lunes, 9 de abril de 2018

A Real Nightmare || Capítulo 16

CAPÍTULO 16


Ainhoa dormía plácidamente en su cama cuando, al darse la vuelta, no encontró a Esteban a su lado y se terminó despertando.




Menos mal que había sonado el despertador, porque tenía que ir a trabajar. Lo peor era la resaca que tenía, pero para eso se habían inventado las duchas y era justo lo que más necesitaba.




Al llegar allí, no vio a Esteban pero, por haber pasado la noche con ella, ese día se lo dejaría pasar. Lo que no se imaginaba era que no volvería…




Al entrar, vio que tenía un papel sobre su mesa. Echando un vistazo rápido desde arriba, vio la palabra dimisión en grande. Extrañada, dio la vuelta al folio y al ver que estaba firmado por Esteban y con fecha de ayer, Ainhoa enfureció.
-          ¡HIJO DE PUTA!-gritó a pleno pulmón-.




El grito hizo que Fina se acercara a la puerta de la oficina. ¿Qué había pasado para que Ainhoa gritara de esa forma?




Esa misma mañana el mismo Esteban apareció por el bloque y, al encontrar a Juan sentado en el lugar del portero, le preguntó.
-          ¿Qué haces ahí sentado, compañero?
-          Ah, hola Esteban. Pues verás, Kiko ha ido a rastrillar las hojas del jardín y me pidió el favor de vigilarle la portería mientras tanto. ¿Qué te trae por aquí?




Juan, dejando de leer, se levantó fijándose en la seria cara de Esteban.
-          ¿Podría hablar contigo Juan?
-          Sí, por supuesto. Vamos a mi apartamento.




Entrando, ambos chicos se sentaron en el sofá.
-          Tú dirás… ¿De qué me quieres hablar?
-          Bueno… Antes de nada, quiero preguntarte algo. ¿Fuiste tú el que llamaste a la puerta de Ainhoa ayer?
-          ¿Ayer? Yo no llamé a la puerta de nadie…
-          ¿No fuiste tú el que llamó a la puerta de la casa de Ainhoa?
-          Pero, ¿quién es Ainhoa?
-          Joder macho, la vecina del primero.
-          ¡¿ESA ES AINHOA?!




Juan se acababa de enterar de que esa chica había sido la jefa de su hermano. Y no tenía ni idea de nada de lo que había pasado…
-          Sí, esa es Ainhoa. ¿No lo sabías?
-          No… Y bueno, ¿tú cómo sabes que yo llamé? Espera… ¿eras tú el que…?
-          Sí. Yo fui quien se la folló ayer.
-          Pero tío, ¿no sabes el refrán? “Donde tengas la olla, no metas la polla”.
-          Ya, ya. Pero la cuestión no es esa. Ayer por la mañana le dejé mi dimisión junto a una carta poniéndola de vuelta y media.
-          ¿Y aun así se acostó contigo? Esa tía no tiene escrúpulos.
-          No. Se acostó conmigo porque coincidimos de fiesta y ella iba con un pedo enorme y comenzó a tirarme la caña. El problema es que le dejé la dimisión después de que ella se hubiera ido, así que hoy cuando vaya al trabajo se va a encontrar eso… Y no quiero saber cómo se puede poner. ¿Hice bien en tirármela?
-          A ver… Si en la carta de dimisión te pones a insultarla y luego vas y te la follas… Un poco aprovechado eres, ¿eh? Llámame antiguo pero te has aprovechado de ella.
-          Pero tío, una cosa es el trabajo y otra muy diferente la vida personal.




Seguían intercambiando opiniones cuando entró en el apartamento Mateo, pillando la conversación en su momento álgido.
-          Pero Esteban, que te has follado a tu jefa.
-          ¡¿Te has follado a Ainhoa?!-preguntó sorprendido Mateo-.




Juan y Esteban se asustaron porque no lo escucharon entrar, pero justo en ese momento ambos se levantaron para darle explicaciones a Mateo.
-          Sí, me la he follado. Pero en mi favor diré que ya no era mi jefa, le había presentado mi dimisión por la mañana.
-          ¿Cómo?-preguntó Mateo sin entender nada-.
-          A ver,-intervino Juan-, Esteban le presentó su dimisión cuando Ainhoa ya no estaba y por la noche se la encontró de fiesta y acabaron follando cuando ella no sabía que Esteban no trabajaba más para ella.
-          Bueno, Esteban no debería haberlo hecho, pero en su vida personal puede hacer lo que le dé la gana, ¿no?
-          ¡Gracias!-dijo con alivio Esteban-.




Pero la conversación no había hecho nada más que comenzar.
-          Y eso no es todo,-continuó Juan-, hay más.
-          Ay, miedo me das,-dijo Mateo-.
-          Papá bajó para decirme que no podía dormir por los gemidos y…
-          Es que la hija de puta no paraba de gritar,-interrumpió Esteban-.
-          Pues eso,-dijo Juan reanudando su frase-, que me pidió el favor de llamarle la atención y cuando fui me abrió la puerta completamente desnuda y encima, cuando se fue, me dio un pico en la boca.
-          ¡Eh! Eso no me lo has contado,-dijo asombrado Esteban-. Será guarra la tía… Luego vino más cachonda todavía y follamos de nuevo.
-          A ver Esteban, que tú tampoco eres un santo, ¿eh? Vamos relajándonos,-salió Mateo en defensa de Ainhoa-. Que tú también tienes tela. Es para echarte de comer aparte.




En ese momento, una agitada Fina llegaba al bloque y preguntaba a Kiko por su novio.
-          Buenos días Kiko. ¿Sabes dónde está Mateo?
-          Creo que lo vi bajando a casa de su hermano por la ventana.
-          Gracias.
-          ¿Está todo bien? Es muy temprano para estar en casa.
-          Sí, no te preocupes Kiko. Gracias de nuevo.




Efectivamente, al pasar por delante de la puerta de la casa de Juan escuchó voces, por lo que abrió la puerta y vio a todos allí y, para su sorpresa, Esteban estaba con ellos.
-          Fina, ¿qué haces aquí corazón?-preguntó extrañado Mateo-.
-          La querida Ainhoa me ha echado.
-          ¡¿QUÉ?!-dijeron todos al unísono-.




Y acercándose a Esteban, comenzó a echarle la bronca-.
-          Y tú, pedazo de cerdo, por tu culpa me han echado.
-          ¿Mi culpa? ¿Qué te he hecho yo?
-          A mí nada, pero en cuanto Ainhoa ha descubierto que te has ido y le has dejado la cartita en la mesa, ha venido a pedirme explicaciones de si sabía algo de lo que le habías puesto allí y yo, tonta de mí, le dije que sabía que no estaba a gusto con ella y, por ser cómplice tuyo, me ha echado a mí también. No sin antes decirme que eres un cerdo, un impresentable y un hijo de puta.




Esteban estaba flipando en colores.
-          Fina, lo siento mucho, pero en ningún momento he querido perjudicarte.
-          Pues menos mal porque si llegas a querer… Pero, ¿se puede saber qué le has puesto en la carta para que se ponga así de histérica?
-          En resumidas cuentas, la he puesto de puta para arriba y… lo peor es que anoche me la encontré de fiesta y me la follé un par de veces.




La cara de enfado que tenía Fina en ese momento sería muy difícil de olvidar para Esteban.
-          ¡TONTO! Si es que más tonto que tú y no naces. ¿A quién se le ocurre hacer eso chiquillo?
-          Ea, otro como Juan. Que mi vida personal y mi vida profesional son dos diferentes. Puedes caerme de putísima madre como persona y luego trabajar juntos y ser un desastre. Son dos cosas diferentes.
-          No me jodas Esteban, que tú siempre te lo llevaste al terreno personal, porque los insultos que ella te lanzaba cada dos por tres te lo tomabas muy mal, perdona que te diga.
-          Ya, pero es que…




Los hermanos miraban a Fina alucinados por el carácter que manejaba la muchacha. Nunca la habían visto así, ni siquiera Mateo en su sueño.




Dejándoles un poco de espacio a Esteban y Fina para que solucionaran las cosas, Juan quiso hablar con Mateo.
-          Tengo una cosa que consultarte Mateo.
-          Claro, dime qué te pasa.
-          Verás, yo lo achaco a que llevo mucho sin estar con una chica pero el beso de ayer con Ainhoa me gustó. ¿Estoy loco?
-          A ver… muy bien de la cabeza no estás, pero bueno jajajaja. No, ya en serio. Ainhoa es una chica muy guapa y tiene un cuerpo espectacular.
-          Ya te digo, tú no la viste, pero ayer cuando apareció desnuda…
-          Juan, ¿te recuerdo que en mi sueño ella era mi novia?
-          Calla es verdad. No me acordaba de eso. Pues mira, ahí me puedes comprender.




Mateo entendía perfectamente a su hermano y, por eso, era benevolente con él.
-          Lo sé. Yo he pasado por lo mismo, pero ahí entra tu cabeza y debes valorar si ese tipo de mujer es la que quieres para ti o no. Habrán muchas que besen muy bien, follen de escándalo o te guste mirarlas, pero al fin y al cabo, lo que realmente importa es lo que te hace sentir, los detalles minúsculos que hacen diferente a una chica de otra. Eso es lo que marca y a lo que más atento tienes que estar.




Fina había hecho las paces con Esteban, pero ella seguía hundida porque ahora era ella la que no tenía trabajo, por lo que se despidieron y se fueron los dos a su casa. Mateo trataba de consolarla diciéndole que ahora tenían el sueldo de bombero de él y que no se preocupara porque tarde o temprano le saldría un trabajo de cualquier otra cosa.




En eso estaban, cuando la puerta sonó. Mateo se levantó para ver quién era mientras que Fina aprovechó para subir al dormitorio a cambiarse y ponerse más cómoda. Al abrir la puerta, Mateo se encontró de frente a la protagonista del día: Ainhoa.
-          Oh, Ainhoa. Dime, ¿quieres algo?




Ainhoa no paraba de moverse de un lado para otro con una notable cara de cabreo constante.
-          ¡Dile al cerdo de Esteban que se olvide de mí! Es un hijo de la gran puta que se ha aprovechado de mí porque estaba borracha. Ganas me dan de denunciarlo.
-          Eh, ¿quién va a denunciar a quién aquí? Mira Ainhoa, seamos francos, ¿vale? Esteban no debió insultarte como lo hizo en su carta, estamos de acuerdo.
-          ¡Y encima llamándome cosas como…!-dijo ella antes de ser cortada de nuevo por Mateo-.
-          ¿Puedo seguir? Gracias. Esteban no debió insultarte como lo hizo y está muy mal por su parte, ahí te doy la razón. Sin embargo, puedo comprenderlo porque como jefa eres odiosa.
-          ¿Tú también vas a insultarme? Lo que me faltaba por oír.
-          ¡Que me dejes hablar coño! ¿Eres tú la que siempre tiene que hablar y llevar la razón? Mira, es que ahora más que nunca puedo comprender a Esteban, porque con él siempre te has pasado, lo has insultado, lo has ninguneado y él ha aguantado como un jabato años y años mientras tú estabas en tu despacho tranquilamente cuando los demás nos partíamos la espalda en la oficina vendiendo los productos por un sueldo de mierda.




Ainhoa estaba indignada y conforme escuchaba a Mateo, su enfado iba en aumento.
-          ¿Sueldos de mierda? Lo dice quien cobraba casi como yo y vivía en una casa enorme.
-          Uy sí, cobraba casi como tú, pero… ¿cuántas horas me tenía que tirar yo frente al ordenador con el pinganillo puesto en la oreja? Claro, como es tu negocio y tú eres la jefa, vas y vienes cuando te da la gana y aquí paz y después gloria. Pues no, Ainhoa, eso no es así.
-          No, si al final la mala y la que voy a tener que pedirle perdón al mentecato de Esteban soy yo.
-          Pero vamos a ver, ¿y por qué tienes que venir a mí a echarme todas tus mierdas? Igual has hecho con Fina y encima la despides, que eso sí es denunciable porque no tienes ningún motivo para echarla.




Ainhoa estaba trinando y no pudo contenerse más.
-          ¡Mira Mateo! Te voy a decir un par de cosas bien dichas: 1) Que hayas cambiado físicamente después de un accidente no significa que dejes de ser el mismo capullo integral que eras antes y 2) Como bien has dicho, es mi negocio, ¿cierto? Pues yo decido los trabajadores que quiero tener y Fina no me trabajaba una mierda, hacía poco y de forma mediocre. Sólo espero que no sea igual en la cama porque menudo hambre tienes que tener.
-          ¡Ainhoa Márquez! Lo que le tengas que decir a Fina, se lo dices a la cara, ¿de acuerdo? Igual que con Esteban, que si tienes ganas de decirle algo, vas y se lo dices. Y si no sabes dónde vive, lo buscas. Preguntas en la ONU si hace falta, pero a mí me dejas en paz. Creía que podrías ser diferente, pero fuiste el mayor fiasco que me he llevado.
-          ¿Fiasco? Anda ya. Ojalá te hubieran matado en el accidente y así habría un hijo de puta menos. Todos los hombres sois iguales.




Mateo era la segunda vez que escuchaba esa frase en su vida.
-          PUES ESTOY VIVO,-gritó a pleno pulmón Mateo-. ¿Y sabes qué? Que si te jode verme vivo TE AGUANTAS, ¿te queda claro? Porque yo no estoy aquí para aguantar gilipolleces de una niñata pija y consentida que se cree que el mundo gira en torno a ella. Y si tanto te jode lo que te ha hecho Esteban, imagina estar tantos años aguantando insultos como esos. Y si acabasteis follando, te recuerdo que quien le tiraste la caña fuiste tú. La que ibas borracha eras TÚ.
-          Él debería haber sido consecuente con sus palabras y después de ponerme a caer de un burro, no debería haberme querido follar.
-          Pero, ¿qué me estás contando tía? Si tú fuiste la primera que se me insinuó y, como no te seguí el juego, me despediste. Y con Esteban más de lo mismo, lo insultabas pero luego lo veías y te lo comías con los ojos.
-          ¿Y tú qué sabrás come mierda?
-          Ainhoa, te conozco mejor de lo que tú te crees. ¡Ah! Y para demostrarte quién fue el que salió de “caza” aquí, te recuerdo que cuando mi hermano te llamó la atención por los gritos, cogiste y lo besaste sin previo aviso, así que vete bajando del Olimpo señorita.




Juan entró en escena en ese momento ya que los gritos de Mateo resonaron en todo el bloque.
-          ¿Qué coño está pasando aquí?




Haciendo caso omiso de la pregunta de Juan, Ainhoa siguió batallando con Mateo.
-          Si besé a tu hermano es porque está mejor hecho que tú. Y te voy a decir una cosa: el día que me folle a tu hermano, te mandaré el vídeo por WhatsApp para que así veas cómo folla una tía de verdad y no lo que debe hacer Fina.
-          ¡Me cago en tu puta estampa! DEJA YA A FINA EN PAZ,-gritó enérgico Mateo-.




A todo esto, Juan se había ido acercando a Ainhoa y al tenerla justo detrás, le cogió de un hombro y ella, sin mirar previamente, le soltó un sonoro guantazo en la cara a Juan.




Al ver quién era, en el estado en el que estaba Ainhoa, no pudo hacer otra cosa peor que cagarla más todavía…
-          Ya viene aquí el hermanito en defensa de Mateo. ¿También le limpias el culo cuando caga?




Pero Juan no iba a soportar ni una salida de tono más.
-          Queda usted detenida por agredir a un agente de la ley. Tiene derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra…-Juan continuó la famosa frase policiaca mientras la cara de Ainhoa cambió drásticamente de un momento a otro-.




CONTINUARÁ…

No hay comentarios:

Publicar un comentario