lunes, 12 de noviembre de 2018

Crossed Lives || Capítulo 17


Jara se agachó colocándose frente a Ángel, que no la miraba a la cara.
- ¿Cómo estás? Ángel, ¿estás bien? ¿Qué te ha pasado?
- Lo… siento mucho Jara. Te… he vendido.
- ¿Venderme? ¿De qué me estás hablando? Prefiero estar secuestrada contigo que no saber qué había sido de ti. Me da igual lo que me pase a mí…
- Yo no permitiré que ninguno te haga nada. Te lo prometo.




Y Navarro increpaba a Genaro.
- ¿Te crees muy listo? ¿De quién fue la maravillosa idea de que os ibais a poder escapar?
- …
- ¡Contesta!
- …




Pero Genaro no abría la boca aunque le estuviese manteniendo la mirada fija constantemente. Sin embargo, Rosalía y Edgar temían que Navarro le hiciera algo a Genaro…
- ¿No vas a hablar? Muy bien… Pues veremos a ver quién habla antes, si tu querida Rosalía o tú.




De repente, Alfonso hizo acto de presencia, cortando ese momento.
- Me alegra de que hayas llegado Navarro. Por lo que veo traes compañía…
- Sí. Ya tenemos a quién yo quería, así que podemos comenzar a matarlos a todos, comenzando con quien ideó la fuga.
- Fue la puta de Gema. Pero no te preocupes que ya le he dado su merecido. Te la dejo aquí, desnuda como la furcia que es… Yo voy arriba a ducharme, así que te dejo al cargo ahora.




Yéndose Alfonso hacia el piso superior, Genaro no pudo evitar acercarse hacia su ex-mujer, que temblaba y sollozaba sin parar…




Levantándose del suelo, Jara se dirigió a Navarro para dejarle las cosas claras.
- Quien se cree muy listo aquí eres tú, que has tenido que torturar a una persona para conseguir mi paradero. Si tanto me quieres como tú dices, ¡búscate la vida!
- No iba a perder el tiempo buscándote pudiendo saberlo de primera mano de tu querido amiguito Ángel.
- Ah claro, que pasarte horas torturando y pegando a un hombre no es perder el tiempo, claro… ¡Mírate las manos! Llenas de sangre, ¡sangre inocente!




Sin poderlo soportar más, Navarro le pegó un guantazo a Jara.
- No te voy a permitir ni una sola vez más que me hables en ese tono, ¿te ha quedado claro? No habrá ninguna otra insubordinación por vuestra parte, ningún intento de fuga ni nada por el estilo, porque tengo una pistola en el bolsillo que está con ganas de que la dispare y no dudaré ni un instante en usarla, ¿lo has entendido bien?




Edgar, mientras tanto, se había acercado a Ángel para darle conversación, ya que parecía tener más fuerzas cada vez más.
- Ey, ¿cómo te encuentras Ángel? Menudo campeón estás hecho. Ni Rocky habría aguantado tanto como tú jejeje.




Genaro intentaba calmar a Gema, que ya se encontraba un poco mejor.
- Genaro, me ha destrozado el ano. Me lo ha tenido que desgarrar porque ha comenzado a sangrar antes por culpa de sus arremetidas duras y sin lubricante. Tengo miedo…




Jara se había ido junto a la chimenea tras el guantazo. Rosalía, viéndola cabizbaja, quiso hacer algo por ella y se sentó a su lado.




Rosalía no hizo nada más que sentarse y permanecer en silencio, dándole tiempo a Jara para calmarse.
- Odio a Daniel con todas sus fuerzas,-decía Jara-. Si pudiera lo mataba yo misma.
- Lo sé, es… Ay, no sé ni lo que es ya.
- Y pensar que hubo una época en la que lo quise…
- Ese mismo pensamiento lo he tenido yo aquí mismo desde que volví a ver a Alfonso.
- ¿De qué conoces a Alfonso?
- Es el padre de mi hijo Edgar.
- Qué fuerte… No lo sabía. ¿Y tienes más hijos?
- No…
- Ah, es que como has especificado el nombre de tu hijo creí que…
- Bueno, en realidad sí tengo un hijo más. O una hija, no lo sé.
- ¿Cómo que no lo sabes?
- Bueno, te cuento…




*Narración por Rosalía*
Todo comenzó hace mucho tiempo, cuando yo tenía 17 años. Vivía en casa con mis padres, tenía una buena educación, buenas amistades y a Edgar, mi novio. Era lo que toda chica deseaba. Era atento, detallista, romántico… Y ambos estábamos colados el uno del otro.




 Uno de esos días habíamos pasado la noche juntos en una cabaña que había conseguido alquilar por una noche. Fue una noche espectacular… Me recibió con un ramo de rosas, la habitación llena de velas, sonaba Michael Bolton de fondo… Todo muy romántico.




Hicimos el amor varias veces hasta que nos dormimos agarrados el uno del otro. Era tan mágico que no quería que amaneciese, pero lo hizo… Y de qué manera. Cuando abrí los ojos tenía el desayuno ya preparado y nos lo comimos en la terraza, a cuerpo de rey.




Pero la realidad llamaba a la puerta y él tenía que volver a su casa para trabajar en la granja y yo a casa con mis padres, que se creían que estaba en casa de una amiga.



Nos resistíamos a irnos, así que volvimos a besarnos en la boca una vez más antes de ir cada uno por un camino diferente, sin saber que sería la última vez que nos veríamos…

Volví a casa y encontré a mi madre preparando el almuerzo. La saludé y le pregunté por mi padre, que veía la televisión en el salón como hacía siempre mientras mi madre hacía la comida.

Pero Edgar, de camino a su casa, cruzó un paso de peatones y, de repente, un coche que iba a más velocidad de la permitida, se lo llevó por delante sin darle tiempo a frenar siquiera. Cuando Edgar cayó al suelo tras el atropello, ya estaba muerto.

Y yo, sin saberlo todavía, saludaba a mi padre, quien me preguntó por cómo había pasado la noche en casa de Amanda y que si le había dado recuerdos como me había dicho y tal.

Me senté a su lado para intentar conversar con él, pero siempre había sido muy poco atento conmigo y cuando estaba viendo la tele, no existía más mundo que ese. Y justo en ese momento, me llamaron por teléfono.

Al recibir la noticia de que Edgar había muerto, el teléfono se me cayó al suelo y comencé a llorar amargamente. Mi padre se levantó rápidamente y mi madre vino de la cocina y atendió el teléfono para enterarse de qué había pasado…

*Narrador normal*
Jara estaba escuchando la historia como si ella misma la estuviera viviendo en sus propias carnes.
- Y bueno, ¿qué pasó después?
- Ahí es donde viene lo más duro.
- ¿Más que la muerte de tu novio?
- Muchísimo más…
- Vaya, pues si no te ves preparada, no hace falta que me lo digas.
- Sí, es un tema que necesito sacar de dentro.

*Narración por Rosalía*
Lo que ocurrió fue que al mes de morir Edgar, me enteré de que estaba embarazada de él. Claro, mis padres siempre habían sido muy estrictos y me prohibían cualquier trato con chicos fuera del ambiente escolar, por lo que no les podía decir nada. Llevé mi embarazo lo más secreto posible hasta que hubo un momento en el que mi madre lo descubrió y me obligaron a darlo en adopción en cuanto naciera. Me sacaron del colegio, me encerraron en mi habitación y no podía salir de mi casa hasta que llegó el día del parto y en cuanto di a luz, sin poder ver si había sido un niño o una niña se lo llevaron de mi lado… No sabes lo mal que lo pasé, lo duro que fue para mí llevar a mi bebé durante 9 meses y luego no poder siquiera abrazarlo, besarlo ni cuidarlo.

Y en cuanto pude andar por mí misma y me dieron el alta, mis padres tenían mis cosas en la puerta de la casa, habían cambiado la cerradura y ni siquiera habían sido capaces de decirme adiós… Nunca se me olvidará esa fecha: 23 de mayo de 1981

*Narrador normal*
Rápidamente, Jara se levantó del suelo como un resorte.
- ¿Has dicho 23 de mayo de 1981?
- Sí, ¿por qué?

Rosalía no sabía por qué le había preguntado de nuevo sobre la fecha de nacimiento de su bebé.
- Porque yo nací ese día y yo fui adoptada por mis padres.
- ¿De verdad me lo estás diciendo?
- Te lo juro. Mis padres siempre me dijeron que me adoptaron en un centro de Apaloosa.
- ¡Yo era de Apaloosa!
- Entonces tú tienes que ser mi…

Y sin decir ninguna palabra más, ambas mujeres se abrazaron fuertemente. Madre e hija se había reencontrado después de toda una vida, después de que a Rosalía se la arrebatasen, después de toda una vida de incógnitas… Y al fin, madre e hija estaban juntas, unidas en un abrazo que parecía haber parado el tiempo.

Llamando a todos los demás, Rosalía comenzó a decirles que Jara era su hija, la primera hija que había tenido y que tuvo que dar en adopción. Como Edgar y Genaro lo sabían, se dirigieron hacia ellas aplaudiéndolas y vitoreando sus nombres.

Jara abrazó a Edgar sabiendo que era su hermano… Vaya, se había criado siendo hija única y ahora tenía un hermano más pequeño. ¡Qué de emociones en un mismo día!

Y Genaro acercándose a Rosalía, la felicitó y la abrazó cariñosamente, dándole dulces besos en los labios.

Sacando fuerzas de flaqueza, Ángel se levantó como pudo y fue hasta Jara.
- Edgar, ¿me dejas un momento que felicite a Jara?
- Sí claro, cómo no…
- Ángel, ¿qué haces? No deberías levantarte,-dijo preocupada Jara-.

Y sin pensárselo dos veces, Ángel se acercó a Jara y besó su boca ante la atenta mirada de Navarro, a quien le consumían los celos irremediablemente.

Sacando su arma, Navarro iba dispuesto a matar a Ángel cuando un fuerte ruido que provenía del piso superior le hizo mirar hacia la escalera.

Bajando los escalones de dos en dos, Alfonso se dirigió corriendo hacia Navarro.
- ¡La policía! ¡Nos han encontrado!

CONTINUARÁ…

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