver su coche aparcado, se extrañó. Creyó que Genaro podía haber salido para hacer algún recado o algo así, pero lo que no sabía era que Alfonso, montado en el coche de ella, acababa de verla a lo lejos.
    - ¿Esa es…? No puede ser…

Parando el coche en la acera, se bajó y corrió hacia la puerta de la casa de Rosalía y, al estar detrás de ella, la empujó y cerró la puerta tras de sí.


Ella se giró asustada y comenzó a increpar a aquel hombre.
    - ¡Oiga! ¿Qué coño está haciendo? ¡Fuera de mi casa!
    - ¡Rosalía! Soy yo, ¿no me reconoces?
    - ¿Acaso he de conocerte?
    - Sí. Soy Alfonso.
    - ¿Alfonso? ¿El Alfonso que me dejó tirada?


En ese momento Alfonso alzó los ojos y suspiró.
    - No empieces con lo mismo de siempre. No te dejé tirada, sino que se acabó el amor y me fui.
    - ¡Se te acabó a ti! Hijo de la gran puta…
    - ¿Todavía me guardas rencor? Parece que te escuece el tema, ¿no? A ver si después de todos estos años me sigues queriendo…
    - Claro que te quiero, pero lejos de mi vida como has hecho siempre. ¿Y ese cambio de look? ¿A qué se debe? ¿La crisis de los 50?

Alfonso cambió su semblante, quedándose bastante serio. Tras unos momentos, respondió.
    - No, es para que no me descubra la policía.
    - Ay, ¿cómo es que no me extraña?
    - ¡Esta vez no he hecho nada!
    - Alfonso, a mí no me engañas ya. Y si has hecho algo no te quiero en mi casa y menos ahora.
    - No, si yo decido quedarme aquí lo hago y punto.

Al escuchar los gritos, Genaro salió de la habitación con su hijo en brazos.
    - ¡Que te largues de aquí! ¡Fuera! O llamo a la policía,-gritaba Rosalía-.
    - No serás capaz, puta…
    - ¡Eh! ¿Qué coño está pasando aquí?-preguntó Genaro interrumpiendo la discusión-.

Volviéndose a Genaro, Rosalía le respondió bastante seria.
    - Es el padre de Edgar.
    - ¿Este es el hijo de puta que te dejó tirada?
    - Otro igual… Espera, tú, rubiales. ¿Ese es Lucas?
    - ¿De qué coño conoces a mi hijo?

Alfonso avanzó con paso decidido y le dio un empujón en el hombro a Genaro.
    - Tú, hijo de puta. Tú fuiste el que dejaste a Gema tirada como una colilla.
    - ¿Yo? Si fue ella la que me dejó a mí y me sonsacó hasta las tripas.
    - Ojalá lo hubiera hecho… Ahora tú y Rosalía os vais a venir conmigo.
    - ¿Qué dices? No pensamos movernos de aquí.
    - Como quieras… Si no venís conmigo os mataré delante del pequeño y dulce Lucas. O mejor, primero lo mato a él y así os hago entrar en razón.

Rosalía no se podía creer lo que les estaba pasando, pero Genaro estaba bastante asustado y, mirándola vio que ella accedía con la cabeza. Preferían irse por “voluntad propia” que a la fuerza y que alguno sufriera algún daño.

Genaro salió y se puso al volante del coche mientras que Alfonso iba de copiloto y Rosalía tenía al pequeño Lucas en brazos. Saliendo de la ciudad, llegaron a una hacienda abandonada en las afueras.

Allí ya estaban los demás hacinados, con la moral por los suelos y sabiendo que no podrían salir vivos de allí mientras que Navarro tuviera una pistola en su poder.
    - ¿Y cómo está Lucas?-preguntaba Gema-.
    - Está bien. Es muy feliz con Genaro y con mi madre.
    - ¿Os ha preguntado por mí?
    - Sí, alguna que otra vez, pero no sabíamos que decirle.

Gema no soportaba la distancia que había entre su hijo y ella desde que Alfonso la secuestrara y dejara al niño allí. Al menos sabía que estaba en buenas manos y que su padre lo cuidaría todo lo que pudiera y Rosalía lo trataría como un hijo propio.

Mientras tanto, Navarro no paraba de intentar sonsacar el paradero de Jara a Ángel, pero él se mantenía callado y no decía nada, actitud que le hacía perder los nervios a Navarro, que intentaba mantenerse calmado para no liarse a pegar tiros a diestro y siniestro.

Ángel había decidido ni mirarlo a la cara, porque él también se estaba cabreando y las ganas de estrellarlo contra la pared le iban aumentando.

Unos minutos después, Rosalía, Genaro y Lucas entraron en la casa mientras que Alfonso los vigilaba desde atrás.
    - ¡Navarro! Aquí traigo a otros más…

En cuanto Edgar alzó la vista y vio a su madre, corrió a abrazarla mientras que Alfonso miraba atentamente, quedándose pensativo en cuanto los vio juntos.
    - ¡Mamá! ¿Estás bien? ¿Te han hecho algo?

Y Gema hizo lo mismo con su hijo. Genaro se sorprendió al ver ese cambio de look tan radical y le cedió a Lucas para que lo besara y abrazara.
    - ¡Lucas! Soy mami. ¿Cómo estás cariño? ¡Cuánto has crecido!

Edgar hablaba con su madre y le contaba lo que le había hecho Navarro, que lo conocía porque había vendido su droga durante un tiempo para ayudarla y cómo lo había secuestrado. Alfonso se mantenía un poco alejado, pero escuchando toda la conversación mientras que Genaro los miraba atento, ya que no se fiaba ni un pelo de aquel hombre.

Armándose de valentía, Alfonso se acercó e increpó a Edgar.
    - Eh chaval, aquí esos humos te los bajas, ¿te queda claro? No te quiero escuchar rechistar ni una vez.
    - ¿Y tú quién coño te crees para decirme lo que voy a decir o no?
    - ¿No te parece suficiente con que sea tu secuestrador?
    - …
    - Eso, quédate calladito, que así estás más guapo. Entonces… tú eres el hijo de Rosalía, ¿no?
    - ¿Y qué si lo soy?
    - Pues si las cuentas no me fallan tú debes ser hijo mío.

Edgar miró sorprendido a su madre y ella, mirándolo con resignación a la vez que con tristeza, confirmó la noticia. Odiaba que su hijo se tuviera que enterar de quién era su padre de esa forma.

Sin poderlo evitar, Edgar miró con desprecio a aquel hombre. No se podía creer que después de tantos años apareciera en su vida y que encima lo tuviera secuestrado. Llenándose de ira por los pensamientos que le recorrían su cabeza, Edgar escupió en la cara de Alfonso, que respondió dándole un guantazo.

Y mientras tanto, Gema le explicaba a Genaro lo sucedido desde que se fue de la casa.
    - Genaro, nunca quise abandonar a nuestro hijo. Ya sabes lo importante que es para mí y si se quedó sólo en aquella casa fue porque Alfonso me secuestró. Tuve la mala suerte de mudarme al barrio donde él vivía y que comenzara a arreglarme la casa, saltó la chispa y nos acostamos, pero una noche vino corriendo y me obligó a irme, pero antes de coger a Lucas me dio un golpe y me dejó inconsciente. Y desde entonces no he vuelto a saber nada de nuestro pequeño.

Genaro sabía que su ex-mujer con él no había sido buena, pero con su hijo era completamente diferente, por eso le extrañaba tanto lo ocurrido hasta ahora.
    - A mí me resultó raro que lo abandonases, que no te presentaras al juicio, que no me cogieras las llamadas… Pero no tenía forma de contactar contigo y creí que no querías saber nada de mí, cosa que comprendería, ¿pero de Lucas? No me cuadraba…

Alfonso y Navarro se habían juntado a hablar entre ellos sobre el siguiente paso que harían.
    - Yo quiero sonsacarle a ese tío dónde está Jara,-decía un iracundo Navarro-, secuestrarla e irnos muy lejos, a donde no haya extradición y donde no nos conozca nadie. Así podremos ser felices de una vez por todas.

Estando de acuerdo con la idea de Navarro, Alfonso también tenía planes.
    - Yo quiero estar con Gema también, aunque ella no se lo crea. Yo la quiero y vamos a pasar toda nuestra vida juntos.
    - ¿Pero qué vamos a hacer con los demás?
    - Extorsionarlos para conseguir lo que queramos y luego los matamos. A mí me persiguen por, supuestamente, haberte ayudado cuando tú entraste sólo en esa casa. Y si estoy metido aquí es por tu culpa, Por eso no quiero dejar testigos de nada.
    - Yo mataré a Ángel en cuanto me diga dónde está Jara y la tenga conmigo. No sabes lo bien que me lo voy a pasar haciéndole sufrir.

A todo esto, Ángel hablaba con Rosalía
    - ¿Tú eres la mujer que trabaja con Horacio?
    - Sí, soy su secretaria. Tú debes ser Ángel, el chico que ayuda a Junior.
    - Exactamente. Soy amigo de Jara, que es la nueva asistenta de la casa… Por casualidad no sabrás si está bien, ¿no?
    - No sé nada, pero me imagino que estará bien.

Jara, a punto de irse porque su jornada de trabajo estaba por terminar, fue a ver a Junior.
    - ¿Qué estás viendo Junior?
    - Nada en especial, estaba cambiando de canal por si encuentro algo que me guste.
    - “Efectivamente, el peligroso preso Daniel Navarro, popularmente conocido como Navajas ha sido liberado por un tecnicismo a su favor en el juicio por los cargos que se le imputaban.

Sentándose en el sofá, Jara le pidió que no cambiase de canal, que quería escuchar las noticias.
    - ¿Conoces a ese tío?-preguntó Junior-.
    - Por desgracia sí…
    - “Según nuestras fuentes de investigación el último sitio en el que se le ha visto ha sido entrando en la ciudad de Los Aniegos.
    - Mierda… Si Daniel está aquí seguramente esté buscándome. Tengo que llamar a Ángel y decirle que tenemos que irnos de aquí,-pensaba Jara un poco asustada-.

CONTINUARÁ…

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