Hace varios años, en Los Aniegos, se abría paso el sol a través de
unas nubecillas que había en el cielo, despertando a la ciudad que
comenzaba con la rutina de otro día más…
En una de esas casas, estaba a punto de ocurrir algo importante, algo
que iba a cambiar la vida a varias personas y que daría comienzo a
esta historia…
En el interior de aquella vivienda, se encontraban Oscar y Bianca
hablando con la propietaria del inmueble, negociando el precio tras
haber visto la casa.
- Estamos muy
interesados en comprar la casa, sinceramente,-decía Bianca-. Nos
parece ideal para comenzar una nueva vida juntos en este precioso
barrio.
- Me alegro
mucho,-decía la vendedora-. ¿Os parece adecuado el precio también?
La vendedora no era otra que Gema, quien tenía a Lucas en brazos
mientras hacía la negociación.
- Estamos
conformes,-intervino Oscar tras haberse mirado con su mujer-.
- ¿La casa tiene
algún problema que debamos saber?-preguntó interesada Bianca-.
- No, la casa se
encuentra en perfectas condiciones y está lista para entrar a
vivir,-contestó Gema-.
Y tras cerrar el trato y firmar los papeles de la venta, Bianca se
despidió de Lucas.
-
Adiós chiquitín. Hazle caso a mamá y pórtate bien, ¿vale?
- Zi,-dijo el
pequeño-.
Gema sonrió al ver lo bien que se le daba a Bianca tratar a los
pequeños.
- Se te dan muy
bien los niños, ¿eh?-dijo Gema-. ¿Tenéis hijos?
- No, de momento
no… Pero yo soy pediatra y siempre me han gustado los peques.
- Ah, qué bien.
Pues ya sé a quién acudir si algún día le pasa algo a Lucas.
- Encantada. Será
un placer atenderos.
En cuanto Gema se marchó, el matrimonio miró con
detenimiento los muebles que había y la distribución. Tras notar
que había varias cosas que no les gustaba dónde estaban situadas,
Bianca y Oscar las cambiaron, como la gran estantería que estaba en
el salón, ya que era uno de los muebles más grandes y complicados
de mover.
Entrando en el dormitorio que sería para ellos, descubrieron que la
antigua cuna de Lucas estaba allí.
- Anda, Gema no
se ha llevado la cuna…-comentó Oscar-. Pero mira, no hay mal que
por bien no venga, ahora nos podrá servir a nosotros para cuando
tengamos nuestros propios hijos.
- Respecto a eso…
- ¿Qué pasa?
- Tenemos que
hablar. Ven, vamos a la sala de estar.
Tras sentarse en los sofás, Bianca resopló y comenzó a hablar con
su marido.
- ¿Te acuerdas
que nos hicimos pruebas de fertilidad para poder tener hijos?
- Sí, ¿ya
salieron los resultados?
- Eso es y… No
son buenas noticias.
- ¿Qué dicen
las pruebas?
- Las he estado
leyendo detenidamente y ha salido que tienes astenozoospermia.
- ¿Y qué se
supone que es eso?
- Espermatozoides
vagos.
La noticia cayó sobre Oscar como un jarro de agua fría que se quedó
mirando fijamente a Bianca, pestañeando y sin hacer ningún
movimiento más que ese.
Bianca miraba con pesar a su marido sabiendo que se había quedado en
shock.
- ¿Estás bien
Oscar?
- Sí, sí… Es
sólo que no me esperaba esta noticia. ¿Eso significa que no
podremos tener hijos?
- Hay una baja
probabilidad de tener hijos, por lo que es complicado, pero no
imposible…
- Ya…
Pero, de repente, a Oscar se le iluminó la bombilla y sonrió de
oreja a oreja.
- ¿Y por qué no
adoptamos?
- ¿Adoptar?-esa
propuesta dejó descolocada a Bianca-.
- ¡Sí! Hay
cientos de miles de niños y niñas esperando ser queridos y
adoptados por padres como nosotros.
- Es cierto, pero
es complicado…
- ¡Tú eres médico
y yo soy periodista! Tenemos ingresos suficientes como para que nos
concedan poder adoptar.
Bianca comenzó a sonreír al ver la ilusión tan grande que tenía
Oscar.
- Sería genial
poder ser padres.
- A ti te
encantan los críos, ¡eres pediatra! Y a mí un inconveniente como
el de mis espermatozoides no me van a impedir ser padre.
- Estás
realmente convencido, ¿no?
- ¿Tú no
quieres?
- Maldita sea,
¡claro que quiero!
- ¡Pues vamos!
De un salto, Oscar se puso en pie y fue a por su portátil. Tras
encenderlo, se puso a buscar páginas web de adopción ante la atenta
mirada de su mujer.
Oscar estaba muy animado y miraba cada página con detenimiento,
preguntándole a Bianca si le gustaba o no, apuntando cada número de
teléfono…
Y tras hacer todo el papeleo y esperar durante cinco largos años, el
día había llegado. Bianca, aún sin saber la noticia, descansaba en
una de las hamacas del jardín, tomando un poco el sol.
Rápidamente, Oscar entró en la casa y corrió hasta el jardín
gritando sin cesar.
- ¡Ya está! ¡Ya
lo tenemos!
- ¿Qué pasa?
¿Qué ocurre cariño?
- ¡Nos acaban de
conceder a nuestra pequeña! ¡Somos padres oficialmente!
Sin pensárselo dos veces, Bianca abrazó a su marido, feliz y gozosa
de haber conseguido ser padres tras tantos años de lucha.
Subiendo en el primer vuelo hacia China que duraba unas largas 15
horas, más otras 3 de autobús hasta la región donde debían
recoger a su pequeña, llegaron, quedándose alucinados al ver el
lugar.
La casa donde se encontraba su ya hija oficial era bastante grande y,
maravillados, comenzaron a subir la escalera donde los estaba
esperando la directora del lugar.
Tras saludarse y hablar un poco, la directora los acompañó hasta la
sala junto a la que estaba esperando su hija. El encuentro debía ser
íntimo entre ellos tres y ninguna persona ajena a ellos influiría
en nada.
-
¿Estás nervioso Oscar? Porque a mí me va a dar un telele.
- Me
tiemblan las piernas cariño…
Y cruzando la puerta, se la encontraron de frente. Mirándola, Bianca
sonrió y saludó a la pequeña. Oscar, algo más serio, todavía no
se podría creer que esa niña fuera su hija… ¡Eran padres al fin!
Después de una larga charla donde comenzaron a conocerse y terminar
todo el papeleo que les quedaba allí, pudieron llevarse a su hija
con ellos, volviendo a Los Aniegos tras unas horas interminables de
espera en el avión.
-
Esta será tu habitación,-le decía Oscar a su hija-. No sabíamos
tus gustos, así que ahora que estás aquí dinos lo que te gusta y
lo que no y cambiaremos el cuarto como tú prefieras.
-
Vale…
La pequeña estaba mirando la habitación de arriba abajo, fijándose
en todo y aún sorprendida de que ese lugar sería, a partir de ese
momento, su hogar. De que esas personas serían sus padres y de que,
tras 7 años de espera, podría comenzar a tener una vida normal…
CONTINUARÁ…
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