Cuando Juan terminó su
turno, fue rápido a casa para hablar con Ainhoa y enterarse de todo lo
ocurrido, ya que no tenía ni idea de nada.
-
¿Qué está pasando
Ainhoa? ¿Qué ha sido lo de hoy?
-
La consecuencia de
mucho aguantado. No sabes lo que he sufrido…
-
Pues no, no lo sé.
¿Me puedes iluminar?
-
A ver, antes de
nada, si no te he contado lo que me estaba pasando era porque no te quería
involucrar y hacerte daño con este tema. Todo fue a causa de malas decisiones
mías tomadas en el pasado y tenía que ser yo la que solucionara el tema.
-
¿Sí? ¿Entonces por
qué llamó mi hermano a la policía?
Ahí Ainhoa se encontraba
en un callejón sin salida y, si quería salir de allí, tendría que decir la
verdad sin tapujos.
-
Joder pues porque
te quiero mucho. Te quiero tanto que me daba miedo contarte lo que me estaba
pasando y que te alejaras de mí, como han hecho todos los tíos en mi vida,
utilizarme para follar o sonsacarme algo y después pegarme la patada. Tú eres
el primer chico que me importa de verdad y no quería cagarla contigo por una
mala decisión mía del pasado. Eso es todo.
-
¿Pero qué mala
decisión Ainhoa?
-
Antonio me ofreció
dinero una vez por desnudarme delante de él y acepté, pero otro día me ofreció
2000€ por follar conmigo y en aquel entonces no te conocía y era dinero fácil,
así que acepté, pero lo había grabado todo y me extorsionó varias veces para
follar conmigo en más ocasiones.
-
Hijo de puta…
-
Total, que comenzó
a mandarme mensajes, a acosarme diciéndome que me quería, me mandaba fotos de
su polla y de la reserva de una habitación de hotel… Pero pasé de él. Hasta que
te conocí a ti y después de estar en el calabozo y verme en esa situación
cambié. Decidí romper con todo y fue ahí cuando comencé a conocerte y a
gustarme de esta manera tan loca. Pero Antonio siguió y el día que te dije que
necesitaba espacio era por eso mismo, estaba acosándome por mensaje y ese mismo
día vino a violarme, pero tu hermano vio a Antonio salir y me encontró llorando
amargamente. Tuve que contarle todo esto y fue quien decidió ayudarme.
Juan se sentía estafado
porque, al parecer, todo el mundo sabía lo que le pasaba a Ainhoa menos él.
-
Es decir, que mi
hermano sabía todo esto y no me lo dijo.
-
Pues por lo que te
he dicho antes, no quería meterte en esto por lo que pudieras pensar de mí y…
perderte.
-
¿Y qué crees que
iba a pensar de ti? Ese tío es un violador, un extorsionista y un depravado.
Todos tomamos decisiones en la vida que, con el tiempo, nos damos cuenta que no
fueron acertadas. Pero absolutamente nadie se merece pasar por lo que has
vivido. ¿Y al final cómo lo solucionasteis?
-
Tu padre vino a
contarme que si me importaba hacer de cebo, ya que había colocado cámaras
ocultas en su casa y Antonio estaba allí. Tras pensármelo un rato, accedí
desesperada porque mientras estaba con ellos, me mandaba mensajes diciéndome
que quería follarme el coño, el culo, hacerme esto y aquello… Es un cerdo
asqueroso y quería terminar con todo eso de la forma que fuera, aunque eso
conllevara una última violación.
Ainhoa se quedó pensativa
un momento antes de continuar hablando.
-
No sabes las de
veces que me acordaba de ti, Juan. Cuando me violaba y me pegaba, me besaba y
me tocaba… Pensaba en ti y en cómo me gustaría que eso se acabase, estar
contigo a salvo de cualquier cosa y sin tener miedo de que podía aparecer en
cualquier momento…
-
Me cago en mi
estampa. A ese tío lo mato.
-
¡Ya está entre
rejas! Y con las pruebas que hemos presentado seguro que se pasará mucho tiempo
a la sombra. Tranquilo que todo ha pasado.
-
Y no sabes cuánto
me alegro pero, a partir de ahora, pase lo que pase puedes contarme lo que
quieras. Confía en mí porque si no lo haces, no podré ayudarte en lo que
necesites.
-
Te prometo que lo
haré. No te dejaré más al margen.
Ambos se abrazaron con
ternura. Ainhoa estaba temblando después de contar todo aquello y los fuertes
brazos de Juan la consolaban.
-
Estoy aquí
contigo, mi cielo. Conmigo no te pasará nada. Estás a salvo mi amor, mi vida,
mi tesoro…
Continuaron abrazados
mientras se miraban a los ojos y ella le acariciaba la mejilla.
-
Te quiero
grandullón. Te quiero, te quiero, te quiero… No te separes nunca de mí.
-
No, mi amor…
Y acto seguido, se
unieron en un dulce y tierno beso que prosiguió durante bastante tiempo.
Esa noche se quedó Juan a
dormir con ella y, abrazaditos los dos, se entregaron al mundo de los sueños.
Semanas después y con el
final de año a la vuelta de la esquina, Marco invitó a la que era mujer de
Antonio. Recibiéndola en la casa, la saludó con efusividad.
-
¡Estela! Qué gusto
me da verte. Cuánto tiempo, ¿no?
-
Demasiado,
sí,-dijo ella con una amplia sonrisa-.
Aunque ya habían hablado
por teléfono en varias ocasiones desde lo ocurrido, era la primera vez que se
veían en persona después de mucho tiempo, por lo que se abrazaron efusivamente.
-
¿Desde cuándo
hacía que no nos veíamos?-preguntó él-.
-
Creo que desde la
cena de Navidad de hace 3 años con Roberto, Francisco y José con sus
respectivas mujeres, ¿no?
-
¡Cierto! Madre
mía, me acuerdo de esa cena… Qué bien nos lo pasamos.
-
Y qué feliz
éramos. Ya no está Luisa, ni Francisco, ni…
-
Sentémonos,-indicó
Marco a la vista de lo triste que se estaba tornando la conversación-.
Una vez ya sentados, era
inevitable preguntarle a Estela por cómo estaba llevando su vida ahora.
-
Pues mejor de lo
que creía. Antonio y yo llevábamos mucho tiempo durmiendo en cuartos distintos
y haciendo vidas separadas, pero lo que no podía imaginarme era que mi marido
fuera violando y extorsionando a chicas.
-
¿Chicas?
-
Sí. En el juicio
preliminar que hubo se presentaron las pruebas que vosotros obtuvisteis y los
testimonios de un par de chicas que eran pacientes suyas del hospital. Al
parecer era un depredador sexual y yo vivía con él…-dijo comenzando a
emocionarse-.
-
Tranquila Estela,
tú no sabías nada. Yo tampoco y tuvo que ser mi hijo Mateo quien me lo contara.
Al principio no podía creérmelo, pero me enseñó capturas que había hecho una
muchacha y ahí no hubo lugar a dudas.
-
Pobres chicas… Me
gustaría pedirles perdón, aunque sé que eso no va a servir de nada pero… Me
siento en la obligación. Ojalá pudiera enterarme de quiénes son algún día.
Mirando con ternura a
Estela, sonrió levemente.
-
Tengo… contactos
en la policía, así que podría mover unos cuantos hilos y concertar una cita.
-
¿De veras?
-
Sí, no te prometo
nada, pero mi hijo es muy prudente con esas cosas.
-
¿Mateo es policía?
-
No, mi hijo Juan.
¿No sabías nada de él?
-
Ah sí, algo me
comentó una vez Antonio, pero nunca me enteré muy bien del tema.
Marco comenzó a contarle
todo lo ocurrido con Juan y su madre y Estela se sorprendió, pero se alegró
grandemente.
-
Cuánto me alegro
por ti, Marco. Yo me quedé con las ganas de tener un hijo… ¿Y cuándo te van a
hacer abuelo a ti?
-
Ah, pues eso ya no
depende de mí, porque mis dos hijos tienen pareja y Mateo vive en la misma casa
con ella, así que… No he hablado con ellos de si tienen planes de boda o no.
La conversación
continuaba entre aquellos viejos amigos mientras que, en otro punto de la
ciudad, Esteban corría en la entrada del gimnasio porque creía haber visto a
Fina dentro.
Efectivamente, era ella.
¡Qué suerte había tenido!
-
¡Hola Fina!
-
Muy buenas
Esteban. ¿A entrenar un poco?
-
Sí, pero quería
hablar contigo de algo.
-
Uy, cuánto
misterio.
-
En realidad no
tanto jeje. Verás, como ahora cobro más que de teleoperador, he pensado en
mudarme y como tu padre es agente inmobiliario…
-
Ah vale, ya sé a
dónde quieres llegar. Quieres que te ayude a encontrar un buen precio, ¿no?
-
Porfa… Había
pensado en el edificio donde vives, porque hay un piso libre según tengo
entendido.
Fina accedió sin problema.
-
Tranquilo, déjalo
en mi mano que mi padre hace pura magia.
-
Eres genial. Te
debo una.
-
¿Una? Será una
detrás de otra, ¿no?
-
Uy, tú quieres que
te dé una paliza entrenando, ¿no?
Mateo, a todo esto,
salvaba el mundo de las llamas y poco a poco se hacía un hueco entre los
bomberos de aquella ciudad.
Ainhoa, por su parte, se
sacaba un sobresueldo limpiando la casa de Juan y la de Mateo aparte de ser
portera y encargarse de todo aquello. Lo bueno era que habían instalado un
porterillo nuevo y ahora tenía una especie de mando a distancia y, aunque
estuviera en otra planta, podía ver quién llamaba y hablar con quien fuera.
Pasados dos meses, las
cosas en el edificio habían cambiado bastante. Ahora Juan vivía en la casa de
Ainhoa con ella, Mateo y Fina se fueron a la casa de la primera planta, ya que
tenía más espacio y les resultaba un coñazo tener que estar subiendo y bajando
las escaleras cada dos por tres. Por su parte, Esteban vivía ahora en la
antigua casa de Juan y esa chica era… ¿quién era?
Tras entrenar, Esteban
fue a casa para descansar cuando se encontró allí con aquella chica.
-
¡Lucía! ¿Qué haces
aquí?
-
Hola cariño. No
soportaba quedarme sin verte hasta mañana… Necesitaba estar contigo.
-
¿Y cómo has
entrado?
-
Ah, le dije a la
portera que era tu sobrina…
-
Joder Lucía, ¿no
sabes que en este bloque vive Fina también? Si te ve aquí se van a enterar de
que no lo eres.
Levantándose, la muchacha
besó profundamente a Esteban.
-
¿Y qué? Me queda
un mes para cumplir los 18 y entonces no hará falta escondernos porque este año
termino el bachillerato.
-
Lo sé, pero soy tu
profesor y eso está prohibido.
-
Entonces… Este
culito se quedará sin su premio hoy,-dijo la muchacha separándose lentamente-.
Esteban agarró el culo de
la chica acercándola a él.
-
¿Qué clase de
embrujo tienes? Estoy loco por ti Lucía y sólo tienes 17.
-
El amor no
entiende de edad. Te quiero Esteban,-dijo besando más profundamente al chico-.
Los besos y las caricias
prosiguieron hasta el punto en el que Lucía le quitó la camiseta de Esteban y
lo dejó completamente desnudo. Poco a poco se fueron yendo al dormitorio donde
allí dieron rienda suelta a su amor.
Esteban era más cuidadoso
que de costumbre. Con Lucía era dulce y hasta romántico, sin perder ese punto
canalla que tanto le ponía a su alumna.
-
Sigue así Esteban.
No pares mi vida. Dame todo tu amor…
Tras unas incansables
horas de trabajo, Juan llegaba a casa.
-
Ya estoy en casa
Ainhoa.
-
¡Ahora salgo que
estoy en el baño!-gritó a lo lejos la muchacha-.
Una vez que salió del
baño, ambos se pusieron a comer pero Ainhoa terminó antes.
-
Sigo sin
comprender cómo puedes tragar la comida tan rápido.
-
Será la costumbre
de comer deprisa. Dame tu plato y así te lo recojo.
Pero Juan se negó.
-
De eso nada. Ya has
trabajado suficiente hoy. Déjame a mí ahora que haga las cosas de la casa.
-
Eres un cielo.
¿Cómo te puedo querer tanto?
-
¿Porque tal vez
soy adorable?
-
Mira que eres
tonto…-dijo Ainhoa sin evitar reírse al compás de su novio-.
A todo eso, Fina
comenzaba a comer en su actual casa. Tenía tanta hambre que no pudo esperar a
Mateo.
Entrando silenciosamente,
Mateo vio que su novia estaba comiendo y la asustó.
-
Gracias por
esperarme, cielo.
-
¡COÑO! ¡QUÉ SUSTO!
-
Jajajajajajajaja,
eso te pasa por no esperarme.
-
Jo, es que tenía
mucha hambre…
Mateo se sirvió un poco
de ensalada y comenzó a comer al lado de Fina, pero ella tenía la mente en otro
lado.
-
Estoy preocupada
por Esteban.
-
¿Qué le pasa a
ese?
-
Está raro en el
colegio. Últimamente le noto que se echa más perfume, se cuida más…
-
¿Y qué hay raro en
eso?
-
Pues que hay una
alumna que no para de rondarle y no me gusta un pelo lo que creo que está
pasando.
Mirando a Fina, Mateo
frunció el ceño.
-
¿Tú crees que
ellos dos…?
-
Tal vez, pero no
estoy segura. La chica es de las mayores y yo no le doy clase, pero según me
cuentan mis compañeros es una chica estudiosa y que no da problemas. Esteban al
ser el profe de educación física tiene contacto con más alumnos que yo.
-
¿Quieres que hable
con él?
-
No, por Dios. Que
si no sabrá que he sido yo quien te lo he contado. Ya lo averiguaré yo por mi
cuenta.
Esteban era un ligón,
pero Mateo no creía que su amigo fuera capaz de meter en su cama a una menor de
edad y, además, siendo alumna suya. Aunque no le dijera nada, tendría que quedar
con él y charlar por si le contaba algo…
Fina estaba preocupada
por su amigo y compañero de trabajo. Era un buen profesor, pero no veía bien
que metiera la polla en temas laborales. Él sabría lo que hacía, pero como
amiga, era su deber aconsejarle si, finalmente, estaba con aquella adolescente.
CONTINUARÁ…
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