Ainhoa dormía
plácidamente en su cama cuando, al darse la vuelta, no encontró a Esteban a su
lado y se terminó despertando.
Menos mal que había
sonado el despertador, porque tenía que ir a trabajar. Lo peor era la resaca
que tenía, pero para eso se habían inventado las duchas y era justo lo que más
necesitaba.
Al llegar allí, no vio a
Esteban pero, por haber pasado la noche con ella, ese día se lo dejaría pasar.
Lo que no se imaginaba era que no volvería…
Al entrar, vio que tenía
un papel sobre su mesa. Echando un vistazo rápido desde arriba, vio la palabra
dimisión en grande. Extrañada, dio la vuelta al folio y al ver que estaba
firmado por Esteban y con fecha de ayer, Ainhoa enfureció.
-
¡HIJO DE
PUTA!-gritó a pleno pulmón-.
El grito hizo que Fina se
acercara a la puerta de la oficina. ¿Qué había pasado para que Ainhoa gritara
de esa forma?
Esa misma mañana el mismo
Esteban apareció por el bloque y, al encontrar a Juan sentado en el lugar del
portero, le preguntó.
-
¿Qué haces ahí
sentado, compañero?
-
Ah, hola Esteban.
Pues verás, Kiko ha ido a rastrillar las hojas del jardín y me pidió el favor
de vigilarle la portería mientras tanto. ¿Qué te trae por aquí?
Juan, dejando de leer, se
levantó fijándose en la seria cara de Esteban.
-
¿Podría hablar
contigo Juan?
-
Sí, por supuesto.
Vamos a mi apartamento.
Entrando, ambos chicos se
sentaron en el sofá.
-
Tú dirás… ¿De qué
me quieres hablar?
-
Bueno… Antes de
nada, quiero preguntarte algo. ¿Fuiste tú el que llamaste a la puerta de Ainhoa
ayer?
-
¿Ayer? Yo no llamé
a la puerta de nadie…
-
¿No fuiste tú el
que llamó a la puerta de la casa de Ainhoa?
-
Pero, ¿quién es
Ainhoa?
-
Joder macho, la
vecina del primero.
-
¡¿ESA ES AINHOA?!
Juan se acababa de
enterar de que esa chica había sido la jefa de su hermano. Y no tenía ni idea
de nada de lo que había pasado…
-
Sí, esa es Ainhoa.
¿No lo sabías?
-
No… Y bueno, ¿tú
cómo sabes que yo llamé? Espera… ¿eras tú el que…?
-
Sí. Yo fui quien
se la folló ayer.
-
Pero tío, ¿no
sabes el refrán? “Donde tengas la olla, no metas la polla”.
-
Ya, ya. Pero la
cuestión no es esa. Ayer por la mañana le dejé mi dimisión junto a una carta
poniéndola de vuelta y media.
-
¿Y aun así se
acostó contigo? Esa tía no tiene escrúpulos.
-
No. Se acostó
conmigo porque coincidimos de fiesta y ella iba con un pedo enorme y comenzó a
tirarme la caña. El problema es que le dejé la dimisión después de que ella se
hubiera ido, así que hoy cuando vaya al trabajo se va a encontrar eso… Y no
quiero saber cómo se puede poner. ¿Hice bien en tirármela?
-
A ver… Si en la
carta de dimisión te pones a insultarla y luego vas y te la follas… Un poco
aprovechado eres, ¿eh? Llámame antiguo pero te has aprovechado de ella.
-
Pero tío, una cosa
es el trabajo y otra muy diferente la vida personal.
Seguían intercambiando opiniones
cuando entró en el apartamento Mateo, pillando la conversación en su momento
álgido.
-
Pero Esteban, que
te has follado a tu jefa.
-
¡¿Te has follado a
Ainhoa?!-preguntó sorprendido Mateo-.
Juan y Esteban se
asustaron porque no lo escucharon entrar, pero justo en ese momento ambos se
levantaron para darle explicaciones a Mateo.
-
Sí, me la he
follado. Pero en mi favor diré que ya no era mi jefa, le había presentado mi
dimisión por la mañana.
-
¿Cómo?-preguntó
Mateo sin entender nada-.
-
A ver,-intervino
Juan-, Esteban le presentó su dimisión cuando Ainhoa ya no estaba y por la
noche se la encontró de fiesta y acabaron follando cuando ella no sabía que
Esteban no trabajaba más para ella.
-
Bueno, Esteban no
debería haberlo hecho, pero en su vida personal puede hacer lo que le dé la
gana, ¿no?
-
¡Gracias!-dijo con
alivio Esteban-.
Pero la conversación no
había hecho nada más que comenzar.
-
Y eso no es
todo,-continuó Juan-, hay más.
-
Ay, miedo me
das,-dijo Mateo-.
-
Papá bajó para
decirme que no podía dormir por los gemidos y…
-
Es que la hija de
puta no paraba de gritar,-interrumpió Esteban-.
-
Pues eso,-dijo
Juan reanudando su frase-, que me pidió el favor de llamarle la atención y
cuando fui me abrió la puerta completamente desnuda y encima, cuando se fue, me
dio un pico en la boca.
-
¡Eh! Eso no me lo
has contado,-dijo asombrado Esteban-. Será guarra la tía… Luego vino más
cachonda todavía y follamos de nuevo.
-
A ver Esteban, que
tú tampoco eres un santo, ¿eh? Vamos relajándonos,-salió Mateo en defensa de Ainhoa-.
Que tú también tienes tela. Es para echarte de comer aparte.
En ese momento, una
agitada Fina llegaba al bloque y preguntaba a Kiko por su novio.
-
Buenos días Kiko.
¿Sabes dónde está Mateo?
-
Creo que lo vi
bajando a casa de su hermano por la ventana.
-
Gracias.
-
¿Está todo bien?
Es muy temprano para estar en casa.
-
Sí, no te
preocupes Kiko. Gracias de nuevo.
Efectivamente, al pasar
por delante de la puerta de la casa de Juan escuchó voces, por lo que abrió la
puerta y vio a todos allí y, para su sorpresa, Esteban estaba con ellos.
-
Fina, ¿qué haces
aquí corazón?-preguntó extrañado Mateo-.
-
La querida Ainhoa
me ha echado.
-
¡¿QUÉ?!-dijeron
todos al unísono-.
Y acercándose a Esteban,
comenzó a echarle la bronca-.
-
Y tú, pedazo de
cerdo, por tu culpa me han echado.
-
¿Mi culpa? ¿Qué te
he hecho yo?
-
A mí nada, pero en
cuanto Ainhoa ha descubierto que te has ido y le has dejado la cartita en la
mesa, ha venido a pedirme explicaciones de si sabía algo de lo que le habías
puesto allí y yo, tonta de mí, le dije que sabía que no estaba a gusto con ella
y, por ser cómplice tuyo, me ha echado a mí también. No sin antes decirme que
eres un cerdo, un impresentable y un hijo de puta.
Esteban estaba flipando
en colores.
-
Fina, lo siento
mucho, pero en ningún momento he querido perjudicarte.
-
Pues menos mal
porque si llegas a querer… Pero, ¿se puede saber qué le has puesto en la carta
para que se ponga así de histérica?
-
En resumidas
cuentas, la he puesto de puta para arriba y… lo peor es que anoche me la
encontré de fiesta y me la follé un par de veces.
La cara de enfado que
tenía Fina en ese momento sería muy difícil de olvidar para Esteban.
-
¡TONTO! Si es que
más tonto que tú y no naces. ¿A quién se le ocurre hacer eso chiquillo?
-
Ea, otro como
Juan. Que mi vida personal y mi vida profesional son dos diferentes. Puedes
caerme de putísima madre como persona y luego trabajar juntos y ser un
desastre. Son dos cosas diferentes.
-
No me jodas
Esteban, que tú siempre te lo llevaste al terreno personal, porque los insultos
que ella te lanzaba cada dos por tres te lo tomabas muy mal, perdona que te
diga.
-
Ya, pero es que…
Los hermanos miraban a
Fina alucinados por el carácter que manejaba la muchacha. Nunca la habían visto
así, ni siquiera Mateo en su sueño.
Dejándoles un poco de
espacio a Esteban y Fina para que solucionaran las cosas, Juan quiso hablar con
Mateo.
-
Tengo una cosa que
consultarte Mateo.
-
Claro, dime qué te
pasa.
-
Verás, yo lo
achaco a que llevo mucho sin estar con una chica pero el beso de ayer con
Ainhoa me gustó. ¿Estoy loco?
-
A ver… muy bien de
la cabeza no estás, pero bueno jajajaja. No, ya en serio. Ainhoa es una chica
muy guapa y tiene un cuerpo espectacular.
-
Ya te digo, tú no
la viste, pero ayer cuando apareció desnuda…
-
Juan, ¿te recuerdo
que en mi sueño ella era mi novia?
-
Calla es verdad.
No me acordaba de eso. Pues mira, ahí me puedes comprender.
Mateo entendía
perfectamente a su hermano y, por eso, era benevolente con él.
-
Lo sé. Yo he
pasado por lo mismo, pero ahí entra tu cabeza y debes valorar si ese tipo de
mujer es la que quieres para ti o no. Habrán muchas que besen muy bien, follen
de escándalo o te guste mirarlas, pero al fin y al cabo, lo que realmente
importa es lo que te hace sentir, los detalles minúsculos que hacen diferente a
una chica de otra. Eso es lo que marca y a lo que más atento tienes que estar.
Fina había hecho las
paces con Esteban, pero ella seguía hundida porque ahora era ella la que no
tenía trabajo, por lo que se despidieron y se fueron los dos a su casa. Mateo
trataba de consolarla diciéndole que ahora tenían el sueldo de bombero de él y
que no se preocupara porque tarde o temprano le saldría un trabajo de cualquier
otra cosa.
En eso estaban, cuando la
puerta sonó. Mateo se levantó para ver quién era mientras que Fina aprovechó
para subir al dormitorio a cambiarse y ponerse más cómoda. Al abrir la puerta,
Mateo se encontró de frente a la protagonista del día: Ainhoa.
-
Oh, Ainhoa. Dime,
¿quieres algo?
Ainhoa no paraba de
moverse de un lado para otro con una notable cara de cabreo constante.
-
¡Dile al cerdo de
Esteban que se olvide de mí! Es un hijo de la gran puta que se ha aprovechado
de mí porque estaba borracha. Ganas me dan de denunciarlo.
-
Eh, ¿quién va a
denunciar a quién aquí? Mira Ainhoa, seamos francos, ¿vale? Esteban no debió
insultarte como lo hizo en su carta, estamos de acuerdo.
-
¡Y encima
llamándome cosas como…!-dijo ella antes de ser cortada de nuevo por Mateo-.
-
¿Puedo seguir?
Gracias. Esteban no debió insultarte como lo hizo y está muy mal por su parte,
ahí te doy la razón. Sin embargo, puedo comprenderlo porque como jefa eres
odiosa.
-
¿Tú también vas a
insultarme? Lo que me faltaba por oír.
-
¡Que me dejes
hablar coño! ¿Eres tú la que siempre tiene que hablar y llevar la razón? Mira,
es que ahora más que nunca puedo comprender a Esteban, porque con él siempre te
has pasado, lo has insultado, lo has ninguneado y él ha aguantado como un
jabato años y años mientras tú estabas en tu despacho tranquilamente cuando los
demás nos partíamos la espalda en la oficina vendiendo los productos por un
sueldo de mierda.
Ainhoa estaba indignada y
conforme escuchaba a Mateo, su enfado iba en aumento.
-
¿Sueldos de
mierda? Lo dice quien cobraba casi como yo y vivía en una casa enorme.
-
Uy sí, cobraba
casi como tú, pero… ¿cuántas horas me tenía que tirar yo frente al ordenador
con el pinganillo puesto en la oreja? Claro, como es tu negocio y tú eres la
jefa, vas y vienes cuando te da la gana y aquí paz y después gloria. Pues no,
Ainhoa, eso no es así.
-
No, si al final la
mala y la que voy a tener que pedirle perdón al mentecato de Esteban soy yo.
-
Pero vamos a ver,
¿y por qué tienes que venir a mí a echarme todas tus mierdas? Igual has hecho
con Fina y encima la despides, que eso sí es denunciable porque no tienes
ningún motivo para echarla.
Ainhoa estaba trinando y
no pudo contenerse más.
-
¡Mira Mateo! Te
voy a decir un par de cosas bien dichas: 1) Que hayas cambiado físicamente después
de un accidente no significa que dejes de ser el mismo capullo integral que
eras antes y 2) Como bien has dicho, es mi negocio, ¿cierto? Pues yo decido los
trabajadores que quiero tener y Fina no me trabajaba una mierda, hacía poco y
de forma mediocre. Sólo espero que no sea igual en la cama porque menudo hambre
tienes que tener.
-
¡Ainhoa Márquez!
Lo que le tengas que decir a Fina, se lo dices a la cara, ¿de acuerdo? Igual
que con Esteban, que si tienes ganas de decirle algo, vas y se lo dices. Y si
no sabes dónde vive, lo buscas. Preguntas en la ONU si hace falta, pero a mí me
dejas en paz. Creía que podrías ser diferente, pero fuiste el mayor fiasco que
me he llevado.
-
¿Fiasco? Anda ya.
Ojalá te hubieran matado en el accidente y así habría un hijo de puta menos.
Todos los hombres sois iguales.
Mateo era la segunda vez
que escuchaba esa frase en su vida.
-
PUES ESTOY
VIVO,-gritó a pleno pulmón Mateo-. ¿Y sabes qué? Que si te jode verme vivo TE
AGUANTAS, ¿te queda claro? Porque yo no estoy aquí para aguantar gilipolleces
de una niñata pija y consentida que se cree que el mundo gira en torno a ella.
Y si tanto te jode lo que te ha hecho Esteban, imagina estar tantos años
aguantando insultos como esos. Y si acabasteis follando, te recuerdo que quien
le tiraste la caña fuiste tú. La que ibas borracha eras TÚ.
-
Él debería haber
sido consecuente con sus palabras y después de ponerme a caer de un burro, no
debería haberme querido follar.
-
Pero, ¿qué me
estás contando tía? Si tú fuiste la primera que se me insinuó y, como no te
seguí el juego, me despediste. Y con Esteban más de lo mismo, lo insultabas
pero luego lo veías y te lo comías con los ojos.
-
¿Y tú qué sabrás
come mierda?
-
Ainhoa, te conozco
mejor de lo que tú te crees. ¡Ah! Y para demostrarte quién fue el que salió de
“caza” aquí, te recuerdo que cuando mi hermano te llamó la atención por los
gritos, cogiste y lo besaste sin previo aviso, así que vete bajando del Olimpo
señorita.
Juan entró en escena en
ese momento ya que los gritos de Mateo resonaron en todo el bloque.
-
¿Qué coño está
pasando aquí?
Haciendo caso omiso de la
pregunta de Juan, Ainhoa siguió batallando con Mateo.
-
Si besé a tu
hermano es porque está mejor hecho que tú. Y te voy a decir una cosa: el día
que me folle a tu hermano, te mandaré el vídeo por WhatsApp para que así veas
cómo folla una tía de verdad y no lo que debe hacer Fina.
-
¡Me cago en tu
puta estampa! DEJA YA A FINA EN PAZ,-gritó enérgico Mateo-.
A todo esto, Juan se
había ido acercando a Ainhoa y al tenerla justo detrás, le cogió de un hombro y
ella, sin mirar previamente, le soltó un sonoro guantazo en la cara a Juan.
Al ver quién era, en el
estado en el que estaba Ainhoa, no pudo hacer otra cosa peor que cagarla más
todavía…
-
Ya viene aquí el
hermanito en defensa de Mateo. ¿También le limpias el culo cuando caga?
Pero Juan no iba a
soportar ni una salida de tono más.
-
Queda usted
detenida por agredir a un agente de la ley. Tiene derecho a guardar silencio.
Cualquier cosa que diga puede y será usada en su contra…-Juan continuó la
famosa frase policiaca mientras la cara de Ainhoa cambió drásticamente de un
momento a otro-.
CONTINUARÁ…
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