viernes, 6 de abril de 2018

A Real Nightmare || Capítulo 15

CAPÍTULO 15


Ainhoa se adelantó a Fina, por lo que cuando ella llegó, su jefa ya estaba sentada.
-          ¿Querías algo Ainhoa?
-          Sí, siéntate un momento.




Fina estaba sorprendida, ya que ella creía que no había hecho nada malo en el trabajo.
-          ¿Cómo te van las cosas?
-          Pues… Me van bien… ¿Pasa algo?
-          No, nada. Te preguntarás que por qué te he llamado para decirte eso, pero es que llevo notando una mejoría en tu trabajo y quería saber si era por algo que había pasado en tu vida personal.
-          Bueno, pues mi vida personal va bien, no me puedo quejar.




Pero la curiosidad de Ainhoa iba más allá.
-          Me alegro muchísimo por ti, de verdad. ¿Y sabes algo de Mateo? Desde que ya no está aquí no he vuelto a verlo.
-          Pues que yo sepa Mateo está bien.
-          ¿Se solucionó el problema con su padre? Algo me contó una vez…
-          Sí. Está en casa y goza de buena salud.




Ainhoa se hacía la simpática y Fina no era tonta y sabía que su jefa quería averiguar algo, pero ella no diría nada para no satisfacer su curiosidad malsana.




Al salir del despacho, fue hacia su lugar de trabajo y Esteban la recibió con una sonrisa.
-          ¿Qué quería?
-          Averiguar cosas. Se ha puesto en plan metomentodo simpática para intentar saber más sobre mí y mi vida privada. Será…




Esteban puso muy mala cara al enterarse de aquello.
-          No, si encima ahora tendremos que decirle las veces que vamos a cagar, no te jode. Mira, de verdad que estoy harto.
-          Tranquilo Esteban, que todos tenemos un mal día. Deja que pase mañana y seguro que el enfado se te ha pasado.
-          Es que no es sólo de hoy. Llevo tiempo pensando en irme de aquí y envidio a Mateo porque se puso a estudiar para las oposiciones de bombero que, al parecer, es lo suyo.




La indignación del muchacho iba en aumento conforme sus palabras salían de la boca.
-          Yo no estudié la carrera de educación física por gusto,-continuó quejándose Esteban-. Si yo lo hice fue para trabajar de eso, no de teleoperador chupándome más broncas de la gente que un árbitro.
-          Te entiendo Esteban. Yo me siento igual y hasta eché el currículum en el colegio como te he dicho antes, pero de momento no ha habido suerte. Seguiré intentándolo hasta que suene la flauta.
-          Pues yo me voy a ir. Paso, en serio.
-          ¿Estás seguro de lo que vas a hacer?
-          Nunca he estado tan seguro. Que le den por culo a la zorra esa.




Al finalizar la jornada, Esteban fue a entregarle su dimisión a Ainhoa, pero ella ya no estaba.
-          ¡Mierda! Pues se la dejaré en la mesa y mañana ya la verá.




Esa noche Esteban salió a tomar unas copas para celebrar su auto-despido de la empresa y que, a partir de ese día, volvería a ser libre.




Tras pedirse una copa, se puso a beberla. Hacía tiempo que no tomaba alcohol y no sabía cómo le iba a sentar, pero… un día es un día, ¿no?




Posteriormente, se puso a bailar y vio como algunas chicas más comenzaron a llegar, pero parecían estar disfrazadas.
-          No sé si serán strippers y luego se desnudarán o es que vienen de una fiesta de disfraces…-pensaba el chico-.




Esteban estaba feliz porque se estaba pegando una buena fiesta, el alcohol había comenzado a subir y encima sabía que no tendría que volver a ir a trabajar a ese infernal sitio.




Tras quince minutos bailando, comenzó a tener sed y fue a la barra a pedir otra copa, pero esta vez de un alcohol diferente.




Justo en ese momento hizo su aparición estelar una exuberante Ainhoa con un vestido que dejaba poco a la imaginación.
-          Póngame otra igual,-dijo al chico de la barra mirando a Esteban, el cual no se había dado cuenta de la presencia femenina-.




En cuanto el chico le dio la copa a Esteban, giró su cabeza y vio a Ainhoa. No podía negar que la chica estaba como quería, pero era una hija de puta de cuidado.
-          Muy buenas Ainhoa. Qué sorpresa verte aquí…




Girándose, Ainhoa lo miró penetrantemente con sus ojos azules.
-          Hola Esteban. Pues ya ves, aquí a despejar un poco el cuerpo…
-          Eso está muy bien.
-          ¿Te apetece bailar?
-          Vale, parece buena idea.




Ambos se fueron a la pista de baile y comenzaron a mover el esqueleto en sintonía. Esteban estaba extrañado por aquella situación, ya que era la primera vez que coincidía en la calle con su jefa hasta ese día y mucho menos de fiesta. Pero, como se suele decir: para todo hay una primera vez.




Tras unos minutos sin parar de bailar, Ainhoa fue a por su segunda copa de la noche.
-          Póngame otra, hoy estoy sedienta. ¡Ahora seguimos bailando!-dijo dirigiéndose hacia Esteban-.




Esteban creía estar en lo cierto cuando pensaba que Ainhoa no sabía lo de su dimisión pero, de momento, lo preferiría porque quería tenerla de buen rollo antes que de uñas como le tenía acostumbrado.




Ainhoa volvió a bailar con Esteban durante un rato hasta que decidieron descansar y la muchacha quiso tomarse otra copa, a lo que el chico se negó porque no quería pasarse demasiado.




Sin embargo, Ainhoa estaba allí para pasárselo bien y fue a la barra un rato más tarde para tomarse su cuarta copa. Tenía ya un colocón bastante grande y se mantenía en pie a duras penas, pero era el momento más feliz para ella porque comenzaba a desatarse y a proclamar a los cuatro vientos lo que le daba la gana.




Yendo en busca de Esteban, se lo encontró sentado en un sillón descansando los pies.
-          Tú, tío bueno. ¿Qué haces que no estás bailando? Están poniendo reggaetón y quiero perrear.
-          Llevamos mucho tiempo bailando, dame un respiro mujer.
-          ¿Respiro? A ti sí que te iba a dejar sin respiración.




Esteban no se esperaba esa respuesta y su cara cambió radicalmente. Su expresión era, en ese momento, de estupor y sorpresa al mismo tiempo.
-          Ainhoa, has bebido demasiado y no sabes lo que dices.
-          ¡Sé lo que digo perfectamente! Y ahora échate a un lado que voy para allá.




Y sentándose bruscamente en el sillón, Ainhoa fue directa al paquete de Esteban que agarró con fuerza. Cuando él abrió su boca ante la sorpresa, ella aprovechó para besársela.
-          ¿Te gusta nene?
-          Uffff.




Las manos masculinas comenzaron a recorrer las largas piernas de Ainhoa. El baile con ella lo había puesto un poco cachondo, ya que los movimientos sensuales de ella eran geniales y el agarrón último a su paquete fue lo que sobrepasó el vaso. ¿Quería guerra? Pues la iba a tener.




Los besos iban aumentando en intensidad, de forma que Ainhoa se colocó a horcajadas encima de Esteban. Todos los miraban y seguían de largo mientras que, ajenos a los demás, la pareja de amantes se besaban y manoseaban sin ningún pudor.




Poco después, Ainhoa fue a levantarse la falda del vestido pero Esteban la paró.
-          ¿Estás loca? Aquí no…
-          Pues vámonos a mi casa,-dijo levantándose y cogiendo al chico de la mano-.




En cuanto llegaron, se fueron quitando la ropa de camino al dormitorio y, una vez allí, se vieron por primera vez completamente desnudos.
-          Menuda polla tienes… Qué calladito te lo tenías cabrón.
-          ¿Te gusta lo que ves?
-          Ven y lo averiguarás…




Ainhoa se levantó y tiró de un empujón a Esteban contra la cama. Agarrándolo de la base del pene, procedió a metérselo en la boca completamente.
-          Hija de puta, qué bien lo haces. Sigue así…




Finalmente, Esteban la subió a la cama y ella comenzó a cabalgarlo rápidamente, haciendo movimientos circulares con la cadera. Los gemidos eran fuertes y muy escandalosos, por lo que Marco, desde el piso de arriba, pegó unos golpes en el suelo. Sin embargo, no sirvió de nada porque los dos siguieron follando sin parar.
-          Quiero que acabes en mi boquita. ¿Quieres correrte en mi carita?




Marco, harto de no poder dormir, bajó a hablar con su hijo Juan.
-          Papá, ¿pasa algo?
-          Sí hijo, disculpa las horas pero necesito un favor.
-          Dime, ¿qué ocurre?
-          Mi vecina de abajo está manteniendo relaciones sexuales y no me deja dormir. Es más de la una de la madrugada y quiero dormir, ¿podrías decirle algo?
-          Descuida, sube a dormir que yo voy enseguida.
-          Gracias hijo. Buenas noches.




Unos cinco minutos después, Juan llamó a la puerta de la casa de su vecina dispuesto a quejarse. No escuchaba gemidos ninguno, por lo que rápidamente Ainhoa abrió la puerta completamente desnuda y notablemente borracha todavía.
-          Buenas… ¡señorita por Dios!
-          Anda… Si es el policía buenorro. ¿Qué quieres?
-          Soy su vecino de abajo y sus… gritos no nos dejan dormir al resto de los vecinos. ¿Podría hacer el favor de…? Y tápese, por el amor de Dios.
-          ¡Eh! Que estoy en mi casa y hago lo que me dé la gana. Y tranquilo, me callaré. No vaya a ser que me pegue con su porra…




Esa frase dejó descuadrado a Juan que, sin tiempo a reaccionar, sintió los labios femeninos posarse sobre los suyos.
-          Hasta pronto… vecino.




Al cerrar la puerta, se encontró con Esteban sentado en el sofá con el pene duro de nuevo.
-          ¿Quién era?
-          El próximo al que me follaré, pero hoy soy toda tuya. Ven aquí, que quiero que me comas el coño ahora.




Juan, aún en la puerta, estaba en estado de shock y no escuchó nada de lo que se decía dentro. Su vecina lo había besado en la boca ¡¿COMPLETAMENTE DESNUDA?! Lo gracioso era que Juan aún no sabía que ella era la antigua jefa de Mateo… Cuando se lo contara a su hermano iba a flipar…




CONTINUARÁ…

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