Había llegado el día;
Mateo arreglaba la cama de su padre mientras repasaba el plan que había
organizado junto a Marco. Para poder pillar a Antonio necesitaba un aliado, y
qué mejor que su propio padre. Con el permiso de Ainhoa, se lo pudo contar a su
padre y pese a que no terminaba de creer sus palabras, accedió al ver los
mensajes que le mostró la chica.
Al terminar, salió a ver
cómo iba todo por la cocina.
-
¿Qué tal vas papá?
-
Bien, terminando
de hacer los sándwiches. Ay Mateo… Todavía no me creo que Antonio sea tan
depravado.
-
Lo sé, pero es
cierto y no se puede ir de rositas.
-
Eso por supuesto,
pero me apena mucho esta situación, sobre todo lo que le va a suponer a su
mujer. Pobrecilla…
A los pocos minutos, sonó
la puerta y ambos fueron a recibir a Antonio.
-
¡Bienvenido a casa
Antonio!
-
Bien hallado como
siempre.
Mateo, ya con el plan en
marcha, abrazó efusivamente a Antonio.
-
Me alegro de verte,
viejo amigo.
-
No tan viejo
jovencito, que podría ganarte a un pulso.
-
Eso habría que
verlo jajaja,-dijo Mateo callándose las ganas de probarlo y humillarle-.
Antonio, ajeno a todo, no
sabía lo que se le venía encima…
-
Hacía tiempo que
no venía a la casa. Fue una sorpresa recibir vuestra llamada y la verdad es que
me apetecía.
-
Venga, dame tu
abrigo para que te lo guarde y ahora seguimos hablando.
-
Sí, pero espera
que tengo que mandar un mensaje antes.
Sacando su móvil, Antonio
tecleó el número de desbloqueo y como de un águila se tratara, Mateo miró
disimuladamente para enterarse.
Mientras que Mateo se llevaba
el abrigo, Antonio saludaba a su buen amigo Marco.
-
Gracias por
invitarme amigo. Te echaba de menos. ¿Cómo estás?
-
Estupendamente
gracias a ti. ¿Cómo está Estela?
-
Muy bien, en casa.
-
Podrías habértela
traído, que hace siglos que no la veo.
-
Sí, tal vez la
próxima vez.
Ambos se abrazaron, pero
Marco cerró los ojos y lo abrazó más fuerte que de costumbre porque quería a
Antonio, pero sabía que había actuado mal y que lo que estaba haciendo no se
podía dejar pasar.
En ese momento, Mateo
rebuscaba en el móvil de Antonio los vídeos y conversaciones. Ver todo eso tras
leer la conversación le causaba náuseas y ganas de partirle la cara a ese viejo
verde.
Dejando el móvil de
Antonio en la cama, sacó el suyo y comenzó a grabar todo para tenerlo como prueba.
-
Te voy a pillar
cabrón. Y me voy a reír cuando te metan en la cárcel, me voy a reír y mucho.
Sólo de pensarlo, Mateo
se relamía de gusto. Tenía ganas de pillar a Antonio por banda y mandarlo a
prisión una buena temporada por todo lo que le había hecho a Ainhoa, que se
había convertido al fin y al cabo, en una buena amiga para todos.
Al terminar, Mateo dejó
todo como estaba y salió de la habitación rápidamente.
-
Vaya, gracias por
comenzar a comer sin mí. Un detalle por vuestra parte,-dijo bromeando-.
-
Es que has tardado
mucho,-comentó Antonio-. Ni que hubiera un agujero negro en tu cuarto, Marco.
En ese momento, Antonio
se llevó la mano a la boca haciendo ver que se había acordado de algo.
-
Creo que me he
dejado el móvil en la chaqueta… Bueno da igual, luego lo cogeré. Ahora es más
importante hablar con vosotros. ¿Qué tal Mateo?
-
Pues estoy bien,
muy liado con el trabajo, pero muy contento.
-
Es cierto, que
ahora eres bombero, ¡menudo cambio! ¿Cómo lo llevas?
-
Bastante bien. Es
como si llevara más tiempo haciéndolo. Luego a la noche me toca turno, así que
después me tendré que echar una pequeña siesta para poder aguantar toda la
noche.
La conversación continuó
durante toda la comida hasta que terminó y recogieron los platos. Antonio,
mirando a Mateo, le dijo que iba al baño y el muchacho le indicó dónde estaba.
Pero, en realidad,
Antonio no quería ir al baño, sino coger su móvil a escondidas de Marco y
Mateo.
Saliendo por la puerta
que comunicaba con el dormitorio de su buen amigo, miró su móvil y volvió a
mandarle un mensaje a Ainhoa.
-
Cariño mío, sólo
de pensar que estoy dos plantas por encima de ti me la pone dura. Hoy quiero
verte sí o sí o sino ya sabes lo que hay…
La aludida, mirando el
mensaje, se enfadó considerablemente.
-
¡Este cerdo nunca
parará! Qué asco me da…
Pero calmándose un poco,
volvió a leer el mensaje y se acordó de que ese día era en el que Mateo y Marco
habían planeado la trampa a Antonio.
-
Qué ganas tengo de
ver en la cárcel al hijo de puta este…
Sin embargo, el plan
estaba a punto de cambiar. Aprovechando que Antonio había ido “al baño”, Marco
le dijo a su hijo que tenía una idea diferente.
-
He estado pensando
que con tu idea no podremos pillarlo al 100% y podrían echar para atrás las
pruebas.
-
¿Y cómo sabes eso?
-
He visto mucho la
tele últimamente.
-
¿Y se te ha
ocurrido algo?
-
¿Por qué no
hablamos con Ainhoa y la ponemos de cebo? Colocamos unas cámaras ocultas por la
casa y que pase lo que tenga que pasar.
-
No sé si Ainhoa
querrá…
-
Yo voy a colocar
las cámaras por si acaso. Espérame aquí.
Rápidamente, Mateo sacó
una cámara antigua pero que aún funcionaba y la colocó en la estantería, junto
a unos libros. La otra la puso bajo un montón de ropa sucia, aprovechando que
no había puesto la lavadora todavía. Antonio salió por el baño y se encontró
que Marco no estaba.
-
¿Y tu padre?
-
Ha tenido que
salir, me ha dicho que se le había olvidado comprar dulces para el postre.
-
Ay, de verdad, no
hace falta.
-
Ya sabes cómo es
mi padre…
En realidad, Marco había
bajado para comunicarle el plan a Ainhoa.
-
¿Estás dispuesta?
Sé que va a ser muy duro para ti, pero creo que es la única solución.
-
Marco, lo que sea
para pillar a ese cabrón. Lo que dices tiene sentido, así que prefiero hacerle
de cebo.
-
Estupendo. Pues
como te ha puesto ese mensaje, querrá hacerlo contigo. Como lo conozco bien, se
irá al cuarto y ahí está la cámara, yo luego entro como te he dicho antes y os
pillo infraganti.
-
Vale. ¿Tú qué
harás mientras tanto?
-
Me quedo aquí para
mandarle el mensaje a Mateo y así tendrá la excusa perfecta para salir y
dejaros solos.
-
Ah, perfecto,-dijo
nerviosa Ainhoa-.
A los pocos minutos, la
puerta sonó y Mateo, levantándose del sofá, fue a ver quién era.
-
Me imagino que
será mi padre, que se le habrán olvidado las llaves. Disculpa Antonio.
-
No hay problema.
Al abrir y ver a Ainhoa,
Mateo se puso nervioso y abrió sus ojos de par en par.
-
¿Qué haces
aquí?-dijo bajito Mateo-.
-
Es el plan de tu
padre, sígueme el rollo,-dijo ella con voz baja también-.
Haciendo todo lo más
normal posible, Mateo saludó a Ainhoa y la hizo pasar.
-
Siento no haberte
devuelto las llamadas, pero hoy tenía mi padre visita y quise acompañarle.
Perdona haberte dejado tirada Ainhoa. Me siento fatal…
-
No te preocupes.
Así de paso veo también a tu padre.
-
Por cierto, no sé
si conocerás a Antonio, es un íntimo amigo de la familia…
Hechas las
presentaciones, Mateo no dejaba de mirar la cámara inconscientemente. Nadie se
había dado cuenta, ya que entre tanto libro no se distinguía bien. Ainhoa se sentía
muy violenta y tenía un nudo en el estómago, pero sabía que si quería pillar a
Antonio tendría que ser ahora o nunca.
Pocos minutos después,
Mateo recibe un mensaje de su padre diciéndole que se le ha olvidado la cartera
en casa con las prisas y que necesita que le lleve dinero urgentemente para
pagarle a la de la confitería. Disculpándose a ambos, les dijo que tendría que
salir un momentito y que los dejaba solos unos minutos.
Corriendo hacia la
puerta, Mateo sonreía levemente porque, hasta el momento, todo estaba saliendo
según lo planeado. Pero quien tenía una mayor sonrisa era Antonio al saber que
tendría a Ainhoa solo para él.
De lo que no era
consciente Antonio fue de la cámara que llevaba un rato grabando. Pese a tener
un par de años, la cámara grababa a 720p y 30 fps. No era ninguna maravilla,
pero tenía buena calidad.
Ainhoa, interpretando su
papel, comenzó a quejarse de por qué tendría que haberse ido.
-
Bueno, al fin
solos, mi amor…
-
Déjame en paz
Antonio. No soy tu amor. Te vuelvo a repetir que tu amor, tu querida esposa,
está en casa.
-
O sí, eres mi amor
porque desde el punto y hora que te acostaste conmigo te convertiste en mi
amante y esa palabra viene de amor.
-
¿Llamas amor a
pagarme 2000€ y luego grabarlo para chantajearme?
-
No te chantajeo de
ninguna forma, simplemente te recuerdo que tengo algo que… podría hacer mucho
daño en las manos equivocadas.
-
Me das asco.
-
Te daré lo que me
venga en gana porque soy yo quien tiene la sartén por el mango, así que vamos
al dormitorio.
-
¿Ahora?
-
Sí. Que te
resistas me pone muy cachondo.
Agarrándola por el brazo,
la levantó y la llevó al dormitorio donde allí la obligó a desnudarse. Por
suerte, la cámara estaba bien colocada bajo el montón de ropa sucia y era
imposible de ver.
-
Así es, puta, ábrete
para mí. Déjame gozar de ese coño jugoso para tu amor… Oh sí.
-
No, por favor.
Antonio, te pagaré si quieres pero no me…-decía Ainhoa antes de que Antonio le
diera un guantazo fuerte en el culo que provocó un fuerte grito en la chica-.
-
¡Que te calles, zorra!
Antonio, desvistiéndose,
se quedó en ropa interior y se acercó a ella posando sus manos en la cadera
femenina, recorriendo cada palmo de su cintura y de su culo abriendo paso hasta
la vagina preparándola para recibir el pene de Antonio.
Bajándose un poco el
calzoncillo, Antonio se la metió de golpe a Ainhoa, provocándole un pequeño
grito de dolor. Sin ningún miramiento, Antonio le propinó un guantazo
haciéndola callar mientras que los empellones de Antonio eran fuertes y duros,
sin saber que la cámara estaba captando todos y cada uno de los actos.
Sin previo aviso, Marco
abrió la puerta encontrándose todo el percal. La muchacha giró la cabeza al
escuchar la puerta y, de esta forma, supo que había llegado su salvación.
Ainhoa lloraba de dolor y de rabia en silencio, unidos ahora a un sentimiento
de alivio y de alegría. Al ver la situación y las lágrimas que recorrían las
mejillas femeninas, Marco comenzó a sentir una ira irreprimible.
-
¡Marco! Esto puedo
explicarlo,-dijo Antonio-.
Y sin mediar palabra,
Marco le pegó un puñetazo a Antonio con todas sus fuerzas, haciéndole caer al
suelo inconsciente. Doliéndose de la mano, miró a Ainhoa que se vestía a toda
prisa de espaldas a ellos.
Girándose hacia la puerta
del dormitorio, Marco le dijo a Ainhoa que se vistiera tranquila que la
esperaba fuera, pero la mano femenina se posó sobre uno de sus hombros y,
dándose la vuelta, una Ainhoa completamente vestida lo abrazó con todas sus
ganas.
-
Siento haberte
echo pasar por todo esto Ainhoa. Lo siento mucho… No me lo perdonaré en la
vida.
-
No tienes que
pedirme perdón por nada. Fui yo la que accedí sabiendo lo que me esperaba, pero
ha sido lo necesario para poder meter a ese malnacido entre rejas. Gracias por
tenderme la mano y no darme de lado. Gracias a ti y a Mateo por todo.
Marco decidió quedarse
con Antonio para vigilarlo por si despertaba, por lo que Ainhoa salió y se
encontró allí a Mateo y a Fina. Mirando al primero, asintió con la cabeza.
-
Está hecho. Lo
hemos pillado.
-
¿Cómo
estás?-quisieron saber ambos-.
-
Estoy…-dijo
sollozando antes de que una lágrima surcara su mejilla-.
Sin esperar un segundo
más, Mateo cogió su móvil y llamó a la policía para denunciar la violación
mientras que Fina abrazaba a Ainhoa para intentar consolarla mientras que
lloraba amargamente.
-
Shhhh ya pasó
Ainhoa. Estás a salvo.
-
¿Hola? Llamo para
denunciar una violación que acaba de producirse. El sujeto está reducido. Sí,
la calle es…
Al escuchar el aviso por
la radio de la policía, Juan, que estaba de servicio en ese momento, puso rumbo
a su casa en el coche patrulla. Agitado y nervioso, subió los dos pisos por la
escalera.
-
¿Qué ha pasado?
¿Estáis todos bien?
-
Sí, estamos bien.
Hemos llamado para que te lleves a Antonio.
-
¿Antonio? Pero
habéis llamado por una violación, ¿no?
-
Sí. Antonio ha
violado a… Ainhoa.
-
¡¿QUÉ?!
Cuando Antonio se
despertó, se encontró que tenía las esposas puestas y la cara de Juan muy cerca
de la suya. Algo desconcertado tras el golpe, Juan sin ningún miramiento,
levantó al viejo mientras le leía sus derechos.
Aún no sabía la historia
completa, pero Juan estaba orgulloso de quitar a un cabrón de las calles tan
peligroso como él.
-
Prepárese para el
interrogatorio Doctor Mirà. El comisario Naim Thomas le está esperando con gran
urgencia…
CONTINUARÁ…
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